miércoles, 25 de noviembre de 2009

La otra cara del periodismo ..el destructivo ,satirico y mal intencionado ... Daniel Samper

 Articulo del periodista y escritor Daniel Samper Pizano ; no es malo  escribiendo satiras y un humor chamuscadoE ,interviniendo en politica  desde la barrera y de un modo pilatesco;  escudero cuando es necesario y puede el expresidente Colombiano  Ernesto Samper Pizano su Hermano , de ingrata recordacion para los Colombianos y cuyo Gobierno  estuvo empañado por financiacion del narcotrafico, Absuelto por el senado perono por el pueblo Colombiano; siempre lleva a sus espaldas el   fue a mis espalda, pero nadie le creyo, actualmente  opositor del presidente Uribe y coqueteador con Chavez en este conflicto actual con Venezuela

Juzguen ustedes el articulo de dias pasados  en el diario El tiempo  

JAG.

Peligro: llega el Estado de Oración


Una senadora cristiana y uribista plantea prohibir por ley los desnudos en medios de comunicación... Un colega suyo anuncia que su proyecto político consiste en imponer los valores cristianos... Contra los consejos de los mayores expertos, el Gobierno impulsa el castigo constitucional del consumo personal de droga... El Presidente recomienda a los solteros que sean castos... Varios ministros son obligados a rezar ante la Virgen de los Remedios... El Jefe del Estado plantea a un grupo de obispos sus dudas en la interpretación del Evangelio... La página web de la Presidencia invita a orar ante la Santísima Virgen... La Iglesia y el Procurador ("Absolvedor", según Ramiro Bejarano) General bloquean la aplicación del aborto legal...
¿Ha borrado de un plumazo este gobierno la separación entre Estado e Iglesia? ¿Se está apoderando la religión de nuestras instituciones? Hay signos inquietantes que así lo sugieren. Admirar a las señoras con poca ropa, fumarse un cacho de marihuana, acostarse con la novia son pecados, no delitos. Parecería, sin embargo, que prospera una campaña para que el Estado castigue los pecados. No ayuda a despejar esta preocupación el hecho de que Uribe fue señalado hace años como miembro de las divisiones inferiores del Opus Dei (no sé que lo haya negado), que varios de sus funcionarios lo sean (entre ellos el ministro de Obras Públicas, el peor calificado del gabinete) y que el 10 por ciento del Congreso esté en manos de militantes religiosos, en su mayoría uribistas. Muchos llegaron allí con votaciones exiguas, al caer de su curul otros legisladores, lo cual aumenta el peligro de que convicciones ultraminoritarias se abran paso como políticas del Estado.
El tema más delicado, el que más alebresta a los sectarios, es el del aborto. La judicatura colombiana sentenció que es legal interrumpir el embarazo en ciertos casos especiales. Sin embargo, la oposición religiosa, encabezada por los obispos y por el maniático Absolvedor, ataca esta norma. Su beligerancia logró acobardar al alcalde de Medellín e impidió la aplicación de la ley en una clínica para mujeres.
Es totalmente respetable que los ciudadanos que profesan creencias católicas no acudan al aborto o practiquen el sexo sin condón. Pero no pueden pretender que sus ideas personales obliguen a los demás. Cabe discutir, además, la coherencia de sus convicciones: si de veras les preocupa que un ser humano disponga de la vida de otro, deberían oponerse a la legítima defensa y a la pena de muerte y plantear en la Constitución el veto absoluto a la guerra. Cuesta trabajo creer que esta Iglesia cuya Inquisición aún ahorcaba impíos en 1826 porque no compartían el dogma católico, ahora se desgarre las vestiduras cuando una mujer, con amparo legal, interrumpe una mera expectativa de vida.
El Instituto Guttmacher, experto en el tema, demuestra que es falso que la legalidad de esta práctica la fomente. Al contrario, mientras el aborto legal disminuye en el mundo, el ilegal -que mata cada año a 70.000 mujeres- se mantiene. Europa, con leyes muy liberales al respecto, registra las más bajas tasas de aborto; Uganda, que lo prohíbe, padece las más altas. La mortalidad femenina en los abortos legales es de 1 por 100.000 y en los clandestinos, de 330. En esta actitud subyace un machismo milenario. Los obispos bendicen las armas y nombran capellanes en el Ejército, pues la guerra es, sobre todo, cuestión de hombres. Pero se movilizan para impedir que las mujeres que no profesan sus creencias ejerzan sus derechos legales. ¿Qué pasará cuando lleguen al Congreso los Testigos de Jehová? ¿Prohibirán las transfusiones de sangre?
Cristo lo dijo con claridad: a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César. Lamentablemente, a la par con el Estado de Opinión nos amenaza el Estado de Oración.

Daniel Samper Pizano