Encontré este preciado Documento del Reverendo Padre Castellani que seguramente muchos como Yo ,estábamos escarbando hace tiempo; El Teólogo Argentino y reconocido orbitalmente , criticado y calumniado por los enemigos de nuestra Santa Iglesia Católica que desde tiempos lutero tratan de acabarla y que a veces creen que lo están logrando le tienen pavor a sus escritos y discernimiento del Padre Castellani ; estos depredadores de Fe fuera pero principalmente dentro de de la misma Iglesia por la permeabilidad a la masoneria recordar ( el humo de satanas penetro en El Templo de Dios....... S. Santidad Pablo VI ).
Los mensajes dados por Dios padre a través de Nuestra Madre Santa María única verdad para la salvación Nuestra y que no se cansa de pedirnos arrepentimiento y conversión son claros pero no hemos querido escucharlos ; la Salette , Fatima ,Akita, reconocidas por la Iglesia y otras seguramente ciertas como : Garabandal , Medjugorje mas los dados a Místicos como El Padre Pio , padre Stefano Gobby , Martha Robin , Ana Catalina De Emmerick y a no pocos criollos nuestros como El Dr Rafael Arango, Agustín del Divino Corazón , Emilita y otros, nos insisten y es que la evidencia de los signos dichos confrontados con lo que estamos viviendo : guerras,cambios climáticos, crisis económica y moral,plagas y enfermedades mas la profunda crisis en nuestra Iglesia son palpables.
Tenemos un Santo papa fuerte, sabio, Tenaz , luchador de la fe y la tradición Católica, y muy Espiritual que ante los embates sale airoso , pero debemos apoyarlo y Orar decididamente.
Colombia vive un avivamiento de Fe Catolica muchos jovenes estan conociendo ,creyendo y queriendo a Dios y tienen especial afinidad con Mamá Maria Ella nos sacará adelante no la soltemos de la mano.
Como este articulo del P.Castellani es grande se repartira en varias entregas
Jesus Y maria Nos Guarden
J. AHUMADA
lecciones sobre el Verbo Encarnado
LEONARDO CASTELLANI
EDICIONES DEL GRUPO PATRIA GRANDE
"La Doctrina de la Fe, que Dios reveló, no está propuesta como un invento de la filosofía, que se pueda perfeccionar por el ingenio humano, sino como un depósito divino entregado a la esposa de Cristo, y ha de ser fielmente custodiada e infaliblemente declaraba. Por esto, los dogmas sagrados han de ser mantenidos para siempre en el sentido declarado una vez por la Santa Madre Iglesia, y nunca hay que apartarse de ese sentido con el pretexto de hacerlos más inteligibles".
Primer Concilio Vaticano
"Afirmamos que la mayor parte de quienes se condenan, sufren para toda la eternidad esa desgracia a causa de su ignorancia de los misterios de la fe, que deberían necesariamente saber y creer para poder ser contados entre los elegidos".
Benedicto XIV
Semblanza del Autor:
LEONARDO LUIS CASTELLANI nació el 16 de noviembre de 1899. Sus padres fueron Luís Héctor Castellani, florentino naturalizado argentino, llegado al país a los cinco años de edad, y Catalina Contepomi, argentina nativa, mujer muy inteligente según su hijo y de familia friulana y condal. Es el mayor de cuatro hermanos. María Magdalena, Luís Oscar y Arnaldo Néstor le siguieron en este orden.
Su abuelo paterno, don Leonardo, fue un arquitecto italiano que arribó a la Argentina en 1872 en una de las inmigraciones sarmientinas. Se afincó en el norte santafesino. Fundó con otras trece familias la reducción de San Antonio de Obligado. Construyó en la zona once iglesias o capillas.
Su padre, maestro normal y periodista, fundó y dirigió "El Independiente", primer periódico del Chaco santafesino. Militó en el radicalismo de Além. Murió asesinado de un pistoletazo —en 1906— por la policía del régimen.
Leonardo nieto estudia las primeras letras y lo que es hoy el ciclo primario en la escuela particular de don José Parodi, en su pueblo natal. En 1913 ingresa como alumno pupilo en el célebre colegio "La Inmaculada", de los padres jesuitas, en la ciudad de Santa Fe. Durante su pupilaje anuda una amistad de por toda la vida con dos condiscípulos: el egregio poeta santafesino, Horacio Caillet Bois, y el político y hombre de pro de San Juan, Dr. Alberto L. Graffigna.
Bachiller en 1917, el 27 de julio de 1918 ingresa en el noviciado de la Compañía de Jesús, en Córdoba, donde rehace, además, sus estudios en letras. En 1924, y durante cuatro años en el ciclo secundario del Colegio del Salvador, de Buenos Aires, enseña castellano, literatura, historia e italiano. Por esa época aparecen en la revista del Colegio del Salvador, las fábulas que más tarde conformarán su primer libro. En 1928 inicia los estudios de teología en el Seminario Metropolitano de Villa Devoto. Al promediar sus estudios, lo envían a proseguirlos en la Universidad Gregoriana. Parte para Europa en la segunda mitad de 1929.
En Roma aprendió teología y filosofía con grandes maestros: el cardenal Luis Billot S. J. y el R. P. Charles Boyer S. J., entre otros. El 31 de julio de 1930 el cardenal Marchetti Selvaggiani lo ordena sacerdote en Roma.
El 8 de julio de 1932 parte para Francia, donde permanecerá tres años, el primero de ellos, en Amienssur Marne, en la Picardía. Pasa luego a París: allí vivirá los otros dos años franceses. Asiste a la Facultad de Filosofía de la Sorbona como alumno regular. Emile Brehier fue su profesor de Historia de la Filosofía. Concurre a cursos libres: al de George Dumas sobre examen clínico de enfermos mentales en "L'Asyle Sainte Anne" (años 1932/1933); al de George Wallon sobre la escuela nueva (años 1932/1933); y a los del R. P. Marcel Jousse S.J. —de cuyas ideas fue introductor en la Argentina en "L'Ecole d'Antropologie" (años 1932/1933) y en "L'Ecole Practique des Hautes Etudes" (años 1933/1934). Al finalizar el curso de 1934 se le otorga el diploma de "Etudes Superieurs en Philosophie, Section Psychologie".
En julio de 1934 va a Alemania y Austria con el patrocinio del embajador argentino en Francia, Dr. Tomás Le Breton, para profundizar sus estudios acerca de lo que juzgó su vocación en el primer tramo de su vida intelectual: psicología y problemas educacionales. Visita escuela de retardados y reformatorios infantiles en Milán, Munich, Innsbruck y Viena. A principios de 1935 pone fin a su formación intelectual y regresa a su patria. Durante su estadía en Europa había comenzado a colaborar en Criterio, lo cual sigue haciendo hasta 1942. Apareció, además, en Buenos Aires, la primera edición en libro de sus Camperas.
En la Argentina y durante 11 años lleva a cabo una ingente labor intelectual a través de la cátedra, el libro y el periodismo. Como escritor publicó 14 libros y la traducción al castellano, con notas y comentarios propios, de los primeros cinco tomos de la Suma Teológica. Como periodista escribió en todas las publicaciones católicas y nacionalistas del país; desde 1937 hasta 1941 colaboró en La Nación; en 1940 y hasta 1942, desempeñó la dirección de Estudios.
En 1943 se vincula con Lautaro Durañona y Vedia, de quien será grande y sincero amigo, director, junto con Santiago Díaz Vieyra, de Cabildo ; y el 13 de junio de ese mismo año aparece su primera colaboración en dicho diario: "La coordinación y los católicos".
En diciembre de 1946 parte hacia Roma en el "Naboland" con un pasaje obsequiado por el sacerdote salesiano José Silva; pretende hacer conocer al general de la Compañía de Jesús los hechos irregulares de que ha sido víctima y la situación insufrible que le ha sido creada. El 1 de enero de 1947 llega a Génova. Por fin es recibido por el P. Janssens. La audiencia dura cinco minutos. En ella el P. General lo conmina a salir de la Compañía de Jesús bajo condiciones que él determinaría posteriormente. No acepta. En junio de 1947 recibe orden por escrito de trasladarse en el término de cuatro días a Manresa, España. En Manresa pasa dos años de sufrimientos. Su confesor, el R. P. José Murall S. J., y sus amigos argentinos y españoles le aconsejaron que solicitase su traspaso al clero secular de su país, lo que hizo. Abandonó Manresa el 19 de julio de 1949 y llegó a Buenos Aires en avión el 22 del mismo mes. Se albergó en el Colegio del Salvador, dio cuenta de lo acaecido al R. P. Juan Castillejo S. J., rector del Colegio y, por escrito, por estar ausente en Córdoba, al R. P. Juan Moglia S. J. el 18 de octubre de ese año se le separa de la Compañía sin proceso.
