miércoles, 28 de marzo de 2018

Jueves Santo

Orden Carmelitano

Lectio: 
 Jueves, 29 Marzo, 2018
Juan 13,1-15 
 Lavatorio de los pies
 
1. LECTIO
a) Oración inicial:
“Cuando tu hablas, Señor, la nada palpita de vida: los huesos secos se convierten en personas vivientes, el desierto florece… Cuando me dispongo a hablarte, me siento árido, no sé qué decir. No estoy, evidentemente, sintonizado con tu voluntad, mis labios no están de acuerdo con mi corazón y mi corazón no hace un esfuerzo por entonarse con el tuyo. Renueva mi corazón, purifica mis labios, para que hable contigo como tú quieres, para que hable con los demás como tú quieres, para que hable conmigo mismo, con mi mundo interior, como tú quieres (L. Renna).
b) Lectura del evangelio:
1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, 3 sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, 4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?» 7 Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.» 8 Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.» 9 Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.» 10 Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.» 11 Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos.»
12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13 Vosotros me llamáis `el Maestro' y `el Señor', y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
c) Momentos de silencio orante:
En una escucha amorosa la palabra no es necesaria, porque también el silencio habla y comunica amor.
2. MEDITATIO
a) Preámbulo a la Pascua de Jesús:
El pasaje del evangelio de este día está inserto en un conjunto literario que comprende los capítulos 13-17. El comienzo está constituido por la narración de la última cena que Jesús comparte con sus discípulos, durante la cuál realiza el gesto del lavatorio de los pies (13,1-10). Después, Jesús pronuncia un largo discurso de despedida con sus discípulos (13, 31-14,31), los capítulos 15 -17 tienen la función de profundizar algo más el precedente discurso del Maestro. Inmediatamente sigue, el hecho del prendimiento de Jesús (18, 1-11). De todos modos, los sucesos narrados en 13-17,26 están conectados desde el 13,1 con la Pascua de Jesús. Es interesante anotar este punto: desde el 12,1 la Pascua no se llama ya la pascua de los judíos, sino la Pascua de Jesús. Es Él, de ahora en adelante, el Cordero de Dios que librará al hombre de su pecado. La Pascua de Jesús es una Pascua que mira a la liberación del hombre: un nuevo éxodo que permite pasar de las tinieblas a la luz (8,12) y que llevará vida y fiesta a la humanidad (7,37).
Jesús es consciente de que está por terminarse su camino hacia el Padre, y por tanto dispuesto a llevar a término su éxodo personal y definitivo. Tal pasaje al Padre se realiza mediante la Cruz, momento nuclear en el que Jesús entregará su vida en provecho del hombre.
Llama la atención del lector el constatar cómo el evangelista Juan sepa representar muy bien la figura de Jesús siendo consciente de los últimos acontecimientos de su vida y, por tanto, de su misión. Y a probar que Jesús no es arrastrado por los acontecimientos que amenazan su existencia, sino que está preparado para dar su vida. Precedentemente el evangelista había anotado que todavía no había llegado su hora; pero ahora en la narración del lavatorio de los pies dice, que Jesús es consciente de que se aproxima su hora. Tal conciencia está a la base de la expresión juanista: “después de haber amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (v.1) El amor “por los suyos”, aquéllos que forman la nueva comunidad, ha sido evidente mientras ha estado con ellos, pero resplandecerá de modo eminente en su muerte. Tal amor viene mostrado por Jesús en el gesto del lavatorio de pies que , en su valor simbólico, muestra el amor continuo que se expresa en el servicio.
b) Lavatorio de los pies:
Jesús se encuentra en una cena ordinaria con los suyos. Tiene plena conciencia de la misión que el Padre le ha confiado: de Él depende la salvación de la humanidad. Con tal conocimiento quiere mostrar a “los suyos”, mediante el lavatorio de los pies, cómo se lleva a cumplimiento la obra salvífica del Padre e indicar con tal gesto la entrega de su vida para la salvación del hombre. Es voluntad de Jesús que el hombre se salve y un consumidor deseo lo guía a dar su vida y entregarse. Es consciente de que “el Padre había puesto todo en sus manos” (v. 3a); tal expresión deja entrever que el Padre deja a Jesús la completa libertad de acción.
Jesús, además, sabe que su origen y la meta de su itinerario es Dios; sabe que su muerte en la cruz, expresión máxima de su amor, es el último momento de su camino salvador. Su muerte es un “éxodo”: el ápice de su victoria sobre la muerte; en el dar su vida, Jesús nos revela la presencia de Dios como vida plena y ausente de muerte.
Con esta plena conciencia de su identidad y de su completa libertad Jesús se dispone a cumplir el grande y humilde gesto del lavatorio. Tal gesto de amor se describe con un cúmulo de verbos (ocho) que convierten la escena complicada y henchida de significado. El evangelista presentando la última acción de Jesús sobre los suyos, usa esta figura retórica de acumulación de verbos sin repetirse para que tal gesto permanezca impreso en el corazón y en la mente de sus discípulos y de cualquier lector y para que se retenga un mandamiento que no debe olvidarse. El gesto cumplido por Jesús intenta mostrar que el verdadero amor se traduce en acción tangible de servicio. Jesús se despoja de sus vestidos se ciñe un delantal símbolo de servicio. El despojarse de sus vestidos es una expresión que tiene la función de expresar el significado del don de la vida. ¿Qué enseñanza quiere Jesús transmitir a sus discípulos con este gesto? Les muestra que el amor se expresa en el servicio, en dar la vida por los demás como Él lo ha hecho.
En tiempos de Jesús el lavado de los pies era un gesto que expresaba hospitalidad y acogida con los huéspedes. De ordinario era hecho por un esclavo con los huéspedes o por una mujer o hijas a su padre. Además era costumbre que el rito del lavado de pies fuese siempre antes de sentarse a la mesa y no durante la comida. Esta forma de obrar de Jesús intenta subrayar la singularidad de su gesto.
