Orden Carmelitana
Escito del R.P Bojorge en su Blog http://elblogdelbuenamor.blogspot.com.co/
Es uno de los Sacerdotes con mas analisis teologico de Las Sagradas Escrituras.lo podemos ver en series presentadas por teleamiga y la EWTN
El Señor se muestra a Moisés como un fuego que arde en el corazón de la zarza
pero que no devora las espinas
3.1 "Moisés era pastor del rebaño de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián.
3,1 Umoshéh hayáy ro’éh ‘et-tson yitró jotnó cohén midyán
Y llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios.
wayyinhág ‘et-hatsón ‘ajár hamidbár; yayyavó’ ‘el-har ha’elohym joreváh
2 Y se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego, en medio de una zarza.
2 wayyerá’ mal’ák Adonáy ‘eláo belabát ‘ésh mittôk hassenéh
Y he ahí que la zarza estaba ardiendo en fuego, pero la zarza por él no era devorada
wehinnéh hassenéh bo’ér ba’ésh wehassenéh ‘enénnu ‘ukál
3 Dijo, pues, Moisés: 'quiero volverme para observar este fenómeno grande
3 wayyó’mer moshéh ‘asuráh-ná’ we’er’éh ‘et-hammaréh haggadól hazzéh
por qué no se consume la zarza".
maddúa’ lo-yiv’ar hassenéh
4 Vió el Señor que se acercaba para mirar,
4 wayyár’ ‘Adonáy ki sár lir’ôt ló
llamó de Elohim desde el centro de la zarza, diciendo: '¡Moisés! ¡Moisés!'.
wayyiqrá’ ‘eláô ‘elohím mittôk hassenéh wayyó’mer: moshéh moshéh
Y él respondió: 'Heme aquí'.
wayyó’mer hinnéni
5 Le dijo: 'No te acerques aquí; quítate las sandalias de tus pies,
5 wayyó’mer: ‘ál tikrab halóm shal ne’alékha me’al raglêkha
porque el lugar en que estás parado encima es tierra sagrada'.
Ki hammaqôm ‘asher ‘attáh ‘oméd ‘aláo ‘admát qôdesh hu’
6 Y dijo: 'Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham,
6 wayyó’mer: ‘anôkhí ‘elohé avíkha ‘elohé ‘avrahám
el Dios de Isaac y el Dios de Jacob'.
‘elohé yitsjáq w‘elohé ya’aqôv
Y se cubrió Moisés el rostro, porque tuvo temor de ver a Dios" (Exodo 3,1-6).
wayystár moshéh panaô ki yaré’ mehabbít ‘el-‘elohím
Razón tenía Moisés en asombrarse y considerar extraño el hecho de que este fuego no devorara la zarza, manjar apetecido por el fuego y los incendios, elemento proverbialmente combustible.
El estudio del texto hebreo nos permite también a nosotros compartir su asombro y extrañeza; pero también entender mejor lo excepcional que hay en los sentimientos del amor divino.
Dios se le muestra a sí mismo a Moisés en forma de fuego que no devora.
E interpreto que el fuego que vio Moisés prefiguraba el Sagrado Corazón de Jesucristo.
Yo tengo para mí, en efecto, que lo que vio Moisés en el SinaÍ, fue el Misterio del corazón de fuego ardiendo en las espinas: el Misterio de la Pasión salvadora, el corazón de Cristo y también el corazón de María.
La escena de la zarza ardiendo en el libro del Éxodo, está a media distancia entre las espinas y las espadas de fuego de los querubines del relato del Génesis 3, 24, y el fuego del amor de Cristo coronado de espinas en su Pasión.
Si leemos el texto bíblico en su lengua original, que es el hebreo, son impresionantes las diversas interpretaciones a las que se presta según las diversas vocalizaciones posibles del texto consonántico.
El texto se abre a posibilidades de significación que no siempre es fácil reflejar en las traducciones.
