viernes, 3 de septiembre de 2021

Los primeros viernes....

 Hoy es 1er Viernes -Devoción de los 9 Primeros

"Os prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos los que comulguen el primer viernes durante nueve meses consecutivos, la gracia del arrepentimiento final; no morirán en mi desgracia ni sin recibir los sacramentos; mi divino Corazón será su refugio seguro en ese último momento."  - El Señor a Santa Margarita María


Cómo completar la Devoción del Primer Viernes:


-Recibir la Sagrada Comunión en cada Primer Viernes; (para ello deben haber confesado los pecados mortales y dejar las situaciones de pecado como por ejemplo convivir sin estar casados, estar `casado´con un divorciado…)

-Los nueve viernes deben ser consecutivos;

-Deben hacerse en honor y en reparación a su Sagrado Corazón.


ACTO DE REPARACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Sagrado Corazón de Jesús, animados por el deseo de reparar los ultrajes que se te ofrecen sin cesar, nos postramos ante tu trono de misericordia y, en nombre de toda la humanidad, te prometemos nuestro amor y fidelidad.

Cuanto más se blasfemen tus misterios, más firmemente los creeremos, oh Sagrado Corazón de Jesús.

Cuanto más se esfuerce la impiedad por extinguir nuestras esperanzas de inmortalidad, más confiaremos en Tu Corazón, única esperanza de la humanidad.

Cuanto más se resistan los corazones a Tus divinas atracciones, más te amaremos, oh Corazón infinitamente amable de Jesús.

Cuanto más ataque la incredulidad a Tu Divinidad, más humilde y profundamente la adoraremos, oh Divino Corazón de Jesús.

Cuanto más se transgredan e ignoren Tus santas leyes, más nos deleitaremos en observarlas, oh santísimo Corazón de Jesús.

Cuanto más se desprecien y abandonen Tus Sacramentos, más frecuentemente los recibiremos con amor y reverencia, ¡oh Corazón liberalísimo de Jesús!

Cuanto más se descuide y olvide la imitación de tus virtudes, más nos esforzaremos por practicarlas, ¡oh Corazón de Jesús, modelo de toda virtud!

Cuanto más trabaje el demonio para destruir las almas, más nos inflamará el deseo de salvarlas, ¡oh Corazón de Jesús, celoso amante de las almas!

Cuanto más el pecado y la impureza destruyan la imagen de Dios en el hombre, más nos esforzaremos por ser, mediante la pureza de vida, un templo vivo del Espíritu Santo, ¡oh Corazón de Jesús!

Cuanto más se desprecie a tu Santa Iglesia, más nos esforzaremos por ser sus hijos fieles, ¡oh dulce Corazón de Jesús!

Cuanto más se persiga a Tu Vicario en la tierra, más lo honraremos como cabeza infalible de Tu Santa Iglesia, mostraremos nuestra fidelidad y rezaremos por él, ¡oh Corazón real de Jesús!

Oh, Sagrado Corazón, por tu poderosa gracia, haz que nos convirtamos en tus apóstoles en medio de un mundo corrompido, y seamos tu corona en el reino de los cielos.  Amén.

12 Promesas del Sagrado Corazón a Santa Margarita María


1.  Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.

2.  Daré la paz a sus familias.

3.  Les consolaré en todos sus problemas.

4.  Seré su refugio en la vida y sobre todo en la muerte.

5.  Bendeciré abundantemente todas sus empresas.

6.  Los pecadores encontrarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.

7.  Las almas tibias se volverán fervorosas.

8.  Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a la gran perfección.

9.  Bendeciré los lugares donde se exponga y venere la imagen de mi Sagrado Corazón.

10. Daré a los sacerdotes el poder de tocar los corazones más endurecidos.

11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán sus nombres eternamente escritos en mi Corazón.

12. En el exceso de la misericordia de mi corazón, os prometo que mi amor todopoderoso concederá a todos los que comulguen los primeros viernes, durante nueve meses consecutivos, la gracia del arrepentimiento final: no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los sacramentos; y mi Corazón será su refugio seguro en esa última hora.

https://www.americaneedsfatima.org/

la bestia....

 

María Valtorta describe a Satanás, la Bestia




Dice aún Jesús:

«Observa mi Resplandor y mi Belleza respecto a la negra monstruosidad de la Bestia. No tengas miedo de mirar aunque sea un espectáculo repelente. Estás entre mis brazos.

No puede acercarse ni dañarte. ¿Lo ves? Ni siquiera te mira. Tiene ya muchas presas que seguir.

