lunes, 14 de marzo de 2011

R.P Castellani # 6

ENTRA SAN PABLO
"Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni mente humana pudo saber lo que Dios tiene preparado para los que le sirven".
II Corintios XII, 4 — "Si elegimos gloriamos (aunque no conviene) vendré a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco en Cristo a un hombre, (se refiere a él mismo) que hace menos 14 años (si estaba en su cuerpo no sé, si fuera de él no lo sé. Dios lo sabe) que fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que tal hombre (si en el cuerpo o fuera de él no lo sé, Dios lo sabe) que fue arrebatado hasta el Paraíso, oyó allí palabras arcanas, que no es permitido decir al hombre. . .". También Sta. Teresa, refiriéndose a la séptima morada, afirma que no se puede describir, que es inefable.
En el mismo San Pablo es frecuentadísima la mención de la Resurrección de Cristo "en quien todos hemos resucitado". Es el centro de la Revelación de Cristo y provoca en el apóstol un entusiasmo delirante (si me es lícito decirlo así). En nuestro bautismo, según él, hemos sido sumergidos en la muerte y en la Resurrección del Salvador, que hace a nuestro cuerpo superior no sólo al mineral, a la planta y al animal, sino también a los cuerpos no bautizados; es una semilla de la Resurrección que el Apóstol no vacila en llamar "cuerpo celestial".
Veintidós veces nombra San Pablo la Resurrección en sus Epístolas, conectando la nuestra con la de Cristo y la de Cristo con la Parusía o "resurrección de la carne", la cual el Apóstol no llama como nosotros "segunda venida" o Retorno de Cristo.
Un teólogo actual, un filósofo más bien, Adolfo Muñoz Alonso, en un libro que escribió sobre el Infierno que se llama "La cloaca de la Historia", toma de San Agustín esa idea; dice que no debemos decir "retorno de Cristo" porque Cristo no retorna; somos nosotros los que subimos a Cristo. Cristo no baja a la tierra por segunda vez. Somos arrebatados hacia El.
Copiaré uno de los textos principales (I Cor. XV 35). Todo el final de la I Epístola a los Corintios cap. XV— trata de la Resurrección; desde el versículo 35 dice acerca del MODO: "Dirá alguien ¿cómo resurgen los muertos y con qué cuerpo vendrán? "Ignorante, lo que tú siembras no revive sin morir pri mero. Y lo que siembras no es el cuerpo que vendrá sino un desnudo grano, como de trigo o de otros cereales. Dios le da a ello un cuerpo como le place, y a cada semilla su propio cuerpo.
"No toda carne es igual; una de los hombres, otra de los animales, otra de las aves, otra de los peces. Y cuerpos celestes y cuerpos terrestres, y una es la gloria de los celestes, otra de los terrestres. Pues una es la claridad del sol, otra de la luna y otra la de las estrellas; pues de una estrella a otra difiere la claridad; así en la resurrección de los cuerpos".
"Se siembran en corrupción (griego Fthora, podre) resurgirán en incorrupción. Se siembran en ignominia, resurgen en nobleza. Se siembran en debilidad, resurgen en virtud. Se siembra cuerpo animal, resurgirá cuerpo espiritual".
"Si hay cuerpo animal hay también espiritual, como está escrito: "Y fue hecho Adán .en psiquis viviente, mas el nuevo Adán en espíritu vivifica. Pero no primero lo que es espiritual, sino lo animal y después lo espiritual. El primer hombre de la tierra, terrestre; el segundo hombre, del cielo, celeste. Así pues, como hemos llevado la imagen del terrenal, llevemos también la imagen del celestial..." y sigue el arrebato y la gloriosa transformación de los resucitados.
Hay un pasaje difícil acá que no es necesario tomar literalmente o como una manera de decir de San Pablo. Dice que al venir Cristo resucitarán los muertos, no todos juntos, sino que los primeros que resucitarán será una tanda de muertos que son los martirizados por el Anticristo y que han sido constantes en la persecución al mismo tiempo, dice San Pablo, los que vivimos, los que estemos en la tierra, saldremos al encuentro de Cristo Glorificado en el aire. Ahora qué quiere decir eso, no lo sabemos. San Pablo creía que la Parusía estaba cerca, como lo creían todos los primitivos cristianos. Entonces creía que iba a vivir cuando se produjese la venida de Jesucristo. Entonces dice que resucitaremos después de morir un instante, porq;ue nadie se escapa de la muerte. Para resucitar es necesario morir primero. Y saldremos al encuentro de Cristo por los aires. Algunos dicen que eso es una manera de decir, en tanto otros sostienen que es literal.
La filosofía griega, desde Pitágoras hasta Plotino, había deducido la inmortalidad del alma, de que ella era inmaterial y simple, como ella se manifestaba a la conciencia. Analizando el acto intelectual del hombre veían que era simple e inmaterial, que no estaba sujeto al espacio y que no estaba compuesto de partes. Por lo que decían que el alma que lo produce no podía descomponerse porque para descomponerse hay que tener partes. Pero los hebreos no hablaban nunca del alma; siempre hablaban del hombre entero, hablaban de la resurrección de la carne, como decimos nosotros. No creían que el cuerpo, solo, materialmente, iba a resucitar. Naturalmente, el hombre solo no podía hacerlo. Por eso Jesucristo les dijo a los saduceos cuando vinieron y le pusieron una dificultad referente a quién pertenecía la mujer viuda que había casado con varios hermanos sucesivamente: "Insensatos, erráis porque ignoráis la Escritura y el Poder de Dios..." La secta de los saduceos negaba la resurrección como los incrédulos actuales que son ambos los adversarios deste dogma, el final y la cúspide del Credo.
