viernes, 9 de julio de 2021

Las Benditas Almas del Purgatorio....


 

la fe en Cristo..

 

El don más preciado que tenemos: la fe en Cristo



«Si le preguntamos a San Pablo de qué cosas solía tratar en la predicación, él mismo las compendia así: nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este, crucificado (1 Cor 2, 2). Hacer que los hombres conociesen más y más a Jesucristo, con un conocimiento que no se parase solo en la fe, sino que se tradujera en las obras de la vida, esto es en lo que se esforzó con todo el empeño de su corazón el Apóstol».

La Iglesia, continuadora en el tiempo de la obra de Jesucristo, tiene la misma misión sobrenatural que su Divino Fundador transmitió a los Apóstoles. «Para esto ha nacido la Iglesia: para, dilatando el Reino de Cristo por toda la tierra, hacer partícipes a todos los hombres de la redención salvadora, y, por medio de ellos, orientar verdaderamente todo el mundo hacia Cristo». Su misión trasciende los movimientos sociales, las ideologías, las reivindicaciones de grupos...; al mismo tiempo, desde una nueva perspectiva y solicitud, está hondamente interesada por todos los problemas humanos, y trata de orientarlos al fin sobrenatural y verdaderamente humano del hombre.

Id y predicad diciendo que el Reino de los Cielos está al llegar. La misión de nuestra Madre la Iglesia es dar a los hombres el tesoro más sublime que podemos imaginar, conducirlos a su destino sobrenatural y eterno a través principalmente de la predicación y de los sacramentos: «este, y no otro, es el fin de la Iglesia: la salvación de las almas, una a una. Para eso el Padre envió al Hijo, y yo os envío también a vosotros (Jn 20, 21). De ahí el mandato de dar a conocer la doctrina y de bautizar, para que en el alma habite, por la gracia, la Trinidad Beatísima». El mismo Jesús nos anunció: Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. No se refería el Señor a una vida terrena cómoda y sin dificultades, sino a la vida eterna. Vino a liberarnos principalmente de aquello que nos impide alcanzar la vida definitiva: el pecado, que es el único mal absoluto. Así nos da también la posibilidad de superar las múltiples consecuencias del pecado en este mundo: la angustia, las injusticias, la soledad..., o de llevarlas por Dios con alegría cuando no se pueden evitar, convirtiendo el dolor en sufrimiento fecundo que conquista la eternidad.

La Iglesia no toma partido por opciones temporales determinadas, como no lo hizo su Maestro. Quienes, sin fe, le vieron casi solo en la cruz, pudieron pensar que había fracasado, «precisamente por no optar por una de las soluciones humanas: ni judíos ni romanos le siguieron. Pero no; fue precisamente lo contrario: judíos y romanos, griegos y bárbaros, libres y esclavos, hombres y mujeres, sanos y enfermos, todos van siguiendo a ese Dios hecho hombre, que nos ha liberado del pecado, para encaminarnos a un destino eterno, donde únicamente se cumplirá la verdadera realización, libertad y plenitud del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, y cuya aspiración más profunda rebasa cualquier tarea pasajera, por noble que sea».

La Iglesia tiene como misión llevar a sus hijos a Dios, a su destino eterno. Pero no se desentiende de las tareas humanas; por su misma misión espiritual, mueve a sus hijos y a todos los hombres a que tomen conciencia de la raíz de donde provienen todos los males, y urge a que pongan remedio a tantas injusticias, a las deplorables condiciones en que viven muchos hombres, que constituyen una ofensa al Creador y a la dignidad humana. La esperanza en el Cielo «no debilita el compromiso en orden al progreso de la ciudad terrena, sino por el contrario le da sentido y fuerza. Conviene ciertamente distinguir bien entre progreso terreno y crecimiento del Reino, ya que no son del mismo orden. No obstante, esta distinción no supone una separación, pues la vocación del hombre a la vida eterna no suprime sino que confirma su deber de poner en práctica las energías y los medios recibidos del Creador para desarrollar su vida temporal».

Nosotros somos corredentores con Cristo, y hemos de preguntarnos si llevamos a nuestros familiares y amigos el don más preciado que tenemos: la fe en Cristo; y junto a este bien incomparable, nos sentimos movidos, charitas enim Christi urget nos, nos urge la caridad de Cristo, a promover a nuestro alrededor un mundo más justo y mas humano.

meditaciondiaria.aspx

Covid.....

 

La mayoría de fallecidos son vacunados

 

Public Health England acaba de publicar un nuevo informe que muestra que al menos el 62% de todas las muertes asociadas al coronavirus de Wuhan (Covid-19) se producen en personas que ya estaban "vacunadas".

La noticia salió por casualidad el mismo día en que los principales medios de comunicación publicaron una noticia de distracción sobre el político británico Matt Hancock que tenía una aventura secreta con su ayudante Gina Coladangelo. En otras palabras, mucha gente no lo vio el día que se publicó, pero ahora está circulando por la red y haciendo que muchos se cuestionen si las vacunas son realmente seguras y eficaces como afirma el gobierno.

Datos recientes procedentes del Reino Unido muestran que las personas que se inyectan tienen tres veces más probabilidades de morir a causa de la llamada "variante delta" que las personas que dejan en paz su sistema inmunitario y su ADN diciendo simplemente que no, a las drogas peligrosas.


Fuente:

https://www.newstarget.com/2021-07-01-report-majority-now-dying-with-covid-are-vaccinated.html