Los comentaristas del texto tienen mayores posibilidades que los traductores, de explicar los múltiples sentidos posibles que el autor humano y el Autor divino pueden haber querido darle a un determinado texto. Según un dicho rabínico: La sagrada Escritura tiene setenta caras. Vale decir: una plenitud de sentidos.
A veces, el autor sagrado intenta positivamente usar expresiones ambivalentes o polivalentes. Y esa polivalencia ínsita en el texto original inspirado es imposible expresarla en una traducción, a no ser explicándolo en notas al pie del texto.
Es bien posible leer esos varios sentidos de un mismo texto sólo consonántico, como son el texto bíblico y el arameo targúmico.
Los traductores se ven forzados a simplificar y elegir uno de los sentidos posibles, porque no pueden acumular múltiples traducciones. Por eso suelen seguir la lectura tradicional fijada por el texto masorético.
Pero en hebreo se pueden ir variando las vocales y con ello van cambiando las palabras y sus sentidos que están abiertos, como una adivinanza divina, a la perspicacia de un "escriba bien instruido en el reino de los cielos" (Mateo 13, 52).
Los rabinos judíos, que comentaron directamente el texto hebreo con gran conocimiento de esa lengua y con métodos exegéticos propios, ofrecieron luces para entender matices de significación propios que abren al lector diversas interpretaciones de un mismo texto. Y ellos afirmaron la validez de las varias lecturas aún la intercambiabilidad de vocablos homófonos aunque se escribiesen con una consonante diversa (Por ejemplo sin y samek)
Naturalmente, por las interpretaciones de los rabinos no podemos guiarnos en cosas de fe cristiana. Pero sí son atendibles en asuntos filológicos tocantes a la lengua hebrea. Y san Pablo aplica a la interpretación de las sagradas Escrituras los recursos interpretativos aprendidos de muchacho en la escuela rabínica.
San Jerónimo y otros grandes escrituristas y teólogos católicos no han dudado en consultarlos y aprender de ellos en estos campos. Podemos pues acudir a ellos con provecho para nuestra fe.
Pero, además, podemos leer por nuestra propia cuenta, a la luz de nuestra fe en Jesucristo, lo que los cambios vocálicos nos permiten escuchar, según diferentes lecturas.
En esta tarea nos anima el dicho de Santa Teresita del Niño Jesús: "Si yo hubiera sido sacerdote, habría estudiado a fondo el hebreo y el griego, a fin de conocer el pensamiento divino, tal como Dios se dignó expresarlo en nuestro lenguaje humano".
Expongo a continuación algunas conjeturas interpretativas de Éxodo 3, 1-6.
En una colección de antiguos comentarios rabínicos sobre el libro del Éxodo, llamado Midrásh Éxodo Rabbáh, encontramos un comentario a las palabras de nuestro texto:
"y vio al Ángel de Dios, o al Enviado de Dios, en una llama de fuego en medio de las espinas".
"wayyera’ mal’ak Adonay ‘eláo belabat ‘esh mittôk hassenéh
El vocablo labat se puede leer y entender, y así lo reconocen los rabinos, tanto como laváh (= llama o lengua de fuego) Laváh en su forma simple se escribe con las consontantes lámed, bet y he. Pero en estado constructo o estado genitivo, se escribe lavát).
Por eso el vocablo lavat puede leerse como genitivo de laváh, o como lavat = corazón. En efecto lavat es una forma excepcional de lev, corazón, que se usa en Ezequiel 16,30. Y aún puede leerse como libot, que significaría corazones, en plural.
Esta no es una lectura antojadiza. Está fundada en los usos rabínicos de interpretación usados también en el Nuevo Testamento. Y en interpretaciones que han dado rabinos del texto de la zarza ardiente que damos a continuación.
El comentario rabínico antes citado dice así: "Otra opinión acerca de la expresión "a manera de llama de fuego', dice que estaba (la llama o el corazón de fuego) entre ambos lados de la zarza y en la parte superior de ella, de la misma manera que el corazón (lev) está puesto entre ambas partes del cuerpo y en la parte de arriba".
