miércoles, 18 de agosto de 2021

La muerte que Yo reservo a quien Me ama (Valtorta)..

 

La muerte que Yo reservo a quien Me ama (Valtorta)



11 de julio 1943, Cuadernos Valtorta

Dice Jesús:

«Quien mata el amor mata la paz. La paz es tanto más viva cuanto más vivo es el amor. ¿Quieres la medida de cómo un ser ame? Observa si tiene o no tiene la paz en sí. Quien ama actúa bien. Actuando bien no conoce turbación. Esto sirve para todas las formas de amor.

El amor natural no se distingue en ciertas facetas del amor espiritual. Ni se puede decir que se distinga en las reacciones. Cuando una criatura no ama o ama mal a otra criatura, está inquieta, recelosa y llevada a desconfiar y a acrecentar cada vez más sus agravios y automáticamente sus sospechas y sus inquietudes. Cuando, pues, una criatura no ama o ama malamente a su Dios, la inquietud aumenta infinitamente y ya no da paz. Como un viento de desventura, arrastra cada vez más lejos del puerto la pobre alma, que acaba pe- reciendo míseramente, si no interviene un milagro de divina bondad para salvarla. Es lógico que sea así.

Dios está sin culpa hacia vosotros, y vosotros tenéis la absoluta obligación de amarle porque Él os da amor, y amor pide amor. Cuando vosotros negáis a Dios amor, caéis, por natural consecuencia, en poder del príncipe del Mal. Dejáis la Luz, y las tinieblas os envuelven. Comienza entonces el tormento que es la fase preparatoria de las penas futuras. Pero el alma amante, segura de ser amante, está en la paz. El prójimo podrá acusarla de las cosas más malvadas, podrán las circunstancias tener apariencia de castigo celestial. Pero el alma no saldrá de la paz. Porque sabe que ama, no teme nada.

Mira a Juan. "Uno de vosotros me traicionará" dije. Y aquella frase fue como una chispa lanzada en una laboriosa colmena. Todos se resintieron. El culpable hasta llegó a denunciarse a sí mismo diciendo: "¿Soy yo acaso?", y obteniendo mi respuesta afirmativa que sólo la obtusidad de los demás no permitió que fuese comprendida. La culpa tiene estas imprudencias: ciega hasta el punto que conduce a la auto denuncia.

Pero Juan, el amante fiel, no movió la cabeza de mi pecho. Su paz permaneció sin estremecimientos. Él sabía que y cómo me amaba. Tenía como defensa, contra toda acusación y reproche, su caridad y su pureza. Ha permanecido, con la cabeza que no sabía traicionar, sobre el Corazón que no sabía traicionar.

Te doy a Juan como modelo. Hace años que te lo doy como intercesor. Recuerda. Antes intercedió, ahora te instruye sobre las dos cualidades que hacen de un discípulo un predilecto: la caridad y la pureza. Cuanto más crezcas en ellas más crecerá la paz en ti. Y con la paz el abandono total sobre mi Corazón.

La muerte de los amantes no es un cambio: es una perfección. Pasáis del reposo, obstaculizado por la materia, al libre reposo del espíritu en Dios. No es más que un estrecho abrazo en una luz más viva.

He ahí la muerte que Yo reservo a quien me ama. Muerte de paz después de una vida de paz. 'Y en mi Reino, la eterna Paz».