Orden Carmelitana
Lectio:
Domingo, 31 Diciembre, 2017
El esperado de las gentes
La presentación del Niño en el templo
Lucas 2, 22-40
1. Oración inicial
¡Oh Dios, nuestro Creador y Padre! Tú has querido que tu Hijo, engendrado antes de la aurora del mundo, fuese miembro de una familia humana; revive en nosotros la veneración por el don y el misterio de la vida, para que los padres se sientan partícipes de la fecundidad de tu amor, los ancianos donen a los jóvenes su madura sabiduría y los hijos crezcan en sabiduría, piedad y gracia, para gloria de tu Santo Nombre. Amén.
2. Lectura: Lucas 2, 22-40
22 Cuando se cumplieron los días en que debían purificarse, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, 23 como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor 24 y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
25 Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. 26 El Espíritu Santo le había revelado que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, 28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
29 «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra,
dejar que tu siervo se vaya en paz;
30 porque han visto mis ojos tu salvación,
31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
32 luz para iluminar a las gentes
y gloria de tu pueblo Israel.»
33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. 34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción -35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada. Casada en su juventud, había vivido siete años con su marido, 37 y luego quedó viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. 38 Presentándose en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
39 Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.
3. Un momento de silencio orante
- para que la Palabra de Dios pueda morar en nosotros y la dejemos iluminar nuestra vida;
- para que antes de nuestros comentarios, sea la misma luz de la Palabra la que se imponga y brille con su misterio de presencia viviente del Señor.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Por qué Jesús, hijo del Altísimo, y su madre María, concebida sin pecado, deben someterse a las prescripciones de Moisés? ¿Quizás porque María no tenía todavía conciencia de su inocencia y santidad?
b) Además de las palabras de Simeón, en su forma de obrar, como también en el de la profetisa Ana ¿hay un significado especial? Su obrar y su alegría, ¿no recuerdan quizás el estilo de los antiguos profetas?
c) ¿Cómo explicar esta "espada que traspasa": se trata de una herida de las conciencias ante los retos y los requerimientos de Jesús? ¿ O, más bien, se trata sólo de un íntimo sufrimiento de la Madre?
d) ¿Puede significar algo esta escena para los padres de hoy, para la formación religiosa de sus hijos, para el proyecto que Dios tiene sobre cada uno de sus hijos, para los miedos y angustias que los padres llevan en el corazón pensando qué sucederá cuando sean grandes sus hijos?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
a) Según la ley de Moisés / del Señor: es una especie de estribillo, muchas veces repetido. Lucas mezcla dos prescripciones, sin mucha distinción. La purificación de la madre era prevista por el Levítico(12,2-8) y se cumplía cuarenta días después del parto. Hasta ese momento la mujer no podía acercarse a los lugares sagrados, y la ceremonia era acompañada de una ofrenda de animales pequeños, un cordero primal y un pichón o una tórtola. Sin embargo la consagración del primogénito estaba prescrita en el Éxodo 13, 11-16: y era considerada una especie de "rescate" – también con la ofrenda de pequeños animales – en recuerdo de la acción salvífica de Dios cuando libró a los israelitas de la esclavitud de Egipto. En toda la escena los padres aparecen como en el acto de presentar / ofrecer el hijo como se hacía con las víctimas y los levitas; mientras en la figura de Simeón y Ana aparece más bien Dios que ofrece /presenta al hijo para la salvación del pueblo.
b) Las figuras de Simeón y Ana: son figuras cargadas de valor simbólico. Ellos tienen la tarea del reconocimiento, que proviene tanto de la iluminación y del movimiento del Espíritu, como también de una vida llevada en la espera más intensa y confiada. En particular a Simeón se le define como el "prosdekòmenos", a saber, uno que está todo concentrado en la espera, uno que va al encuentro para acoger. Por eso, él también aparece obediente a la ley, la del Espíritu, que lo empuja hacia el Niño, dentro del templo. También el cántico proclama manifiestamente esta su pro-existencia: ha vivido para llegar a este momento: ahora se marcha, para que otros vean también la luz y la salvación para Israel y para las gentes. A su vez Ana, con su avanzada edad (valor simbólico : 84 = 7x12: el doce es el número de las tribus; o también 84–7= 77, perfección redoblada), pero sobretodo con su modo de vivir (ayuno y oración) y con la proclamación de quien "esperaba", completa el cuadro. Ella es guiada por el espíritu de profecía, dócil y purificada en el corazón. Además, pertenece a la tribu más pequeña, la de Aser: signo de que los pequeños y los débiles están más dispuestos a reconocer a Jesús el Salvador. Estos dos ancianos – que son como una pareja original – son símbolos del mejor judaísmo, de la Jerusalén fiel y dócil, que espera y se alegra, y que deja desde ahora en adelante brillar la nueva luz.
