lunes, 27 de septiembre de 2021

Valtorta....

 

Las almas y el Viñador (Valtorta)



Dice Jesús:


«La uva es más dulce cuanto más madura, y más madura cuanto más sol toma. El dueño de la viña no coge su uva para hacer el vino si no está bien madura, y para que se madure la deshoja y poda de modo que el sol pueda bajar y circular entre racimo y racimo, y convertir los granos ásperos y duros en muchas perlas de azúcar líquido.

Si la uva permaneciera como está en abril, esto es, cuando la vid es hermosa con sus hojas nuevas y sus racimos en flor, o como en junio, ya toda llena de sarmientos flexibles y de racimos formados, no serviría para nada aparte de para alegría de la vista. En cambio en el otoño, después de tanto sol y tantas podas, es hermosa de otro modo y, además de hermosa, útil para el hombre.

Yo soy el sol y vosotros, almas mías, sois la viña en la que se tiene que formar el vino eterno. Yo soy el sol y también soy el viñador. Yo os circundo e inundo con mis rayos y os mortifico para que deis sarmientos llenos de frutos verdaderos y no vanos zarcillos que no sirven para nada.

Hay que dejar que el sol y el viñador trabajen en vuestra alma totalmente a su gusto. Es necesario, María mía, imitar mucho, mucho, mucho al racimo que no tiene voces de protesta ni actos de resistencia hacia el sol y hacia el dueño de la viña, sino al contrario, se deja descubrir para recibir los rayos calientes, se deja curar con los líquidos adecuados, se deja arreglar sin reacción alguna. Y así se hace cada vez más grueso y dulce, un verdadero prodigio de jugos y de belleza.

También el alma debe aún más desear el sol y la obra del Viñador eterno cuanto más se acerca para ella la hora de la divina vendimia. El racimo rebelde y enfermo, que no ha querido madurar sano y dulce, y que se ha escondido para no ser cuidado, no está destinado al místico lagar. Pero en cambio se hace digno de mi Vendimia el racimo que no ha tenido miedo de podaderas ni de medicinas y que se ha sacrificado dócilmente, en sus gustos, por Mí.

Yo soy el Vendimiador y tú mi racimo. La vendimia se acerca. Aumenta tus esfuerzos para absorber cuanto más puedas de Mí. Yo me haré en ti licor de vida eterna. Aumenta tu generosidad para secundar la obra de tu amoroso Viñador. Él, tu Jesús, sólo quiere hacer de ti un racimo digno de ser depositado a los pies del trono de Dios.

Es dulce tener a Jesús como Maestro, María, pero esto se hace perfecto cuando se asimila toda la enseñanza del Maestro».

Cuadernos Valtorta 1943