Fue acogido con benevolencia y amistad por Monseñor Roberto Tavella, Arzobispo de Salta, quien lo alojó en su casa y lo honró cuanto pudo. En Salta, adonde llegó en 1950, fue poco a poco mejorando salud, aunque el clima no era el ideal para él. Desempeñó en la Escuela Normal de esa ciudad las cátedras de Metafísica y de Problemas Nacionales.
Pasa a Buenos Aires a consultar médicos. Estos le desaconsejan Salta y le recetan un descanso de un año en su pueblo natal. Decide a principios de 1952 establecerse en Buenos Aires y tratar de reasumir su cátedra en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario, cosa que logra. Enseña en ese establecimiento hasta el año 1955, en que es cesanteado como todos los docentes sacerdotes por el sarampión anticlerical de Perón.
La rehabilitación sacerdotal salteña, aún con sus limitaciones, no es válida en Buenos Aires. Se da una situación curiosa: el mismísimo P. Castellani que podía celebrar el Santo Sacrificio de la Misa en la ciudad de Salta no lo podrá hacer en ningún altar de la dudad de Buenos Aires. Por lo que a él toca, cierra con un olvido caritativo el período de dolores que principió en 1946.
En 1952 y 1953 dictó cursos de filosofía en la Sociedad Científica Argentina; en 1954 y 1955, en el Teatro del Pueblo; en 1965 en el Colegio Champagnat; en 1968 y 1969 en el salón de actos de la parroquia Nuestra Señora del Socorro.
En 1955, tras su cesantía en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario, se incorpora al cuerpo de redacción del diario Tribuna de San Juan, de Alberto L. Graffigna. A partir del 1° de febrero de 1956 y hasta el 31 de diciembre del mismo año, publica todos los domingos el comentario del evangelio del día. Reúne luego todas las dominicas y con ellas conforma dos de sus libros más leídos; "El Evangelio de Jesucristo" y "Las Parábolas de Cristo". Sigue colaborando en Tribuna hasta su cierre en 1957, provocado por un atropello de la Revolución Libertadora.
En 1952 viaja a Lourdes como penitente en corta peregrinación de pocos días.
En 1966 el nuevo Nuncio Apostólico, Monseñor Lino Zanini, "manu militari", arregló definitivamente la situación absurda y desdorosa para la Iglesia en que se encontraba el P. Castellani; se le restituyó plenamente, sin reservas ni condicionamientos, el ministerio sacerdotal.
En enero de 1967 apareció Jauja, revista mensual, que fundó y dirigió hasta el último de los 36 números durante tres años. En ella escribió siempre el editorial, que llamó directorial, y la crítica literaria y una sección de comentarios sobre temas de actualidad llamada Periscopio.
En 1974, 1975 y 1976 dicta en Patria Grande los siguientes cursos; "De Kirkegord a Tomás de Aquino", " 16 clases sobre el Verbo Encarnado" y "El Apokalypsis". Luego de haber sido nombrado Doctor "honoris causa" de la Universidad de Buenos Aires, el gobierno argentino le entregó el premio "Consagración Nacional", el 30 de diciembre de 1975.
El 16 de noviembre de 1979 cumplió 80 años de vida y 60 de escritor. Actualmente vive en el aprecio de sus amigos. Poco le importan ya las cosas de este mundo. Todo su tiempo lo tiene ocupado en preparar una buena muerte.
LEONARDO CASTELLANI
Doctor en Teología
16 CLASES SOBRE EL VERBO ENCARNADO
EDITADO POR EL GRUPO PATRIA GRANDE BUENOS AIRES
. PROLOGO
En el año 1975, un grupo de amigos propuso al Padre Castellani que dictara un curso de teología. El Padre se negó, con buenas razones para ello. La teología no puede enseñarse adujo en unas pocas clases y además requiere una base filosófica seria y el conocimiento previo del latín. Por fin accedió a dar un "Curso de Catecismo para Universitarios". Con lo que se quería decir para cristianos con una cierta preparación, ya que muchos de los asistentes no eran Universitarios.
¿Cuál fué la razón de que se insistiera tanto en que el curso se realizara? La angustiosa necesidad de que se explicara con seriedad, profundidad y claridad, las verdades eternas. "Una especie de niebla ofuscó entonces sus mentes, y ya no podían distinguir en medio de tanta confusión de ideas, cuál era el camino seguro que debían seguir. Solamente el verdadero y fiel discípulo de Cristo, que prefirió la antigua fe a la nueva perfidia no fué contaminado por aquella peste contagiosa" escribía San Vicente de Lerins. Y este pensamiento, después de tantos siglos, parece dado teniendo ,0 la vista la peste contagiosa, la nueva perfidia del progresismo.
Durante dieciséis sábados de aquel año, el Padre desarrolló su curso en el viejo local de Patria Grande.
La necesidad de doctrina clara no es hoy menos imperiosa que entonces. El modernismo ha seguido haciendo camino y existe el peligro que hayamos aprendido a convivir con el y que ya nos sea difícil distinguir entre la fe límpida de nuestros padres y el cieno de la novedad, como mandaba el Papa San Sixto. Por ello algunos amigos de Patria Grande decidieron publicar en forma de libro la grabación de aquellas clases. El lector deberá tener esto en cuenta, para comprender algunas repeticiones, algunas salidas de tema, algún aparente desorden. El lanzamiento de esta edición se hace como solitario homenaje al Padre, al cumplir sus ochenta años de vida dedicada al servicio de Dios y de la Patria. Solitario homenaje pues han callado sus colegas y hasta los mismos "castellanistas" y, ni que decir, la prensa "seria" y "libre".
Homenaje solitario con un libro solitario. En la barahúnda ponzoñosa de los "catecismos" holandeses, franceses, canadienses que inunda los escaparates de nuestras librerías "católicas", gozándose en las novedades profanas y sintiendo hastío de los dogmas de la verdadera Iglesia, un catecismo que trasmita en forma impoluta las enseñanzas de nuestra fe eterna será una estrella solitaria. Pero una estrella de esperanza.
¿Qué cosa es Dios?
LEONARDO CASTELLANI
EDICIONES DEL GRUPO PATRIA GRANDE
"La Doctrina de la Fe, que Dios reveló, no está propuesta como un invento de la filosofía, que se pueda perfeccionar por el ingenio humano, sino como un depósito divino entregado a la esposa de Cristo, y ha de ser fielmente custodiada e infaliblemente declaraba. Por esto, los dogmas sagrados han de ser mantenidos para siempre en el sentido declarado una vez por la Santa Madre Iglesia, y nunca hay que apartarse de ese sentido con el pretexto de hacerlos más inteligibles".
Primer Concilio Vaticano
"Afirmamos que la mayor parte de quienes se condenan, sufren para toda la eternidad esa desgracia a causa de su ignorancia de los misterios de la fe, que deberían necesariamente saber y creer para poder ser contados entre los elegidos".
Benedicto XIV
Semblanza del Autor:
LEONARDO LUIS CASTELLANI nació el 16 de noviembre de 1899. Sus padres fueron Luís Héctor Castellani, florentino naturalizado argentino, llegado al país a los cinco años de edad, y Catalina Contepomi, argentina nativa, mujer muy inteligente según su hijo y de familia friulana y condal. Es el mayor de cuatro hermanos. María Magdalena, Luís Oscar y Arnaldo Néstor le siguieron en este orden.
Su abuelo paterno, don Leonardo, fue un arquitecto italiano que arribó a la Argentina en 1872 en una de las inmigraciones sarmientinas. Se afincó en el norte santafesino. Fundó con otras trece familias la reducción de San Antonio de Obligado. Construyó en la zona once iglesias o capillas.
Su padre, maestro normal y periodista, fundó y dirigió "El Independiente", primer periódico del Chaco santafesino. Militó en el radicalismo de Além. Murió asesinado de un pistoletazo —en 1906— por la policía del régimen.
Leonardo nieto estudia las primeras letras y lo que es hoy el ciclo primario en la escuela particular de don José Parodi, en su pueblo natal. En 1913 ingresa como alumno pupilo en el célebre colegio "La Inmaculada", de los padres jesuitas, en la ciudad de Santa Fe. Durante su pupilaje anuda una amistad de por toda la vida con dos condiscípulos: el egregio poeta santafesino, Horacio Caillet Bois, y el político y hombre de pro de San Juan, Dr. Alberto L. Graffigna.
