En La Montaña De Dios ; tiene morada propia La Santa Trinidad,,llí viven,Oran Trabajan Los Ermitaños Eucarísticos Del Padre Celestial,
comunidad Franciscana, esta en Pie de Cuesta Santander, Colombia ;Soy un Hijo espiritual del Apa Antonio Lootens Su Fundador q.e.p.d . La Comunidad no es responsable de lo que acá se expresa son mis opiniones Personales ,en respaldo de nuestra Sagrada Iglesia Católica Tradicional.
Señor, purifica mi corazón para que tu Palabra caiga en él y de el ciento por uno
Pera lectura
Lectura del libro de los Números (21,4-9):
En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edón. El pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia». El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes». Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: «Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla». Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.
Palabra de Dios
Salmo
Salmo 101,2-3.16-18.19-21
R/. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti
V/. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame enseguida. R/.
V/. Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. R/.
V/. Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (8,21-30):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros». Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?». Y él les dijo: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados». Ellos le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les contestó: «Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él». Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada». Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor
COMENARIO POR BENEDICTO XVI
Y es siempre Jesús quien tiene que ayudarnos a entender una y otra vez que el poder de Dios es diferente, que el Mesías tiene que entrar en la gloria y llevar a la gloria a través del sufrimiento. En el segundo coloquio, después de que Judas ha salido y se ha proclamado el mandamiento nuevo, se pasa al tema del martirio. Esto aparece bajo la palabra clave «irse», «ir hacia». Según Juan, Jesús habló en dos ocasiones de su «irse» donde los judíos no podían ir. Quienes lo escuchaban trataron de adivinar el sentido de esto y avanzaron dos suposiciones. En un caso dijeron: «¿Se irá a los que viven dispersos entre los griegos para enseñar a los griegos?». En otro, comentaron: «Será que va a suicidarse?». En ambas suposiciones se barrunta algo verdadero y, sin embargo, fallan radicalmente en la verdad fundamental. Sí, su irse es un ir a la muerte, pero no en el sentido de darse muerte a sí mismo, sino de transformar su muerte violenta en la libre entrega de su propia vida»
(Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 30).
Los diez mandamientos de la ley de Dios, o «el Decálogo»
Querido Ejército Remanente:
Hoy vamos a aprender a no ofender a Dios. En otras palabras, a elegir la vida, a ser felices. El camino ya nos lo enseñó Dios mismo. Repasémoslo:
El primero de los mandamientos: No tendrás otro Dios más que a Mí.
El segundo: No tomar el nombre de Dios en vano.
El tercero: Acuérdate de santificar las fiestas.
El cuarto: Honra al padre y a la madre.
El quinto: No matar.
El sexto: No fornicar.
El séptimo: No hurtar.
El octavo: No levantar falso testimonio.
El noveno: No desear la mujer (o esposo) de tu prójimo.
El décimo: No codiciar los bienes ajenos.
El decálogo contiene explícita o implícitamente todos los deberes del hombre en relación a Dios, al prójimo y consigo mismo. Ya veremos uno por uno en las próximas lecciones.
Dios en sus mandamientos manda que hagamos el bien y evitemos el mal; por esto cada mandamiento contiene un precepto y una prohibición.
Dios ha impreso estos mandamientos en el corazón del hombre y los dio a Moisés en el Monte Sinaí, escritos en dos tablas de piedra, para que no nos lo olvidemos.
Los tres primeros, contenidos en la primera tabla, tienen por fin directo el honor de Dios.
Los otros siete, contenidos en la segunda tabla, tienen por fin directo el bien del prójimo.
Nuestro Señor Jesucristo confirmó los diez mandamientos y los perfeccionó con los consejos evangélicos. Podemos, debemos, y es absolutamente necesario, cumplir con los divinos mandamientos para salvarnos.
Podemos: Dios conoce nuestras fuerzas y si Él manda el cumplimiento de los mandamientos, es porque sabe que podemos cumplirlos. Si encontramos alguna dificultad en cumplirlos, pidamos a Dios su gracia, e infaliblemente Él nos ayudará y nos hará fácil lo que para nosotros nos resulta difícil y aún imposible.