Y así Jesús se pone a lavar los pies a sus discípulos. El reiterado uso del delantal con el que Jesús se ha ceñido subraya que la actitud de servicio es un atributo permanente de la persona de Jesús. De hecho, cuando acaba el lavatorio, Jesús no se quita el paño que hace de delantal. Este particular intenta subrayar que el servicio-amor no termina con la muerte. La minuciosidad de tantos detalles muestra la intención del evangelista de querer poner de relieve la importancia y singularidad del gesto de Jesús. Lavando los pies de sus discípulos Jesús intenta mostrarles su amor, que es un todo con el del Padre (10,30.38). Es realmente impresionante esta imagen que Jesús nos revela de Dios: no es un soberano que reside sólo en el cielo, sino que se presenta como siervo de la humanidad. De este servicio divino brota para la comunidad de los creyentes aquella libertad que nace del amor y que vuelve a todos su miembros “señores” (libres) en tanto que servidores. Es como decir que sólo la libertad crea el verdadero amor. De ahora en adelante el servicio que los creyentes darán al hombre tendrá como finalidad el de instaurar relaciones entre los hombres en el que la igualdad y la libertad sean una consecuencia de la práctica del servicio recíproco. Jesús con su gesto intenta demostrar que cualquier asomo de dominio o prepotencia sobre el hombre no está de acuerdo con el modo de obrar de Dios, quien, por el contrario, sirve al hombre para atraerlo hacia Sí. Además no tienen sentido las pretensiones de superioridad de un hombre sobre otro, porque la comunidad fundada por Jesús no tiene forma piramidal sino horizontal, en la que cada uno está al servicio del otro, siguiendo el ejemplo de Dios y de Jesús.
En síntesis, el gesto que Jesús cumple expresa los siguientes valores: el amor hacia los hermanos exige un cambio en acogida fraterna, hospitalidad, o sea, servicio permanente.
c) Resistencia de Pedro:
La reacción de Pedro al gesto de Jesús es de estupor y protesta. También hay cambio en el modo de dirigirse a Jesús: Pedro lo llama “Señor” (13,6). Tal título reconoce en Jesús un nivel de superioridad que choca con el “lavar” los pies, una acción que compete, en verdad, a un sujeto inferior. La protesta es enérgicamente expresada por las palabras: “¿Tú lavarme a mí los pies?” A los ojos de Pedro este humillante gesto del lavatorio de los pies parece una inversión de valores que regulan las relaciones entre Jesús y los hombres: el primero es el Mesías, Pedro es un súbdito. Pedro no aprueba la igualdad que Jesús quiere establecer entre los hombres.
A tal incomprensión Jesús responde a Pedro invitándolo a acoger el sentido de lavar los pies como un testimonio de su afecto hacia él. Más precisamente: le quiere ofrecer una prueba concreta de cómo Él y el Padre lo aman.
Pero la reacción de Pedro no cesa: rechaza categóricamente que Jesús se ponga a sus pies. Para Pedro cada uno debe cumplir su papel, no es posible una comunidad o una sociedad basada en la igualdad. No es aceptable que Jesús abandone su posición de superioridad para hacerse igual a sus discípulos. Tal idea del Maestro desorienta a Pedro y lo lleva a protestar. No aceptando el servicio de amor de su Maestro, no acepta ni siquiera que muera en la cruz por él (12,34;13,37). Es como decir, que Pedro está lejos de comprender qué cosa es el verdadero amor y tal obstáculo sirve de impedimento para que Jesús se lo muestre con la acción.
Mientras que Pedro no esté dispuesto a compartir la dinámica del amor que se manifiesta en el servicio recíproco no puede compartir la amistad con Jesús, y se arriesga, realmente, a autoexcluirse.
A continuación de la advertencia de Jesús: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo” (v.8), Pedro consiente a las amenazantes palabras del Maestro, pero sin aceptar el sentido profundo de la acción de Jesús. Se muestra abierto, dispuesto a dejarse lavar, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Parece que Pedro admite mejor el gesto de Jesús como una acción de purificación o ablución, más que como servicio. Pero Jesús responde que los discípulos están purificados (“limpios”) desde el momento en que han aceptado dejarse guiar por la Palabra del Maestro, rechazando la del mundo. Pedro y los discípulos no tienen necesidad del rito judaico de la purificación, sino de dejarse lavar los pies por Jesús; o mejor, de dejarse amar por él , que les da dignidad y libertad.
d) El memorial del amor:
Al término del lavatorio de los pies, Jesús intenta dar a su acción una validez permanente para su comunidad y al mismo tiempo dejar en ella un memorial o mandamiento que deberá regular para siempre las relaciones fraternas.
Jesús es el Señor, no en la línea de dominio, sino en cuanto comunica el amor del Padre (su Espíritu) que nos hace hijos de Dios y aptos para imitar a Jesús, que libremente da su amor a los suyos. Esta actitud interior de Jesús lo ha querido comunicar a los suyos, un amor que no excluye a ninguno, ni siquiera a Judas que lo va a traicionar. Por tanto si los discípulos lo llaman Señor, deben imitarlo; si lo consideran Maestro deben escucharlo.
e) Algunas preguntas para meditar:
- se levantó de la mesa: ¿cómo vives la Eucaristía? ¿De modo sedentario o te dejas llevar por la acción de fuego del amor que recibes? ¿Corres el peligro de que la Eucaristía de la que participas se pierda en el narcisismo contemplativo, sin llevarte al compromiso de solidaridad y deseos de compartir? Tu compromiso por la justicia, por los pobres, ¿viene de la costumbre de encontrarte con Jesús en la Eucaristía, de la familiaridad con Él?
- se quitó los vestidos: Cuando de la Eucaristía pasas a la vida ¿sabes dejar los vestidos del contracambio, del interés personal, para dejarte guiar por un amor auténtico hacia los demás? ¿O después de la Eucaristía no eres capaz de dejar los vestidos del dominio y de la arrogancia para vestir el de de la sencillez, el de la pobreza?
- se puso un delantal: es la imagen de la “iglesia del delantal”. En la vida de tu familia, de tu comunidad eclesial ¿vas por la vía del servicio? ¿Estás comprometido directamente con el servicio a los pobres y marginados? ¿Sabes percibir el rostro de Cristo cuando pide ser servido, amado en los pobres?
3. ORATIO
a) Salmo 116 (114-115), 12-13;15-16;17-18
El salmista que se encuentra en el templo y en presencia de la asamblea litúrgica escoge su sacrificio de acción de gracias. Voltaire, que nutría una particular predilección por el v.12, así se expresaba: “¿Qué cosa puedo ofrecer al Señor por los dones que me ha dado?”
¿Cómo pagar a Yahvé
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de salvación
e invocaré el nombre de Yahvé.
Mucho le cuesta a Yahvé
la muerte de los que lo aman.
¡Ah, Yahvé, yo soy tu siervo,
tu siervo, hijo de tu esclava,
tú has soltado mis cadenas!
Te ofreceré sacrificio de acción de gracias
e invocaré el nombre de Yahvé.
Cumpliré mis votos a Yahvé
en presencia de todo el pueblo,
b) Oración final:
Fascinado por el modo con que Jesús expresa su amor a los suyos, Orígenes reza así:
Jesús, ven, tengo los pies sucios,
Por mí te has hecho siervo,
versa el agua en la jofaina;
Ven, lávame los pies..
Lo sé, es temerario lo que te digo,
pero temo la amenaza de tus palabras:
“Si no te lavo los pies,
no tendrás parte conmigo”
Lávame por tanto los pies,
para que tenga parte contigo.
(Homilía 5ª sobre Isaías)
Y San Ambrosio, preso de un deseo ardiente de corresponder al amor de Jesús, así se expresa:
¡Oh, mi Señor Jesús!
Déjame lavar tus sagrados pies;
 te los has ensuciado desde que caminas por mi alma…Jueves Santo