Después de San Pablo remata nuestra tesis la Epístola I de San Juan (III 2)
"Carísimos, nosotros somos ya ahora
Hijos de Dios;
Pero lo que seremos algún día
No aparece todavía
Sabemos sí que cuando se manifieste
Seremos semejantes a El
Porque lo veremos como El es..."
Por la visión beatífica seremos unidos al Ser de Dios y seremos como dioses, es decir semejantes a El. Esta es la promesa falsa que hizo el diablo a Eva. No se puede decir cosa mayor que esa. Seremos unidos íntimamente porque los espíritus se unen por el intelecto y el nuestro, confortado con una ayuda especial llamada el "lumen gloriae" o luz de la gloria, se fusionará con el Creador con una fusión espiritual que no solamente no hemos visto nunca, sino que no podemos imaginar siquiera, como dice San Pablo. San Pablo dice que no se puede contar lo que le pasó cuando estuvo en el tercer cielo. Sta. Teresa habla de seis o siete maneras de oración extraordinaria. Hubo muchos místicos que no supieron explicar el grado de oración extraordinaria, pero Sta. Teresa lo explicó magníficamente. Primero de recogimiento, después de quietud, tercero de unión (que tiene tres o cuatro grados, el arrobamiento, el desposorio espiritual, el matrimonio espiritual). La sétima morada renuncia a explicarla como imposible, pero tiene una comparación: que hay tres maneras de unión con Dios, como por ejemplo dos velas que se pueden unir por las llamas, después hay otra unión más nítida que es juntando las dos velas y la tercera es la más subida, es decir, fundiendo las dos velas sin que desaparezcan las dos llamitas, sin que la personalidad humana sea aniquilada o deshecha por la personalidad de Dios, sino que las dos personas permanecen cada una ella misma, pero lo que se siente y lo que se ve se funde en Dios de tal manera que no se puede separar.
¿Pero, me ha dado Dios vestigios o ejemplos de ese sublime y divino estado a que estamos destinados? Sí, en el mismo San Pablo, cuando fue arrebatado al tercer cielo. Una antiquísima tradición o doctrina teológica enseña que Moisés (como está escrito en el Antiguo Testamento) y San Pablo, (como este mismo dice) vieron a Dios cara a cara, o sea en su propio ser y no por espejos o enigmas como nosotros. A esto se oponía lo que dijo el mismo Dios: "Nadie puede ver a Dios en esta vida y seguir viviendo". Se abrió una discusión interminable sobre este punto, desde San Agustín, cuya opinión varía desde la juvenil a la de la madurez. Habían aparecido dos nuevos candidatos a la visión de Dios en esta vida, San Benito y ¡abajo los sombreros! la Santísima Virgen María. Sto. Tomás instituye un análisis profundo y minucioso en varias obras, sobre todo las dos Summas, cuyas conclusiones últimas parecen ser:
1 —Milagrosamente. Dios puede conceder un cachito de la visión beatífica en esta: vida, como sin duda concedió a San Pablo.
2 — Esta visión es fugaz como un relámpago, imperfecta y rarísima.
3 — Solamente puede darse en un rapto, o sea medio fuera de la vida ("si estaba en mi cuerpo no lo sé, si fuera de mi cuerpo no lo sé, Dios lo sabe"). De María Santísima no dijo nada Sto. Tomás, no quiso meterla en cuestiones a la Reina de Cielos y Tierra, pero antes había dicho en la Summa (III qu, 27, a, 5) que Ella recibió toda la plenitud de gracias que pueden caber en una criatura, lo cual ya había indicado el Ángel ("llena de gracia").
Pero después surgieron otros candidatos: Adán, los fundadores de las órdenes religiosas como San Ignacio (que dicen tuvo en Manresa un rapto de siete días) es dudoso esto; un rapto debe haber tenido, pero de siete días ya es mucho decir. Y como no tenemos más testimonios que los de los vecinos de Manresa que lo dieron por muerto, no es tan seguro como el testimonio de Sta. Catalina de Siena, que estuvo tres días como muerta, de tal manera que la iban a enterrar y cuando despertó se encontró con que le habían puesto ya la cera en los ojos para enterrarla.
Dijo que había tenido un rapto y dictó —porque no sabía escribir— su obra principal que se llama "El diálogo". Este rapto sí lo creo. También tuvieron raptos San Juan de la Cruz y la postrera pero no la última (last but not least) Sta. Teresa de Ávila, la que también habla de un rapto y dice que incluso el cuerpo pierde calor y queda como muerto.
Dios hizo para nosotros un milagro que debe faltar poco para no ser igual a la creación del mundo. Una santa que era a la vez una gran escritora, capaz de analizar su interior mejor que Sto. Tomás, la cual hizo el análisis de la "oración extraordinaria", como ya he dicho, hasta llegar a la Séptima Morada o Cumbre de Contemplación (o Muerte Mística para Sta. Catalina de Siena).