Debemos: porque Dios lo quiere, lo manda, y nadie como Él tiene más, ni tanto derecho a ser obedecido. Lo exige el bien común y la sana razón. El código de todos los países civilizados está basado en la ley de Dios.
Es absolutamente necesario cumplir los mandamientos: porque sólo cumpliéndolos nos libraremos del infierno y conseguiremos el cielo. Basta quebrantar un solo mandamiento en cosa grave para merecer la eterna condenación.
El pecado
Pecado es faltar a la ley de Dios.
El pecado es original y actual.
Pecado original es aquel con que todos nacemos, heredado de nuestros primeros padres. Se borra con el santo bautismo.
Pecado actual es el que comete voluntariamente quien tiene uso de razón.
El pecado puede cometerse con pensamiento, deseo, palabra, obra y omisión. Omisión quiere decir dejar de hacer aquello a que uno está obligado.
No todos los pecados son iguales; como entre amigos pueden surgir disgustos pequeños y graves, así también sucede entre Dios y el hombre.
Los disgustos pequeños no rompen la amistad, pero sí los graves.
El pecado actual puede ser mortal y venial.
Pecado mortal es faltar a la ley de Dios en materia grave, con plena advertencia y pleno consentimiento.
Materia grave significa cosa de importancia.
Plena advertencia significa que el entendimiento se dé cuenta claramente de que la cosa es mala. No peca, por falta de advertencia, quien come carne en día prohibido, porque no sabe o no recuerda que es día de abstinencia.
Pleno consentimiento significa que la voluntad sea del todo libre. Un sueño malo, de por sí, no es pecado, porque cuando uno duerme no es libre para hacer el bien o el mal. En donde no hay libre voluntad, no hay pecado. No peca quien hace algo malo sin querer. Es imposible pecar sin querer.
Sin embargo, pecaría quien, por encontrarse amenazado de muerte u otro mal grave, cometiera una acción mala por su naturaleza, como insultar a Dios, abandonar la verdadera religión, etc.
Para que haya pecado no es necesario querer directamente ofender a Dios. Sólo el demonio u hombres semejantes al demonio pueden querer directamente ofender a Dios. Lo que se intenta, al pecar, es sólo satisfacer la pasión, el capricho. Para que haya pecado, ni siquiera es necesario pensar que se ofende a Dios; basta hacer libremente algo ilícito, dándose cuenta que aquello no se debe hacer, porque es malo.
Quien hace mal sin saberlo por ignorancia culpable, peca; por ejemplo, un médico que «ignore» la malicia del aborto. Hoy en día, con tanta información a nuestro alcance, es difícil encontrarse en «ignorancia invencible» o inculpable, puesto que cada vez es más fácil conocer. Pensemos en la obviedad de la malicia del aborto. Sólo aquellas personas que realmente están incapacitadas de obtener un conocimiento concreto sobre algo, estarían excusadas. Quizás alguna enfermedad mental, o una clara imposibilidad de información.
Quien ejecuta un acto, dudando si es lícito, peca. El que duda si un acto es lícito o ilícito debe averiguar antes; y no puede efectuarlo sin saber que es lícito. El medio más práctico para averiguar si un acto es lícito, es preguntar al confesor. (Confesores buenos, que defiendan la sana doctrina de la Iglesia Católica, y no los «curas modernistas»)
Quien hace algo lícito, pero creyendo por error que es ilícito, peca.
El pecado mortal se perdona de dos maneras:
1º- Confesándose.
2º- Haciendo un acto de contrición perfecta con el propósito de confesarse.
El pecado grave se llama mortal, porque quita al alma la vida sobrenatural de la gracia santificante.
Pecado venial es faltar a la ley de Dios de materia leve; o en cosa grave, pero sin plena advertencia o pleno consentimiento.
Se llama pecado venial, esto es, perdonable, porque no quita la gracia de Dios, y se perdona fácilmente. El pecado venial se perdona arrepintiéndose de haberlo cometido.