El autorizado comentarista medieval judío Rabbí Salomón Isaac, más conocido como el Rashí, comenta así nuestro pasaje:
"belavat 'esh : Es el corazón (lev) del fuego. Expresión al estilo de: 'En el corazón del cielo' (Deuteronomio 4,11), 'el corazón de la encina' (2 Samuel 18,14) que significa: 'en medio de'. Y no te extrañes de que diga lavat por leb, (con tau final), porque hay otro ejemplo de eso en Ezequiel 16,30: '¡Oh! ¡Qué frágil es tu corazón' (=libatkha)".
De manera que, en nuestro texto, podemos leer también nosotros, en coincidencia con la autoridad rabínica, que Moisés vio a Dios "en el corazón del fuego" (belivat 'esh).
Según estos comentarios, Dios se le aparece a Moisés "en el corazón de un fuego" o bien "en un corazón de fuego" o bien "en corazones de fuego") que estaba en medio (mittók) de la zarza. Y ese fuego estaba ardiendo en medio de la zarza en la posición equivalente a la del corazón en un pecho humano. Un corazón. Era como el corazón ígneo de la zarza.
También podemos leer, cambiando sólo las vocales, en vez ‘esh (fuego), ‘ish (varón, hombre). Corazón de fuego y corazón de hombre, corazón humano. O en plural: "corazones humanos" belibbot ‘ish. Abarcando en uno los corazones de Jesús y María. Y esta es una posibilidad bíblica también: Porque si María guardaba todas estas cosas en su Corazón (Lucas 2, 19) entonces dentro del corazón de María se encuentra también el Corazón de su Hijo, como en uno solo que arde al unísono entre las espinas sin devorarlas.
Creo que siguiendo el consejo de Jesús, que recomendaba a todo escriba instruido en el Reino de los cielos sacar de su tesoro lo nuevo y lo viejo, me está no sólo permitido sino de alguna manera indicado, transitar este camino de la exégesis rabínica, adoptando su hermenéutica, aunque yendo más lejos que ellos, en la dirección de mi fe.
Por este camino, leo en el texto: "Y se dejó ver el Ángel de Dios a él: "En forma de corazón de fuego, de corazón ardiente", y también, ambivalentemente, "en forma de corazón de hombre". Y aún en plural: "en forma de corazones de fuego y de hombre" (belibbot ‘ésh y 'ish).
Moisés habría entrevisto los corazones de Jesús y de María
Algo parecido sucede con la lectura de "en medio de la zarza" (=mitok hassenéh).
Si las consontantes sámek nun, he vocalizadas como mitok hasin’áh o hasan’áh (de la raíz homófona pero escrita con consonante sin y no sámek: `saná’) significaría “de en medio del odio” (soné’ = enemigo, adversario, contrario, rival).
Si bien son dos raíces distintas, (una que comienza con sámek y otra con sin), sin embargo, por ser homófonas, en la lectura una evoca a la otra, la zarza evoca a los enemigos, al odio contra el justo. Y de hecho, esta homofonía es sugerente si se tiene en cuenta que, en universo simbólico de las sagradas Escrituras, las zarzas simbolizan a los malvados, enemigos de Dios, enemigos del justo perseguido, enemigos entre sí y de los hombres. Es decir, en otras palabras, "corazones de humanos de fuego, que arden en medio del odio sin consumir a los que los odian".
Esto es aplicable a todos los justos del antiguo y del nuevo Testamento, desde Abraham, pasando por su descendencia en Egipto y entre las naciones, hasta Jesucristo y su descendencia en adelante hasta el fin de los tiempos.
pero que no devora las espinas
3.1 "Moisés era pastor del rebaño de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián.