Y desta cumiare Sta. Teresa dice lo mismo que San Pablo, que no es posible decirla ni describirla, ni explicarla, ni entenderla, y que ella cree que es descubrir en un relámpago fugitivo alguito de lo que ha de ser nuestro destino eternal. En cuanto a la excelencia deste favor extraordinario y momentáneo no tiene palabras para ponderarlo, ni yo tengo palabras para recordar lo que han dicho de él algunos demoníacos contemporáneos, como Pierre Janet, Leuba y los argentinos Ingenieros y el Dr. Ombra Bella, que desprecian todos los fenómenos místicos de los santos y lo atribuyen a cualquier cosa, como Freud a la sexualidad.
Sin embaído, por grande y pasmosa que sea esta rarísima y excepcional experiencia que se da solamente "per modus actus, no per modus habitus", es decir que se da en un acto momentáneo y no queda luego como hábito, es mayor lo que dice San Juan que seremos "semejantes a Dios" y fundidos y asimilados a El como si fuésemos El mismo.
Y llegamos por fin al Apokalypsis, que al fin y al cabo tiene por asunto la resurrección de los muertos y todo lo que la precede. Y todo lo que nos describe del cielo son los cuatro animales, los veinticuatro ancianos y millares de ángeles que están rodeando el trono de Dios con cítaras canta que te canta; que nos hacen acordar lo que dijo el chico a la madre que le explicaba la gloria del cielo; "mamá, y si nos portamos bien toda la semana; ¿el domingo podemos ir al infierno a divertirnos un poco?".
En efecto, cuando llega el momento de mostrarnos el mundo de los resucitados, el Vidente no describe gran cosa, describe una gran casa o palacio que baja del cielo y asienta en el Monte Sión, edificada "ex vivis et electis lapídibus" que dijo San Pedro, de electos y vivientes sillares. Cada una de las almas en su lugar, componiendo una armonía perfecta. Pero la ve como una casa o palacio, que no dice nada. Si va a bajar realmente del cielo una ciudad de 16.000 millas cuadradas, de medidas inverosímiles, 12.000 estadios de anchura, longura y altura —o sea en forma de cubo— no lo sé ni me importa mucho. En realidad es un símbolo que a algunos no les gusta mucho por ser "una ciudad mineral, una ciudad fría y metálica", como dijo el Canónigo Viñas; un símbolo del mundo nuevo de los resucitados, pues dice la Voz Magna —Velay la morada— De Dios con los hombres — y ellos serán su pueblo — Y El con ellos su Dios. Y los ladrillos desa casa son todos piedras preciosas y oro.
Las basas, que son doce, son de jaspe, zafiro, jalcedón, esmeralda, cornalina, sardón, crisólito, berilo, topacio, crisópaso, jacinto, amatista. Y las 12 puertas ¡cada una perla! Menos mal que hay también un río de Aguas de vida, y del río aquende y allende el Árbol de la Vida que da doce frutos, cada mes un fruto y las hijas del árbol medicina para las gentes.
Pero lo que a mí más me contenta es que "no entrará nada manchado en ella" —en la Nueva Jerusalén— ni los que hacen asquerosidad y mentira y lo que es más, en esta "morada de Dios con los hombres" no habrá más enfermedades, "pues la muerte ya no será". Y secará Dios las lágrimas de sus ojos. Ni el grito ni el luto ni la pena, ya no serán. Porque lo de antes pasó. Con esto, aunque sea negativo, a mí me basta. Si hay más ya lo veremos.
El gaucho uruguayo Salaberry —mi maestro de filosofía de quinto año— decía que lo que más le contentaba era el dote de agilidad.
La agilidad es la posibilidad de moverse instantáneamente de un lado a otro. También los resucitados tendremos las cuatro dotes que mostró Cristo Resucitado a saber: impasibilidad (no poder sufrir, ni enfermarse, ni morir) agilidad, que ya lo dije, sutileza, poder pasar por los cuerpos sólidos como pasaba Cristo en el Cenáculo, y claridad o belleza. Con el don de agilidad podremos viajar por todos los astros desta galaxia y las demás y comprar un lotecito, digamos en Júpiter, con una casita para recibir visitas de compinches; pues en todo el Universo sí que habrá espacio para los miles de millonadas de salvados.
Mark Twain hace una sátira bastante estúpida de la Resurrección, diciendo que no cabrán todos los resucitados en esta tierra. Pero quién le dice a él que vamos a estar todos en esta tierra. Podremos estar en todas partes, donde queramos. Este escritor, con ese cuento que se llama "La Visión del Capitán Ringless" o algo así, cree postrar a la Iglesia diciendo estupideces. Lo cierto es que en la Nueva Jerusalén del Apolaketa, simplemente no cabe ni la millonésima parte de los resucitados, dicho con todo respeto. La Resurrección es más verdadera que el triste, hecho que todos habernos de morir. De modo que podemos morir tranquilos.
LA SANTIFICACIÓN
El Espíritu Santo es Vero Dios.
En Dios hay tres Personas.
El Espíritu Santo Santifica.
EL espíritu santo ES VERO DIOS.
El Espíritu Santo es Dios:
Hay que probarlo, pues ha sido un desconocido durante mucho tiempo. Recién al final de su vida Cristo comenzó a afirmar que el Espíritu Santo era Dios, y que provenía de El y del Padre, lo cual trajo después un tremendo cisma, el cisma griego, que no quería saber nada con que el Espíritu Santo procediera también del Hijo: tenía que proceder solamente del Padre.
Que Jesucristo es Dios ("el Hijo de Dios") lo hemos probado en la primera tesis. Que el Padre es Dios nadie lo duda, ni los judíos con su estrictísimo monoteísmo, ni Jesús que lo llama Dios de continuo, ni hereje ninguno, sino sólo los ateos.
