domingo, 2 de junio de 2024

Cristo es la luz del mundo...

 

La NASA midió la radiación de la hostia consagrada

Científicos de la NASA con la fotografía Kirliam encontraron que las personas agonizantes tienen un aura muy delgada como la luz azul, la cual se va poniendo más y más débil hasta que la persona muere. ¿Y qué pasó con el aura cuando recibió la Eucaristía el agonizante?

El padre Roberto DeGrandis relata un suceso extraordinario sobre el poder de la Eucaristía y su luz divina: Recuerdo la historia de un hombre que se hizo sacerdote a los cincuenta años, después de haber sido científico investigador de la NASA y trabajar con una cámara que podía calibrar el aura de luz alrededor de un cuerpo humano. Creo que se llama fotografía Kirlian. El interés de la NASA estaba en poder identificar y supervisar el aura de los astronautas en órbita y determinar lo que les pasaba internamente. Encontraron que las personas agonizantes tienen un aura muy delgada como la luz azul, la cual se va poniendo más y más débil hasta que la persona muere.

El científico y su ayudante estaban un día en un hospital, supervisando el aura de un hombre agonizante. Mientras lo observaban, entró otro hombre en la habitación y llenó la habitación de una luz, que emanaba de su bolsillo. El hombre sacó algo que ocasionó que la cámara se inundara de luz hasta el punto de que ellos fueron incapaces de ver lo que estaba pasando. Fueron a ver y descubrieron que aquel hombre estaba dando la comunión al agonizante. Ellos, entonces, observaron en su cámara que, cuando el agonizante recibió la comunión, su aura empezó a crecer y hacerse más fuerte.

Este científico supo que había un poder superior, dejó su trabajo, y se hizo sacerdote católico. 7

Ciertamente, Cristo es la luz del mundo, que ilumina nuestro camino y nos da su amor y paz. Por eso, si somos sabios e inteligentes para comprender lo que significa que Jesús mismo nos espera en la Eucaristía, nuestra alma brillará, pues Dios mismo nos dice que los sabios brillarán con el esplendor del firmamento (Dan 12, 3). Y para los santos brilla una espléndida luz (Sap 18, 1).

Esto le pasó a Moisés. Dios hablaba a Moisés cara a cara como habla un hombre con su amigo (Ex 33, 11). Y, después de haber estado 40 días y 40 noches con Dios en el monte Sinaí, recibiendo los mandamientos de la ley de Dios, su faz se había hecho radiante por haber estado hablando con Dios. Aarón y todos los hijos de Israel, al ver cómo resplandecía la faz de Moisés, tuvieron miedo de acercarse a él (Ex 34, 29-30). Por eso, si nosotros nos acercamos a Jesús Eucaristía para recibir los rayos de luz y amor que salen del sagrario, saldremos radiantes, con la alegría de Dios en el corazón. Así nos lo promete Él mismo al decir: Contemplad al Señor y quedaréis radiantes (Sal 33, 6).

7 DeGrandis Roberto, Sanación a través de la misa, Ed. AMS, Bogotá, 2003, p. 163.

.P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.

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Religión, La Voz Libre