EL PECADO ES EL MAYOR DE TODOS LOS MALES
Debemos temer todo pecado como el mayor de todos los males. El pecado es el mal contra Dios; porque le quita la obediencia y el honor que le son debidos.
Si Dios fuera capaz de pena, el pecado se la causaría.
El pecado, el mal contra Dios, es un mal infinito, por ser infinita la dignidad de Dios ofendido. Todos los demás males son males de las criaturas; mas todas las criaturas, comparadas con Dios, son como nada; por consiguiente, todos sus males son como nada comparados con el mal contra Dios.
Por esto, aun para librar de la peste al mundo entero, (como con las supuestas vacunas «salvadoras», pero que contienen células de fetos abortados), jamás sería lícito cometer el más mínimo pecado. Nunca puede ser lícito cometer un pecado; pues si alguna vez fuera lícito, ya no sería pecado. De hecho: ¿en qué quedamos? ¿Estamos en contra del aborto, pero a favor de vacunas con células de abortos? Jamás se puede ir en contra de la Santa Ley de Dios sin pecar. Y jamás un fin bueno puede permitir un medio malo, como en este caso, el medio del aborto, que es sumamente grave. Lo dicho, contradice la «doctrina» de la Iglesia modernista, pero no la doctrina de Dios.
Y más recientemente, Monseñor Strickland, no tuvo ningún reparo en afirmar algo semejante:
El pecado es un mal para el hombre mismo, porque le quita la eterna felicidad, que es su último fin. Ningún otro mal causa más fatales consecuencias.
MALICIA DEL PECADO MORTAL
El pecado mortal es una ofensa grave al Dios de Majestad infinita; por consiguiente, es una injuria infinita. El hombre que comete pecado mortal se rebela contra Dios: si no con palabra, con sus obras, dice: «No quiero servir a Dios; no quiero hacer lo que Él manda».
El hombre, si se le compara con Dios, es infinitamente menos que un gusano comparado con todo el universo. ¿Un ser tan vil se atreve a rebelarse contra Dios? ¿Por qué? Por una pasión baja que no quiere dominar y, muchas veces, por cosas de ningún valor.
Todo el que comete pecado mortal ama más a sí mismo y a las criaturas que a Dios; pues disgusta gravemente a Dios, para complacerse a sí mismo o a otros.
¡Pecar!… ¡Ofender a Dios en su misma presencia!… ¡es el colmo del atrevimiento! A lo menos para pecar, buscad un lugar donde Dios no esté. ¡Pero ese lugar no existe!
Quien comete un pecado mortal es el ser más ingrato: Todo lo que el hombre tiene, Dios se lo ha dado y se lo conserva, y sin embargo, el pecador lo emplea para ofenderle.
El que comete pecado mortal se hace esclavo de las pasiones y apetitos contrarios a la razón.
N. S. Jesucristo, para librarnos de los pecados, aceptó los males de pena, y muy grandes, pero no el mal de culpa. Jesús NO FUE CULPABLE. El pecado mortal ha sido la causa de que Jesús sufriera los más crueles tormentos en su pasión santísima.
Un solo pecado mortal cambió a unos Ángeles hermosísimos en demonios feísimos.
Un solo pecado mortal, el de Adán, cambió el mundo, de un paraíso de delicias y goces, en un valle de lágrimas y dolores.
CONSECUENCIAS DEL PECADO MORTAL
El pecado mortal:
1º- Nos aparta de Dios y nos priva de su amor y amistad.
2º- Nos quita los méritos y el derecho a la gloria.
3º- Nos hace merecedores de la eterna condenación.
CONSECUENCIAS DEL PECADO VENIAL
Debemos evitar también los pecados veniales, porque:
1º- El pecado venial es una ofensa que se hace a Dios.
2º- Impide muchas gracias que el Señor nos concedería.
3º- Todo pecado venial atrae varios castigos de Dios en esta vida y en la otra.
4º- Poco a poco conduce al pecado mortal.
Por lo tanto: ¡JAMÁS PECAR!
Sólo el pecado es el verdadero mal, pues los demás males pueden traernos grandes bienes, porque nos ayudan a conseguir mayores premios para el cielo. Sólo el pecado, si es grave, nos separa de Dios, nuestro Sumo Bien; y si es leve, retarda nuestra entrada en el cielo y nos priva de muchas gracias.