Los adversarios de esta tesis son Macedonia (año 360) que fue un arzobispo usurpador de Constantinopla, puesto fraudulentamente por el Emperador arriano Constancio, hijo de Constantino, el último de los hijos que sobrevivió. Fue precedido por Arrio y seguido por muchos arríanos y semiarrianos a quienes San Atanasio llamó "Pneumatómajos" que significa los que matan el espíritu. Arrio había dicho que el Espíritu Santo había sido creado de la nada por el Hijo, siendo así que Dios no puede delegar el poder de creación en nadie. Dios no puede comunicar a una criatura el poder de crear y el Hijo, según Arrio, era una criatura del Padre.
Por supuesto, todos los que niegan la Trinidad niegan el Espíritu Santo. Estos son: 1°) los monarquianos (que dicen que hay una sola persona); los racionahstas (que también niegan la Trinidad) y los sabellianos (Salebio dijo que las tres personas eran tres modos de Dios, como tres nombres y eso lo dijo entre nosotros Leopoldo Lugones mucho tiempo; casi hasta el fin de su vida afirmaba que en Dios había tres cualidades que eran Verdad, Bondad y Beldad.
Yo lo visité mucho al hermano mayor Santiago Lugones antes de morir, porque la señora me llamaba y al final terminé por confesarlo dificultosamente y después la familia hizo venir el viático. Había hecho una poesía en que decía que Dios era, como he dicho. Verdad, Bondad y Beldad. Pese al error la poesía era hermosa). 2°) Los que niegan la divinidad del Espíritu Santo (Pneumatómajos) y 3°) Los que niegan la unidad (los triteistas que creen que hay como tres dioses).
Y en nuestra imaginación todos los somos un poco, pues en nuestra imaginación los representamos no sólo como tres personas distintas sino también como tres sustancias diferentes. Y no podemos hacerlo de otro modo, es imposible para nosotros imaginamos una sustancia o naturaleza con tres personas. No podemos ni siquiera tragarlo eso. Más aún los que nos hemos formado en la filosofía griega. Se enumera al Gran Rosmini Serbate, como uno de los adversarios del Espíritu Santo, pero es una calumnia.
El misterio de la Unidad y Trinidad de Dios ha sido objeto de una especulación complicadísima, mayor que ningún otro. Hay que leer los libros que he conservado yo de mis estudios, para ver lo" difícil que son, aún hoy, después de haberlos estudiado y releído. Toda esta complicación se debe 1°) Al enjambre de herejías de los cinco primeros siglos; 2°) Al cisma griego del siglo IX; 3°) Al racionalismo y al modernismo actual. Yo, si me preguntan cuál es el esquema o quisicosa diría: En Dios hay UNA natura, DOS procesiones, TRES personas, CUATRO relaciones y CINCO nociones y podría explicarlas mal que bien, pero si me preguntan qué es la "Circumincesión" o la "perijosis" no lo sé; y nunca lo he sabido, salvo dos horas antes del examen.
LAS CINCO NOCIONES SON:
1°) la inmacibilidad que es propia del Padre,
2°) la paternidad,
3°) la filiación, que son propias del Padre y del Hijo respectivamente,
4°) la expiración común, que es la relación del Padre y el Hijo con el Espíritu Santo y
5°) La procesión que es la aparición del Espíritu Santo, su nacimiento o como quieran llamarlo, aunque propiamente no es eso pero lo conciben como una expiración, como si fuere soplado.
La prueba de que el Espíritu Santo es Dios, es que, después de aparecerse dos veces visiblemente, en el Bautismo de Cristo y en Pentecostés, (lo cual no probaría que es Dios) Cristo habla del Espíritu del Padre y suyo como una persona distinta a la que atribuye atributos divinos. Los Apóstoles lo llaman Dios explícitamente. Cristo le atribuye al Espíritu Santo, poco a poco, especialmente en sus últimos sermones, en la Ultima Cena, atributos divinos: que inspiró a los profetas, que inspiró también a los libros sagrados; el Ángel le atribuyó el nacimiento del Hijo de Dios. Hablaremos más tarde de una cosa curiosa que es la apropiación. Todos dicen que las obras de Dios "ad extra", hacia el exterior, es decir hacia nosotros, proceden de las tres divinas personas a la vez, sin embarco se ha hecho la costumbre en la Iglesia, de apropiar una obra al Padre que es la Creación, otra obra al Hijo, que es la Redención y otra el Espíritu Santo qué es la justificación, siendo así que todas las obras proceden de las tres personas a la vez, de un solo Dios.
San Juan XV —26— "Cuando viniere el Paráclito Consolador —dice Jesús— que yo os mandaré desde mi Padre, el Espíritu de Verdad, que procede del Padre, El prestará testimonio de mi..." Aquí Jesús indica de paso que el Consolador procede del Padre y del Hijo, como creemos nosotros y negaban los cismáticos griegos (“Filioque").
"Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. . ." El "nombre" está en singular y los tres apelativos son un plural; y no dice "en los nombres". San Agustín dice: "Fíjate en el "nombre" y fíjate en el "somos'. "Estos dos textos principales bastan para probar la divinidad del Espíritu Santo".
"Et in Spiritum Sanctum dominum et vivificantem, qui ex Patre Filióque procedit. . ."(Y en el Espíritu Santo, señor y vivificador, “que procede del Padre y del Hijo" —Credo de Nicea). Esta palabra "y el Hijo" (Filioque) sirvió para separar de la Iglesia millones y millones de fieles. El "que" es una preposición copulativa, que se pone detrás de las palabras en lugar de ponerlas entremedio de ellas.
