En su primer discurso en Chipre, Francisco dijo a los obispos, sacerdotes y religiosos reunidos que discutir en la Iglesia nos hace "bien"
"Siempre que hay una falsa paz rigorista, algo no está bien", pontificó. "Sospecho que los que no discuten tienen agendas ocultas". Explicó que las discusiones son "oportunidades de crecimiento y cambio".
Este fue el mismo Francisco que después de cinco (¡!) años, sigue negándose a recibir a los cardenales de Dubia que quieren discutir con él sobre su polémica exhortación apostólica Amoris laetitia.
Después de tanta hipocresía, Francisco que fue mucho más allá de su texto preparado, vio que "este sermón se está haciendo demasiado largo."
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