¿Ahora te parece que merezca la pena dejarme a Mí para seguirle a él? Sin embargo el mundo le sigue y me deja por él.

Mira que harto está y cómo se contrae. Es su hora de fiesta. Pero mira también cómo busca la sombra para actuar. Odia la Luz, ¡y se llamaba Lucifer! ¿Ves cómo hipnotiza a quienes no están signados con mi Sangre? Acumula sus esfuerzos porque sabe que es su hora y que se acerca mi hora en la que será vencido para siempre.

Su infernal astucia y su inteligencia satánica son un continuo operar de Mal, en contraposición a nuestro uno y trino obrar de Bien, para aumentar su presa. Pero la astucia y la inteligencia no prevalecerían si en los hombres estuviera mi Sangre y su honesta voluntad. Al hombre le faltan demasiadas cosas para tener armas con las que enfrentarse a la Bestia, y ella lo sabe y actúa abiertamente, sin tan siquiera esconderse ya con apariencias engañosas.

Que su repugnante fealdad te empuje a una diligencia y a una penitencia cada vez mayores. Por ti y por tus desgraciados hermanos que tienen el alma arrebatada o seducida y no ven, o, viéndolo, corren al encuentro del Maligno, con tal de obtener ayuda para un momento a pagar con una condenación eterna».

Tengo que explicar yo, si no, no se entiende nada.

Desde la noche del 18 el buen Jesús me hace ver un bicharraco horrible, tan horrible que me produce escalofrío y ganas de gritar. Su nombre es conocido. Y el buen Jesús me da a entender que ese aspecto siempre es inferior a la realidad, porque ninguna realidad humana puede lograr personificar con exactitud la suprema Belleza y la suprema Fealdad.

Ahora le describo el bicharraco.

Me parece ver un gran agujero negro negro y profundísimo. Comprendo que es profundísimo, pero no veo de él sino el orificio, todo ocupado por un monstruo horrible. No es serpiente, ni cocodrilo, ni dragón, ni murciélago, pero tiene algo de los cuatro.

Cabeza larga y puntiaguda sin orejas y con dos ojos socarrones y feroces que están siempre a la caza de presa, una boca grandísima y armada de buenos dientes agudos, siempre intenta atrapar al vuelo a cualquier incauto que llega al alcance de sus mandíbulas. La cabeza en fin tiene mucho de la de serpiente por la forma y del cocodrilo por los dientes. Cuello largo y flexible que permite mucha agilidad a la cabeza tremenda.

Un cuerpo resbaladizo recubierto por una piel como la de las anguilas (para entenderse) es decir sin escamas, de color entre el óxido, el violeta, el gris oscuro... no sabría. Tiene hasta el color de las sanguijuelas.

En la espalda y en las ancas (digo "ancas" porque allí termina el vientre palpitante e hinchado de presa y empieza la larga cola que termina en punta), son cuatro patazas cortas y palmeadas como las del cocodrilo. En la espalda dos alas de murciélago.

El bicharraco no mueve su gran y repugnante cuerpo. Mueve sólo la cola que se contonea haciendo "eses" aquí y allá, y mueve su horrible cabeza de ojos fascinadores y mandíbulas exterminadoras.

¡Misericordia divina! ¡Qué bicharraco tan horrible! De su negro antro emana tiniebla y horror. Le aseguro que ayer que lo veía con vivísima meticulosidad -y no entendía que hiciera aquí- me venían ganas de gritar espeluznada. Menos mal que veía que nunca miraba hacia mí como por repulsión. Recíproca repulsión si acaso. Si esto es una pálida representación de Satanás, ¿qué será entonces él? ¡Para morir dos veces seguidas con sólo verlo!

Menos mal también que, si bien en un rincón estaba el bicharraco, cerca cerca estaba mi Jesús, blanco, bello, rubio... ¡Luz en la luz! Comparando la luminosa, confortable figura de Cristo con la del otro, su mirada dulcísima, clara, con la torva del otro, hay ciertamente que compadecer a los infelices pecadores destinados al segundo porque han rechazado a Jesús.

Y bien, ahora que lo he visto... quisiera no verlo más porque es demasiado horrible. Oraré porque el menor número posible de desgraciados vaya a terminar en sus garras, pero ruego al buen Dios que me quite esta visión.

Hoy es menos viva y le estoy muy agradecida al Señor. Y todavía más agradecida porque la querida Voz me hace entender el por qué de esa visión que ayer me aterrorizaba creyéndola destinada a mí como advertencia.

Cuadernos Valtorta 1943