sábado, 28 de junio de 2025

El INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA...

 

Fiesta del Inmaculado Corazón de María

La fiesta del Inmaculado Corazón de María sigue a la del Sagrado Corazón de Jesús. El corazón expresa y es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona en el Evangelio el Corazón de María es para expresar toda la riqueza de esa vida interior de la Virgen: “María conservaba estas cosas en su corazón”

El Corazón Inmaculado de María Triunfará

La devoción al Inmaculado Corazón de María, junto con la del Sagrado Corazón de Jesús, fue promovida por San Juan Eudes en el siglo 17.

El Papa Pío VII y Pío IX sugirieron su celebración como Purísimo Corazón de María.
En 1944, el Papa Pío extendió esta devoción a toda la Iglesia fijando la celebración del Inmaculado Corazón de María el 22 de agosto, ocho días después de la Asunción.

Con la renovación litúrgica, se le restó importancia a esta fiesta para dársela a las principales fiestas marianas y, se cambió la fecha para un día después de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

San Juan Eudes, decía que el Corazón de María es la fuente y el principio de todas las grandezas y excelencias que la adornan y que la hacen estar por encima de todas las creaturas; por ser hija predilecta de Dios Padre, madre muy amada de Jesús y esposa fiel del Espíritu Santo.
Y que ese santísimo Corazón de María es fuente de todas las virtudes que practicó.

También San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, profesó un inmenso amor a esta advocación.
Quiso que sus misioneros, salieran por todo el mundo extendiendo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Fue un profeta de Fátima, porque en Fátima la Virgen personalmente nos manifestó que Dios quería salvar al mundo, por medio de su Inmaculado Corazón.

La fiesta del Inmaculado Corazón de María sigue a la del Sagrado Corazón de Jesús. El corazón expresa y es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona en el Evangelio el Corazón de María es para expresar toda la riqueza de esa vida interior de la Virgen: “María conservaba estas cosas en su corazón”

El corazón de María conservaba como un tesoro el anuncio del Ángel sobre su Maternidad divina; guardó para siempre todas las cosas que tuvieron lugar en la noche de Belén, o la adoración de los pastores ante el pesebre, y la presencia, un poco más tarde, de los Magos con sus dones,… y la profecía del anciano Simeón, y las preocupaciones del viaje a Egipto.

Más tarde, el corazón de María sufrió por la pérdida de Jesús en Jerusalén a los doce años de edad, según lo relata San Lucas en el evangelio de hoy.
Pero María conservaba todas estas cosas en el corazón….
Jamás olvidaría los acontecimientos que rodearon a la muerte de su Hijo en la Cruz, ni las palabras que le oyó decir: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Y al mirar a Juan ella nos vio a todos nosotros. Vio a todos los hombres. Desde aquel momento nos amó con su Corazón de madre, con el mismo Corazón que amó a Jesús.

Pero María ejerció su maternidad desde antes que se consumase la redención en el Calvario, pues Ella es madre nuestra desde que prestó su colaboración a la salvación de los hombres en la Anunciación.

En el relato de las bodas de Cana, San Juan nos revela un rasgo verdaderamente maternal del Corazón de María: su atenta disposición a las necesidades de los demás. Un corazón maternal es siempre un corazón atento, vigilante.

La devoción al Corazón de María no es una devoción más. Nos lleva a aprender a tratar a nuestra Madre con más confianza, con la sencillez de los niños pequeños que acuden a sus madres en todo momento: no sólo se dirigen a ellas cuando están en gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros que le salen al paso. Las madres les ayudan a resolver los problemas más insignificantes. Y ellas – las madres – lo han aprendido de nuestra Madre del Cielo.

Hoy queremos encontrarnos con María, con nuestra madre. Si recurrimos confiados a ella, ella nos va a decir qué debemos hacer y sentiremos su amor por nosotros. Ese mismo amor que Jesús tiene por cada uno de nosotros. y ella nos dirá que nos quiere, que nos quiere con toda su alma.

Pidamos a Dios que preparó en el Corazón de María, una morada digna al Espíritu Santo, que haga que nosotros, por intercesión de la Santísima Virgen lleguemos a ser templos dignos de su gloria.