c) Una espada que traspasa: en general se interpreta como anuncio de sufrimiento para María, un drama visualizado de la Dolorosa. Pero debemos más bien entender aquí a la Madre como el símbolo de Israel: Simeón intuye el drama de su pueblo, que será profundamente herido de la palabra viva y cortante del redentor (cfr Lc 12, 51-53). María representa el recorrido. Debe confiar pero atravesará dolores y obscuridad, luchas y silencios angustiosos. La historia del Mesías sufriente será dilacerante para todos, también para la Madre: no se sigue a la nueva luz destinada al mundo entero, sin pagar el precio, sin ser provocados a tomar decisiones de riesgo, sin renacer siempre de nuevo de lo alto y en novedad. Pero estas imágenes de "la espada que traspasa," del niño "que hará caer" y sacará a los corazones del sopor, no van separadas del gesto tan cargado de sentido de los dos ancianos: el uno, Simeón, toma entre los brazos el niño, para indicar que la fe es encuentro y abrazo, no idea o teorema: la otra, se hace anunciadora y enciende en "los que esperan" una fulgurante luz.
d) La vida cotidiana, epifanía de Dios: finalmente, es interesante notar que todo el episodio da relieve a las situaciones más simples y familiares: la pareja de esposos con el niño en brazos; el anciano que goza y abraza; la anciana que reza y anuncia, los oyentes que aparecen indirectamente comprometidos. También la conclusión del pasaje escriturístico hace entrever el pueblo de Nazaret, el crecimiento del niño en un contexto normal, la impresión de un niño dotado de forma extraordinaria de sabiduría y bondad. El tema de la sabiduría entrelazada con la vida normal de crecimiento y en el contexto del pueblo, deja la historia como suspendida: ella se reabrirá precisamente con el tema de la sabiduría del muchacho entre los doctores del templo. Y es precisamente también el episodio que sigue inmediatamente (Lc 2, 41-52).
6. Salmo 122 (123)
¡Qué alegría cuando me dijeron:
Vamos a la Casa de Yahvé!
¡Finalmente pisan nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén!
Jerusalén, ciudad edificada
toda en perfecta armonía,
adonde suben las tribus,
las tribus de Yahvé,
según costumbre en Israel,
a dar gracias al nombre de Yahvé.
Allí están los tronos para el juicio,
los tronos de la casa de David.
Invocad la paz sobre Jerusalén,
vivan tranquilos los que te aman,
haya calma dentro de tus muros,
que tus palacios estén en paz.
Por amor de mis hermanos y amigos
quiero decir: ¡La paz contigo!
Por la Casa de Yahvé, nuestro Dios,
pediré todo bien para ti.
7. Oración final
Te alabamos y Te bendecimos, oh Padre, porque mediante tu Hijo, nacido de mujer por obra del Espíritu Santo, nacido bajo la ley, nos has rescatado de la ley y has llenado nuestra existencia de luz y esperanza nueva. Haz que nuestras familias sean acogedoras y fieles a tus proyectos, ayuden y sostengan en los hijos los sueños y el nuevo entusiasmo, lo cubran de ternura cuando sean frágiles, lo eduquen en el amor a Tí y a todas las criaturas. A Tí nuestro Padre, todo honor y gloria
----------------------------------------------------------------------------
Lectio Divina:
Sunday, December 31, 2017 - 10
THE SACRED FAMILY (B)
The one longed-for by all
The presentation of the Child in the Temple
Luke 2:22-40
1. Opening prayer
O God, our Creator and Father, you willed that your Son, generated before the dawn of the world, should become a member of the human family. Rekindle in us an appreciation for the gift of life, so that parents may participate in the fruitfulness of your love, old people may pass on to young ones their mature wisdom, and children may grow in wisdom, piety and grace, all giving praise to your holy name. Through Christ our Lord.