Lavatorio de los pies
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Lectio Divina: 
 Thursday, March 29, 2018
John 13:1-15 
The Washing of the Feet

1. LECTIO

 a) Initial Prayer
 “When You speak, Lord, the nothingness beats in life: the dry bones become living persons, the desert flourishes… When I get ready to pray I feel dry, I do not know what to say. Evidently, I am not in harmony with Your will, my lips are not in tune with my heart, my heart does not make an effort to get in tune with yours. Renew my heart, purify my lips so that I can speak with You as You want me to, so that I can speak with others as You wish, so that I can speak with myself, with my interior world, as You wish”. (L. Renna).
b) The Reading of the Gospel

Before the feast of Passover, Jesus knew that his hour had come to pass from this world to the Father. He loved his own in the world and he loved them to the end. The devil had already induced Judas, son of Simon the Iscariot, to hand him over. So, during supper, fully aware that the Father had put everything into his power and that he had come from God and was returning to God, he rose from supper and took off his outer garments. He took a towel and tied it around his waist. Then he poured water into a basin and began to wash the disciples' feet and dry them with the towel around his waist. He came to Simon Peter, who said to him,"Master, are you going to wash my feet?"Jesus answered and said to him,"What I am doing, you do not understand now, but you will understand later."Peter said to him, "You will never wash my feet."Jesus answered him,"Unless I wash you, you will have no inheritance with me."Simon Peter said to him,"Master, then not only my feet, but my hands and head as well."Jesus said to him,"Whoever has bathed has no need except to have his feet washed, for he is clean all over; so you are clean, but not all."For he knew who would betray him; for this reason, he said, "Not all of you are clean."So when he had washed their feet and put his garments back on and reclined at table again, he said to them, "Do you realize what I have done for you? You call me 'teacher' and 'master,' and rightly so, for indeed I am. If I, therefore, the master and teacher, have washed your feet, you ought to wash one another's feet. I have given you a model to follow, so that as I have done for you, you should also do."
c) Moments of prayerful silence
In a loving listening, words are not necessary, because silence also speaks and communicates love.
2. MEDITATIO
a) Preamble to the Passover of Jesus
The passage of the Gospel of today is inserted in a literary whole which includes chapters 13-17. At the beginning we have the account of the Last Supper which Jesus shares with His disciples, during which He fulfills the gesture of the washing of the feet (13:1-30). Then Jesus interweaves a long dialogue of farewell with His disciples (13:31 – 14, 31). Chapters 15-17 have the function to further deepen the previous discourse of the Master. Immediately after this, Jesus is arrested (18:1-11). In any case, these events narrated in 13:17,26 are joined in 13:1 with the Passover of Jesus. It is interesting to note this last annotation: from 12:1 the Passover is no longer called the Passover of the Jews, but of Jesus. From now on, it is He, the Lamb of God who will liberate people from sin. The Passover of Jesus is one that aims to liberate us: a new exodus which permits us to go from darkness to light (8:12), and which will bear life and feast in humanity (7:37).
Jesus is aware that He is about to conclude His journey toward the Father and, therefore He is about to bring to an end His personal and definitive exodus. Such a passage, going to the Father, takes place through the Cross, the central moment in which Jesus will surrender His life for the good of all humanity.
It is striking when the reader becomes aware how the Evangelist John knows how to present the person of Jesus well, while He is aware of the last events of His life and therefore, of His mission. So as to affirm that Jesus is not crushed or overcome by the events which threaten His life, but that He is ready to give His life. Before, the Evangelist has remarked that His hour had not arrived; but now in the account of the washing of the feet He says that He is aware that His hour is close at hand. Such a conscience is at the basis of the expression of John: “After having loved those who were His in the world, He loved them to the end” (v. 1). Love for “His own”, for those who form the new community, has been evident while He was with them, but it will shine in an eminent way in His death. Jesus shows such a love in the gesture of the washing of the feet, which in its symbolical value shows the continuous love which is expressed in service.
b) The washing of the feet
Jesus is at an ordinary supper with His disciples. He is fully conscious of the mission which the Father has entrusted to Him: the salvation of humanity depends on Him. With such an awareness He wishes to show “to His own”, through the washing of the feet, how the work of salvation of the Father is fulfilled and to indicate in such a gesture the surrender of His life for the salvation of all. It is the will of Jesus that we be saved, and a longing desire leads Him to give up His life and to surrender. He is aware that the Father gives Jesus complete freedom of action.
Besides, Jesus knows that His true provenance and the goal of His itinerary is God; He knows that His death on the Cross, the maximum expression of His love, is the last moment of His journey of salvation. His death is an “exodus”; it is the climax of His victory over death, in His surrender (giving His life) Jesus reveals to us the presence of God as the fullness of life and exemption from death.
With this full consciousness of His identity and of His complete liberty Jesus is prepared to fulfill the great and humble gesture of the washing of the feet. Such a gesture of love is described with a great number of verbs (eight) which render the scene absorbing, enthralling and full of significance. The Evangelist, in presenting the last action of Jesus toward His own, uses this rhetorical figure of the accumulation of verbs without repeating himself in order that such a gesture remains impressed in the heart and mind of His disciples and of every reader and in order that a commandment may always be remembered, not forgotten. The gesture fulfilled by Jesus intends to show that true love is expressed in tangible actions of service. Jesus removes His garments and ties around His waist a towel or apron, a symbol of service. He shows them that love is expressed in service, in giving one’s life for others as He has done.
At the time of Jesus the washing of the feet was a gesture which expressed hospitality and welcome towards the guests. In an ordinary way it was done by a slave or also by the wife, and also the daughters toward their father. Besides, it was the custom that such a rite of the washing of the feet should be done before they sat at table and not during the meal. Such an insertion of Jesus’ action intends to stress or underline how singular or significant His gesture was.
And thus, Jesus gets down to wash the feet of His disciples. The repeated use of the apron which Jesus tied around His waist underlines the attitude of service which is a permanent attribute of the person of Jesus. In fact, when He finishes the washing of the feet, Jesus does not take off the towel which He used as an apron. Such a detail intends to underline that the service-love does not end with His death. This minute detail shows the intention of the Evangelist to underline the significance and importance of the gesture of Jesus. By washing the feet of His disciples Jesus intends to show them His love, which is one with that of the Father (10:30.38). This image with which Jesus reveals God is really shocking: He is not a sovereign who resides exclusively in Heaven, but He presents himself as the servant of humanity in order to raise it to the divine level. From this divine service flows, for the community of believers, that liberty which comes from the love which renders all its members as “lords” (free) because they are servants. It is like saying that only liberty creates the true love. From now on, service which the believers will render to others will have the purpose of restoring the relationship among people in whom equality and liberty are a consequence of the practice of reciprocal service. Jesus, with His gesture intends to show that any domination over another is contrary to the attitude of God who, instead, serves people to raise them to himself. The pretension of superiority of one person over another no longer has any sense, because the community founded by Jesus does not have any pyramidal characteristics, but horizontal dimensions, in which each one is at the service of others, following the example of God and of Jesus.
In synthesis, the gesture which Jesus fulfilled expresses the following values: the love toward brothers and sisters demands expression in fraternal acceptance, hospitality, and permanent service.
c) Peter’s Resistance
The reaction of Peter before the gesture of Jesus is expressed in attitudes of surprise and protest. There is also a change in the way in which he related to Jesus: Peter calls Him “Lord” (13:6). In such a title Jesus is recognized as having a level of superiority which is in conflict with the “washing” of the feet, an action which belongs, instead, to an inferior subject. The protest is expressed energetically by the words: “Are You going to wash my feet?” In Peter’s eyes this humiliating gesture of the washing of the feet seemed to him as an inversion of values which regulate the relationship between Jesus and others: the first one is the Master, Peter is a subject. Peter disapproves the equality which Jesus wants to create among people.
To such misunderstanding Jesus responds inviting Peter to accept the sense of washing his feet as a witness of His love toward him. More precisely, He wants to offer him a concrete proof of how He and the Father love him.
But Peter in his reaction does not give in: he categorically refuses that Jesus should get down at his feet. It is not acceptable that Jesus abandons His position of superiority to render himself equal to His disciples. Such an idea of the Master disorientates Peter and leads him to protest. Not accepting the service of love of his Master, he neither accepts that He dies on the cross for him (12:34; 13:37). It seems to say that Peter is far away from understanding what is true love, and such an obstacle is an impediment so that Jesus can show it to him by His action.
In the mean time, if Peter is not ready to share the dynamics of love which manifests itself in reciprocal service he cannot share the friendship with Jesus and truly runs the risk of excluding himself.
Following the admonition of Jesus “If I do not wash you, you can have no share with Me” (v. 8), Peter adheres to the threatening words of the Master, but without accepting the profound sense of the action of Jesus. He shows himself open, ready to let Jesus wash his feet, not only the feet, but also his hands and head. It seems that it is easier for Peter to accept Jesus’ gesture as an action of purification or ablution rather than as a service. But Jesus responds that the disciples have become pure (“clean”) at the moment when they accepted to allow themselves to be guided by the Word of the Master, rejecting that of the world. Peter and the disciples no longer need the Jewish rite of the purification but to allow themselves to have their feet washed by Jesus; or rather to allow themselves to be loved by Him, conferring them dignity and liberty.
 d) The Memorial of Love
 At the end of the washing of the feet Jesus intends to give His action a permanent validity for His community and at the same time to leave to it a memorial or commandment which should always regulate the fraternal relationships.
Jesus is the Lord, not in domination, but in so far as He communicates the love of the Father (His Spirit) which makes us children of God and qualified to imitate Jesus who freely gives His love to His own. Jesus intended to communicate such an interior attitude to His own, a love which does not exclude anyone, not even Judas who is about to betray Him. Therefore, if the disciples call Him Lord, they have to imitate Him; if they consider Him Master, they have to listen to Him.
e) Some questions to meditate on
- He got up from the table: How do you live the Eucharist? In a sedentary way or do you allow yourself to be moved to action by the fire of the love which you receive? Do you run the risk that the Eucharist in which you participate is lost in contemplative Narcissism, without leading to the commitment of solidarity and sharing?
- He removed His outer garments: when you go from the Eucharist to daily life, do you know how to remove the garments of your own benefit, your calculations, personal interests to allow yourself to be guided by an authentic love toward others?
- Taking a towel He wrapped it around His waist: this is the image of the “Church of the apron”. In the life of your family, of your ecclesial community, do you walk on the street of service? Are you directly involved in the service to the poor and to the least? Do you know how to see the face of Christ who asks to be served and loved in the poor?
 . ORATIO
 a) Psalm 116 (114-115), 12-13; 15-16; 17-18
 The Psalmist who finds himself in the time and in the presence of the liturgical assembly sings his sacrifice of thanksgiving. Voltaire who had a special predilection for v. 12 expressed himself as follows: “What can I offer to the Lord for all the gifts which He has given me?”
 What return can I make to Yahweh 
for His generosity to me?
I shall take up the cup of salvation
and call on the name of Yahweh.
Costly in Yahweh's sight
is the death of His faithful.
I beg You, Yahweh!
I am Your servant,
I am Your servant and my mother was Your servant;
You have undone my fetters.