Poderosa oración de consagración de los soldados consagrados a María en esta batalla final. La Victoria de nuestra Madre, Reina y Señora será aplastante. Quien como Dios, Nadie como Dios!!!

SOLEMNE CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

 – Papa Pío XII

¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios!
Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.

En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades.

Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en Él todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a otro de la tierra, el eterno Magnificat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, el único donde pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.

Amén.

CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

por san Luis de Montfort

Yo, _____, pecador sin fe, renuevo y ratifico hoy en tus manos los votos de mi Bautismo, renuncio por siempre a Satanás, sus pompas y sus obras; y me entrego por completo a Jesucristo, Sabiduría Encarnada, para cargar mi cruz en pos de Él todos los días de mi vida y para ser más fiel a Él de lo que jamás he sido anteriormente.

En presencia de toda la corte celestial, yo te elijo a ti en este día como mi Madre. Entrego y consagro a ti, como tu esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis bienes, tanto interiores como exteriores, e incluso el valor de todas mis buenas acciones, pasadas, presentes y futuras; dejándote a ti el entero derecho de disponer de mí y de todo lo que me pertenezca, sin excepciones, de acuerdo a tu parecer, por la mayor gloria de Dios, en el tiempo y en la eternidad.

Amén.

CONSAGRACIÓN FAMILIAR A MARÍA

Oh Inmaculada, Reina de los Cielos y de la tierra, vida, dulzura y esperanza nuestra, en este día nosotros, la familia (apellidos de la familia), venimos ante ti para consagrarnos como posesión y propiedad tuyas. Alabamos a Dios por habernos reunido para entregarnos a ti, Madre nuestra, porque confiamos en las palabras de Jesús en la Cruz. “¡He ahí a tu Madre!”.

Te necesitamos, María, Madre de Dios, a ayudarnos a ser una verdadera familia católica. Sé parte de nuestra vida familiar. Repítenos las palabras que pronunciaste en Caná: “Haced lo que Él os diga”.

Ayúdanos a ignorar las faltas ajenas, a perdonar como Jesús nos perdonó y a amar al prójimo como Nuestro Señor nos pidió que amáramos.

Por favor, usa a nuestra familia para aplastar la cabeza de la serpiente. Pide a tu Esposo, san José, Protector de la Iglesia universal, que nos tenga en corazón y mente junto al Vicario de tu Hijo, el Papa Benedicto VI. Hoy te conviertes en Reina de nuestros corazones y nuestro hogar. Que nuestro hogar se una “Ciudad de la Inmaculada”, donde reine el Sagrado Corazón de Jesús para siempre.

Amén.

http://es.catholic.net/op/articulos/18174/inmaculado-corazn-de-mara.htm

miércoles, 25 de junio de 2025

La Confesión...

¿Por qué necesito confesar mis pecados a un sacerdote?

 Puedes confesar tus pecados a Dios. Pero si quieres que tus pecados sean perdonados, las Escrituras dicen que debes hacerlo a través de un sacerdote. Te lo explico.

“¿Por qué necesito confesar mis pecados a un sacerdote?”

Bueno, puedes confesar tus pecados a Dios.

Pero si quieres que tus pecados sean perdonados,

las Escrituras dicen que debes hacerlo a través de un sacerdote.

Consideren Juan 20:22-23.

Después de la Resurrección, Jesús sopla sobre los apóstoles y dice:

“Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

En Marcos 2, cuando Jesús sana al paralítico, primero dice: «Tus pecados te son perdonados».

Los fariseos protestan: solo Dios puede hacer eso.

Jesús demuestra que tiene esa autoridad.

Y luego la transmite a sus apóstoles.

A muchos protestantes (imitando a los fariseos) les gusta decir que «solo Dios puede perdonar pecados».

Pero en Juan 20, Jesús da a los hombres el poder de perdonar pecados en su nombre.

Si estaba estableciendo un sistema donde un cristiano puede confesarse directamente a Dios… ¿por qué lo hizo?

Algunos dicen que el perdón de pecados por parte de los apóstoles fue algo puntual.

Pero la Biblia muestra lo contrario.

Pablo perdonó pecados en 2 Corintios 2:10. Dios les dio a los apóstoles el ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5:18).

