La cultura fue originalmente empujada al abismo de la inmoralidad sexual en los años 60, como resultado del "pensamiento" protestante, que aceptaba la anticoncepción, el divorcio y los nuevos matrimonios.
Pero una vez que la mayoría comenzó a abrazarla, llegó un momento de crisis para los obispos estadounidenses: Podían resistir o podían plegarse. Eligieron doblegarse, y la presa explotó en 1968 cuando muchos no defendieron o se unieron a la revolución contra la encíclica del Papa Pablo VI [Humanae Vitae] que reafirmaba la condena de la Iglesia a la anticoncepción durante 2.000 años.
El aspecto de este drama que muchos católicos sentados en bancos de iglesia no se dieron cuenta en ese momento es que una invasión silenciosa de hombres homosexuales al sacerdocio católico y a las órdenes religiosas ya había comenzado. Estos son los hombres que avanzarían a posiciones de liderazgo en las próximas décadas, que harían una carrera violando adolescentes por miles, o encubriéndolo todo, o en algunos casos, ambas cosas.
Cuando no estaban violando a alguno o abusando de su autoridad, estaban armando su poder para pervertir la doctrina - para formar una Iglesia a su propia imagen, es decir, ¡gay! Durante años - décadas - los hombres que eran heterosexuales fueron bloqueados para entrar (o activamente cazados y expulsados) del seminario, mientras que los homosexuales activos ganaron aceptación a izquierda, derecha y centro.
Un gran número de estos homosexuales estaban activos, al igual que sus formadores y obispos. Fueron enviados a las parroquias y comenzaron a elaborar sutilmente la enseñanza de la Iglesia sobre el amor al prójimo para significar la aceptación del pecado, y, por supuesto, nunca "juzgar". Cada domingo, millones y millones de católicos tenían en sus cabezas que nunca debían juzgar - nada. Por supuesto, esto les era vendido por un clero activo y sodomita que quería crear una atmósfera en la que nunca fueran juzgados y su propio pecado personal fuera aceptado si alguna vez se hacía público.
En resumen, estos hombres entraron al sacerdocio y lo usaron para corromper las mentes de las ovejas, para allanar el camino para la aceptación de la homosexualidad en nombre del "amor al prójimo". El colapso de la defensa católica fue instrumental en el esfuerzo cultural más amplio de hacer avanzar la agenda gay. Con la Iglesia efectivamente neutralizada, en el mejor de los casos, y severamente comprometida, en el peor, por los infiltrados, nada se interponía en el camino de llevar a la sociedad al precipicio.
Miles, decenas de miles, de gays destruyeron el sacerdocio y abrieron el camino para esto. Esto fue y es conocido por muchos obispos, muchos de los cuales son homosexuales, sin mencionar a los homopredadores que han sido parte de esta suciedad. Así que es con cierta precaución que los fieles católicos se acercan a una declaración en respuesta al fallo de la Corte Suprema emitido por el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, quien es el actual presidente de la conferencia episcopal de la nación.
Él dijo, "Al borrar las hermosas diferencias y la relación complementaria entre el hombre y la mujer, ignoramos la gloria de la creación de Dios y dañamos a la familia humana, el primer bloque de construcción de la sociedad. Nuestro sexo, ya sea hombre o mujer, es parte del plan de Dios para la creación y para nuestras vidas." Ahora, perdonen a los fieles católicos si vemos esta declaración como una hipocresía suprema. Durante medio siglo, los obispos de toda la jerarquía de los EE.UU. han hecho la vista gorda a esta podredumbre en sus propias filas. En realidad han avanzado en la práctica del clero homosexual dentro de sus propias diócesis. Han soltado a estos lobos en sus propios rebaños. Se han negado a expulsar a los pervertidos doctrinales de sus parroquias.
Este ha sido el caso durante décadas y, como punto de orden - recuerden - más del 80% de todos los casos de abuso sexual fueron infligidos a adolescentes por hombres homosexuales con clergyman, y aún así ellos [la jerarquía de los EE.UU.] no hicieron nada. E incluso en el caso del propio Gómez (Presidente de los Obispos de EEUU), el hipócrita sigue permitiendo que personas como James Martin y Brian Massingale hablen en el Congreso de Educación Religiosa, promoviendo abiertamente la homosexualidad, el transexualismo y el "matrimonio" entre personas del mismo sexo.
Nuestro punto aquí hoy es este: Fueron los líderes de la Iglesia los que prepararon el escenario para el fallo de la Corte Suprema el pasado lunes.
Church Militant sabe de hecho que Gómez lo sabe, porque nos acercamos a él personalmente en el pasillo del centro de conferencias en uno de los congresos y le dijimos de plano que se estaba predicando herejía desde el escenario de su conferencia. Parecía deliberadamente desconcertado y luego su secretaria lo alejó y no hizo nada para corregir el problema. Un año o dos después, James Martin ocupó un lugar destacado en la lista de oradores.
Cuando se habla en privado con muchos de los obispos, se ve que muchos de ellos tienen una "debilidad" por este tema, incluso los dos o tres que no son gays, fueron al seminario con estos chicos y desarrollaron amistades con ellos. Por supuesto, también existe la fuerte sugerencia (por parte de los que saben) de que muchos de los obispos de hoy en día estuvieron, en un momento dado, saltando dentro y fuera de la cama con los chicos durante sus primeros años en el seminario o en las rectorías.
Puede que hayan cambiado de opinión y vuelvan al lado de los ángeles, pero sin embargo, se comprometieron para siempre y temen que si se mueven en contra de la cábala gay, serán descubiertos por su propio pasado. Hay una gran cantidad de razones - un amplio espectro - por las que varios sacerdotes y obispos apoyarían o guardarían silencio ante la perversión de las enseñanzas de la Iglesia, pero las razones individuales no importan: Cada uno de ellos responderá a Dios en sus respectivos juicios por permitir que la perversión, y la consiguiente destrucción de las almas ocurriera
Nuestro punto aquí hoy es este: fueron los líderes de la Iglesia los que prepararon el escenario para el fallo de la Corte Suprema el pasado lunes. Y son los pocos católicos restantes que sobrevivieron a su suciedad los que ahora tendrán que pagar el precio
