domingo, 3 de octubre de 2021

L9s Santos Angeles....

 

Tratarlos como a amigos entrañables


 

A sus ángeles ha dado orden para que te guarden en tus caminos... Y comenta San Bernardo en una de las lecturas de la Liturgia de las Horas de hoy: «Estas palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos estarán junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes para protegerte, lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta orden, no por ello debemos de estarles menos agradecidos, pues cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son tan grandes».


Te llevarán en sus manos para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Nos sostienen en sus manos como un preciado tesoro que Dios les ha encomendado. Como los hermanos mayores cuidan de los pequeños, así los ángeles nos asisten a nosotros hasta introducirnos felizmente en la casa paterna. Entonces habrán cumplido su misión. Nuestro trato con el Ángel Custodio ha de tener un carácter amistoso, que reconozca a la vez su superioridad en naturaleza y gracia. Aunque su presencia sea menos sensible que la de un amigo de la tierra, su eficacia es mucho mayor. Sus consejos y sugerencias vienen de Dios y penetran más profundamente que la voz humana. Y, a la vez, su capacidad para oírnos y comprendernos es muy superior a la del amigo más fiel; no solo porque su permanencia a nuestro lado es continua, sino porque entra más hondo en nuestras intenciones, deseos y peticiones. El Ángel puede llegar a nuestra imaginación directamente sin palabra alguna, suscitando imágenes, recuerdos, impresiones, que nos señalan el camino a seguir. ¡Cuántas veces nos habrán ayudado a continuar nuestro camino como a Elías que, perseguido por Jezabel, se disponía a morir, tal era su cansancio, bajo un arbusto del trayecto! Es bien seguro que nuestro Ángel, como el de Elías, se acercará a nosotros y nos hará entender: levántate y come porque te queda todavía mucho camino.


Nunca nos sentiremos solos si nos acostumbramos a tratar a ese amigo fiel y generoso, con el que podemos conversar familiarmente. Él, además, une su oración a la nuestra y la presenta a Dios. Es necesario, sin embargo, que mentalmente le hablemos, porque no puede penetrar en nuestro entendimiento como lo hace Dios. Y entonces, él podrá deducir de nuestro interior más de lo que nosotros mismos somos capaces. «No podemos tener la pretensión de que los Ángeles nos obedezcan... Pero tenemos la absoluta seguridad de que los Santos Ángeles nos oyen siempre». Ya es suficiente.


Nuestro Ángel Custodio nos acompañará hasta el final del camino y, si somos fieles, con él contemplaremos a Nuestra Señora, Reina de los ángeles, a quien todos alaban en una eternidad sin fin. A ese coro angélico, con la ayuda de la gracia, nos uniremos también nosotros

Meditacion  diaria