Santiago ordenó la confesión verbal en Santiago 5:16.

El pecado daña nuestra relación con Dios y con el cuerpo de Cristo, la iglesia.

Por eso, Jesús quiso darnos una manera de reconciliarnos con ambos simultáneamente.

El sacerdote actúa como representante de la iglesia y de Cristo (2 Corintios 2:10).

Pero Dios podría perdonarme directamente.

Absolutamente.

Pero eligió hacerlo mediante un sacramento.

Rechazar el método que Él nos dio por nuestro propio método… es desobediencia.

A menudo se acusa a los católicos de confesarse para recibir perdón «a petición».

Pero si solo te confiesas «directamente con Dios», eres culpable de buscar el perdón a petición.

Tú decides cuándo pedir perdón (y decides que Dios debe haberte perdonado).

Mientras que un sacerdote puede darse cuenta (en casos extremos) de que no estás realmente arrepentido y negarte la absolución.

Jesús le dio a la Iglesia la autoridad para atar y desatar,

no a los cristianos individuales.

Cuando rechazas la Confesión, intentas apropiarte de esa autoridad,

y no puedes.

Patrick Neve

Ejército Remanente...

jueves, 19 de junio de 2025

Descristianizacion....

 

La educación católica en peligro

Las iglesias están llenas de niños para las catequesis de la primera comunión y que luego quedan vacías pasado el evento. Un verdadero teatro vacío de su sentido y que se refleja en las aulas.

Por Alicia Beatriz Montes Ferrer

Juan Carlos Corvera, Presidente de la Fundación Servanda, en una entrevista realizada a propósito de un congreso de colegios católicos realizado hace poco más de un año1, hablaba de una situación que vivimos la gran mayoría de los docentes que impartimos religión católica, especialmente en los centros públicos. Se trata de la secularización que España está padeciendo y la pérdida de identidad, a lo que añadiría la descristianización. Esto se refleja en, como sostenía Corvera, que muchos de nuestros “alumnos no saben santiguarse y nunca han pisado una iglesia”. Doy fe de ello, pues raro es encontrar un alumno por clase que asista a misa y, en ocasiones si lo hacen, es con los abuelos. Ciertamente, la sociedad ha perdido su identidad cristiana, y ya no solo me refiero a las raíces de las que nuestra cultura se alimenta, ya que, queramos o no, le pese a quien le pese, nuestras fiestas son cristianas, nuestra historia como nación española se ha forjado bajo la bandera del catolicismo y nuestros antepasados vivían su fe católica en todos los ámbitos de sus vidas, independientemente de sus ideologías políticas por lo general.

A esta degradación cultural sumamos la pérdida de identidad individual. Nos enfrentamos a una sociedad nihilista cuyos individuos han perdido el norte, porque quizás nadie se lo ha enseñado, nadie les ha indicado donde está el sol que ilumina los pasos en nuestra vida, y por ello, andan a oscuras, dando tumbos, buscando donde llenar sus ansias, anhelos y deseos interminables, ahogando su vacío en horas de diversión, placer, consumo y trabajo, tiempo que inexorablemente avanza hacia un fin que llegará y del que nadie puede huir.

Los maestros de religión católica ponemos sobre los corazones de nuestros alumnos la llave que abre las puertas hacia un más allá que trasciende sobre este mundo materialista y caduco. Les damos el mapa para que sepan hacia donde dirigir sus pasos sin perderse, una meta que les da sentido a su día a día, paz, sosiego, esperanza, y, sobre todo, les damos a conocer el guía que siempre les acompañará en su camino discerniendo la verdad ante tantas mentiras.

Sí, querido lector, nosotros expandimos ante ellos el pasado y el presente de una cultura que ha brillado como ninguna otra en el mundo, para que sean ellos también portadores y continuadores de este maravilloso legado que es la civilización católica. Pero si los padres de estos niños no apoyan esta educación en sus familias, difícilmente quedará alguna huella en ellos pasados unos años. Porque, hemos de recordar que, la labor educativa es responsabilidad única y exclusiva de los padres, y que la escuela, es sólo subsidiaria, transmisora de unos conocimientos, responsable de instruir en ciertas materias. Lo cual, actualmente, no hay duda de que muchos desconocen al dejar a los centros educativos con la tarea educativa que es de ellos, e incluso de “soltarlos” ahí unas horas, como si de una guardería se tratase. Y en relación a la enseñanza católica, qué duda cabe que las iglesias están llenas de niños para las catequesis de la primera comunión y que luego quedan vacías pasado el evento. Un verdadero teatro vacío de su sentido y que se refleja en las aulas.