Bachiller en 1917, el 27 de julio de 1918 ingresa en el noviciado de la Compañía de Jesús, en Córdoba, donde rehace, además, sus estudios en letras. En 1924, y durante cuatro años en el ciclo secundario del Colegio del Salvador, de Buenos Aires, enseña castellano, literatura, historia e italiano. Por esa época aparecen en la revista del Colegio del Salvador, las fábulas que más tarde conformarán su primer libro. En 1928 inicia los estudios de teología en el Seminario Metropolitano de Villa Devoto. Al promediar sus estudios, lo envían a proseguirlos en la Universidad Gregoriana. Parte para Europa en la segunda mitad de 1929.
En Roma aprendió teología y filosofía con grandes maestros: el cardenal Luis Billot S. J. y el R. P. Charles Boyer S. J., entre otros. El 31 de julio de 1930 el cardenal Marchetti Selvaggiani lo ordena sacerdote en Roma.
El 8 de julio de 1932 parte para Francia, donde permanecerá tres años, el primero de ellos, en Amienssur Marne, en la Picardía. Pasa luego a París: allí vivirá los otros dos años franceses. Asiste a la Facultad de Filosofía de la Sorbona como alumno regular. Emile Brehier fue su profesor de Historia de la Filosofía. Concurre a cursos libres: al de George Dumas sobre examen clínico de enfermos mentales en "L'Asyle Sainte Anne" (años 1932/1933); al de George Wallon sobre la escuela nueva (años 1932/1933); y a los del R. P. Marcel Jousse S.J. —de cuyas ideas fue introductor en la Argentina en "L'Ecole d'Antropologie" (años 1932/1933) y en "L'Ecole Practique des Hautes Etudes" (años 1933/1934). Al finalizar el curso de 1934 se le otorga el diploma de "Etudes Superieurs en Philosophie, Section Psychologie".
En julio de 1934 va a Alemania y Austria con el patrocinio del embajador argentino en Francia, Dr. Tomás Le Breton, para profundizar sus estudios acerca de lo que juzgó su vocación en el primer tramo de su vida intelectual: psicología y problemas educacionales. Visita escuela de retardados y reformatorios infantiles en Milán, Munich, Innsbruck y Viena. A principios de 1935 pone fin a su formación intelectual y regresa a su patria. Durante su estadía en Europa había comenzado a colaborar en Criterio, lo cual sigue haciendo hasta 1942. Apareció, además, en Buenos Aires, la primera edición en libro de sus Camperas.
En la Argentina y durante 11 años lleva a cabo una ingente labor intelectual a través de la cátedra, el libro y el periodismo. Como escritor publicó 14 libros y la traducción al castellano, con notas y comentarios propios, de los primeros cinco tomos de la Suma Teológica. Como periodista escribió en todas las publicaciones católicas y nacionalistas del país; desde 1937 hasta 1941 colaboró en La Nación; en 1940 y hasta 1942, desempeñó la dirección de Estudios.
En 1943 se vincula con Lautaro Durañona y Vedia, de quien será grande y sincero amigo, director, junto con Santiago Díaz Vieyra, de Cabildo ; y el 13 de junio de ese mismo año aparece su primera colaboración en dicho diario: "La coordinación y los católicos".
En diciembre de 1946 parte hacia Roma en el "Naboland" con un pasaje obsequiado por el sacerdote salesiano José Silva; pretende hacer conocer al general de la Compañía de Jesús los hechos irregulares de que ha sido víctima y la situación insufrible que le ha sido creada. El 1 de enero de 1947 llega a Génova. Por fin es recibido por el P. Janssens. La audiencia dura cinco minutos. En ella el P. General lo conmina a salir de la Compañía de Jesús bajo condiciones que él determinaría posteriormente. No acepta. En junio de 1947 recibe orden por escrito de trasladarse en el término de cuatro días a Manresa, España. En Manresa pasa dos años de sufrimientos. Su confesor, el R. P. José Murall S. J., y sus amigos argentinos y españoles le aconsejaron que solicitase su traspaso al clero secular de su país, lo que hizo. Abandonó Manresa el 19 de julio de 1949 y llegó a Buenos Aires en avión el 22 del mismo mes. Se albergó en el Colegio del Salvador, dio cuenta de lo acaecido al R. P. Juan Castillejo S. J., rector del Colegio y, por escrito, por estar ausente en Córdoba, al R. P. Juan Moglia S. J. el 18 de octubre de ese año se le separa de la Compañía sin proceso.
Fue acogido con benevolencia y amistad por Monseñor Roberto Tavella, Arzobispo de Salta, quien lo alojó en su casa y lo honró cuanto pudo. En Salta, adonde llegó en 1950, fue poco a poco mejorando salud, aunque el clima no era el ideal para él. Desempeñó en la Escuela Normal de esa ciudad las cátedras de Metafísica y de Problemas Nacionales.
Pasa a Buenos Aires a consultar médicos. Estos le desaconsejan Salta y le recetan un descanso de un año en su pueblo natal. Decide a principios de 1952 establecerse en Buenos Aires y tratar de reasumir su cátedra en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario, cosa que logra. Enseña en ese establecimiento hasta el año 1955, en que es cesanteado como todos los docentes sacerdotes por el sarampión anticlerical de Perón.
La rehabilitación sacerdotal salteña, aún con sus limitaciones, no es válida en Buenos Aires. Se da una situación curiosa: el mismísimo P. Castellani que podía celebrar el Santo Sacrificio de la Misa en la ciudad de Salta no lo podrá hacer en ningún altar de la dudad de Buenos Aires. Por lo que a él toca, cierra con un olvido caritativo el período de dolores que principió en 1946.
En 1952 y 1953 dictó cursos de filosofía en la Sociedad Científica Argentina; en 1954 y 1955, en el Teatro del Pueblo; en 1965 en el Colegio Champagnat; en 1968 y 1969 en el salón de actos de la parroquia Nuestra Señora del Socorro.
En 1955, tras su cesantía en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario, se incorpora al cuerpo de redacción del diario Tribuna de San Juan, de Alberto L. Graffigna. A partir del 1° de febrero de 1956 y hasta el 31 de diciembre del mismo año, publica todos los domingos el comentario del evangelio del día. Reúne luego todas las dominicas y con ellas conforma dos de sus libros más leídos; "El Evangelio de Jesucristo" y "Las Parábolas de Cristo". Sigue colaborando en Tribuna hasta su cierre en 1957, provocado por un atropello de la Revolución Libertadora.
En 1952 viaja a Lourdes como penitente en corta peregrinación de pocos días.
En 1966 el nuevo Nuncio Apostólico, Monseñor Lino Zanini, "manu militari", arregló definitivamente la situación absurda y desdorosa para la Iglesia en que se encontraba el P. Castellani; se le restituyó plenamente, sin reservas ni condicionamientos, el ministerio sacerdotal.
En enero de 1967 apareció Jauja, revista mensual, que fundó y dirigió hasta el último de los 36 números durante tres años. En ella escribió siempre el editorial, que llamó directorial, y la crítica literaria y una sección de comentarios sobre temas de actualidad llamada Periscopio.
En 1974, 1975 y 1976 dicta en Patria Grande los siguientes cursos; "De Kirkegord a Tomás de Aquino", " 16 clases sobre el Verbo Encarnado" y "El Apokalypsis". Luego de haber sido nombrado Doctor "honoris causa" de la Universidad de Buenos Aires, el gobierno argentino le entregó el premio "Consagración Nacional", el 30 de diciembre de 1975.
El 16 de noviembre de 1979 cumplió 80 años de vida y 60 de escritor. Actualmente vive en el aprecio de sus amigos. Poco le importan ya las cosas de este mundo. Todo su tiempo lo tiene ocupado en preparar una buena muerte.
LEONARDO CASTELLANI
Doctor en Teología
16 CLASES SOBRE EL VERBO ENCARNADO
EDITADO POR EL GRUPO PATRIA GRANDE BUENOS AIRES
. PROLOGO
En el año 1975, un grupo de amigos propuso al Padre Castellani que dictara un curso de teología. El Padre se negó, con buenas razones para ello. La teología no puede enseñarse adujo en unas pocas clases y además requiere una base filosófica seria y el conocimiento previo del latín. Por fin accedió a dar un "Curso de Catecismo para Universitarios". Con lo que se quería decir para cristianos con una cierta preparación, ya que muchos de los asistentes no eran Universitarios.
¿Cuál fué la razón de que se insistiera tanto en que el curso se realizara? La angustiosa necesidad de que se explicara con seriedad, profundidad y claridad, las verdades eternas. "Una especie de niebla ofuscó entonces sus mentes, y ya no podían distinguir en medio de tanta confusión de ideas, cuál era el camino seguro que debían seguir. Solamente el verdadero y fiel discípulo de Cristo, que prefirió la antigua fe a la nueva perfidia no fué contaminado por aquella peste contagiosa" escribía San Vicente de Lerins. Y este pensamiento, después de tantos siglos, parece dado teniendo ,0 la vista la peste contagiosa, la nueva perfidia del progresismo.