2. Reading: Luke 2:22-40
22 When the time came for their purification according to the law of Moses, they brought him up to Jerusalem to present him to the Lord 23 (as it is written in the law of the Lord, "Every male that opens the womb shall be called holy to the Lord") 24 and to offer a sacrifice according to what is said in the law of the Lord, "a pair of turtledoves, or two young pigeons."
25 Now there was a man in Jerusalem, whose name was Simeon, and this man was righteous and devout, looking for the consolation of Israel, and the Holy Spirit was upon him. 26 And it had been revealed to him by the Holy Spirit that he should not see death before he had seen the Lord's Christ. 27 And inspired by the Spirit he came into the temple; and when the parents brought in the child Jesus, to do for him according to the custom of the law, 28 he took him up in his arms and blessed God and said, 29 "Lord, now lettest thou thy servant depart in peace, according to thy word; 30 for mine eyes have seen thy salvation 31 which thou hast prepared in the presence of all peoples, 32 a light for revelation to the Gentiles, and for glory to thy people Israel."
33 And his father and his mother marveled at what was said about him; 34 and Simeon blessed them and said to Mary his mother, "Behold, this child is set for the fall and rising of many in Israel, and for a sign that is spoken against 35 (and a sword will pierce through your own soul also), that thoughts out of many hearts may be revealed."
36 And there was a prophetess, Anna, the daughter of Phanuel, of the tribe of Asher; she was of a great age, having lived with her husband seven years from her virginity, 37 and as a widow till she was eighty-four. She did not depart from the temple, worshiping with fasting and prayer night and day. 38 And coming up at that very hour she gave thanks to God, and spoke of him to all who were looking for the redemption of Jerusalem.
39 And when they had performed everything according to the law of the Lord, they returned into Galilee, to their own city, Nazareth. 40 And the child grew and became strong, filled with wisdom; and the favour of God was upon him.
3. A moment of prayerful silence
- that the Word of God may dwell in us and that we may allow it to enlighten our lives;
- that before we pass any comments, the very light of the Word may shine and dominate with the mystery of the living presence of the Lord.
4. Some questions
to help us in our personal reflection.
a) Why should Jesus, Son of the Most High, and his mother Mary, conceived without sin, obey the prescriptions of Moses? Maybe because Mary was not yet aware of her innocence and holiness?
b) Is there special significance in the words and attitudes of Simeon and the prophetess Anna? Do not their actions and joy perhaps recall the style of the ancient prophets?
c) How can we explain this "sword" that pierces: is it a rending of the consciences before the challenges and richness of Jesus? Or is it only the inner pains of the Mother?
d) Can this scene mean anything to parents today: for the religious formation of their children; for the plan that God has for each of their children; for the fears and sufferings that parents carry in their hearts when they think of the time when their children grow up?
5. A key to the reading
for those who wish go deeper into the text.
a) As laid down in the law of Moses/of the Lord. This is a kind of refrain repeated several times. Luke mixes two prescriptions without making any distinction. The purification of the mother was foreseen in Leviticus (12:2-8) and was to take place forty days after the birth. Until then, the woman could not approach sacred places, and the ceremony was accompanied by the gift of a small animal. But the consecration of the first-born was prescribed in Exodus 13:11-16, and was considered a kind of "ransom" in memory of the saving action of God when he liberated the Israelites from slavery in Egypt. For this also the offering was a small animal. In all of this scene, the parents seem to be in the process of presenting/offering their son as was done with sacrifices and Levites, while through the persons of Simeon and Anna it seems rather God who offers/presents the son for the salvation of people.
b) Simeon and Anna: these are figures full of symbolical value. Their role is one of recognition, that comes from both the enlightenment and action of the Spirit and a life lived in expectation and faith. Simeon especially is defined as prodekòmenos, that is, one entirely absorbed in waiting, and one who goes forward to welcome. He, too, appears to be obedient to the law, the law of the Spirit, who leads him towards the child in the temple. The canticle he proclaims manifests his pro-existentia, he has lived in order to come to this moment and now he withdraws so that others may see the light and the salvation to come for Israel and the pagans. Anna completes the picture, by her very age (symbolical value: 84 equals 7x12, the twelve tribes of Israel; or 84 – 7 = 77, double perfection), but above all by her way of living (fasting and praying) and by her proclamation to all who "looked forward". She is led by the Spirit of prophecy, docile and purified in her heart. Besides, she belongs to the smallest of the tribes, that of Aser, a sign that the small and fragile are those more disposed to recognise Jesus, the Saviour. Both of these old persons – who look like an original couple – are symbols of the best of Judaism, of faithful and meek Jerusalem, that awaits and rejoices and that from now on allows the new light to shine.
