martes, 4 de agosto de 2020

Arresto domiciliario...

Tras medio año en España de la epidemia del denominado Coronavirus del indudablemente mayor desastre a escala universal y la mayor reclusión mayor incondicional del Mundo, en medio de un verano calurosísimo y también lluvioso, creemos que es buen momento para completar los expuesto, hacer un análisis-resumen de lo que ha supuesto y aventurar lo que nos puede deparar.

Insistimos en utilizar el término epidemia porque el lenguaje es una de las herramientas fundamentales de la guerra psicológica, de manera que, a través de él, se inducen ideas intencionadamente equivocadas, o simplemente falsas, que adoctrinan a la población objeto del ataque. Palabras “taladro” tales como pandemia, rebrote, muertos, mascarilla, coronavirus, confinamiento, nueva normalidad y otras muchas, nos asaltan de continuo martilleándonos el cerebro, intoxicándonos junto con informaciones excesivas, contradictorias o falsas, produciendo disminución y disfunción cognitiva. 

Hasta mayo de 2009, con ocasión de la epidemia de gripe “porcina” H1N1 ó Gripe A, la palabra pandemia tenía el significado de enfermedad de alta letalidad, además de muy contagiosa; fue entonces cuando la Organización Mundial de la Salud la utilizó para nombrar (huye astutamente de “definir”) a la enfermedad infecciosa que afecte a varias naciones. Pero en el inconsciente colectivo la pandemia sigue teniendo un significado de grave peligro, tan útil a la ceremonia de terrorismo (de aterrorizar) global a que estamos sometidos.
Ese terror inducido desde prácticamente todos los medios de comunicación social importantes, y la mayoría de los organismos internacionales, ambos de la mano de los novedosísimos y potentes medios tecnológicos actuales, responde, sin duda, a un objetivo. Estamos, seguramente, ante una maniobra que busca no solo el fin del sistema monetario actual, el denominado reseteo de la economía global, y, seguramente, el cambio geopolítico a favor de China en el liderazgo mundial con el beneplácito incluso de un Vaticano que apoya la iglesia nacional comunista, sino frente a unos cambios radicales de mentalidad y estructuras, es decir, el NOM anticristiano secularmente ambicionado por los grandes plutócratas impulsores de todas las revoluciones, al menos, desde las americana y francesa. Y no es descartable que todo ello cristalice en la Tercera Guerra Mundial (...)




Recientemente El País ha publicado en portada la cifra de 44.868 muertos producidos por con ocasión de la epidemia, 16.436 más de las que recoge el Ministerio de Sanidad en su estadística oficial, confirmando las cifras que hemos venido diciendo y que el Gobierno esconde pertinazmente. Estamos, oficiosamente, pues ese diario es una especie de Boletín Oficial del sistema, en el primer puesto mundial de fallecidos en proporción al número de habitantes. Demostrado queda que no éramos nada conspiranóicos.

En esa cifra global, seguramente menor que la real, se incluyen tanto los fallecidos como consecuencia directa de la infección del SARS-CoV-2, cifra que nunca se podrá saber porque generalmente no se hicieron test  ni autopsias, y los muertos por diferentes patologías que no fueron adecuadamente tratadas a causa del “confinamiento” y el triaje que hizo morir en residencias o sus casas a muchos enfermos que se hubieran salvado de tener atención médica. La valiente y lúcida doctora María José Martínez Albarracín habla directamente también de la “eutanasia de personas mayores debida a las medidas adoptadas en residencias de ancianos, tales como prohibición de acudir a hospitales y negación de tratamiento, sedándolos con morfina, droga que deprime el centro respiratorio facilitando una muerte indigna y en soledad”. Otros casos a considerar son los suicidios por el confinamiento y los abortos inducidos por el virus.

Junto con el recuento cada vez más ajustado, mención especial merecen los funerales, si es que ese nombre se puede dar a los oficiales. Para empezar, el que hayan sido por separado, y sin asistir al religioso en la Catedral de Madrid prácticamente ninguna autoridad del Gobierno, es un hecho único en nuestra historia. Como lo es el que pocos días después y a pocos metros, en la Plaza de la Armería del Palacio Real, se haya celebrado una ceremonia a todas luces masónica, quizá única en el mundo y con asistencia de altos representantes de la ONU y la OMS. Curiosamente el rey parece que juega a ofrecer una vela a Dios (funeral en La Almudena, Ofrenda a Santiago) y otra al Diablo, como si ello fuera a salvar a la monarquía del “periodo constituyente” en el que está embarcado el golpista gobierno social-comunista.

https://elcorreodeespana.com/politica/645644839/Medicos-por-la-Verdad-Rebelion-tras-seis-meses-y-medio-de-asesinato-y-suicidioCoronavirus-Muerte-Ruina-Golpes-de-Estado-y-Responsabilidades-VII.html