Sin embargo, esto que acabo de exponer no es el único problema que hay en la educación católica. Hay otro gran desafío que amenaza los cimientos de la educación católica: la falta de profesorado bien preparado para impartir esta asignatura. Y no lo digo tanto por la formación académica, pues me consta que en gran parte de las diócesis se nos somete a la exigencia de la obtención de titulaciones eclesiásticas y civiles, así como a cursos de formación continua. No es cuestión de preparación cultural, que, si bien importante y necesaria, no lo es menos la formación cristiana, y la experiencia viva de una auténtica fe, de la que cada vez más docentes, carecen.

Nosotros, los docentes de religión católica, somos la representación de la iglesia en nuestros centros de trabajo, tenemos una gran responsabilidad y una misión que va mucho más allá que la que tienen nuestros compañeros. Ante los demás, especialmente frente a nuestros alumnos, mostramos la imagen de lo que es la Iglesia, de lo que es ser un cristiano comprometido, pues como decía San Mateo: “Ay del que escandalice a uno de mis pequeños». ¿Cómo hablar de la grandeza que supone el sacramento de la eucaristía si no se asiste a misa? ¿Cómo hablar del perdón si murmuro hacia los compañeros, alumnos o padres?

Esta situación, sumada al hecho de que el sistema educativo español está en declive absoluto, en que las ideologías campan sin filtro, introducidas por la Agenda 2030, con sus respectivas efemérides que ocupan gran parte de las horas lectivas, la burocracia que absorbe el tiempo absurdamente, que los alumnos están desmotivados, con falta de atención e interés, y los padres prácticamente desaparecidos de la esfera educativa… podemos llegar a la conclusión de que las clases de religión católica corren el riesgo de convertirse en un espacio de diversión vacío casi por completo de contenidos, llevadas por empleados que, a cambio de un sueldo, entretienen a sus alumnos hasta que la inteligencia artificial les delegue a un segundo plano y queden al margen como simples espectadores o hasta que otras religiones vayan acaparando el vacío religioso que se expande con rapidez, dejando arrinconada a la verdadera religión católica que, como comentaba al principio del escrito, es la raíz de nuestra cultura española, le pese a quien le pese.

Tienes la obligación moral de defender la civilización que construyeron nuestros antepasados.

Alicia Beatriz Montes Ferrer

elconfidencialdigital.com

Ejército Remanente...

martes, 17 de junio de 2025

Comunión en la mano...

 

Los demonios y la Comunión en la mano

Qué dicen los demonios sobre la Comunión en la mano en un exorcismo.

Suiza, 1975

E= Exorcista J= Judas Iscariote, un demonio humano A= Akabor, un ángel caído, de El Coro de los Tronos B= Beelzebú, un demonio angélico, de El Coro de los Serafines.

CONFESIÓN Y SANTA COMUNIÓN

A: …deben recibir los Sacramentos; recibirlos de la manera correcta. Confesión verdadera, no solo participación en ceremonias penitenciales, y Comunión. En este momento (Comunión) el sacerdote debe decir “Señor, no soy digno” tres veces, y no solo una vez. La Comunión debe recibirse en la boca y no en la mano.

E: Habla solo la verdad, en el nombre de la Preciosa Sangre, la Santa Cruz, la Inmaculada Concepción de Lourdes. ¡Nuestra Señora del Rosario de Fátima!

A: Nos rompimos la cabeza durante mucho tiempo allá abajo (señala hacia abajo), hasta que logramos que la Comunión en la mano se pusiera en marcha. Comunión en la mano… ¡La Comunión en la mano es muy buena para nosotros en el Infierno, créeme!

E: Te ordenamos, en el nombre… ¡que digas solo lo que el Cielo te ordena! ¡Habla solo la verdad, no tienes derecho a mentir, así que déjalo, detente!