c) A sword will pierce: generally these words are interpreted as meaning that Mary will suffer, a drama made visible of the Our Lady of Sorrows. Rather, we need to see the Mother as a symbol of Israel. Simeon feels the drama of his people who will be deeply torn by the living and sharp word of the redeemer (cf Lk 12:51-53). Mary represents the path: she must trust, but will go through times of pain and darkness, struggles and painful silences. The story of the suffering Messiah will be painful for all, even for the Mother. One does not follow the new light of the whole world without paying the cost, without being provoked to make risky choices, without being always born again from on high and in newness. But these images of the "sword that pierces", of the child who will "trip" and shake hearts from their lethargy, are not to be separated from the meaningful action of the two old persons: the one, Simeon, takes the child in his arms to show that faith is a meeting and an embrace, not an idea of theorem; the other, Anna, takes on the role of proclaiming and enkindles a bright light in the hearts of all who "looked forward" to him.
d) Daily life, an epiphany of God: finally, it is interesting to note that the whole episode emphasises the situation of the most simple and homely: the young couple with the child in their arms; the old man who rejoices and embraces, the old lady who prays and proclaims, those listening who appear to be indirectly involved. At the end of the passage, we also get a glimpse of the village of Nazareth, of the growth of the child in a normal context, the impression of a child extraordinarily gifted with wisdom and goodness. The theme of wisdom woven into the fabric of normal life and growth in a village context, leaves the story as if in suspense, and it will be taken up again precisely with the theme of the wisdom of the boy among the doctors in the temple. Indeed, this is the episode that follows immediately (Lk 2:41-52).
6. Psalm 122
I was glad when they said to me,
"Let us go to the house of the Lord!"
Our feet have been standing within your gates,
O Jerusalem!
Jerusalem, built as a city which is bound firmly together,
to which the tribes go up, the tribes of the Lord,
as was decreed for Israel,
to give thanks to the name of the Lord.
There thrones for judgment were set,
the thrones of the house of David.
Pray for the peace of Jerusalem!
"May they prosper who love you!
Peace be within your walls,
and security within your towers!"
For my brethren and companions' sake I will say,
"Peace be within you!"
For the sake of the house of the Lord our God,
I will seek your good.
7. Final Prayer
Father, we praise you and we bless you because through your Son, born of woman by the working of the Holy Spirit, born under the law, has ransomed us from the law and you have filled our life with light and new hope. May our families welcome and remain faithful to your designs, may they help and sustain in their children the new dreams and enthusiasm, wrap them in tenderness when they are fragile, educate them in love for you and for all creatures. All honour and glory to you, Father
--------------------------------------------------------------
Lectio:
Domenica, 31 Dicembre, 2017
L’atteso dalle genti
La presentazione del Bambino al tempio
Luca 2, 22-40
1. Orazione iniziale
O Dio, nostro creatore e padre, tu hai voluto che il tuo Figlio, generato prima dell’aurora del mondo, divenisse membro dell’umana famiglia; ravviva in noi la venerazione per il dono e il mistero della vita, perché i genitori si sentano partecipi della fecondità del tuo amore, gli anziani donino ai piccoli la loro saggezza matura, e i figli crescano in sapienza, pietà e grazia, rendendo lode al tuo santo nome. Per Cristo nostro Signore.
2. Lettura: Luca 2, 22-40
22 Quando venne il tempo della loro purificazione secondo la Legge di Mosè, portarono il bambino a Gerusalemme per offrirlo al Signore, 23 come è scritto nella Legge del Signore: ogni maschio primogenito sarà sacro al Signore; 24 e per offrire in sacrificio una coppia di tortore o di giovani colombi, come prescrive la Legge del Signore.