Primero Focio, obispo usurpador de Constantinopla, noble y erudito, pero ambicioso, pérfido y cruel; y después de su muerte Miguel Cerulario, separaron de Roma toda la Iglesia de Oriente inventando una iglesia independiente que se llamó "la religión ortodoxa". Digo que se llamó porque ya no existe, los bolcheviques la han disuelto. El pretexto fue que Roma había caído en herejía, diciendo que el Papa enseñaba que el Espíritu Santo procedía del Padre y del Hijo y no del Padre solo; y la prueba era que en España habían añadido el "Filioque" (y del Hijo) que no estaba antes. Por esa palabrita negaban la obediencia a la Santa Sede. Pero eso es un pretexto. No sabemos nada de la realidad de Dios; repetimos lo que hemos leído en los Evangelios.
La verdadera causa no era esa palabrita o pedacito de palabra, la verdadera razón era la rivalidad mortal que existía entre Roma y Constantinopla, las dos capitales del Imperio. Roma había sido la Capital y estaba arruinada por los bárbaros, pero seguía siendo la capital de la religión.
Entraron otras herejías y también aberraciones morales en la Iglesia griega, después rusa. Hubo un gran escritor español, que ha estudiado el estado del cisma griego hasta
hace unos diez años, señalando que se corrompió de una manera extraña, terrible. Esas aberraciones se pueden encontrar por ejemplo en Dostoiewsky. El sacerdocio —los popes— echaron a perder la iglesia griega y el pueblo siguiéndolos se corrompió también. Se hicieron dos grandes tentativas para reunir a las dos grandes Iglesias; una por parte de San Buenaventura, compañero de Santo Tomás, estuvo a punto de tener éxito, en el siglo XIII en el Concilio de Lyon y la otra en el siglo XV en el Concilio Florentino, pero fracasaron ambas. El "Filioque" se había perdido ya de vista.
En realidad, como ya dije, el "Filioque" fue un pretexto que tapaba los profundos motivos de política y ambición; de la rivalidad profunda entre la Capital del Imperio, la suntuosa Constantinopla y la mísera y arruinada Roma, Capital de la religión: De manera que cuando el Emperador Miguel II el Beodo escribió al Papa Nicolás I protestando contra algunas decisiones enérgicas que tomó en el larguísimo pleito con Oriente, dice:
1) Que los Emperadores habían usado siempre con el Papa la palabra "mandamos".
2) Que la lengua latina era una lengua bárbara.
3) Que la Nueva Roma (así llamaban a Constantinopla) no era inferior a la sede de los Papas, sino superior si acaso.
4) Que el Patriarca Ignacio había sido depuesto con todo derecho por Focio, Lo había depuesto de mala manera para ponerse él. El Patriarca Ignacio fue un gran sacerdote que soportó la deposición y el destierro todo el tiempo que pudo pero Focio le quitó la sede.
La cama donde se echó Focio, que tuvo dos triunfos y fue Patriarca dos veces, porque vino un emperador bizantino que lo echó en un momento dado y volvió a poner a San Ignacio y después volvió a triunfar Focio y se metió de Patriarca y se portaba como si fuera un Papa; era una corte corrompida, un gobierno acostumbrado a meterse en el gobierno eclesiástico y un clero presuntuoso envidioso y al final también corrupto. El Papa envió dos legados para tratar de arreglar las cosas y tratar con esa gente tan difícil, pero eran embaucados o corrompidos, a veces los engañaban y a veces los corrompían con dinero. Cuatro Papas lucharon contra esta situación enredadísima, Nicolás I el Grande, Adriano II, Juan VIII y Formoso I.
El cisma cesó provisoriamente para fijarse definitivamente en el siglo siguiente con Miguel Cerulario.
Focio fue un hombre gigantesco, como Lutero, aunque fuera para mal. Murió olvidado y encerrado por León VI, hijo adulterino de Miguel III el Beodo y la mujer del Basileus Basilio (Mejor es llamar al Emperador Basileus y a Constantinopla Bizancio, aunque se pierde aquello de
"Al Arzobispo de Constantinopolis
Lo quieren desarzobisconstantinopolizar,. .")
Siguió un período de poca amistad entre Roma y Bizancio, con Basileus ejerciendo el cesaropapismo; o sea, metiéndose en el gobierno eclesiástico y con excomuniones (cada Iglesia se la pasaba excomulgando a la otra), con los árabes por un lado y los visigodos por otro invadiendo las fronteras, hasta que llegó el Patriarca Miguel Cerulario en 1402, el responsable de la ruptura definitiva.
Era muy diferente de Focio; era iletrado, violento y ferozmente antilatino. Para qué contar la serie de choques y rencillas con el Papa. Baste decir que al fin amotinó al pueblo contra los legados del Papa que tuvieron que huir y reunió un "sínodo" que excomulgó al Papa y a su Iglesia, acusándola de no venerar a San Basilio ya San Juan Crisóstomo, de afeitarse la barba, guardar el celibato y no casarse como sus sacerdotes, tomar leche los miércoles y comer huevos los viernes en vez de ayunar; y sobre otras cosas así, la tremenda herejía del Filioque, que nadie sabía lo que era pero todos le tenían horror.