Durante dieciséis sábados de aquel año, el Padre desarrolló su curso en el viejo local de Patria Grande.
La necesidad de doctrina clara no es hoy menos imperiosa que entonces. El modernismo ha seguido haciendo camino y existe el peligro que hayamos aprendido a convivir con el y que ya nos sea difícil distinguir entre la fe límpida de nuestros padres y el cieno de la novedad, como mandaba el Papa San Sixto. Por ello algunos amigos de Patria Grande decidieron publicar en forma de libro la grabación de aquellas clases. El lector deberá tener esto en cuenta, para comprender algunas repeticiones, algunas salidas de tema, algún aparente desorden. El lanzamiento de esta edición se hace como solitario homenaje al Padre, al cumplir sus ochenta años de vida dedicada al servicio de Dios y de la Patria. Solitario homenaje pues han callado sus colegas y hasta los mismos "castellanistas" y, ni que decir, la prensa "seria" y "libre".
Homenaje solitario con un libro solitario. En la barahúnda ponzoñosa de los "catecismos" holandeses, franceses, canadienses que inunda los escaparates de nuestras librerías "católicas", gozándose en las novedades profanas y sintiendo hastío de los dogmas de la verdadera Iglesia, un catecismo que trasmita en forma impoluta las enseñanzas de nuestra fe eterna será una estrella solitaria. Pero una estrella de esperanza.
¿Qué cosa es Dios?
— Decid, ¿qué cosa es Dios, oh luces bellas?..
¡Orden! — me respondieron las estrellas.
— Decid, ¿qué cosa es Dios, flores hermosas?
— ¡Belleza! — respondiéronme las rosas.
— Decid, ¿qué cosa es Dios, oh Madre mía. Y Ella, mirando al Crucifijo:
— Amor es Dios — me dijo... Amor más puro que la luz del día.
LA ENCARNACIÓN
Introducción
Cristo es verdadero Dios
Cristo es verdadero Hombre
Cristo es una Persona
INTRODUCCIÓN
Yo di un Programa del Curso que tiene una serie de tesis, tesis que se deben probar. La Teología pretende ser una ciencia, una disciplina que prueba lo que afirma, que es la característica de las ciencias. Pero esa lista versa, sobre todo, sobre Jesucristo, la Trinidad y unos cuantos de los dogmas fundamentales como los novísimos. Es decir, una parte de la Teología, pero una parte fundamental sobre la cual las restantes tesis giran y dependen. De manera que voy a hacer un cursillo de Teología abreviado, porque toda la Teología no se puede enseñar aquí.
Los sacerdotes hacen cuatro años de Teología y antes tres de filosofía, encaminada a la Teología: Filosofía Escolástica, aunque sea una técnica que puede ser independiente y, antes aún, han estudiado cinco o seis años de latín. Porque toda la literatura de esta ciencia —o casi toda— está en latín. Así las obras fundamentales de los Santos Padres y también las obras modernas que deben estudiar los seminaristas. Los libros que hoy se publican en francés o alemán son derivaciones de la Teología antigua y se supone que se sabe ésta. De modo que con toda esa enorme cantidad de estudio no crean que sabemos mucho; pero sabemos...
De modo que yo voy a hacer un cursillo de Teología nuclear, el nudo o la clave de la Teología que es Cristo, pero no voy a poder dar algunos tratados que se dan en los cuatro años de Teología, en que se estudian diez tratados. Por ejemplo, el tratado "De Gratia Dei" no lo voy a dar. Pero ese tratado presupone la existencia de Jesucristo y la impartición de la gracia por medio de El en la Iglesia. Y así los Sacramentos también. Dependen de la autoridad de la Iglesia y la Iglesia depende de Jesucristo.
Cada año solíamos ver en el Seminario dos o tres tratados: p. ej., el tratado "De Verbo Incarnato" es el tratado sobre Jesucristo. "De Deo uno et trino" es el tratado sobre la Trinidad y "De Ecclesia"' es el tratado que sigue. Pero insisto en que no puedo dar todos, sino abarcar lo fundamental. Hoy tengo que hacer una disertación preliminar, para que se tenga la base de lo que vamos a ver en el año.
Me decían que si era muy difícil la Teología, cuando me pedían que fundase una Facultad de Teología, y yo respondía que no podía ser. Ni yo solo ni aunque contase con otros diez profesores. Tendría que comenzarse por una Facultad de Filosofía. Y también estudiar antes latín. Me decían: "bueno..., entonces enseñe catecismo". Y resulta que el catecismo es la Teología abreviada; es un resumen de la Teología, a veces para los niños chiquitos como el Catecismo Menor, o bien para la Segunda Enseñanza que es el Catecismo Mayor o de Perseverancia y otro para universitarios, que es el Catecismo más mayor todavía.
Entonces, hay Catecismos, como el que mandó publicar el Concilio de Trento por orden de Pío V, que es un catecismo grande, para los párrocos. Yo pensé que podría explicarles ese Catecismo, pero los salesianos que lo editaron hace unos 3 años, dicen que no queda un solo ejemplar. Pensé varias soluciones y no la encontré. Y me dijeron: ¿por qué no explica su Catecismo? Y resulta que mi Catecismo tiene muy poquito acerca de lo que tengo que decir. Sobre Jesucristo algo tiene, pero es muy poco para universitarios. Entonces decidí buscar mis cuadernos de Teología y sacar para el Curso todo lo que era acomodable. Y así fui preparando bastantes clases y completaré las restantes, que también son muchas.
Hay que decir lo que se presupone en las tesis de Teología. Se presupone, principalmente, la verdad divina de la Sagrada Escritura, porque las pruebas de las tesis teológicas comienzan por la prueba por la Escritura. Entonces se toman los versículos que prueban una tesis y así se tiene la prueba principal.
Después viene la prueba por la Tradición, la de los Santos Padres de la Iglesia, sobre todo los más antiguos. Y después viene la confirmación por la razón. Muchas tesis son conformes a la razón, y se puede dar el argumento congruo o de congruidad. Congruo significa conveniente, lo que conviene. Es decir, se demuestra que lo que la tesis quiso probar es conforme a la razón humana y congruo o conveniente con el bien de la humanidad. De manera que se supone que la Escritura dice la verdad y no cualquier verdad, sino la verdad de la Revelación. Eso ya se supone en el primer curso de Teología, antes de entrar a la Teología propiamente dicha.
Hay un primer año —entero— en que se ve el tratado llamado "De Revelación", en el cual se estudia la autoridad de la Sagrada Escritura. Y después se trata de Jesucristo como Mesías, es decir, Jesucristo como hombre (hombre Dios, desde luego) pero no se prueba, en esa etapa, que es Dios, sino simplemente el Mesías esperado por los Judíos, Esos son presupuestos de la Teología propiamente dicha. Se presupone que la Escritura dice la verdad divina y revelada. Ahora, ¿cómo sabemos eso? Lo sabemos porque Jesucristo lo dijo. El aceptó la creencia de los antiguos judíos de que los libros del Antiguo Testamento venían de Dios. El hizo su predicación y sus discípulos escribieron sobre su predicación: hicieron crónicas sobre la vida de Jesucristo. ¿No hay un círculo vicioso en decir que la Escritura prueba que era Dios y que Jesucristo prueba que la Escritura es divina? No hay tal, porque Jesucristo probó por sus obras que El era Dios y luego en la Escritura se confirmó que El lo era, sobre todo en las profecías que se cumplieron. Y de los profetas surge que Cristo era Dios, aunque eso del Verbo Encarnado, hasta que Jesucristo lo reveló, no se tenía muy en claro. Se sabía como entre brumas. Se tenían algunas sospechas. Pero hasta que Jesucristo dijo "Yo soy igual que el Padre", "El Padre y Yo somos una misma cosa", no se supo con toda claridad y eso, precisamente, es el fundamento de toda la religión cristiana.
De manera que si sabemos que la Escritura es divina por Jesucristo, si sabemos, hasta este punto, que El era Dios o por lo menos un enviado de Dios que no podía mentir, por las obras que hizo. El lo dijo muchas veces: "Operibus creditus" (Creed a las obras) si no queréis creerme a mi. Creed a las obras que el Padre está haciendo por medio mío. Varias veces apeló a sus obras. Vale decir, que su divinidad se prueba por su palabra y por sus obras, por todos los milagros que el Padre hizo por su intermedio, como resurrección de muertos, curación de enfermos, la caminata milagrosa, los panes milagrosos y todos los relatados en los Evangelios.