I shall offer You a sacrifice of thanksgiving
and call on the name of Yahweh.
I shall fulfill my vows to Yahweh,
witnessed by all His people
 b) Final Prayer
 Fascinated with the way in which God expressed His love toward His own, Origin prayed as follows:
 Jesus, come, my feet are dirty.
Become a servant for me, pour the water in the basin;
come, wash my feet.
I know it, what I am saying is daring,
but I fear the threat of Your words:
“If I do not wash you,
you can have no share with me”.
Wash then my feet,
so that I may have a share with you.
(Homily 5 on Isaiah)

And Saint Ambrose having an ardent desire to correspond to the love of Jesus, expresses himself as follows:
 Oh, my Lord Jesus,
allow me to wash Your sacred feet;
You got them dirty when You walked in my soul…
But where will I take the water from the fountain
to wash Your feet?
In lacking that
I only have the eyes to weep:
bathing Your feet with my tears,
do in such a way that I myself remain purified.
(Treatise on penance
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Lectio: 
 Giovedì, 29 Marzo, 2018
Lavanda dei piedi
Giovanni 13,1-15

1. PREGHIERA

Iniziamo il nostro incontro con la Parola di Dio lasciando parlare tutta la nostra vita, lasciando che la parola del vangelo di oggi parli a tutta la nostra vita e la rinnovi con la luce dell’esempio che Gesù ci offre. Ci lasciamo guidare da una proposta di preghiera che attingiamo da una raccolta di canti oranti che ha per titolo: «Cuore in festa».
«Quando tu parli, Signore, il nulla palpita di vita: le ossa aride diventano persone viventi, il deserto fiorisce... Quando mi accingo a pregarti mi sento arido, non so che dire. Non sono, evidentemente, sintonizzato con la tua volontà, le mie labbra non sono intonate al mio cuore, il mio cuore non si sforza d’intonarsi con il tuo. Rinnova il mio cuore, purifica le mie labbra perché parli con te come vuoi tu, perché parli con gli altri come vuoi tu, perché parli con me stesso, col mio mondo interiore, come vuoi tu». (L.Renna)