Evitemos, pues, todo pecado, cueste lo que cueste. Digamos a menudo: primero morir que pecar.
Si por cada vez que el hombre cometiera un pecado, tuviera que pagar una gran multa o recibir un gran castigo corporal ¿no es verdad que todos tendrían un cuidado sumo en no cometer pecados? Con mayor razón debemos abstenernos del pecado por no ofender a Dios, por no perder el cielo, por no merecer los castigos temporales y eternos.
MEDIOS PARA EVITAR EL PECADO
1º- En las tentaciones, acudir a Dios y a la Santísima Virgen con fervorosas oraciones jaculatorias, pensando que Dios está presente en todo lugar.
2º- Leer algún libro bueno y hacer unos minutos de meditación cada día.
3º- Acordarse a menudo de la muerte, juicio, infierno y gloria.
4º- Cada noche, al acostarse, hacer examen de conciencia, y pedir a Dios perdón de las faltas cometidas durante el día.
5º- Frecuentar los Santos Sacramentos.
Conclusión:
Con estas reflexiones tan profundas tenemos suficiente material como para decidirnos a no pecar más. ¿Cuántos argumentos más necesitaremos para convencernos?
En esta lección hemos aprendido a no ofender a Dios, como decíamos, que en términos más positivos, sería lo mismo que «ser felices», ya que estaríamos eligiendo al Sumo Bien, única fuente verdadera de felicidad. Es muy simple, es muy claro. Ahora, es el turno de la voluntad.
En este momento nos hacemos una pregunta: ¿cómo tienen obligación de presentar la obra de la Cruz los enemigos de Dios, infiltrados dentro de la Iglesia Católica?
El triunfo eterno de Jesucristo en la Cruz es un hecho consumado. Así lo confirma la Sagrada Escritura cuando dice: «Ha triunfado el León de la tribu de Judá, el retoño de David» (Ap 5, 5)
La Victoria de Jesucristo en la Cruz es eterna, definitiva e incuestionable, aunque su aplicación está aún en curso.
Nos unimos a aquellas palabras de San Pablo en la Sagrada Escritura: «¡Gracias sean dadas a Dios, que nos lleva siempre en su triunfo, en Cristo, y por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento!» (2 Cor 2, 14-15)
En este momento, en el que hay una gran infiltración masónica en el seno de la Iglesia Católica, debemos aspirar a este discernimiento de espíritus y pedir al Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad, que nos capacite para descubrir todo tipo de mentira y engaño: «Pedid y se os dará»
Está en juego la salvación de muchas almas que corren el riesgo de ser arrastradas por el engaño y la mentira que predican los falsos apóstoles.
En este momento nos hacemos una pregunta:
¿cómo tienen obligación de presentar la obra de la Cruz los enemigos de Dios, infiltrados dentro de la Iglesia Católica?:
Lógicamente todos los afiliados a la masonería tienen la obligación de obedecer las órdenes que se les dicta desde la secta.
Los miembros de la masonería están obligados a obedecer por los juramentos que realizan, dentro de los rituales que practican en secreto, bajo penas muy severas, en caso de desobediencia, como se muestran en los documentos pontificios que condenan a la masonería.
Por tanto, un elemento clave de discernimiento será detectar la obediencia a las órdenes dadas por el plan para la destrucción de la Iglesia Católica. Ya que los juramentos obligan al miembro de la secta a obedecer bajo penas muy severas.
«…Desacreditad la predicación de la Cruz como una victoria, por el contrario, presentadla como
El 31 de marzo de 2020 en Santa Marta, Bergoglio dijo :
presentadla como un fracaso.»
El 31 de marzo de 2020 en Santa Marta, Bergoglio dijo lo siguiente:
En primer lugar:
Jesucristo no se hizo pecado. Tal afirmación procede del siguiente texto:
(2 Cor 5, 21): «A quien no conoció pecado, le hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.»