3,1 Umoshéh hayáy ro’éh ‘et-tson yitró jotnó cohén midyán
Y llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios.
wayyinhág ‘et-hatsón ‘ajár hamidbár; yayyavó’ ‘el-har ha’elohym joreváh
2 Y se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego, en medio de una zarza.
2 wayyerá’ mal’ák Adonáy ‘eláo belabát ‘ésh mittôk hassenéh
Y he ahí que la zarza estaba ardiendo en fuego, pero la zarza por él no era devorada
wehinnéh hassenéh bo’ér ba’ésh wehassenéh ‘enénnu ‘ukál
3 Dijo, pues, Moisés: 'quiero volverme para observar este fenómeno grande
3 wayyó’mer moshéh ‘asuráh-ná’ we’er’éh ‘et-hammaréh haggadól hazzéh
por qué no se consume la zarza".
maddúa’ lo-yiv’ar hassenéh
4 Vió el Señor que se acercaba para mirar,
4 wayyár’ ‘Adonáy ki sár lir’ôt ló
llamó de Elohim desde el centro de la zarza, diciendo: '¡Moisés! ¡Moisés!'.
wayyiqrá’ ‘eláô ‘elohím mittôk hassenéh wayyó’mer: moshéh moshéh
Y él respondió: 'Heme aquí'.
wayyó’mer hinnéni
5 Le dijo: 'No te acerques aquí; quítate las sandalias de tus pies,
5 wayyó’mer: ‘ál tikrab halóm shal ne’alékha me’al raglêkha
porque el lugar en que estás parado encima es tierra sagrada'.
Ki hammaqôm ‘asher ‘attáh ‘oméd ‘aláo ‘admát qôdesh hu’
6 Y dijo: 'Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham,
6 wayyó’mer: ‘anôkhí ‘elohé avíkha ‘elohé ‘avrahám
el Dios de Isaac y el Dios de Jacob'.
‘elohé yitsjáq w‘elohé ya’aqôv
Y se cubrió Moisés el rostro, porque tuvo temor de ver a Dios" (Exodo 3,1-6).
wayystár moshéh panaô ki yaré’ mehabbít ‘el-‘elohím
Razón tenía Moisés en asombrarse y considerar extraño el hecho de que este fuego no devorara la zarza, manjar apetecido por el fuego y los incendios, elemento proverbialmente combustible.
El estudio del texto hebreo nos permite también a nosotros compartir su asombro y extrañeza; pero también entender mejor lo excepcional que hay en los sentimientos del amor divino.
Dios se le muestra a sí mismo a Moisés en forma de fuego que no devora.
E interpreto que el fuego que vio Moisés prefiguraba el Sagrado Corazón de Jesucristo.
Yo tengo para mí, en efecto, que lo que vio Moisés en el SinaÍ, fue el Misterio del corazón de fuego ardiendo en las espinas: el Misterio de la Pasión salvadora, el corazón de Cristo y también el corazón de María.
La escena de la zarza ardiendo en el libro del Éxodo, está a media distancia entre las espinas y las espadas de fuego de los querubines del relato del Génesis 3, 24, y el fuego del amor de Cristo coronado de espinas en su Pasión.
Si leemos el texto bíblico en su lengua original, que es el hebreo, son impresionantes las diversas interpretaciones a las que se presta según las diversas vocalizaciones posibles del texto consonántico.
El texto se abre a posibilidades de significación que no siempre es fácil reflejar en las traducciones.
Los comentaristas del texto tienen mayores posibilidades que los traductores, de explicar los múltiples sentidos posibles que el autor humano y el Autor divino pueden haber querido darle a un determinado texto. Según un dicho rabínico: La sagrada Escritura tiene setenta caras. Vale decir: una plenitud de sentidos.
A veces, el autor sagrado intenta positivamente usar expresiones ambivalentes o polivalentes. Y esa polivalencia ínsita en el texto original inspirado es imposible expresarla en una traducción, a no ser explicándolo en notas al pie del texto.
Es bien posible leer esos varios sentidos de un mismo texto sólo consonántico, como son el texto bíblico y el arameo targúmico.