2. LETTURA

1Prima della festa di Pasqua Gesù, sapendo che era giunta la sua ora di passare da questo mondo al Padre, dopo aver amato i suoi che erano nel mondo, li amò sino alla fine. 2Mentre cenavano, quando già il diavolo aveva messo in cuore a Giuda Iscariota, figlio di Simone, di tradirlo, 3Gesù sapendo che il Padre gli aveva dato tutto nelle mani e che era venuto da Dio e a Dio ritornava, 4si alzò da tavola, depose le vesti e, preso un asciugatoio, se lo cinse attorno alla vita. 5Poi versò dell’acqua nel catino e cominciò a lavare i piedi dei discepoli e ad asciugarli con l’asciugatoio di cui era cinto. 6Venne dunque da Simon Pietro e questi gli disse: «Signore, tu lavi i piedi a me?». 7Rispose  Gesù: «Quello che io faccio, tu ora non lo capisci, ma lo capirai dopo». 8Gli disse Simon Pietro: «Non mi laverai mai i piedi!». Gli rispose Gesù: «Se non ti laverò, non avrai parte con me». 9Gli disse Simon Pietro: «Signore, non solo i piedi, ma anche le mani e il capo!». 10Soggiunse Gesù: «Chi ha fatto il bagno, non ha bisogno di lavarsi se non i piedi ed è tutto mondo; e voi siete mondi, ma non tutti». 11Sapeva infatti chi lo tradiva; per questo disse: «Non tutti siete mondi».
12Quando dunque ebbe lavato loro i piedi e riprese le vesti, sedette di nuovo e disse loro: «Sapete ciò che vi ho fatto? 13Voi mi chiamate Maestro e Signore e dite bene, perché lo sono. 14Se dunque io, il Signore e il Maestro, ho lavato i vostri piedi, anche voi dovete lavarvi i piedi gli uni gli altri. 15Vi ha dato infatti l’esempio, perché come ho fatto io, facciate anche voi».
c) Momenti di silenzio orante:
In un ascolto amoroso la parola non è necessaria, anche il silenzio parla e comunica amore.