Le habían infundido al pueblo horror a esta palabra aunque no sabían qué quería significar, ni lo supieron, ni les importaba nada que procediese el Espíritu Santo del Padre y del Hijo. Solamente la Iglesia de la Nueva Roma mantenía la fe, según este sínodo, la cual se convirtió en la Religión autodenominada "ortodoxa" o sea "que piensa bien". Ortodoxia significa opinar rectamente. Murió en 1058, dejando una religión nueva que duró 10 siglos y pronto se llenó de basura y perros muertos; hasta que la hicieron trizas los bolcheviques. Los bolcheviques no nacieron de Carlos Marx sino de esa pésima situación de la Iglesia Rusa. No les importaba nada Carlos Marx, lo que les importaba era mandar, gobernar, tiranizar e independizarse.
¿Qué hay de verdad en el "Filioque"?
Un Concilio, el ecuménico II de Constantinopla, no nombró al Hijo por un casual, pero desde siglos antes los Padres Orientales, lo mismo que los occidentales, enseñaban en los concilios y en sus textos que el Espíritu Santo procedía del Padre y del Hijo, con esta fórmula: "procede del Padre por el Hijo" y esa forma han querido renovarla varias veces, por ejemplo algunos rusos como Soloviev, que quiso juntar la Iglesia Rusa con la Romana: un gran filósofo, el único filósofo que han tenido los rusos, muy devoto, un santito, que toda la vida luchó para unir las dos iglesias diciendo que la de Roma era la verdadera, que ellos estaban mal.
Soloviev
Luchó muchísimo y lo único que consiguió fue que sus compatriotas lo persiguieran; de todas maneras no pudo parar en Rusia ni pudo editar un solo libro suyo en ese país, debió editarlos en Francia.
En Roma tampoco le hicieron caso. Resulta que el Cardenal Merry Del Val lo desdeñó.
Murió en 1900 justo y entró en la Iglesia Católica antes de morir, haciéndose dar los sacramentos por un sacerdote católico aunque él creía que los sacerdotes rusos también consagraban válidamente, lo cual es muy probable.
En fin, al pueblo no le importaba esta disputa, de si el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo, etc., porque "al fin y al cabo nosotros no tenemos que darles de comer".
Los españoles, siempre vehementes, ya desde el año 380 en el "De fide Dámaso” decían "del Padre y del Hijo", lo cual se dijo en todas partes menos en Roma, donde Carlomagno lo prohibió, por no indisponerse con los orientales; pero después León III, Papa, lo hizo grabar por todas partes en latín y en griego; hasta que Focio en el año 867 reunió un Concilio en Santa Sofía y excomulgó al Papa. El Papa a su vez reaccionó, juntando a los
Obispos de Germania que le levantaron la excomunión y aprobó el Filioque y ahí está todavía en nuestro Credo "Qui ex Patre Filioque procedit".
¿Cómo se prueba el Filioque?
En la Escritura tenemos que es "el Espíritu del Hijo", el cual lo "envía", lo "recibe" y lo "oye".
Primera Epístola de San Pedro, Primer Capítulo: "De la cual salud han exultado los profetas, que significaba en ellos en aquel tiempo el espíritu de Cristo".
San Juan, Capítulo 16: "Cuando viniere el Espíritu de Verdad no hablará de suyo sino que lo que oye lo hablará de Mi. El me calificará, porque recibirá de Mí y os anunciará a vosotros. Yo lo que oí a mi Padre eso lo anuncio en el mundo". De manera que aquí aparece como el Espíritu del Padre.
Y si en vez de proceder del Padre y del Hijo procediera tan sólo del Padre ¿Qué pasa? A mí nada. A Focio tampoco. Lo que le interesaba era ser Patriarca, como a Miguel II el Beodo, mandar en su tierra más que el Papa.
Tremenda es la justicia de Dios porque esta gente que hizo el gran crimen de separar millones de personas de la Iglesia Romana y con eso romper a una gran nación, acabó en lo que hemos visto, ahora es una morada de Satanás.
Para terminar recordemos los nombres espléndidos que la Iglesia prodiga al Espíritu Santo en los dos hermosos himnos latinos que se cantan en su Misa:
􀂾 Padre de los pobres
􀂾 Dador de dones
􀂾 Luz del corazón
􀂾 Consolador Optimo
􀂾 Dulce huésped del alma
􀂾 Dulce refrigerio
􀂾 Descanso en el trabajo
􀂾 Templanza en los ardores
􀂾 Consuelo en el llanto...
􀂾 Tu llamado el Paráclito
􀂾 Don del Dios Altísimo
􀂾 Fuente viva, fuego amor.
􀂾 Unción Espiritual.
􀂾 Dedo de da diestra del Padre.
􀂾 Y su promesa segura.
EN DIOS HAY TRES PERSONAS
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son una sola persona, son una sola sustancia o hipóstasis.
Hemos encontrado tres personas divinas, que son Dios en el más estricto sentido de la palabra y ahora nos dicen que las tres son una sola cosa. Nos abocamos al misterio, un misterio inmenso. En cierto modo es más difícil que el misterio de la eternidad de Dios, porque al fin y al cabo esta idea los griegos la profesaban, pero la unidad de Dios en tres personas no fue concebida por nadie. Si Santo Tomás siguió a Aristóteles, fue separándose de él en la noción de hipóstasis y persona.