El milagro es el sello de Dios para revelar. Cristo tenía el sello de Dios acerca de su filiación divina, que es un misterio inmenso, que sin una prueba muy rigurosa no se puede creer. Es un gran misterio que, Dios se haya hecho hombre. También profecías que se cumplieron. La profecía es también una muestra del sello de Dios. Sólo El puede conocer el futuro contingente, el que puede acontecer o no, el que depende del libre albedrío de los hombres. Ni el diablo ni los Ángeles pueden conocerlo. ¿Entonces, cómo sabemos que la Escritura dice verdad? Por Jesucristo. ¿Cómo sabemos que los Evangelios, que son la Escritura hecha por Jesucristo (dictada podríamos decir) son verdaderos? Hay que probar que lo que dicen los Evangelios es verdad, ya que las obras con las que Cristo probó su divinidad están contadas por los Evangelios. Si acudimos como prueba a las obras tenemos que probar, primero de todo, que los Evangelios son verdaderos. ¿Por qué son verdaderos los Evangelios? Son verdaderos porque son libros históricos. Después, sobre esos libros históricos los Apóstoles dijeron que eran libros inspirados por Dios.
Pero de momento, cuando nacieron, eran libros históricos, pero muy históricos, con una verdad histórica como no la tiene ningún otro libro. Ni Tácito, ni Suetonio, ni Tito Livio tienen tanto apoyo como la historicidad de los Evangelios, porque la historicidad de los Evangelios está garantizada por miles de testigos. Y sabemos que Tito Livio dijo verdad acerca de Roma porque escribió estando en medio de los romanos y podían desmentirlo, por lo menos en los sucesos más próximos. Nadie lo desmintió. El se documentó con los viejos que conocían los sucesos antiguos y con las crónicas antiguas sin que nadie lo refutara.
De manera que tenemos a Tito Livio como un historiador verdadero. Los Evangelios están atestiguados por todos los habitantes de Palestina que oyeron a Cristo, en medio de los cuales los Apóstoles comenzaron después a recitar, a repetir los Evangelios y nadie los desmintió. Los primeros que los trataron de desmentir fueron los herejes que aparecieron en el Siglo II, cuando ya no había ningún Apóstol ni tampoco ningún contemporáneo de Jesucristo. Recién entonces, estos herejes comenzaron a negar el valor de los Evangelios. Y eso de negar el valor de los Evangelios es actualísimo, porque hoy tratan de hacerlo hasta vulgarmente, por parte de gente que no tiene ciencia ni autoridad para decir nada. Pero empezaron los racionalistas, sobre todo en Alemania y también en Francia un poco. Para ello los estudiaron y trataron de encontrar contradicciones entre un Evangelio y otro y contradicciones en un mismo Evangelio, o contradicciones con la razón, es decir, una cosa imposible contada por un evangelista.
Hicieron una obra inmensa de erudición de literatura exegética los llamados críticos o hipercríticos alemanes y apareció una verdadera escuela, que viene del protestantismo, naturalmente. Los Evangelios no fueron desmentidos cuando el desmentido valía. Ello era válido cuando vivían los Apóstoles y vivían los testigos coetáneos a Cristo. Entonces no se hizo ningún desmentido. Nadie, por mucho que odiara a Cristo, se atrevió a desmentirlo. Incluso no lo hicieron romanos como el filósofo Marco Aurelio, a quien no se le ocurrió decir que lo que contaban esos hombres era falso. Y esa es la razón que tenemos para creer en los Evangelios, que como vemos, son una verdad filosófica y no teológica. También lo es, por supuesto, pero que los Evangelios son libros históricos es una verdad filosófica y de ahí viene la necesidad de estudiar filosofía antes que teología, porque hay muchas verdades filosóficas que se apoyan en la naturaleza humana. De manera que para negar que las obras históricas acreditadas digan la verdad, hay que renegar de la naturaleza humana. Y eso se ha hecho también. Los escépticos niegan que se pueda saber algo con certeza. Escépticos los hubo desde antes de Cristo hasta nuestros días.
Los Escépticos niegan todo. "La razón humana no puede saber nada". Hay un libro que me regaló mi amigo Gamallo hace unos días, que se llama "Que nada se sabe" y es un libro antiguo, de un filósofo español del siglo XVI. No lo he podido leer todavía, pero se que no es un escéptico total, pero que niega las cosas de la ciencia de su tiempo. No sé si niega la religión, supongo que no. En ese tiempo no existía el ataque a la religión. "Que nada se sabe": eso es ser escéptico o agnóstico. Estos dicen que no se sabe nada acerca de Dios, aunque se puede saber de la ciencia humana. Pero los escépticos verdaderos, a donde tienen que ir a parar los agnósticos si se empeñan en probar su sistema, dicen que no se sabe nada, que no se puede probar nada de nada.
Aristóteles dice que con ellos hay que argüir con un palo. Y también San Agustín dio el argumento con que se puede rebatir a los escépticos o hacerlos callar por lo menos, que es éste: "No puedes dudar de que existes". Eso lo dice San Agustín. En tiempo de Santo Tomás no había escépticos prácticamente, pero después aparecieron otros. San Agustín, anteriormente, tuvo que luchar con unos escépticos muy refinados que se llamaron académicos; pertenecientes a la segunda academia (la primera era la de Platón). Explayó San Agustín el argumento de Aristóteles de que nadie puede negar la propia existencia. Porque si la niega, al hablar la afirma. Si vives, piensas, y si piensas puedes saber cosas. Este argumento también lo usó Descartes; igualmente Kirkegord. A los escépticos hay que acorralarlos con un palo y ese palo es preguntarles si no saben que existen y si ellos contestan que no saben si existen o no, entonces se acabó, ahí viene el palo.
De manera que, como ven, la Teología debe buscar sus raíces en la misma naturaleza humana. El peor de los escépticos, que debemos sufrir aún ahora, fue Kant.
Kant era un escéptico, porque ahondando en él se llega al escepticismo y él mismo partió de un escéptico que fue Hume. Pero lo sistematizó y lo utilizó de tal manera, que se hizo la cabeza de toda la filosofía alemana moderna
. Todos admiten el raciocinio del "Tratado de la razón pura", que en el fondo llega a escepticismo, porque Kant dice que nuestro entendimiento no puedo conocer las cosas sino que puede conocer solamente las apariencias, lo que él llamó fenómenos. Pero no puedo conocer los,"números" que son las cosas mismas.
Así que negó la validez de todas las ciencias, menos de las matemáticas y de la física, porque ellas no se basan en las apariencias sensibles de las cosas. Toman la cantidad y trabajan con abstracciones de la cantidad, especialmente la física moderna, que está toda cimentada en las matemáticas. Todas sus demostraciones y deducciones son matemáticas.
Esas cosas que cuentan los astrónomos de los astros y que nos parecen rarísimas a nosotros, a veces puede ser que sean simplemente teoremas o deducciones matemáticas revestidas de figuras, como decía Bergson. Este decía que muchos de los descubrimientos modernos no eran más que deducciones matemáticas revestidas de un disfraz colorido. Por ejemplo: que tal nebulosa está a dieciocho mil millones de años luz... y cosas así, que no tienen comprobación posible por los sentidos, son abstracciones matemáticas revestidas de color. En fin, esas dos ciencias, la física y la matemática, las admitía Kant como veraces, pero todo lo demás, no es veraz. La historia es apariencia, la filosofía es apariencia, la teología es apariencia, todo lo demás es apariencia.
Después de él surgen tres grandes filosofías escépticas en Alemania, que son las de Fichte, Schelling y Hegel.
A los filósofos modernos los llamamos modernos, pero son derivados de Hegel casi todos.
Algunos vuelven atrás y se basan en Kant y tenemos el neokantismo, como el de Nikolai Hartmann.
Neofichteismo no hay. Retroceden y enseñan a Kant en otra forma, con otras palabras. Así creció la filosofía moderna que está impregnada de escepticismo.
Hegel dice que el ser es lo mismo que el no ser. Sólo existe el devenir, que es el punto de partida de la filosofía. Es un escepticismo porque no hay nada seguro, todo evoluciona. El devenir significa lo que va viniendo. Lo que se hace no puede quedar fijo, siempre evoluciona. Todos los sistemas evolucionistas parten de la filosofía de Hegel, Y así todos los filósofos modernos.
El otro día hice una lista de todos los filósofos modernos para un artículo que me pidieron en La Gaceta de Tucumán, sobre la actualidad de Sto. Tomás de Aquino. Yo nombré a casi todos los filósofos modernos que son todos discípulos y los existencialistas.
