El Problema del Mal
Un hombre fue a la peluquería a cortarse el cabello y recortarse la barba. Como es costumbre en esos casos, se puso a conversar con la persona que le atendía. Hablando y hablando, tocaron el tema de Dios.
«Un hombre fue a la peluquería a cortarse el cabello y recortarse la barba. Como es costumbre en esos casos, se puso a conversar con la persona que le atendía. Hablando y hablando, tocaron el tema de Dios. El peluquero dijo:
- Yo no creo que Dios exista.
- ¿Por qué dice eso? -preguntó el cliente.
- Pues es muy fácil: basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe. Si Dios existiera ¿Habría tantos enfermos, habría tantos niños abandonados? Si Dios existiera, no habría tanto sufrimiento y dolor para la humanidad. Yo no puedo pensar que exista un Dios que permita estas cosas.
El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión. El peluquero terminó su trabajo, y el cliente salió del establecimiento. Entonces se encontró en la calle con un hombre que lucía una barba espesa y largos cabellos con una apariencia muy desaliñada. Entonces entró de nuevo en la peluquería y le dijo al peluquero:
- ¿Sabe una cosa? Acabo de descubrir que los peluqueros no existen.
- ¿Cómo que no existen? -preguntó el peluquero- ¡Si yo soy peluquero!
- ¡No! -dijo el cliente- no existen, porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan largas como la de este hombre que va por la calle.
- ¡Ah! Los peluqueros existen, lo que pasa es que esas personas no vienen a mi.
- Exacto -dijo el cliente- esa es la cuestión. Dios sí existe, lo que pasa es que las personas no van hacia Él, y por eso hay tanto dolor y miseria.
El sufrimiento que existe en el mundo no es ninguna prueba de la no existencia de Dios, sino de la realidad del pecado del hombre. Fue a causa del pecado original, cuando el hombre comenzó a experimentar el sufrimiento como consecuencia de la pérdida de la gracia y de los dones preternaturales. Y fue Cristo, quien, a través de su propia vida y muerte, nos enseñó a dar sentido al sufrimiento (Jn 15:13). Es más, cargar con la cruz, era la condición necesaria que debería cumplir cualquiera de sus discípulos (Mt 16:24). La cruz, que antes de Cristo era causa de desesperación y tristeza, se transformó para el cristiano, en signo de amor, medio de conseguir la gloria y condición para ser su discípulo.»
«Cuentos con moraleja Vol I» – Padre Lucas Prados