martes, 5 de marzo de 2024

Fusion satanica...

 

El último asalto desesperado de Bergoglio a la Iglesia: el intento de fusión con la masonería

La Iglesia Católica es objeto de una guerra feroz por parte de liberales y masones ya que constituye el obstáculo o bastión de contención que impide la manifestación del Anticristo.

El seminario entre la Iglesia y la masonería es el último ataque desesperado de Bergoglio a la Iglesia católica. Bergoglio quiere intentar en el último momento fusionar el catolicismo con la masonería porque sabe que el tiempo del que dispone se está acabando.

por Cesare Sacchetti

El último seminario en Milán deseado, aparentemente fuertemente, por el arzobispo de Milán, monseñor Mario Delpini, junto con el cardenal Francesco Coccopalmerio, se centró en un intento de diálogo con lo que durante más de tres siglos ha sido un enemigo feroz de la Iglesia católica, es decir, la masonería.

El nombre de Coccopalmerio probablemente no sea nuevo para los lectores, ya que en el pasado algunas fuentes católicas lo asociaron con la participación en una orgía gay que supuestamente se llevó a cabo en los edificios del Vaticano.

Lamentablemente, esto no debería causar ninguna sorpresa, ya que la Iglesia está enferma desde hace algún tiempo y este último seminario es sólo el último síntoma de una metástasis que aflige a la Iglesia de Cristo desde hace muchas décadas.

La Iglesia Católica ha sido durante siglos un auténtico bastión para contener el proyecto luciferino en el que se basa la masonería.

Desde su existencia y desde la aparición de la filosofía de la Ilustración nacida de los philosophes franceses como Voltaire y Rousseau, ambos adeptos de la masonería y con la intención declarada de descristianizar Europa, la masonería siempre ha sabido que para afirmar su tiranía espiritual y La política debería haber corrompido a la Iglesia católica.

Voltaire odiaba tanto la civilización católica y cristiana que escribió esas palabras al respecto en su «Tratado sobre la tolerancia».

“La religión cristiana es una religión infame, una idea abominable, un monstruo que debe ser golpeado por cien manos invisibles… Es necesario que los filósofos sigan los caminos para destruirla, así como los misioneros recorren la tierra y los mares para propagarla. Deben atreverse a todo, arriesgarlo todo, hasta el punto de ser quemados para destruirlo. ¡Aplastemos, aplastemos al villano!»

Los fundadores y filósofos de esta organización están imbuidos, como podemos comprobar, del espíritu revolucionario y anticristiano de los franceses de 1789 y desde ese preciso momento Europa entró en un estado de desorden permanente como aquella perversa transición del mundo cristiano al liberal. uno empezó -progresista.

El liberalismo, a través de su fachada hipócrita de «neutralidad» hacia todas las religiones, termina de hecho prohibiendo el cristianismo y promoviendo otros cultos, especialmente el judío, al que el mundo liberal está completamente subyugado.

La Iglesia Católica es objeto de una guerra feroz por parte de liberales y masones ya que constituye el obstáculo o bastión de contención que impide la manifestación del Anticristo.

La Iglesia fue elegida para ser el katechon del que hablaba San Pablo.

La masonería tiene como enemiga a la Iglesia católica porque es perfectamente consciente de que la única Iglesia verdadera que salvaguarda la verdad revelada es ésta y no otra.

El protestantismo, por ejemplo, no es ciertamente enemigo de la masonería, ya que ésta, con su falsa teología luterana que en realidad exime al hombre de toda responsabilidad y le da licencia para cometer todos los pecados – Pecca fortiter, sed crede fortius – se casa perfectamente con el gnóstico. y la filosofía relativista de los masones.

El cardenal Caro y Rodríguez, arzobispo de Santiago de Chile en la década de 1920, observó agudamente en su obra «La masonería desenmascarada» cómo ser protestante significa en realidad ser medio masón, ya que hay muy poco cristiano en esta religión falsa.

Análisis de César para Jesucristo:

El Ojo de la Aguja

El ateo...

 El ateo es el ser más crédulo que existe, pues su creencia es indemostrable y se fundamenta, esencialmente, en la FE de su misma y personal creencia.

El ateo es el ser más crédulo que existe, pues su creencia es indemostrable y se fundamenta, esencialmente, en la FE de su misma y personal creencia.

Exalta a la ciencia como única vía del conocimiento, ignorando que la filosofía es complementaria, pero tratando en la práctica de emplearla e ignorando que es absolutamente imposible demostrar científicamente la inexistencia de Dios.

Lo más absurdo de algunos ateos es que, para liberarse de los dictados morales de su conciencia y crearse una moralidad propia, a modo, que les permita seguir sus gustos y poder dar rienda a sus pasiones, caen en la demencial actitud de pasarse la vida, como en un infantil berrinche, tratando de aturdir la propia conciencia combatiendo ¡aquello que dicen que no existe!

No comprenden que a Dios no se le conoce por métodos científicos o por pruebas de laboratorio, como tampoco su inexistencia se podría demostrar así, pretender eso es tan absurdo e infantil como tratar que una hormiga o una mosca investigue si existe o no y cómo funciona nuestro cerebro.

El ateo es tan crédulo que cree que de la NADA vinieron TODAS las cosas, que la materia se produjo sola, que de la materia MUERTA se produjo la VIDA, que el azar es «inteligente» y que del CAOS vino el ORDEN, que la materia puede crear al espíritu, que la INCONSCIENCIA produce CONSCIENCIA o que de lo IRRACIONAL surgieron seres con RAZONAMIENTO. ¡Se tiene que ser muy crédulo para creer algo de esto!

Algunos llegan a advertir su error en la madurez de su vida, ¿pero qué certeza hay de que llegarán a ella?

Católicidad