miércoles, 3 de noviembre de 2021

Las Almas del Purgatorio....

 



Pedro Abad de Cluny, dice que había un sacerdote que  todos los días una misa de Réquiem por todas las almas cristianas de difuntos, y por esto fue acusado ante el obispo, y suspendido de su cargo. El obispo fue un día de gran solemnidad al patio de la iglesia, entonces todos los muertos se levantaron contra él, diciendo: Este obispo no nos hace misa, y sin embargo nos ha quitado a nuestro sacerdote, ahora, tengan la certeza de que, si no se enmienda, morirá. Y entonces el obispo perdonó al sacerdote, y se cantó alegremente por los que habían pasado de este mundo. 

Y así parece que las oraciones de los vivos son provechosas para los que han fallecido…..


Había un maestro que era canciller en París, llamado Silo, que tenía un erudito enfermo, y le rogó que después de su muerte volviera a él y le hablara de su estado. Y él le prometió que lo haría, y después murió. Y un tiempo después se le apareció vestido con una capa escrita llena de argumentos falaces, y sofismas: era de pergamino, y por dentro toda llena de llama de fuego. Y el canciller le preguntó que qué era. Y él dijo: Esta capa me pesa más que una piedra de molino o una torre, y se me da por soportar, por la gloria que tuve en mis sofismas y argumentos sofísticos, es decir, engañosos y falaces. La llama del fuego interior me atormenta y quema. 
Cuando el maestro juzgó que el dolor era leve, el erudito muerto le dijo que extendiera la mano y sintiera la levedad de su dolor. Y extendió la mano, y aquel otro dejó caer una gota de sudor sobre ella, y la gota le atravesó la mano más rápido de lo que podría atravesarla una flecha, por lo que sintió un asombroso tormento. El fallecido dijo: me duele todo. Y entonces el canciller, todo asustado por el cruel y terrible dolor que había sentido, abandonó el mundo, y entró en la religión con gran devoción....


Pedro Damián dijo que en Sicilia, en la isla de Vulcano, Santa Odille escuchó las voces y los aullidos de los demonios, que se quejaban fuertemente porque las almas de los muertos eran arrebatadas de sus manos por las limosnas y por las oraciones, y por lo tanto ordenó que la fiesta y el recuerdo de los que habían partido de este mundo se hiciera y se celebrara en todos los monasterios el día después de la fiesta de Todos los Santos, lo cual fue aprobado después de toda la santa Iglesia …