Los Existencialistas son también discípulos de la Filosofía de Hegel culminando en Heidegger, en el cual se basa Sartre, quien escribió un libro grandísimo que se llama "El Ser y la Nada" haciendo una parodia de Martín Heidegger, que en el fondo es un libro de burla, pero parece que no. El asimiló el lenguaje de Heidegger y compuso un libro que es una burla de él. Hay tres cosas en el libro ése que son contradictorias en sí mismas, como lo pongo en mi libro "De Kirkegord a Sto. Tomas" y de esas contradicciones ha hecho esquemas, teorías y todas esas cosas.
Los antiguos decían que con lo absurdo se puede probar todo. Los griegos habían inventado una cantidad de juegos filosóficos que consistían en poner un absurdo y sacar de él una conclusión disparatadísima. Para poner un absurdo hay que poner una cosa que lo sea sólo en apariencia. Hay una demostración matemática jocosa en la que se demuestra que 2 es igual a 3, con un razonamiento aparentemente riguroso, pero se ha puesto un concepto absurdo en dicha demostración.
De modo que el devenir de Hegel continúa esparciendo el escepticismo en el mundo, por medio de sus epígonos o por él mismo, aunque hoy día no se estudia mucho porque es sumamente difícil y ha sido refutado. Pero los que asimilan a Hegel en parte o en todo, como estos franceses que hay ahora, estos dos filósofos franceses Luis Lavelle y Rene Lesenne hoy vigentes, que son hegelianos en el fondo.
Yo he tenido la paciencia de leerlos, no todos, porque cuando encontré el sofisma en ellos, los dejé. Son hegelianos modernos.
En el artículo que escribí para La Gaceta de Tucumán, puse una cosa atrevida, que a mí se me ocurrió estudiando a Kirkegord; es la siguiente: Kirkegord refutó a Hegel de mil maneras. Refutó toda su obra con la burla, con el raciocinio, con el sentido común, porque él había sido educado en Hegel y tenía que libertarse de él, de lo que tenía adentro.
Hegel dijo de sí mismo que era seguidor de Aristóteles, un segundo Aristóteles. El historiador de la filosofía idealista, Fischer, dijo que en Hegel culminaba toda la filosofía y Hegel fue refutado por Kirkegord; no hay más filosofía, no va a haber más filosofía.
Va a haber epígonos o seguidores. Habrá seguidores de Sto. Tomás por un lado y de Hegel por otro. Hegel está echado a un lado y Sto. Tomás permanece, pero no lo estudian, aunque ahora empiezan a estudiarlo más. De manera que escribí que no iba a haber más filosofía en el mundo, lo que disgustó mucho a una estudiante de filosofía y letras que escribió un artículo en La Gaceta contra mí, diciendo que yo no podía decir eso. Es claro que esto hay que entenderlo, se puede estudiar filosofía, se puede estudiar la historia de la filosofía e incluso se puede estudiar a Hegel y refutarlo, como hacía el profesor Adolfo Muñoz Alonso en su revista "Crisis", que él dirigía, en la que continuamente está escribiendo sobre Hegel.
Profesores de filosofía van a existir siempre. Filósofos es otra cosa. El profesor expone a un filósofo o lo resume. Por eso Kirkegord tenía tanto odio a los profesores de filosofía; tenía un odio mortal a la misma palabra profesor. Los profesores en Dinamarca enseñaban solamente a Hegel y Lutero.
El primero en filosofía y el segundo en religión. Kirkegord absorbió todo eso y luego tuvo que liberarse y lo hizo escribiendo muchos libros que son pintorescos y hasta chuscos, pero está girando siempre sobre esos dos grandes enemigos, sobre esas dos grandes cargas que tiene el alma y que lo han oprimido.
En resumen:
He hablado de la extensión de la ciencia teológica, que es de una extensión enorme y por eso es difícil. La enseñan en 7 años en total, más 5 de latín enderezado a la filosofía, porque leen a Cicerón que era medio filósofo y a Virgilio que sabía mucho de filosofía. Por eso la Iglesia ha instituido esos estudios tan largos y tan difíciles, que ahora se están arruinando bastante. Porque se necesitan hombres muy doctos para enseñar esas cosas y se necesitan discípulos muy aplicados y capaces.
La base de lo expuesto es: ¿Por qué Jesucristo es Dios? Por la Escritura. ¿Por qué la Escritura es divina? Porque Cristo lo dijo. ¿Cómo tenía Cristo autoridad para decirlo? Porque El con sus obras probó que era Dios, sin contar con la Escritura.
La Escritura viene después, o al mismo tiempo, a corroborar lo que El decía. El, lo que decía lo basaba en la Escritura antigua, de manera que no hay un círculo vicioso. No lo hemos oído a El directamente, no hemos visto sus obras, somos los testigos vigésimos o
centésimos de El y los testigos directos no fueron más aventajados que nosotros, porque muchos no creyeron aun viendo sus obras e incluso los Apóstoles dudaron. "¡Dichosos los que vieron y creyeron!"
Las Escrituras son veraces porque son libros históricos, los más históricos de todos, probablemente. De los 4 evangelistas, 3 murieron mártires y San Juan casi lo fue también, pero se salvó.
Pascal, del que nos quedaron sus "Pensamientos" solamente, dijo: "Creo solamente en testigos que se dejan matar". Y esta es una prueba de la autenticidad de los Evangelios. Si los primeros apóstoles hubieran dudado que los Evangelios eran verdad, no hubieran tenido fuerza para mantener su fe aún a costa de dejarse matar. Creían con toda seguridad que esa era la palabra de Dios. Después viene la confianza en la naturaleza humana porque los escépticos no tienen confianza en la naturaleza humana, San Agustín dice: "Si existes, piensas y si piensas, puedes saber cosas". Este es el único argumento que hay.
Por lo tanto, es necesario confiar en la naturaleza humana, tener naturaleza humana, cosa que los escépticos parece que no la tuvieran. De modo que hoy día hay una gran cantidad de herejías, como veremos en las clases, porque antes de cada tesis, en Teología, se habla de los adversarios, se expone la tesis y luego se refuta a aquellos. Así se manejaba Sto. Tomás.
CRISTO ES VERDADERO DIOS
La tesis que puse en primer lugar se llama "Cristo es verdadero Dios", pero previamente debe estudiarse un tratado que se llama "De Revelación" donde se sientan las bases de todo lo que se afirma después en la dogmática. En esta se prueba cada tesis con tres fuentes: la Escritura, la Tradición y la razón humana. La razón humana casi nunca tiene nada que decir más que no entiende las otras fuentes. La Escritura es divina porque Cristo mismo lo dijo: que es la palabra de Dios. La Tradición son los escritos de los Santos Padres, especialmente los más antiguos, que representan la tradición apostólica trasmitida de acuerdo con las definiciones de los Sumos Pontífices y los Concilios. ¿Quiere decir que todos los Santos Padres son infalibles y que todo lo que dijeron es absolutamente cierto? No. Y algunos se han equivocado; poco, pero lo han hecho.
Lo que es infalible es la unanimidad de los Santos Padres, cuando todos afirman una misma cosa. Será infalible lo que digan —según lo expresado por San Vicente de Lerins: "Lo que siempre, lo que en todas partes, lo que por todos fue creído". Así, hay cosas que no están en las Sagradas Escrituras y que han sido definidas como dogmas por los Papas, como, por ejemplo, la Asunción en cuerpo y alma a los cielos de la Santísima Virgen o su Inmaculada Concepción. Así tampoco el Reinado o Reyecía de Cristo definida por Pío XI, que no está explícitamente, aunque Cristo le dijo a Pilatos "Yo soy Rey", pero su Reyecía universal no está.
El dogma fundamental de nuestra fe es el desarrollado en el tratado "De Cristo", de esa verdad dependen todos los otros. De eso se desprende inmediatamente el de la Trinidad, por cuanto Cristo trató a su Padre como persona diferente; hablaba de El y de su Padre y luego habló también como persona diferente del Espíritu Santo.
Desde los primeros tiempos de la Iglesia, surgió un verdadero enjambre de herejías sobre la divinidad de Cristo. Herejías son separación de la Iglesia en un dogma, no rechazo de todas las verdades de la Iglesia. Herejía suele ser negar un dogma, aferrándose a tal negación y aceptando, defendiendo o callando sobre los demás. Hereje quiere decir separado o desgarrado. Aquí, entre nosotros, la palabra "hereje" significa una cosa tremenda; una cosa atroz: un hombre cruel, feroz, peor que un ladrón o un asesino. Y tienen razón. Santo Tomás los compara a los monederos falsos y dice que se les puede dar muerte.