3. RIFLESSIONE

a) Preambolo alla Pasqua di Gesù:
Il brano del vangelo di questo giorno è inserito in un insieme letterario che comprende i capitoli 13-17. L’inizio è costituito dal racconto dell’ultima cena che Gesù condivide con i suoi discepoli, durante la quale compie il gesto della lavanda dei piedi (13,1-30). Poi, Gesù intesse un lungo dialogo d’addio con i suoi discepoli (13,31 - 14,31), i capitoli 15-17 hanno la funzione di approfondire ulteriormente il precedente discorso del maestro. Immediatamente, segue, l’azione dell’arresto di Gesù (18,1-11). In ogni modo, questi eventi narrati in 13,-17,26 sono collegati sin da 13,1 con la Pasqua di Gesù. Interessante è notare quest’ultima annotazione: da 12,1 la Pasqua non viene più denominata come la pasqua dei giudei, ma di Gesù. É lui, d’ora innanzi, l’Agnello di Dio che libererà l’uomo dal suo peccato. Quella di Gesù è una pasqua che mira alla liberazione dell’uomo: un nuovo esodo che permette di passare dalle tenebre alla luce (8,12), e che porterà vita e festa nell’umanità (7,37).
Gesù è consapevole che sta per concludersi il suo cammino verso il Padre e, quindi sta per portare a termine il suo esodo personale e definitivo. Tale passaggio al Padre avviene mediante la croce, momento nodale in cui Gesù consegnerà la sua vita a vantaggio dell’uomo.
Colpisce l’attenzione del lettore nel constatare come l’evangelista Giovanni sappia ben presentare la figura di Gesù nel mentre è consapevole degli ultimi eventi della sua vita e, quindi, della sua missione. Come a ribadire che Gesù non è travolto dagli eventi che minacciano la sua esistenza, ma è pronto a dare la sua vita. In precedenza l’evangelista aveva notato che non era giunta la sua ora; ma ora nel racconto della lavanda dei piedi dice che è consapevole dell’approssimarsi della sua ora. Tale coscienza sta alla base dell’espressione giovannea: «dopo aver amato i suoi che erano nel mondo, li amò sino alla fine» (v.1). L’amore per i «suoi», coloro che formano la nuova comunità, è stato evidente mentre era con loro, ma splenderà in modo eminente nella sua morte. Tale amore viene mostrato da Gesù nel gesto della lavanda dei piedi che, nella sua valenza simbolica, mostra l’amore continuo che si esprime nel servizio.
b) Lavanda dei piedi:
Gesù si trova in una cena ordinaria con i suoi. Ha piena coscienza della missione che il Padre gli ha affidato: da lui dipende la salvezza dell’umanità. Con tale consapevolezza vuole mostrare ai «suoi», mediante la lavanda dei piedi, come si porta a compimento l’opera salvifica del Padre e indicare in tale gesto la donazione della sua vita per la salvezza dell’uomo. É volontà di Gesù che l’uomo si salvi e uno struggente desiderio lo guida a dare la sua vita e a consegnarsi. É consapevole che «il Padre aveva posto tutto nelle sua mani» (v.3a), tale espressione lascia intravedere che il Padre lascia a Gesù la completa libertà di azione.
Gesù, inoltre, sa che la sua vera provenienza e la meta del suo itinerario è Dio; sa che la sua morte in croce, espressione massima del suo amore, è l’ultimo momento del suo cammino salvifico. La sua morte è un «esodo»; è l’apice della sua vittoria sulla morte, nel suo donarsi (dare la vita) Gesù ci rivela la presenza di Dio come vita piena ed esente dalla morte.
Con questa piena consapevolezza della sua identità e della sua completa libertà Gesù si accinge a compiere il grande e umile gesto della lavanda dei piedi. Tale gesto d’amore viene descritto con un accumulo di verbi (otto) che rendono la scena coinvolgente e pregna di significato. L’evangelista nel presentare l’ultima azione di Gesù verso i suoi, usa questa figura retorica dell’accumulo dei verbi senza ripetersi perché tale gesto rimanga impresso nel cuore e nella mente dei suoi discepoli e di ogni lettore e perché venga ritenuto un comandamento da non dimenticare. Il gesto compiuto da Gesù intende mostrare che il vero amore si traduce in azione tangibile di servizio. Gesù si spoglia delle sue vesti e si cinge di un grembiule, simbolo del servizio. Più precisamente Gesù che depone le sue vesti è un’espressione che ha la funzione di esprimere il significato del dono della vita. Quale insegnamento Gesù vuole trasmettere ai suoi discepoli con questo gesto? Mostra loro che l’amore si esprime nel servizio, nel dare la vita all’altro come lui ha fatto.
Al tempo di Gesù la lavanda dei piedi era un gesto che esprimeva ospitalità e accoglienza nei confronti degli ospiti. In via ordinaria era svolto da uno schiavo oppure dalla moglie nei confronti della moglie e anche dalle figlie verso il loro padre. Inoltre era consuetudine che tale rito della lavanda dei piedi avvenisse sempre prima di mettersi a mensa e non durante. Tale inciso dell’azione di Gesù intende sottolineare la singolarità del suo gesto.