Sin embargo, ES UNA MALA TRADUCCIÓN que la masonería aprovechó para hacer daño, afirmando que Jesucristo se hizo pecado.
La traducción correcta de (2 Cor 5,21) es: «A quien no conoció pecado, le hizo sacrificio-victima por el pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.»
La palabra original hebrea hatta’t puede tener 2 significados: ‘pecado’ o ‘sacrificio-victima por el pecado’. Y este último es el significado correcto en este texto. (Ver: Lv 4,1 al 5,13)
Como confirmación de lo que explicamos, 2 textos:
(Hb 10, 12): «Él, [Jesucristo] habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre.»
(1 Pe 2, 22…24): «El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló engaño [Jesucristo]… el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados.»
En segundo lugar: Después de ver que la primera premisa es falsa, llegar a decir que:
«En Jesucristo hecho pecado, (¡falso!, ya lo hemos explicado) vemos la derrota total de Cristo», es la mayor blasfemia y desprecio por la obra de la Cruz que se puede llegar a pronunciar:
Si, según dice Bergoglio: Jesucristo fue derrotado totalmente en la Cruz, su sacrificio, por tanto, no sirvió para nada, la redención no tuvo lugar, los Sacramentos no servirían para nada y la Misa tampoco tendría ningún valor, ni siquiera se reviviría en ella el sacrificio de la Cruz. En definitiva, si, como dice Bergoglio, Jesucristo fue derrotado totalmente en la Cruz, el sacerdocio, el ministerio de obispo, y hasta el mismo papado, no valdrían para nada y serían también un absoluto fracaso por entregar la vida al servicio de un dios vencido y derrotado totalmente en la Cruz. Y la misma Iglesia Católica sería una religión falsa y llena de derrotados… (y ojo que muchas veces parece que caminamos así muchos católicos, porque no sabemos vivir y caminar en victoria)
Ya le gustaría al Diablo y a sus demonios que fuese así… ¡Ja!
Así el Diablo y sus demonios no tendrían que trabajar en perseguir a las almas que aman verdaderamente a Dios, porque ellas solas caminarían hacia su destrucción por seguir a un dios derrotado.
El Diablo y sus demonios fueron derrotados en la Cruz y tratan de separar a los hombres de los beneficios que vienen de la obra de la Cruz… Y los servidores del Diablo, infiltrados en la Iglesia Católica, también hacen lo mismo, y para ello presentan la obra de la Cruz como un fracaso según les ordena la directriz n°17 del plan para la destrucción de la Iglesia Católica dirigido a… ¡obispos católicos afiliados a la masonería!
Ciertamente, presentar la cruz como un fracaso, es pisotear la Cruz de Jesucristo con las palabras, como están obligados a hacer física y realmente en alguno de sus rituales secretos.
Conozca el ritual del GRADO 29 dedicado al demonio. Alberto Bárcena
Alberto Bárcena es contundente al afirmar que «en la masonería se adora a Lucifer. Antes o después; de una manera más o menos consciente; como `símbolo´ o realidad personal; con mayor o menor implicación».
Y escribe como los papas han denunciado a lo largo de la Historia la esencia luciferina de la masonería y, en particular, Pío VIII se refiere a esta organización secreta como «secta satánica que tiene por única ley la mentira, por su dios al demonio, y por culto y religión lo que hay de más vergonzoso y depravado sobre la faz de la tierra«.
Fijémonos en esto:
El masón iniciado en el rito 29 debe «ahora escoger entre la cruz cristiana, símbolo de muerte y destrucción´ y la de ´la Luz y la Vida´, en forma de X, asociada a Baphomet, dios de la Luz».
«La elección se manifiesta pisando la cruz (cristiana) con el pie izquierdo y con el derecho en este orden´. (…) A continuación, el candidato recita la fórmula del juramento ´con los brazos en forma de X sobre el pecho, el derecho sobre el izquierdo´».
Con los brazos en forma de X… 🤔
¿¿Que cruz lleva Bergoglio colgada?? ¿Lleva a Jesucristo crucificado?
Veamos…
Así mismo se le han visto cruces con la cabeza de Baphomet incrustada en ellas.