domingo, 6 de diciembre de 2020

Nuestro Pastor en estos tiempos dificiles

 

Jesús nos llama a cada uno por nuestro nombre


Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a la espalda: «Éste es el camino, caminad por él». Una de las gracias mayores que el Señor nos puede dar en esta vida es la de tener claro el camino que nos conduce a Él y contar con una persona que nos ayude a salir de nuestros desvíos y errores para retornar de nuevo al sendero bueno.

En muchos momentos de su historia, el pueblo de Dios se encontró sin rumbo y sin camino, en el desconcierto y abatimiento más grandes, por falta de verdaderos guías. Así halla el Señor a su pueblo: como ovejas sin pastor, según nos narra el Evangelio de la Misa de hoy. Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Sus guías se habían comportado más como lobos que como verdaderos pastores del rebaño.

En la larga espera del Antiguo ², los Profetas anunciaron, con siglos de antelación, la llegada del Buen Pastor, el Mesías, que guiaría y cuidaría amorosamente su rebaño. Sería un pastor único, que buscaría a la oveja perdida y a la extraviada, vendaría a la herida y curaría a la enferma. Con Él, las ovejas estarían seguras y, en su nombre, habría otros buenos pastores con el encargo de cuidarlas y guiarlas: Les daré pastores que de verdad las apacienten, y ya no habrán de temer más, ni angustiarse ni afligirse.

Yo soy el buen pastor, dice Jesús. Ha venido al mundo para congregar al rebaño de Dios: Andabais, nos dice San Pedro, como ovejas descarriadas, mas ahora os habéis convertido al pastor y guardián de vuestras almas; viene el Buen Pastor para recoger a su rebaño de su extravío, para guiarlo, para defenderlo, para alimentarlo, para juzgarlo, para conducirlo por fin hasta las praderas definitivas, junto a las aguas de la vida.

Jesús es el Buen Pastor anunciado por los Profetas. En Él se cumplen al pie de la letra todas las profecías. Él conoce y llama a cada una de las ovejas por su nombre. ¡Jesús nos conoce personalmente, nos llama, nos busca, nos cura! No nos sentimos perdidos en medio de una humanidad inmensa y sin nombre. Somos únicos para Él. Podemos decir con toda exactitud: Me amó y se entregó por mí. Él distingue mi voz entre otras muchas. Ningún cristiano tiene derecho a decir que está solo. Jesucristo está con él, y si se ha perdido por los caminos del mal, el Buen Pastor ha salido ya en su busca. Solo la mala voluntad de la oveja puede hacer fracasar el desvelo del pastor; el no querer regresar al aprisco. Solo eso.



https://www.hablarcondios.org/meditaciondiaria.aspx