Los traductores se ven forzados a simplificar y elegir uno de los sentidos posibles, porque no pueden acumular múltiples traducciones. Por eso suelen seguir la lectura tradicional fijada por el texto masorético.
Pero en hebreo se pueden ir variando las vocales y con ello van cambiando las palabras y sus sentidos que están abiertos, como una adivinanza divina, a la perspicacia de un "escriba bien instruido en el reino de los cielos" (Mateo 13, 52).
Los rabinos judíos, que comentaron directamente el texto hebreo con gran conocimiento de esa lengua y con métodos exegéticos propios, ofrecieron luces para entender matices de significación propios que abren al lector diversas interpretaciones de un mismo texto. Y ellos afirmaron la validez de las varias lecturas aún la intercambiabilidad de vocablos homófonos aunque se escribiesen con una consonante diversa (Por ejemplo sin y samek)
Naturalmente, por las interpretaciones de los rabinos no podemos guiarnos en cosas de fe cristiana. Pero sí son atendibles en asuntos filológicos tocantes a la lengua hebrea. Y san Pablo aplica a la interpretación de las sagradas Escrituras los recursos interpretativos aprendidos de muchacho en la escuela rabínica.
San Jerónimo y otros grandes escrituristas y teólogos católicos no han dudado en consultarlos y aprender de ellos en estos campos. Podemos pues acudir a ellos con provecho para nuestra fe.
Pero, además, podemos leer por nuestra propia cuenta, a la luz de nuestra fe en Jesucristo, lo que los cambios vocálicos nos permiten escuchar, según diferentes lecturas.
En esta tarea nos anima el dicho de Santa Teresita del Niño Jesús: "Si yo hubiera sido sacerdote, habría estudiado a fondo el hebreo y el griego, a fin de conocer el pensamiento divino, tal como Dios se dignó expresarlo en nuestro lenguaje humano".
Expongo a continuación algunas conjeturas interpretativas de Éxodo 3, 1-6.
En una colección de antiguos comentarios rabínicos sobre el libro del Éxodo, llamado Midrásh Éxodo Rabbáh, encontramos un comentario a las palabras de nuestro texto:
"y vio al Ángel de Dios, o al Enviado de Dios, en una llama de fuego en medio de las espinas".
"wayyera’ mal’ak Adonay ‘eláo belabat ‘esh mittôk hassenéh
El vocablo labat se puede leer y entender, y así lo reconocen los rabinos, tanto como laváh (= llama o lengua de fuego) Laváh en su forma simple se escribe con las consontantes lámed, bet y he. Pero en estado constructo o estado genitivo, se escribe lavát).
Por eso el vocablo lavat puede leerse como genitivo de laváh, o como lavat = corazón. En efecto lavat es una forma excepcional de lev, corazón, que se usa en Ezequiel 16,30. Y aún puede leerse como libot, que significaría corazones, en plural.
Esta no es una lectura antojadiza. Está fundada en los usos rabínicos de interpretación usados también en el Nuevo Testamento. Y en interpretaciones que han dado rabinos del texto de la zarza ardiente que damos a continuación.
El comentario rabínico antes citado dice así: "Otra opinión acerca de la expresión "a manera de llama de fuego', dice que estaba (la llama o el corazón de fuego) entre ambos lados de la zarza y en la parte superior de ella, de la misma manera que el corazón (lev) está puesto entre ambas partes del cuerpo y en la parte de arriba".
El autorizado comentarista medieval judío Rabbí Salomón Isaac, más conocido como el Rashí, comenta así nuestro pasaje:
"belavat 'esh : Es el corazón (lev) del fuego. Expresión al estilo de: 'En el corazón del cielo' (Deuteronomio 4,11), 'el corazón de la encina' (2 Samuel 18,14) que significa: 'en medio de'. Y no te extrañes de que diga lavat por leb, (con tau final), porque hay otro ejemplo de eso en Ezequiel 16,30: '¡Oh! ¡Qué frágil es tu corazón' (=libatkha)".