Aristóteles, llamado "El Filósofo" por antonomasia, había enseñado en Grecia primero, después en Europa por medio de los árabes y de los grandes italianos medievales la teoría de la "personalidá", como dice el uruguayo; y he aquí que viene la religión cristiana a chocarlo:
¿Puede haber tres personas que poseen una misma natura?
—No —dice el Filósofo— Persona es una sustancia individua de natura racional. Donde quiera haya una natura racional completa allí hay una persona y viceversa.
Esta sería la respuesta de Aristóteles si uno le hablara.
—¿Y si yo te dijera que hay tres personas en una sola natura?
—No es posible.
—¿Y si yo te dijera que estoy seguro de eso?
En la tierra nunca se ha visto —diría Aristóteles.
— Yo no digo en la tierra. ¿Es enteramente idéntico, en la cosa y en el concepto, la natura y la persona?
—No. La persona añade algo sobre la natura.
—¿No podría haber tres hipóstasis o supuestos participantes de una sola naturaleza común?
—No lo sé, diría Aristóteles. No puedo creerlo. Y no lo puede saber. Porque es cosa de Revelación.
Este es el atolladero con que nos encontramos hace 20 siglos, más los filósofos que el vulgo. Al vulgo no le importa mucho. Generalmente procede como si fuesen tres dioses y nada más.
LOS FILÓSOFOS ADVERSARIOS DEL MISTERIO DE LA TRINIDAD SON PRINCIPALMENTE:
1°) Los que niegan las personas, convirtiéndolas en "modos" o aspectos de la Divinidad: son los "modalistas" o "sabelianos" de los que ya hablamos.
2°) Los que niegan la unidad, poniendo tres dioses, que son los Triteistas, que existieron también.
3°) Algunos más curiosos, los que niegan el misterio, creen que eso puede entenderse con humanas entendederas, por lo menos después de haberlo revelado Dios. Creen que se puede probar con la razón una vez que lo sabemos. Aquí hallamos dos hombres muy excelsos, casi santos: el mallorquín Raimún Lull, (beato Raimundo Lulio) en el siglo XIII y en nuestros tiempos el Venerable Antonio de Rosmini Serbati; marqués, fundador de órdenes y muy gran filósofo.
Otro sabio como ellos pero no santo ni de lejos es citado junto a ellos por la historia de la Filosofía, el famoso Pedro Abelardo, del Siglo XII, espíritu agudo, aventuroso y travieso, pero en sus obras mayores, que tengo, es del todo correcto acerca del misterio trinitario. Debe haber sido una de tantas escapadas o corbetas, nacidas de su manía por la dialéctica; era un maravilloso dialéctico, es decir disputador, con la cual empero inventó la solución del famoso "problema de los universales", que más tarde recibiera Santo Tomás.
El problema de los universales ocupó muchísimo a los medievales, problema que había sido resuelto por Aristóteles en forma oscura y somera. Consiste en cómo se forman los conceptos universales, siendo así que nosotros no vemos más que cosas singulares, no vemos ningún universal. Y el que vio un universal y muchos universales, que fue Platón, era recusado por Aristóteles y por todos los medievales.
Negaban las ideas puras de Platón, que eran universales pero que subsistían como sustancias. La vida de Pedro Abelardo fue un torbellino, no solamente la castigó con ferocidad el canónigo tío de Eloísa, sino que ha tenido un castigo póstumo en la Argentina, Arturo Capdevila le escribió una biografía de cachivache con el nombre "Del infinito amor". No sabía nada, ni de Abelardo, ni de lo que escribió Abelardo, ni de la filosofía, ni de nada. Escribió algo así como un reguero de miel o de agua con azúcar.
Los "modalistas" afirman que esos tres nombres son eso solo, "nombres" o aspectos de un solo Dios. Tuvimos entre nosotros, como ya dije, al pobre Lugones, Leopoldo, y mucho más acérrimo a su hermano mayor Santiago, para quien la Trinidad era la Bondad, la Verdad y la Beldad o Belleza. "La Belleza es el resplandor de Dios en la armonía de lo creado", repetía el poeta. Y su hermano mayor escribió un poema breve y muy hermoso sobre esta idea. Claro que es más fácil
Los "modalistas" antiguos o sabelianos o negaban la distinción de personas (Sabelio, los patripasianos) o negaban la divinidad de dos personas (Arrio) o la de una (Macedonio).
Los trieteistas, tres dioses, eliminaron también el misterio suprimiendo la unidad de Dios como los antiguos paganos; los principales fueron Philopón, Roscellín el adversario de Abelardo, el Abad Joaquín de Floris en la Edad Media y Gunther en nuestros días.
El concepto de la unidad está inserto en el Credo Niceno y en todos los credos.
PRUEBA:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son nombrados por Jesucristo y después interminablemente por los Apóstoles y toda la Tradición, son:
1) Personas, porque viven, entienden, quieren y obran.
2) Diversas, porque se oponen entre sí por la procedencia; el Hijo procede del Padre, el Espíritu procede del Padre y del Hijo, "es el amor del Padre y del Hijo" decimos.
3) Son un Dios, porque así son explícitamente llamadas y decoradas de atributos divinos.
4) Son uno porque Dios infinito es uno solo, como profesaba el férreo monoteísmo judío que Cristo afirmó y no negó; y porque parecía negarlo al afirmarse como Dios, fue llamado blasfemo y condenado a muerte. "Ego et Pater unum sumus" "oye el Unum y oye el sumus, y huirás de Scilla y Caribdis", dice Agustín. Es decir, que aunque a Pilatos le dijeran otra cosa, en el Tribunal del Sanedrín lo condenaron por blasfemo.
