Háblale a Dios de tus alegrías
Cuando recibas alguna agradable noticia, no obres como suelen hacerlo algunas almas poco leales y muy desagradecidas, que acuden a Dios cuando gimen bajo el peso de la tribulación, pero que luego, en el tiempo de la prosperidad, se olvidan de Él y lo abandonan. Guárdate por lo menos aquellas consideraciones que tendrías con un amigo que te ama y se interesa por tu bien; acude presuroso a comunicarle tus alegrías; alábale y dale muy rendidas gracias, reconociendo que todo es dádiva de su próvida mano; alégrate de tu dicha, pues siendo Dios la fuente y el origen de ella, en Él te debes gozar y consolar.
Señor, conservo frescos en la memoria y os agradezco todos vuestros beneficios pasados y presentes, para honraros y glorificaros por ellos durante toda la eternidad.
Pero si amas de veras a Dios, debes gozarte más de su felicidad que de la tuya propia, así como el amigo que ama al amigo con sincero amor se complace a las veces en su bien más que si fuera propio y personal. Consuélate pensando que tu Dios es infinitamente dichoso; dile, pues, confrecuencia: “Amadísimo Señor mío, me complazco en vuestra felicidad más que en todos mis bienes, porque os amo a Vos más que a mí mismo”
San Alfonso M Ligorio