De manera que, en nuestro texto, podemos leer también nosotros, en coincidencia con la autoridad rabínica, que Moisés vio a Dios "en el corazón del fuego" (belivat 'esh).
Según estos comentarios, Dios se le aparece a Moisés "en el corazón de un fuego" o bien "en un corazón de fuego" o bien "en corazones de fuego") que estaba en medio (mittók) de la zarza. Y ese fuego estaba ardiendo en medio de la zarza en la posición equivalente a la del corazón en un pecho humano. Un corazón. Era como el corazón ígneo de la zarza.
También podemos leer, cambiando sólo las vocales, en vez ‘esh (fuego), ‘ish (varón, hombre). Corazón de fuego y corazón de hombre, corazón humano. O en plural: "corazones humanos" belibbot ‘ish. Abarcando en uno los corazones de Jesús y María. Y esta es una posibilidad bíblica también: Porque si María guardaba todas estas cosas en su Corazón (Lucas 2, 19) entonces dentro del corazón de María se encuentra también el Corazón de su Hijo, como en uno solo que arde al unísono entre las espinas sin devorarlas.
Creo que siguiendo el consejo de Jesús, que recomendaba a todo escriba instruido en el Reino de los cielos sacar de su tesoro lo nuevo y lo viejo, me está no sólo permitido sino de alguna manera indicado, transitar este camino de la exégesis rabínica, adoptando su hermenéutica, aunque yendo más lejos que ellos, en la dirección de mi fe.
Por este camino, leo en el texto: "Y se dejó ver el Ángel de Dios a él: "En forma de corazón de fuego, de corazón ardiente", y también, ambivalentemente, "en forma de corazón de hombre". Y aún en plural: "en forma de corazones de fuego y de hombre" (belibbot ‘ésh y 'ish).
Moisés habría entrevisto los corazones de Jesús y de María
Algo parecido sucede con la lectura de "en medio de la zarza" (=mitok hassenéh).
Si las consontantes sámek nun, he vocalizadas como mitok hasin’áh o hasan’áh (de la raíz homófona pero escrita con consonante sin y no sámek: `saná’) significaría “de en medio del odio” (soné’ = enemigo, adversario, contrario, rival).
Si bien son dos raíces distintas, (una que comienza con sámek y otra con sin), sin embargo, por ser homófonas, en la lectura una evoca a la otra, la zarza evoca a los enemigos, al odio contra el justo. Y de hecho, esta homofonía es sugerente si se tiene en cuenta que, en universo simbólico de las sagradas Escrituras, las zarzas simbolizan a los malvados, enemigos de Dios, enemigos del justo perseguido, enemigos entre sí y de los hombres. Es decir, en otras palabras, "corazones de humanos de fuego, que arden en medio del odio sin consumir a los que los odian".
Esto es aplicable a todos los justos del antiguo y del nuevo Testamento, desde Abraham, pasando por su descendencia en Egipto y entre las naciones, hasta Jesucristo y su descendencia en adelante hasta el fin de los tiempos.
Presentación del P. Horacio Bojorge |
El Padre Horacio Bojorge es sacerdote jesuita. Nació en Montevideo, Uruguay en 1934, de padres católicos no practicantes.
Se formó en la escuela y el liceo laicos del estado uruguayo. Militó en la acción católica de estudiantes (1949-1952).Ingresó en la Compañía de Jesús en 1953 y se ordenó de sacerdote en Maastricht, Holanda, en 1965. Cursó sus estudios de Humanidades clásicas en Chile (1955-1956). Se licenció en Filosofía en Argentina (1959); en Teología en Holanda (1966) y en Sagrada Escritura en el Instituto Bíblico en Roma (1969).Visitó Tierra Santa en 1967.
Terminados sus estudios volvió al Río de la Plata en 1969, años marcados, en lo político, por la guerrilla urbana; en lo teológico por la teología política y de la liberación, y en lo eclesial por la división, la confusión y la desorientación.
