Hoy, jueves, 21 de noviembre de 2024
EJÉRCITO REMANENTE...
Señor, purifica mi corazón para que tu Palabra caiga en él y de el ciento por uno
Prera lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (5,1-10):
Yo, Juan, vi en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, que pregonaba en alta voz:
«¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?».
Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni mirarlo. Yo lloraba mucho, porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro y de mirarlo. Pero uno de los ancianos me dijo:
«Deja de llorar; pues ha vencido el león de la tribu de Judá, el retoño de David, y es capaz de abrir el libro y sus siete sellos».
Y vi en medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, a un Cordero de pie, como degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. Se acercó para recibir el libro de la mano derecha del que está sentado en el trono.
Cuando recibió el libro, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los santos. Y cantan un cántico nuevo:
«Eres digno de recibir el libro
y de abrir sus sellos,
porque fuiste degollado, y con tu sangre
has adquirido para Dios
hombres de toda tribu,
lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinarán sobre la tierra».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 149,1-2.3-4.5-6a.9b
R/ Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes.
O bien: Aleluya
V/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.
V/. Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.
V/. Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,41-44):
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».
Palabra del Señor
COMENTARIO POR BENEDICTO XVI
Jerusalén somos todos nosotros
El Evangelio cuenta cómo Jesús vino al mundo con gran humildad y ocultamiento…
Ciertamente, resalta el hecho de que el conocimiento de las Escrituras y de las profecías mesiánicas no lleva a todos a abrirse a él y a su palabra. Esto lleva a pensar que, poco antes de la pasión, Jesús lloró sobre Jerusalén porque no había reconocido el tiempo de su visita (cf. Lc 19, 44).
Tocamos aquí uno de los puntos cruciales de la teología de la historia: el drama del amor fiel de Dios en la persona de Jesús, que «vino a los suyos y los suyos no lo recibieron» (Jn 1,11). A la luz de toda la Biblia, esta actitud de hostilidad, de ambigüedad o de superficialidad representa la de todo hombre y del «mundo» —en sentido espiritual—, cuando se cierra al misterio del Dios verdadero, que sale a nuestro encuentro con la desarmante mansedumbre del amor. Jesús, el «rey de los judíos» (cf. Jn 18, 37), es el Dios de la misericordia y de la fidelidad; quiere reinar con el amor y la verdad, y nos pide que nos convirtamos, que abandonemos las obras malas y que recorramos con decisión el camino del bien.
Por tanto, en este sentido, «Jerusalén» somos todos nosotros. Que la Virgen María, que acogió con fe a Jesús, nos ayude a no cerrar nuestro corazón a su Evangelio de salvación. Más bien, dejémonos conquistar y transformar por él, el «Emmanuel», el Dios que vino a nosotros para darnos su paz y su amor.
Santo Padre Benedicto XVI
Epifanía del Señor (06-01-2009)