Pedro Abad de Cluny, dice que había un sacerdote que todos los días una misa de Réquiem por todas las almas cristianas de difuntos, y por esto fue acusado ante el obispo, y suspendido de su cargo. El obispo fue un día de gran solemnidad al patio de la iglesia, entonces todos los muertos se levantaron contra él, diciendo: Este obispo no nos hace misa, y sin embargo nos ha quitado a nuestro sacerdote, ahora, tengan la certeza de que, si no se enmienda, morirá. Y entonces el obispo perdonó al sacerdote, y se cantó alegremente por los que habían pasado de este mundo.
Y así parece que las oraciones de los vivos son provechosas para los que han fallecido…..
Había un maestro que era canciller en París, llamado Silo, que tenía un erudito enfermo, y le rogó que después de su muerte volviera a él y le hablara de su estado. Y él le prometió que lo haría, y después murió. Y un tiempo después se le apareció vestido con una capa escrita llena de argumentos falaces, y sofismas: era de pergamino, y por dentro toda llena de llama de fuego. Y el canciller le preguntó que qué era. Y él dijo: Esta capa me pesa más que una piedra de molino o una torre, y se me da por soportar, por la gloria que tuve en mis sofismas y argumentos sofísticos, es decir, engañosos y falaces. La llama del fuego interior me atormenta y quema.
Cuando el maestro juzgó que el dolor era leve, el erudito muerto le dijo que extendiera la mano y sintiera la levedad de su dolor. Y extendió la mano, y aquel otro dejó caer una gota de sudor sobre ella, y la gota le atravesó la mano más rápido de lo que podría atravesarla una flecha, por lo que sintió un asombroso tormento. El fallecido dijo: me duele todo. Y entonces el canciller, todo asustado por el cruel y terrible dolor que había sentido, abandonó el mundo, y entró en la religión con gran devoción....
Pedro Damián dijo que en Sicilia, en la isla de Vulcano, Santa Odille escuchó las voces y los aullidos de los demonios, que se quejaban fuertemente porque las almas de los muertos eran arrebatadas de sus manos por las limosnas y por las oraciones, y por lo tanto ordenó que la fiesta y el recuerdo de los que habían partido de este mundo se hiciera y se celebrara en todos los monasterios el día después de la fiesta de Todos los Santos, lo cual fue aprobado después de toda la santa Iglesia …