Desarrolló desde entonces una intensa actividad dedicándose a la vez al estudio y la enseñanza de las Sagradas Escrituras, a diversos niveles, tanto académico como pastoral. Ha predicado y dirigido ejercicios espirituales de San Ignacio y ha escrito sobre este tema artículos y estudios.
Ha sido profesor de Sagrada Escritura en diversos seminarios y facultades católicas de teología. Es profesor en la Facultad de Teología en San Miguel (Prov. De Buenos Aires).
Docente emérito de Cultura y Lenguas bíblicas en la Universidad de la República (Montevideo). Es autor de un método para el aprendizaje del hebreo bíblico. Ha publicado numerosos libros y artículos.
Se desempeña en toda clase de ministerios sacerdotales entre los fieles: Dirección de ejercicios espirituales ignacianos; predicación de retiros y novenas; confesiones; dirección espiritual; enseñanza bíblica y de espiritualidad.
Aprecia y colabora gustoso con los diversos movimientos: neocatecumenales, grupos de oración carismáticos y en la "Comunidad de Convivencias con Dios" del Movimiento de Renovación carismática.
Debido a dichos ministerios, y a la presentación de la doctrina contenida en sus libros, recorre Argentina, Paraguay y Uruguay.
Aprecia y colabora gustoso con los diversos movimientos: neocatecumenales, grupos de oración carismáticos y en la "Comunidad de Convivencias con Dios" del Movimiento de Renovación carismática.
Debido a dichos ministerios, y a la presentación de la doctrina contenida en sus libros, recorre Argentina, Paraguay y Uruguay.
Sus libros más conocidos
Ha publicado dos trilogías al servicio de la nueva evangelización.
Una sobre los obstáculos contra el amor a Dios al servicio de la conversión. Y otra sobre el camino del amor al Padre, tal como lo anuncia y enseña Jesús en el Sermón de la Montaña:
1) En mi sed me dieron vinagre. La civilización de la acedia. Ensayo de teología pastoral. (Editorial Lumen, Bs. As. 2ª edición 1999)
2) Mujer ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la civilización de la acedia. (Editorial Lumen, Bs. As. 1999)
3) El lazo se rompió y volamos. Vicios capitales y Virtudes
(Editorial Lumen, Bs. As. 2001)
La trilogía sobre el kerygma del amor a Dios consta de:Ha publicado dos trilogías al servicio de la nueva evangelización.
Una sobre los obstáculos contra el amor a Dios al servicio de la conversión. Y otra sobre el camino del amor al Padre, tal como lo anuncia y enseña Jesús en el Sermón de la Montaña:
1) En mi sed me dieron vinagre. La civilización de la acedia. Ensayo de teología pastoral. (Editorial Lumen, Bs. As. 2ª edición 1999)
2) Mujer ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la civilización de la acedia. (Editorial Lumen, Bs. As. 1999)
3) El lazo se rompió y volamos. Vicios capitales y Virtudes
(Editorial Lumen, Bs. As. 2001)
1) "Las Bienaventuranzas. Vivir como el Hijo, Vivir como Hijos. " (2003);
2) "Orar como el Hijo, Orar como Hijos. ¡Upa Papá! Elevaciones al Padre Nuestro" (2004),
3) " Anuncio del Sermón de la Montaña. Vivir como el Hijo, Vivir como Hijos". (2004). (Los tres en Editorial Lumen, Buenos Aires)
Sobre el amor humano publicó últimamente un libro contracultural:
La Casa sobre Roca. Noviazgo , Amistad Matrimonial, Educación de los hijos
(Ed. Lumen, Buenos Aires 2006)
“Teologías Deicidas. El pensamiento de Juan Luis Segundo en su contexto”
Editorial Encuentro, Madrid 2000), 380 páginas, es un libro de crítica teológica y filosófica a corrientes heterodoxas a propósito de uno de sus representantes.