E così Gesù si mette a lavare i piedi ai suoi discepoli. Il reiterato uso del grembiule con cui Gesù si è cinto sottolinea che l’atteggiamento del servizio è un attributo permanente della persona di Gesù. Difatti quando avrà terminato la lavanda Gesù non si toglie il panno che funge da grembiule. Tale particolare intende sottolineare che il servizio-amore non termina con la sua morte. La minuziosità di tali dettagli mostra l’intento dell’evangelista a voler sottolineare la singolarità e l’importanza del gesto di Gesù. Lavando i piedi dei suoi discepoli Gesù intende mostrare ad essi il suo amore, che è un tutt’uno con quello del Padre (10,30.38). É davvero sconvolgente questa immagine che Gesù ci rivela di Dio: non è un sovrano che risiede esclusivamente nel cielo, ma si presenta come servo dell’umanità per innalzarla a livello divino. Da questo servizio divino scaturisce per la comunità dei credenti quella libertà che nasce dall’amore e che rende tutti i suoi membri «signori» (liberi) perché servi. É come dire che solo la libertà crea vero amore. D’ora in poi il servizio che i credenti renderanno all’uomo avrà come scopo quello di instaurare rapporti tra gli uomini in cui l’uguaglianza e la libertà siano una conseguenza della pratica del servizio reciproco. Gesù con il suo gesto intende mostrare che qualsiasi dominio o tentativo di sopravvento sull’uomo è contrario all’atteggiamento di Dio che, invece, serve l’uomo per elevarlo a sé. Inoltre non ha più senso le pretese di superiorità di un uomo sull’altro, perché la comunità fondata da Gesù non ha caratteristiche piramidali, ma dimensioni orizzontali, in cui ciascuno è a servizio degli altri, sull’esempio di Dio e di Gesù.
In sintesi, il gesto che Gesù compie esprime i seguenti valori: l’amore versi i fratelli chiede di tradursi in accoglienza fraterna, ospitalità, cioè in servizio permanente.
c) Resistenza di Pietro:
La reazione di Pietro al gesto di Gesù si esprime in atteggiamenti di stupore e protesta. Anche nel modo di rapportarsi a Gesù avviene un cambiamento: Pietro lo chiama «Signore» (13,6). Tale titolo riconosce a Gesù un livello di superiorità che stride con il «lavare» i piedi, un’azione che compete, invece, a un soggetto inferiore. La protesta è energicamente espressa dalle parole: «tu lavi i piedi a me?». Agli occhi di Pietro questo umiliante gesto della lavanda dei piedi è sembrato come un inversione dei valori che regolano le relazioni tra Gesù e gli uomini: il primo è il Messia, Pietro è un suddito. Pietro disapprova l’uguaglianza che Gesù vuole creare tra gli uomini.
A tale incomprensione Gesù risponde invitando Pietro ad accogliere il senso del lavargli i piedi come una testimonianza del suo affetto verso di lui. Più precisamente gli vuole offrire una prova concreta di come lui e il Padre lo ama.
Ma la reazione Pietro non desiste: rifiuta categoricamente che Gesù si metta ai suoi piedi. Per Pietro ognuno deve ricoprire il suo ruolo, non è possibile una comunità o una società basata sull’uguaglianza. Non è accettabile che Gesù abbandoni la sua posizione di superiorità per rendersi uguale ai suoi discepoli. Tale idea del Maestro disorienta Pietro e lo porta a protestare. Non accettando il servizio d’amore del suo Maestro, non accetta, neanche che muoia in croce per lui (12,34;13,37). É, come dire, che Pietro è lontano dalla comprensione di cosa sia il vero amore, e tale ostacolo è di impedimento perché Gesù glielo mostri con l’azione.
Intanto se Pietro non è disposto a condividere la dinamica dell’amore che si manifesta nel servizio reciproco non può condividere l’amicizia con Gesù e rischia, davvero, di autoescludersi.
Inseguito all’ammonimento di Gesù «Se non ti laverò, non avrai parte con me» (v.8), Pietro aderisce alle minacciose parole del Maestro, ma senza, però, accettare il significato profondo dell’azione di Gesù. Si mostra aperto disposto a farsi lavare da Gesù, non solo i piedi, ma, anche le mani e la testa. Sembra che a Pietro sia più facile accettare il gesto di Gesù come un’azione di purificazione o abluzione piuttosto che come servizio. Ma Gesù gli risponde che i discepoli sono diventati puri («puliti») nel momento in cui hanno accettato di lasciarsi guidare dalla Parola del Maestro, rifiutando quella del mondo. Pietro e i discepoli non hanno più bisogno del rito giudaico della purificazione ma di lasciarsi lavare i piedi da Gesù; ovvero di lasciarsi amare da lui, conferendo loro dignità e libertà.
d) Il memoriale dell’amore:
Al termine della lavanda dei piedi Gesù intende dare alla sua azione una validità permanente per la sua comunità e nello stesso tempo lasciare ad essa un memoriale o comandamento che dovrà regolare per sempre le relazioni fraterne.
Gesù è il Signore, non nella dimensione del dominio, ma in quanto comunica l’amore del Padre (il suo Spirito) che ci rende figli di Dio e idonei a imitare Gesù che liberamente dona l’amore ai suoi. Tale atteggiamento interiore Gesù ha inteso comunicarlo ai suoi, un amore che non esclude nessuno, neppure Giuda che sta per tradirlo. Quindi se i discepoli lo chiamano signore, devono imitarlo; se lo considerano maestro devono ascoltarlo.
e) Alcune domande per meditare:
si alzò da tavola: come vivi l’eucaristia? In modo sedentario o ti lasci sollecitare all’azione dal fuoco dell’amore che ricevi? Corri il pericolo che l’eucaristia a cui partecipi si smarrisca nel narcisismo contemplativo, senza approdare all’impegno di solidarietà e condivisione? Il tuo impegno per la giustizia, per i poveri parte dalla consuetudine d’incontrare Cristo nell’eucaristia, dalla familiarità con lui?
depose le vesti: quando dall’eucaristia passi alla vita sai deporre le vesti del tornaconto, del calcolo, dell’interesse personale per lasciarti guidare da un amore autentico verso gli altri? Oppure dopo l’eucaristia non sei capace di deporre le vesti del dominio e dell’arroganza per indossare quelle della semplicità, della povertà?
si cinse un asciugatoio: è l’immagine della «chiesa del grembiule». Nella vita della tua famiglia, della tua comunità ecclesiale percorri la strada del servizio, della condivisione? Sei coinvolto direttamente nel servizio ai poveri e agli ultimi? Sai scorgere il volto di Cristo che chiede di essere servito, amato nei poveri?