San Mateo. "Bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".
Efesios, III, 14, "Dobla la rodilla al Padre y a nuestro Señor Jesucristo en el cual toda la paternidad en el Cielo y en la tierra es nombrada".
Juan V. "Ut simus in vero Filio ejus".
LA RAZÓN TEOLÓGICA
1°) Es imposible que Dios no conozca y no ame.
2°) Conociendo y amando es imposible no se conozca y ame a sí mismo.
3°) Su conocer y su amor son sustancia, son personas, no pueden ser accidentes o meras potencias, como en nosotros. Son su misma naturaleza y sin embargo son entre sí distintos, como en nosotros, esas dos potencias (o sea accidentes) el intelecto y la voluntad que son distintos entre sí, no son sustancias, son accidentes, son potencias, facultades.
4°) La mejor imagen análoga que podemos hacemos de la Trinidad es nuestra alma. El Yo se siente ser y así es nuestro verbo o auto conocimiento (La Conciencia de los psicólogos). El yo ama a ese Verbo o retrato propio, y ese es nuestro Querer Vital del que dependen todos nuestros quereres (o sea la Tendencia de los psicólogos).
Esta es la famosa comparación de San Agustín. Este advertía que no es más que una analogía pero se parece mucho al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Objeciones: Hay muchísimas porque es un misterio, de manera que pueden inventarse objeciones hasta cansarse.
Por ejemplo ésta que ha tenido mucho éxito, porque lo ha acobardado al gran filósofo Francisco Suárez. "Dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí. Más el Padre y el Hijo son iguales al Espíritu Santo. Luego son iguales entre sí. . .".
Los tres son iguales hay que decir. Aquí dio un tropezón Suárez: dijo que ese axioma vale en lo natural pero no vale en lo sobrenatural.
Pero un axioma metafísico tiene que valer siempre y en todo lugar, no puede tener excepciones. Un axioma metafísico es enteramente ínexceptuable. No puede dejar de valer en este mundo ni en el otro. Los axiomas metafísicos, como por ejemplo todo lo que procede es de otro", porque no hay efecto sin causa, como decimos, no puede tener excepción ninguna. Estos axiomas metafísicos son la base de la filosofía y también de muchas otras ciencias como las matemáticas, se perciben inmediatamente con la sola lectura de sus términos, no tienen demostración, no necesitan demostración, basta que a uno le anuncien bien los términos de un axioma metafísico para que uno vea que eso tiene que ser así.
Mejor es decir: pero yo digo que los tres son iguales, no solamente el Padre y el Hijo son iguales, los dos son iguales en cuanto a la naturaleza pero difieren en cuanto a las personas. Para igualar dos cosas a una tercera hay que igualarlas en el mismo plano o concepto. Si Usted me dice: "El Padre y el Hijo son iguales al Espíritu en cuanto personas..." niego.
Son personas diferentes, en cuanto concepto.
— ¿Y en qué se diferencian?
—En la relación. Las personas en Dios constan de relaciones.
Esta es la parte más, sólida de la teología de la Trinidad. El mismo Jesús la indicó al llamarse con respecto a su Padre el Hijo, lo cual es una relación. Ser hijo es una relación. Las relaciones se basan en un hecho o en una cosa, pero ellas en sí mismas no son sustancia. Por ejemplo el orden de una biblioteca es una relación. Todos los órdenes que existen son relaciones. Una vez que está hecho el orden, existe, pero no hay sustancia. Es una categoría relación.
— ¿Y de dónde sacan que el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo están constituidos por una relación sustancial y no accidental?
—Diré buscando lo más sencillo: de las diez categorías de Aristóteles, una, la Sustancia y abajo de ella nueve Accidentes, la única que no repugna a Dios es la categoría "Relación"; todas las demás no pueden existir en Dios (los nueve accidentes son:
1. Calidad,
2. Cantidad,
3. Acción,
4. Pasión,
5. Relación,
6. Tiempo,
7. Movimiento,
8. Situación y
9. Hábito).
Ninguna puede convenir a Dios, porque son todos accidentes puros, pero la relación es un accidente que tiene referencia a otros, y eso puede ser sustancia en Dios.
La relación es ESSEAD, ser hacia, o sea algo que existe por referencia a otro; como por ejemplo la Paternidad y Filiación, el orden de una biblioteca, de un regimiento o cualquier orden.
Así en Dios existen las cuatro relaciones de Paternidad, Filiación y la doble de la procesión del Espíritu Santo (procesión significa procedencia, viene del verbo proceder en latín). La procesión no tiene nombre propio y le dicen espiración activa y pasiva. La espiración pasiva, que proviene de la doble espiración activa del Padre y del Hijo, es el Espíritu Santo.
Aquí comienzan a disputar los teólogos: Gregorio de Rimini por un lado, Duns Escoto por otro, Alejandro Hales, San Buenaventura, etc., se presentan cada uno con una sutileza. Basta que notemos a Santo Tomás: las tres divinas hipóstasis se distinguen por las relaciones que las originan.
En el Seminario en mi tiempo había un profesor muy sencillote, que enseñaba todo lo que le pusieran por delante. No sabía casi nada, ya ha muerto el pobre. Le dieron a enseñar el Tratado "De Deo Trino", y el primer día de clase nos dijo: "Miren, esto que vamos a aprender no sirve para nada; pero sirve para aguzar la inteligencia...". Servía para fatigar la inteligencia.