El fue el primero que justificó la muerte de los herejes, práctica que había comenzado mucho tiempo antes. El primer hereje que fue muerto por tal fue un tal Prisciliano y murió por orden de un rey de Francia: Augusto Máximo. Era un hereje español que justamente negaba la divinidad de Cristo y que había escapado de su país con dos mujeres bastante locas o locas del todo, que se decían profetisas. Santo Tomás fue el primero que razonó sobre la justicia de esa pena, pena que hoy naturalmente ha desaparecido. Pobres de nosotros si hoy estuviéramos amenazados por esa pena: la mitad de los argentinos se irían al cadalso.
Los herejes eran peor que los monederos falsos, ya que si éstos falsificaban moneda y no parecía mal que se los matase, los herejes falsificaban la verdadera doctrina. La cantidad de herejías cristológicas es inmensa y sería de nunca acabar el solo enumerarlas. Después vienen las herejías trinitarias, que son muchas también.
En la enseñanza actual de la Teología se comienza por explicar los "términos". A veces no necesitan explicación alguna sus palabras, como en la tesis de hoy "Cristo es verdadero Dios", no hay ninguna palabra desconocida en esto. Después viene la mención de los adversarios, luego viene la prueba de la Escritura y de la Tradición y después la respuesta a las objeciones, o sea la respuesta a los argumentos de los adversarios que se han mencionado al principio. Así, tenemos contra este misterio grandísimo una gran cantidad de herejías porque oprimía la razón humana, la cautivaba, como dice San Pablo: "Cautivos del intelecto en honor de Dios" y al mismo tiempo libertaba la razón humana porque le daba un campo vastísimo en qué moverse, que era el campo de las cosas divinas, reveladas por Dios. Muchísimos no se resignaron a creer lo que no entendían.
La primera herejía fue la de los nicolaítas, que no negaban la divinidad de Cristo, pero introducían prácticas paganas en el culto divino y se atribuyó al diácono Nicolás o Nicolao, elegido por San Pedro para ayudar a las viudas. "Nosotros no podemos estar en esto —dijo San Pedro— sino en predicar y bautizar" y nombró siete hombres llamados diáconos, de donde viene el diácono actual, que ha pasado a ser una orden mayor de la Iglesia. Las viudas judías se peleaban con las viudas gentiles. "Yo soy cristiana" —decía cada una de ellas— "pero soy cristiana especial" agregaban. Entonces los diáconos se encargaron de repartirles los socorros y estas viudas se peleaban por ellos.
A los viudos no se les daba nada. Era una especie de caridad hecha con el tesoro común de la Iglesia, en el que se acumularon, desde entonces, muchos bienes, y se los administraba haciendo caridad. Este Nicolao no se sabe bien lo que enseñó, pero es nombrado tres veces en la Escritura —en el Apokalypsis— como una herejía funesta que se había propinado por tres de las iglesias y menciona a los nicolaítas como hombres de mala moral y de mala doctrina también, pero no se dice en qué. Probablemente, lo que hacían era vaciar todos los dogmas, rebajándolos a un plano terreno. Es decir, falsificar en el espíritu todos los dogmas sin negar la letra de ninguno, que es precisamente la herejía que hay hoy día: el modernismo.
Los modernistas no niegan la letra de ninguno de los dogmas; dicen que Cristo es Dios, que la Iglesia es verdadera, que creen en la Gracia y que los Sacramentos son válidos, pero lo vacían todo dándoles un significado humano; son como signos de la grandeza del hombre, de la divinidad del hombre, es decir, una tentación de humanizarlo todo, que fue la tentación más grande en toda la vida de la Iglesia y que será también la gran herejía del Anticristo, que va a implantar la adoración del hombre, de las obras del hombre y se va a hacer adorar él mismo como Dios, según está revelado por San Pablo.
Después de ella vienen las herejías propiamente cristológicas: los Hebionitas, que fueron herejes judaicos que negaban la divinidad de Cristo de la misma manera que los judíos, que decían fue un impostor. Porque la manera de negar la divinidad de Cristo es de dos formas: unos dicen que simplemente mintió, que hizo comedias, y otros dicen que fue un gran hombre, el mejor y el mayor de todos ellos, mayor que los Ángeles inclusive, pero que fue una criatura creada por Dios. Esto es lo que dice Arrio y también muchísimos otros, como en nuestros días el apóstata Renán, quien hizo una vida de El, donde le prodiga toda clase de alabanzas con tal de negar que es Dios. Los hebionitas decían que Cristo era un impostor y preocupó muchísimo a la primitiva Iglesia.
San Juan escribió su Evangelio, precisamente para combatir a los Hebionistas. Hebionistas significa "los pobres" en hebreo. Por lo tanto, esta herejía trajo un gran bien, pues gracias a ella tenemos el Evangelio de San Juan, que es el mejor de todos los Evangelios y dicen que es el mejor de todos los libros que se han escrito en este mundo: hermosísimo por el estilo, la elocuencia, la gracia, el dramatismo con que cuenta la vida de Cristo. El principal de los hebionistas fue un judío llamado Cerintos o Kerintos, de origen griego, y después vienen otros muchos negadores de la divinidad de Cristo, de pequeño vuelo, diríamos, que son los precursores de Arrio, quien es el negador grande.
Esta herejía se extendió muchísimo durante cinco siglos y aún ahora hay arrianos, porque la mayor parte de los protestantes son arrianos o nestorianos, ya que niegan la divinidad de Cristo diciendo que fue un gran hombre y que llegó un momento en que el Espíritu Santo descendió y se aposentó sobre él y entonces fue un hombre asistido o consagrado o investido por Dios y eso es lo que dijo Nestorio, un arriano importante, que fue Arzobispo de Constantinopla, el cual renovó la herejía arriana cuando Arrio fue condenado por el Concilio de Nicea y cuya condenación rezamos nosotros en el Credo de Nicea: "Dios de Dios, luz verdadera de luz verdadera".
Arrio, lo mismo que Nestorio, era un cura de Alejandría que tenía una parroquia importante, que tenían una vida regular, austera, por lo menos en lo exterior, en lo que se veía, porque muchos herejes, la mayoría de ellos, fueron disolutos. Citan a Arrio Nestorio y Calvino como los tres herejes que tuvieron una vida sin escándalos —que sepamos— pero de Calvino no se puede decir que haya tenido una vida honrada porque fue tremendamente cruel; quería implantar un régimen implacable. Arrio dijo que Jesús era una criatura creada por Dios, superior a todos los hombres y a todos los Santos y a todo lo creado, pero criatura al fin y no una misma cosa con el Padre. Entonces propagó muchísimo su doctrina, hasta que los mahometanos la acabaron en el Africa y Asia, sufriendo muchas modificaciones a través de los siglos: los semiarrianos, que inventaron una palabra: homoiusius, que significa "semejante a Dios" Decían que Jesucristo era homoiusius y no homoisius, que significa de la misma naturaleza o substancia (usia = substancia) y estos herejes no dijeron de la misma substancia, sino de substancia semejante. También fueron condenados por diversos Concilios, hasta que el de Efeso condenó definitivamente a Nestorio, quien propagaba su error diciendo: "Jesucristo fue hijo de María pero no hijo de Dios".
María no era Madre de Dios, sino de Jesús. Eso era separar en Cristo las dos naturalezas, la humana y la divina, de manera que cayó en el arrianismo, lo mismo que los otros.
Esusebio de Nicomedia, escribió una gran Historia de la Iglesia (la primera), que es enteramente correcta, pero él era particularmente arriano y participó de varias reuniones o congresos arríanos. Arrio vivió 80 años y murió porque una vieja le tiró una teja desde una azotea y lo mató. Han contado diversas cosas degradantes sobre su muerte, pero la verdadera causa, que está en el martirologio romano, fue esa. Las vicisitudes de la herejía arriana están resumidas en un libro de Belloc "Las grandes herejías", donde estudia cinco herejías importantes, siendo la primera la arriana, que es la que duró más después del protestantismo que dura hasta ahora, o sea seis siglos, aunque no sé si ahora realmente existe porque está tremendamente dividido en sectas.
El hijo de Constantino, Constancio, protegió la herejía nombrando obispos arríanos y persiguiendo y martirizando a los católicos. Era un hombre débil y vanidoso, dicen las historias, y la propagó sobre todo en el ejército romano y este ejército la propagaba, a su vez, en las nuevas tierras conquistadas y era fácilmente aceptada por los bárbaros porque preferían el cristianismo a los disparates mitológicos de los celtas.