25 Ora a Gerusalemme c’era un uomo di nome Simeone, uomo giusto e timorato di Dio, che aspettava il conforto d’Israele; 26 lo Spirito Santo che era sopra di lui, gli aveva preannunziato che non avrebbe visto la morte senza prima aver veduto il Messia del Signore. 27 Mosso dunque dallo Spirito, si recò al tempio; e mentre i genitori vi portavano il bambino Gesù per adempiere la Legge, 28 lo prese tra le braccia e benedisse Dio:
29 "Ora lascia, o Signore, che il tuo servo
vada in pace secondo la tua parola;
30 perché i miei occhi hanno visto la tua salvezza,
31 preparata da te davanti a tutti i popoli,
32 luce per illuminare le genti
e gloria del tuo popolo Israele".
33 Il padre e la madre di Gesù si stupivano delle cose che si dicevano di lui. 34 Simeone li benedisse e parlò a Maria, sua madre: "Egli è qui per la rovina e la risurrezione di molti in Israele, segno di contraddizione 35 perché siano svelati i pensieri di molti cuori. E anche a te una spada trafiggerà l’anima".
36 C’era anche una profetessa, Anna, figlia di Fanuèle, della tribù di Aser. Era molto avanzata in età, aveva vissuto col marito sette anni dal tempo in cui era ragazza, 37 era poi rimasta vedova e ora aveva ottantaquattro anni. Non si allontanava mai dal tempio, servendo Dio notte e giorno con digiuni e preghiere. 38 Sopraggiunta in quel momento, si mise anche lei a lodare Dio e parlava del bambino a quanti aspettavano la redenzione di Gerusalemme.
39 Quando ebbero tutto compiuto secondo la legge del Signore, fecero ritorno in Galilea, alla loro città di Nazaret. 40 Il bambino cresceva e si fortificava, pieno di sapienza, e la grazia di Dio era sopra di lui.
3. Momento di silenzio orante
- perché la Parola di Dio possa abitare in noi e la lasciamo illuminare la nostra vita;
- perché prima dei nostri commenti, è la luce stessa della Parola che deve brillare e imporsi, col suo mistero di presenza vivente del Signore.
4. Alcune domande
per aiutarci nella meditazione e nell’orazione.
a) Perché mai Gesù, figlio dell’Altissimo, e sua madre Maria, concepita senza peccato, devono sottomettersi alla prescrizione di Mosè? Forse perché Maria non aveva ancora coscienza della sua innocenza e santità?
b) Oltre alle parole di Simeone, in tutto il suo atteggiamento, come anche in quello della profetessa Anna, c’è un significato speciale? Il loro agire e la loro gioia non richiamano forse lo stile degli antichi profeti?
c) Come spiegare questa "spada che trafigge: si tratta di una lacerazione delle coscienze davanti alle sfide e alle richieste di Gesù? Oppure si tratta solo di una sofferenza intima della Madre?
d) Può significare qualche cosa questa scena per i genitori di oggi: per la formazione religiosa dei loro figli; per il progetto che Dio ha su ciascuno dei loro figli, per le paure e le angosce che i genitori si portano nel cuore pensando a quando i figli saranno grandi?
5. Una chiave di lettura
per coloro che vogliono approfondire il contenuto.
a) Secondo la legge di Mosè/del Signore: è una specie di ritornello, più volte ripetuto. Luca mescola due prescrizioni, senza molta distinzione. La purificazione della madre era prevista dal Levitico(12, 2-8) e si compiva quaranta giorni dopo il parto. Fino a quel momento la donna non poteva avvicinarsi ai luoghi sacri, e la cerimonia era accompagnata dall’offerta di un capo di bestiame minuto. Invece la consacrazione dei primogeniti era prescritta in Esodo 13, 11-16: ed era considerata una specie di "riscatto" – anche qui con l’offerta di piccoli animali – in ricordo dell’azione salvifica di Dio quando liberò gli israeliti dalla schiavitù d’Egitto. In tutta la scena i genitori appaiono come nell’atto di presentare/offrire il figlio come si faceva con le vittime e i leviti; mentre nella figura di Simeone e Anna appare piuttosto Dio che offre/presenta il figlio per la salvezza del popolo.