4. PREGHIERA FINALE

a) Salmo 116 (114-115), 12-13;15-16bc; 17-18
Il salmista che si trova nel tempio e alla presenza dell’assemblea liturgica scioglie il suo sacrificio di ringraziamento. Voltaire che nutriva una particolare predilezione per il v.12 così si esprimeva: «Che cosa posso offrire al Signore per i doni che mi ha elargito?».
Che cosa renderò al Signore
per quanto mi ha dato?
Alzerò il calice della salvezza
e invocherò il nome del Signore
Preziosa agli occhi del Signore
è la morte dei suoi fedeli.
Io sono tuo servo, figlio della tua ancella;
hai spezzato le mie catene.
A te offrirò sacrifici di lode
e invocherò il nome del Signore.
Adempirò i miei voti al Signore
davanti a tutto il popolo.
b) Preghiera finale:
Affascinato dal modo con cui Gesù esprime il suo amore verso i suoi Origene così prega:
Gesù, vieni, ho i piedi sporchi.
Per me fatti servo, versa l’acqua nel bacile;
vieni, lavami i piedi.
Lo so, è temerario quel che ti dico,
ma temo la minaccia delle tue parole:
«Se non ti laverò,
non avrai parte con me».
Lavami dunque i piedi,
perché abbia parte con te.
(Omelia 5 su Isaia)
E San Ambrogio preso da un desiderio ardente di corrispondere all’amore di Gesù, così si esprime:
O mio signore Gesù,
lasciami lavare i tuoi sacri piedi;
te li sei sporcati da quando cammini nella mia anima...
Ma dove prenderò l’acqua della fonte
per lavarti i piedi?
In mancanza di essa
mi restano gli occhi per piangere:
bagnando i tuoi piedi con le mie lacrime,
fa che io stesso rimanga purificato.
(Trattato sulla penitenza