Es decir, que se convirtieron al catolicismo pero mal; eran cristianos nuevos, como dicen los españoles de los judíos recién convertidos al cristianismo. De manera que como el arrianismo era más fácil de creer (que Cristo era un hombre excelso pero no Dios) se convirtieron a él, como el rey de España Leovigilio, que tuvo un hijo católico a quien hizo decapitar: San Hermenegildo.
Y después Recaredo, su otro hijo, se convirtió a la fe verdadera y convirtió a toda España. Todavía se celebra en España con una fiesta la conversión de Recaredo. Incluso se dijo que un Papa, Liberio, había convenido con los arrianos, que se había hecho arriano, lo que fue falso; fue débil en reprimirlos y dijo palabras equívocas que lo comprometieron para la posteridad. Lo mismo se dijo del Papa Honorio, a quien se menciona tanto para negar la infalibilidad pontificia, de quien dicen que cayó en la herejía de los monoteletas, que es igualmente una herejía arriana. Monoteletas quiere decir: una sola voluntad; que en Cristo había una sola voluntad. Los monofisitas decían que en Cristo había una sola naturaleza, lo cual también era una manera oculta de negar su divinidad, para esquivar condenaciones de la Iglesia.
Los reinos arrianos tuvieron que ser convertidos uno por uno, con mucho trabajo.
San Jerónimo dice que en un momento dado el mundo se despertó y se espantó de verse arriano.
Fueron combatidos por el famoso obispo católico ortodoxo de Alejandría, San Atanasio, que pasó una vida notabilísima, llena de peripecias y de tretas para librarse de la persecución de los arrianos. El defendió la noción de Cristo como verdadero Dios durante muchísimo tiempo, hasta que vino el Concilio de Nicea y le dió la razón.
Después, el arrianismo muere en la Edad Media, manteniéndose oculto bajo otras denominaciones y resurge en el Renacimiento con el protestantismo, con los hermanos Socino, que negaban la divinidad de Cristo y tuvieron que huir de Italia y fueron a Suiza y Flandes y propagaron la herejía muy eficazmente, incluso en el sur de Alemania. Hoy día los racionalistas sostienen igual herejía, de los cuales el más conocido es Renán, pero que tuvo muchos precursores, sobre todo los racionalistas críticos en Alemania, que se apoyan especialmente en el Evangelio.
La mayoría de los protestantes, menos los anglicanos, son en realidad nestorianos, separando la persona de Cristo de la de Dios, diciendo que el primero fue un gran hombre, un hombre excelso, lleno del Espíritu Santo, pero no Dios.
Yo una vez entré en una iglesia del sur de Londres, que tenía confesionarios, imágenes de la Virgen y era igual que una iglesia católica e incluso vendían libros de Martindale, un jesuita inglés; pero luego me dijeron que era una iglesia anglicana. Un jefe anglicano, Lord Halifax, quiso unir el anglicanismo con la Iglesia Católica. Pero no pudo. Ellos tienen solamente dos cosas que los separan: una que no obedecen al Papa; un inglés no puede obedecer a un italiano. La otra es el celibato eclesiástico. De manera que el Cardenal Mercier se juntó con Lord Halifax y éste proponía que nombrase un patriarca inglés que fuese como un segundo Papa, como un VicePapa y que no estuviese muy sometido a Roma y segundo, que se suprimiese el celibato eclesiástico.
La Iglesia no quiso y supongo que no pudo acceder a ello. El anglicanismo es la iglesia oficial de Inglaterra cuyo papa es la Reina, porque es una iglesia nacional. Las dos cosas que pedía, Roma las podía hacer; de suyo son posibles. Nombrar un patriarca de Inglaterra es posible. Antes, todas las regiones de la cristiandad estaban gobernadas por patriarcas que podían casi tanto como el Papa. La Iglesia era federal entonces; ahora es unitaria o centralista, gobernada desde Roma. Todavía el patriarca de Toledo tiene el título de patriarca de las Indias, que si fuera de los indios sería patriarca nuestro. Y la otra petición también podía ser concedida, pero por ahora parece que no ha llegado el tiempo.
Se prueba que Jesucristo es Dios por la Escritura. Lo primero que hay que citar es el famoso prólogo del Evangelio de San Juan hecho contra los hebionitas, que proclama solemnemente la divinidad de Cristo de dos o tres maneras, en forma sublime. Esa prueba bastaría, pero hay muchísimos otros textos de la Escritura, tanto en los Evangelios como en San Pablo, donde se proclama la divinidad de Cristo.
"En el principio era el Verbo y el Verbo era cabe Dios y el Verbo era Dios. El estba en el principio en Dios y por El se han hecho todas las cosas y sin El no ha sido hecha cosa alguna de cuantas han sido hechas. En El estaba la Vida y la Vida era la luz de los hombres. Y esta luz resplandece en medio de las tinieblas y las tinieblas no la han recibido. Hubo un hombre enviado de Dios que se llamaba Juan. Este vino como testigo para dar testimonio de la luz a fin de que por medio de él todos creyesen. No era él la luz, sino enviado para dar testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba y el mundo fue por El hecho y con todo el mundo no lo conoció. Vino a su propia casa y no fue recibido. Los suyos no lo recibieron. Pero todos los que lo recibieron, que son los que creen en su nombre, pueden llegar a ser hijos de Dios, los cuales no nacen de la sangre ni de la voluntad de la carne ni del querer del hombre, sino que nacen del poder de Dios por la gracia. Y por eso el Verbo se hizo carne".
Otra afirmación: "El Verbo de Dios, que es Dios, se hizo hombre y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad".
Es el prólogo del Evangelio de San Juan donde afirma solamente la divinidad de Cristo, contra los primeros herejes hebionitas.
En la Epístola a los Romanos (816) "El Evangelio —dice San Pablo— es virtud de Dios", San Marcos, (121) La parábola del hijo único. Los viñadores que mataban a los enviados del padre de familia, hasta que el padre dijo les enviaría a su hijo diciendo que a él no lo matarían y se los envió y lo mataron. Es una parábola que se refiere a la Encarnación de Cristo y a su Pasión. San Lucas: "¿Pero tú eres el hijo de Dios? —le preguntaban los judíos en el juicio que le hizo Caifás y El dijo: "Sí, soy el Hijo de Dios". En Mateo (11) "Nadie conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo". De manera que se refiere a un conocimiento especial, a un conocimiento consustancial; son los dos la misma sustancia; la misma naturaleza.
Mateo (2) El milagro del paralítico: "Perdonados te son tus pecados". Y los judíos le dicen ¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios?". Y Cristo les respondió: "Para que veáis que Yo tengo en la tierra poder para perdonar los pecados: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". Hizo el milagro para demostrar que tenía poder para perdonar pecados, sin negar que el único que tenía poder para perdonar pecados era Dios. San Juan: "Mi Padre obra y Yo obro juntamente con El". Es decir que la acción divina es común al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, cuando obran "adextra", como dicen los teólogos. Y San Juan (10): "Somos una misma cosa". Esa es la afirmación más rotunda que hay en el Evangelio. En latín significa "UNO", más que "LA MISMA COSA". Filipenses II: "Jesucristo, teniendo la naturaleza de Dios, tomó la figura de un siervo".
Y hay que notar que Jesucristo en su vida no manifestó el poder que tenía como Hijo de Dios sino que todo lo que hizo: resucitar muertos, curar enfermos, calmar una tempestad y todos los demás milagros, son obras que han hecho los taumaturgos antes de Cristo; y después de Cristo los Apóstoles y Santos de la Iglesia, Elías resucitó a un muerto, San Pedro resucitó a una muerta. De manera que Cristo no demostró por los milagros que era Dios, sino que era un taumaturgo.
Los taumaturgos son santos que tienen el poder de hacer milagros. Se podría decir que una vez usó el poder divino, cuando dió a los Apóstoles la comunión, multiplicado su cuerpo en doce pedazos de pan. Esto no lo hizo ningún taumaturgo ni lo podrá hacer. Los taumaturgos; a veces se bilocan, aparecen en dos partes diferentes, pero no en doce. Pero tampoco fue el poder divino el que usó Cristo allí porque resulta que Dios está fuera del espacio, los ángeles también y el alma misma nuestra tampoco está en el espacio. De modo que lo que hizo Cristo en la primera comunión de los Apóstoles no sobrepasa el poder de los espíritus, no es el poder de Dios.
Por lo tanto, Cristo tomó la figura de siervo y se mantuvo dentro de ella durante toda la vida, hasta la Resurrección. La Resurrección fue una muestra del poder de Dios. Ningún taumaturgo puede resucitarse a sí mismo. Allí se mostró a los Apóstoles con cualidades divinas.
Continua.....