A: Ella (señala hacia arriba) desea que diga…

E: ¡Di la verdad, en el nombre…!

A: Ella desea que diga… que si Ella, la Gran Señora, aún viviera en la tierra. Recibiría la Comunión en la boca, pero de rodillas, y se inclinaría profundamente, así (hace el gesto).

E: En el nombre de la Santísima Virgen… y de los Tronos, por orden de los Tronos, ¡di la verdad!

A: Tengo que decir que la Comunión no debe recibirse en la mano. El propio Papa da la Comunión en la boca. No quiere que se dé la Comunión en la mano en absoluto. Eso viene de los Cardenales.

E: En el nombre…, por orden de los Tronos, ¡di la verdad!

A: Luego fue a los obispos y ellos imaginaron que era una cuestión de obediencia, que debían obedecer a los cardenales. Finalmente, llegó a los sacerdotes, y ellos, a su vez, imaginaron que tenían que conformarse, porque la obediencia está escrita con letras muy grandes.

E: ¡Di la verdad, no tienes derecho a mentir, en el nombre…!

A: No se debe obedecer a la gente malvada. El Papa (cuando es verdadero), Jesucristo y la Santísima Virgen son a quienes hay que obedecer. La Comunión en la mano no es en absoluto la voluntad de Dios.

E: ¡Continúa diciendo la verdad, en el nombre…!

SACERDOTES Y COMUNIÓN EN LA MANO

E: ¿Cuál es la historia sobre la Comunión en la mano en lo que respecta a los sacerdotes? ¡En el nombre de la Santísima Trinidad…!

B: ¿Qué quieres decir con “Comunión en la mano en lo que respecta a los sacerdotes”?

E: ¿Deben los sacerdotes dar la Comunión en la mano cuando la gente la pide?

B: ¡En ninguna circunstancia! ¡Absolutamente no! ¿Crees que el sacerdote es el títere de su pueblo? ¡Tiene el derecho de mandar! En términos generales, tenemos que añadir esto: si los sacerdotes dieran la Comunión en la boca, como desean Aquellos de arriba (señala hacia arriba), probablemente se encontrarían con oposición al principio, porque nosotros (demonios) ponemos aceite en el fuego, pero a la larga, tendrían muchos más fieles en sus iglesias que en aquellas donde se da la Comunión de manera diferente, donde existe esta tibieza.

E: Y si yo, como sacerdote, voy a ayudar a un colega que da la Comunión en la mano, ¿qué debo hacer?

B: Entonces debes decir al sacerdote al que vas a ayudar: “Padre, creo que la Comunión en la boca es lo correcto. De ninguna manera puedo asumir la responsabilidad de dar la Comunión en la mano. Espero que aceptes esto.” Para ti es una obligación fundamental dar la Comunión en la boca, porque sabes que hay muchas más bendiciones y mucho más respeto. Hay gente en todas partes que te van a dificultar las cosas. También ocurre el efecto contrario.

Pero, esencialmente, se quitarán el sombrero. Así es con esa gente: incluso si a veces te contradicen y te molestan, en el fondo de su corazón, se dicen a sí mismos: “Quizás tenga razón después de todo; todavía sabe lo que se debe hacer y sigue su camino a través de todos los obstáculos; actúa según su convicción; su forma de hacer las cosas es probablemente la correcta.” Aquellos de arriba (señala hacia arriba) son de la opinión de que el que todavía puede, de alguna manera u otra, debe, por amor al Cielo, dar la Comunión en la boca, porque es un pecado cuando uno sabe y aún así no lo hace. “Felices los que creen sin haber visto.” Entonces no habría más profanación horrible del Sacramento como la que hay ahora.

E: En el nombre de la Santísima Trinidad…, ¿cómo debe el sacerdote lidiar con los fragmentos más pequeños?

B: La mejor manera sería que el sacerdote se echara agua sobre las manos después de la Comunión; o, por ejemplo, cuando ha dado la Comunión en una casa, que sumerja sus manos en un vaso de agua y luego se la beba hasta la última gota. De esa manera, habría más respeto. Eso todavía se hace aquí y allá… ¡pero ahora, no deseamos hablar más!

Fuente:

ReligiónLaVozLibre

Ejército Remanente...