b) Le figure di Simeone e Anna: sono figure cariche di valore simbolico. Esse hanno il ruolo del riconoscimento, che proviene sia dalla illuminazione e dal movimento dello Spirito, ma anche da una vita condotta con l’attesa più intensa e fiduciosa. In particolare di Simeone lo si definisce come "prosdekòmenos", cioè uno tutto concentrato nell’attesa, uno che va incontro per accogliere. Anche lui appare perciò obbediente alla legge, quella dello Spirito, che lo spinge verso il bambino, dentro il tempio. Anche il cantico che proclama manifesta questa sua pro-existentia: è vissuto per arrivare a questo momento; ora si sottrae, perché anche gli altri vedano la luce e la salvezza che arriva, per Israele e per le genti. A sua volta Anna, con la sua stessa età (valore simbolico: 84 è 7x12: dodici è il numero delle tribù; oppure 84 – 7= 77, perfezione raddoppiata), ma soprattutto con il suo modo di vivere (digiuni e preghiere) e con la proclamazione a chi "attendeva", completa il quadro. E’ guidata dallo Spirito di profezia, docile e purificata nel cuore. Inoltre appartiene alla più piccola delle tribù, quella di Aser: segno che i più piccoli e fragili sono più disposti a riconoscere il Gesù il Salvatore. Tutti e due questi anziani – che sono come una coppia originale - sono simbolo del giudaismo migliore, della Gerusalemme fedele e mite, che attende e gioisce, e che lascia d’ora in poi brillare la nuova luce.
c) Una spada che trafigge: in genere si interpreta come annuncio di sofferenza per Maria, un dramma visibilizzato dall’Addolorata. Ma dobbiamo piuttosto intendere qui la Madre come il simbolo di Israele: Simeone intuisce il dramma del suo popolo, che sarà profondamente lacerato dalla parola viva e tagliente del redentore (cfr Lc 12, 51-53). Maria ne rappresenta il percorso: deve affidarsi, ma attraverserà dolori e oscurità, lotte e silenzi angosciosi. La storia del Messia sofferente sarà dilacerante per tutti, anche per la Madre: non si segue la nuova luce destinata al mondo intero, senza pagare il prezzo, senza essere provocati a scelte rischiose, senza rinascere sempre di nuovo dall’alto e in novità. Ma queste immagini della "spada che trafigge", del bambino che "farà inciampare" e scuoterà i cuori dal torpore, non vanno separate dal gesto così carico di senso dei due anziani: l’uno, Simeone, prende fra le braccia il bambino, per indicare che la fede è incontro e abbraccio, non idea e teorema; l’altra, Anna, si fa annunciatrice, e accende in chi "lo attendeva" una luce sfolgorante.
d) La vita quotidiana, epifania di Dio: interessante è infine notare che tutto l’episodio da rilievo alle situazioni più semplici e familiari: la coppia degli sposi con il bambino in braccio; l’anziano che gioisce e abbraccia, l’anziana che prega e annuncia, gli ascoltatori che appaiono indirettamente coinvolti. E anche la conclusione del brano va intravedere il borgo di Nazaret, la crescita del bambino in un contesto normale, l’impressione di un bambino dotato in modo straordinario di sapienza e bontà. Il tema della sapienza intrecciata con la vita normale di crescita e nel contesto del villaggio, lascia come sospesa la storia: essa si riaprirà proprio con il tema della sapienza del ragazzo fra i dottori del tempio. Sarà proprio l’episodio che segue immediatamente (Lc 2, 41-52).
6. Salmo 122 (121)
Quale gioia, quando mi dissero:
"Andremo alla casa del Signore".
E ora i nostri piedi si fermano
alle tue porte, Gerusalemme!
Gerusalemme è costruita
come città salda e compatta.
Là salgono insieme le tribù,
le tribù del Signore,
secondo la legge di Israele,
per lodare il nome del Signore.
Là sono posti i seggi del giudizio,
i seggi della casa di Davide.
Domandate pace per Gerusalemme:
sia pace a coloro che ti amano,
sia pace sulle tue mura,
sicurezza nei tuoi baluardi.
Per i miei fratelli e i miei amici
io dirò: "Su di te sia pace!"
Per la casa del Signore nostro Dio,
chiederò per te il bene.
7. Orazione finale
Noi ti lodiamo e ti benediciamo, Padre, perché mediante il tuo Figlio, nato da donna per opera dello Spirito santo, nato sotto la legge, ci ha riscattati dalla legge e hai riempito la nostra esistenza di luce e di speranza nuova. Fa che le nostre famiglie siano accoglienti e fedeli verso i tuoi progetti, aiutino e sostengano nei figli i sogni e l’entusiasmo nuovo, li avvolgano di tenerezza quando sono fragili, li educhino all’amore a te e a tutte le tue creature. A te nostro Padre, ogni onore e gloria