miércoles, 8 de julio de 2009

Remedio de la Peste, comulgar de rodillas.curioso articulo.


Niegan la Comunión a los Fieles en la Argentina(Grave abuso del poder eclesiástico en plena Pandemia)
Dicen que la peste se ha abatido sobre la Ciudad de la Santísima Trinidad y el resto del país cuya bandera lleva los colores del mando y túnica de la Inmaculada Concepción y abraza en su seno al Sol que nace de lo alto (oriens ex alto - Lc 1, 78).
Quizá por eso la Providencia haya establecido que no sea una peste "en regla", como la que conocieron otros siglos cristianos en que el llanto cubría las ciudades y los campos. Incluso hay estadísticas sobre las que se podría concluir que es más benigna que la gripe común, puesto que el índice de mortandad del nuevo virus H1N1 sería más bajo que el de aquélla, si bien es cierto que se encarniza con los más jóvenes y que alrededor de un tercio de los fallecidos no pertenecían a grupos de riesgo.
La Iglesia siempre se ha ocupado de los enfermos y, de manera especial, en tiempos difíciles. Vienen a nuestra memoria tantos santos, sacerdotes, religiosos y laicos que han ofrecido sus vidas socorriendo a sus hermanos. Cuando en 1854 el cólera asolaba la ciudad de Turín, y ya eran pocos los que podían ayudar a las víctimas, San Juan Bosco pidió a sus jóvenes que se involucraran diciéndoles: "Os aseguro que ninguno de vosotros se verá afectado si evitan todo pecado mortal".
Contrariamente, con toda humildad y pesar lo decimos, creemos que la actitud de muchos de nuestros pastores frente a la presente crisis, es lamentable. Sabemos por experiencia que no es fácil evitar el pecado pero: ¿No se muestra miedo en exceso? ¿No es esto falta de Caridad? ¿No es acaso un flagrante abuso de poder?
Porque ha de saberse que muchos sacerdotes están negando la Sagrada Comunión a los fieles que no desean recibirla en la mano, so capa de que hacerlo en la boca es menos higiénico.
Hay falta de Fe; porque el Sacramento de la Salud, en el que Jesucristo se hace presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, no puede ser agente de enfermedad, aunque conserve los accidentes del pan y del vino. Los historiadores registran lo contrario: nunca se ha sabido que la Santa Misa haya sido foco de la peste, sino que es el remedio de ella. Siglos de comunión en la boca no han causado ninguna peste; pocos años de comunión en la mano infinidad de profanaciones que quizá merezcan el castigo de una peste, sólo evitada por la infinita misericordia de Dios.
Hay también falta de razón. Porque, se verá a poco que se piense, que la mano de los fieles estará mucho más contaminada a la hora de comulgar que la del sacerdote que administra el sacramento.
Ese mismo fiel que viajó hasta la iglesia quizá en subterráneo o en microómnibus o en su propio coche; que toco el picaporte de alguna puerta antes de llegar; que saludó a un amigo; que se apoyó en el pasamanos al subir una escalera; que tocó dinero para ponerlo en la colecta. Su mano, pues, estará indudablemente más contaminada que la del celebrante que las ha purificado antes de subir al altar y vuelve a hacerlo en el Ofertorio. Se dirá que puede tocar la boca de los fieles al momento de depositar la Sagrada Forma sobre la lengua. Lo cual es tan cierto como que puede tocar la mano, en el mismo trance.
La posición ideal para el caso es la comunión de rodillas, no solamente porque es la prescripta por la Iglesia desde la más remota antigüedad, no solamente porque con ella se cumple siempre el mandado de adorar antes de comulgar, no solamente porque "ante el nombre de Jesús, ha de doblarse toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los abismos"; no solamente porque en tiempos de grave crisis se ha de impetrar de rodillas a la Divina Majestad de Dios el remedio, sino, porque puesto en el trance de tener que optar por lo más higiénico, es ésta la manera perfecta de prevenir supuestos inconvenientes: el fiel colocado por debajo del sacerdote, con su cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, con la boca debidamente abierta y la lengua dignamente afuera.
Así, cualquier persona medianamente inteligente y entrenada puede colocar la Forma sin tocar nada. El saber y la experiencia de siglos sin antibióticos ni antivirales pero con mucha fe, eso indica.
Pero en lugar de volver a la tradición, el progresismo modernista que indudablemente está detrás de la radicalización de esta medida, niega el sacramento en tiempos de aflicción, mostrando una falta de caridad extrema y cometiendo grave abuso litúrgico. Si se consideró que había que cambiar algo por las presentes circunstancias, se podría al menos dar la comunión en la mano y en la boca en filas separadas. De modo que los que quisieran arriesgarse a los ojos de este mundo incrédulo, habrían podido recibir el Sacramento, sin que "sus manos sin consagrar toquen la sagradas especies", lo cual está prohibido por la legislación Universal de la Iglesia y se hace mediante un indulto, cuya aplicación ha sido incorrecta en la mayoría de los casos.
Sepa Roma y el mundo católico que aquí en la Argentina, con la aprobación tácita o expresa de numerosos obispos, se está dejando sin comunión a muchos fieles que resisten; mientras otros ya han sido violentados en sus convicciones más íntimas. Y esto en época de tal crisis (supuesta o real, no hacemos juicio) que en algunos lugares ya se ha dispensado del precepto dominical y se está hablando de la cancelación de la Misa. ¡Habráse visto imprudencia mayor! ¡Cesar el Santo Sacrificio justamente cuando es más necesario!
Frente a ellos querido fiel que con toda razón te niegas a tocar con tus indignas manos el Augusto Sacramento, busca otro lugar.
Si no lo encuentras, comulga espiritualmente y reza para que la Gloriosa Madre del Redentor nos consiga el pronto fin, no sólo de la peste material, sino fundamentalmente de la peste del progresismo modernista que desde hace años están asolando la Iglesia en la Argentina.
Uno de los muchos carteles colocados en la Basílica San José de Flores, en la que sabemos con certeza se niega la comunión en la boca y en la que, además, se ha eliminado el agua bendita de la entrada.

La ilustración: Fragmento de "La Última Comunión de San José de Calasanz", óleo sobre lienzo de Francisco de Goya (1780), que se conserva en el Museo Calasancio de Madrid.

Publicado por Página Católica de internet