domingo, 18 de octubre de 2020

Maten a.mi Bebe.....

 

"Maten a mi bebé", les dijo a las enfermeras... hasta que le oyó llorar



Una vez conocí a una enfermera de parto que me contó una historia particularmente traumática relacionada con el aborto.* Una paciente se presentó en el hospital en el que trabajaba la enfermera. La paciente estaba de parto a las 25 semanas de embarazo (el embarazo normalmente llega a las 40 semanas). Más temprano ese día, había ido a una clínica de abortos tardíos donde le hicieron el primer paso de un procedimiento de varios pasos para inducir la muerte de su hijo prematuro. Se había insertado cloruro de potasio (KCL) en el corazón del bebé para provocarle un ataque al corazón. Luego, en los días siguientes, los doctores iban a sacar las partes del cuerpo del bebé pieza por pieza.

Como el parto había comenzado inesperadamente, la mujer fue a un hospital, pero era un hospital que no hace abortos. Cuando la mujer le contó al personal médico lo que había pasado ese día, les dijo: "Vine a abortar". Quiero abortar. No quiero este bebé. Quiero el aborto ahora".  

Los médicos y enfermeras se reunieron. Escucharon un latido, inesperadamente, el KCL no había detenido el corazón del bebé. Discutieron la situación y determinaron que tenían la responsabilidad de resucitar al bebé si éste salía con vida.

La mujer dijo: "No quiero eso. Quiero un aborto. ¡Mata a mi bebé!"

El equipo médico dijo que no; si el bebé salía con un latido de corazón, intentarían la resucitación. La mujer continuó con su  parto. Y cuando el bebé nació, el niño lloró. Al oír los gritos de su hijo, la madre gritó: "¡Salven a mi bebé!"

Sentir las patadas de la niña no había suavizado su duro corazón. Escuchar los latidos del corazón no había suavizado su corazón duro. Pero al escuchar los gritos de su propia carne y sangre había sacado de su interior la respuesta instintiva y maternal para aliviar el sufrimiento de los vulnerables en su medio.

Desafortunadamente, la elección que la mujer había hecho más temprano en el día tuvo una consecuencia permanente: La resucitación no funcionó, y el bebé falleció.

Hay una lección importante aquí, y es el poder del llanto. Sin embargo, para los niños prematuros, sus gritos son silenciosos. No podemos oír, a un nivel audible, su petición de ayuda. Pero nosotros, que sabemos que existen, que sabemos que sus vidas corren peligro por el aborto legalizado, tenemos la responsabilidad de alzar nuestras voces en su lugar, de hacer un llamamiento a las conciencias de los demás para ayudarles, no para hacerles daño.


*Esta historia fue contada por Stephanie en la Marcha por la Vida en Victoria, BC, en mayo de 2019.