lunes, 15 de noviembre de 2021

Madre Maria...

 

María, única dispensadora de los tesoros de Dios


San Luis María Grignion de Montfort dice: El Altísimo ha constituido a María tesorera única de todos sus tesoros y única dispensadora de sus gracias. San Bernardino de Siena
 (1380-1444): Éste es el proceso de la distribución de las gracias divinas: de Dios fluyen a Cristo y de Cristo a su Madre; y de ella a toda la Iglesia. No vacilo, por ello, en decir que ha recibido jurisdicción sobre las gracias que se administran por sus manos17.

San Bernardo afirma: María es la mediadora universal de todas las gracias. Toda gracia, que Dios da a los hombres, pasa de Dios a Cristo, de Cristo pasa a María y por María se nos da a nosotros18.

San Alfonso María de Ligorio declara: Dios quiere que todas las gracias que han sido, son y serán dispensadas a los hombres hasta el fin del mundo por los méritos de Jesucristo, sean dispensadas por las manos y por la intercesión de María19. Ella es la tesorera de todas las gracias que Dios nos quiere dispensar20.

La relación entre María y el Espíritu Santo lo proclama de modo excelente san Juan Eudes: El Espíritu Santo es todo amor; el Corazón de María está plenamente transformado en amor. El Espíritu Santo es vida y fuente de vida; por ello, la Iglesia lo llama Espíritu vivificante. El Corazón de María es vida y fuente de nuestra vida natural y sobrenatural, temporal y eterna, pues por medio del Corazón misericordiosísimo de la madre de la gracia, la vida nos fue restituida... El Espíritu Santo es el principio de toda santidad, de toda gracia y de toda gloria en el cielo y en la tierra. El Corazón de la reina de los ángeles es el origen de todos los tesoros que se encierran en el orden de la gracia y de la gloria21.

Por otra parte, María nos guía a su Hijo Jesús, presente en la Eucaristía. Como decía el Papa Juan Pablo II: María guía a los fieles a la Eucaristía22. Ella está siempre presente junto a Jesús Eucaristía y siempre está presente durante la misa como madre que nos lleva a Jesús. Así como la Iglesia y la Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio María y la Eucaristía. Por eso, el recuerdo de María en la celebración eucarística es unánime ya desde la antigüedad en las Iglesias de Oriente y Occidente23. Y la mirada embelesada de María, al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?24.

Además ella es la hija predilecta del Padre, y lo alaba en el Magnificat diciendo:

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora, me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación (Lc 1).

  1. 16  Fon. Francescane, Ed. Francescane, Assisi, 1986, No 286.

  2. 17  Sermo de nativitate B.V. Mariae c. 8.

  3. 18  Sermón 6.

  4. 19  Las glorias de María c. 5.

  5. 20  Visitas al Santísimo 25.

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P. ÁNGEL PEÑA BENITO O.A.R.. EXPERIENCIAS DE DIOS