viernes, 10 de octubre de 2025

Sagradas lecturas Viernes 10...

 Viernes...

“ El reino de Dios ha llegado a vosotros 

Primera lectura

Lectura de la profecía de Joel 1,13-15; 2,1-2

Vestíos de luto, haced duelo, sacerdotes, gritad, servidores del altar.

Venid y pasad la noche en sacos, servidores de Dios, pues no hay en el templo de vuestro Dios ofrenda y libación.

Proclamad un ayuno santo, convocad la asamblea, reunid a los jefes, a todos los habitantes del país en la casa de vuestro Dios y llamad a gritos al Señor.

¡Ay del día!

Se acerca el Día del Señor, llega como ruina arrolladora.

Tocad la trompeta en Sión, gritad en mi monte santo, se estremecen todos los habitantes del país, pues llega el Día del Señor.

Sí, se acerca, día de oscuridad y negrura, día de niebla y oscuridad, como el alba sobre los montes, avanza un gentío innumerable, poderoso como nunca la hubo ni lo habrá tras él por generaciones.

Salmo de hoy

Salmo 9,2-3.6.16.8-9 R/. El Señor juzgará el orbe con justicia

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo,
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R/.

Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido.
Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron. R/.

Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar.
El juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,15-26

En aquel tiempo, habiendo expulsado Jesús a un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:
«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo:

«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.

El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.

Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por lugares áridos, buscando un sitio para descansar, y, al no encontrarlo, dice:
“Volveré a mi casa de donde salí”.

Al volver se la encuentra barrida y arreglada.

Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí.

Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

"Llega el Día del Señor"

La lectura que proclamamos hoy se toma del libro de Joel, un profeta del que no se conoce su biografía y, por crítica interna del texto, hay quien lo coloca hacia el año 830 antes de Cristo. Su literatura tiene una marcada belleza poética y describe una tremenda plaga genérica de langostas que asoló el país de Judá, anclado por entonces en la agricultura y la ganadería: «Lo que dejó la oruga, lo devoró la langosta, lo que dejó la langosta, lo devoró el pulgón, lo que dejó el pulgón, lo devoró el saltón o saltamontes […]  En desolación ha dejado mi viña, destrozada mi higuera: la ha pelado del todo y derribado, y sus ramas han quedado blancas […] El campo ha sido arrasado, en duelo está el suelo, porque el grano ha sido arrasado, ha faltado el mosto, y el aceite virgen se ha agotado […] Hasta las bestias del campo jadean tras de ti, porque están secas las corrientes de agua y el fuego ha devorado los pastizales del desierto» (1, 4, 7, 10, 20).

El profeta se manifestó un elegante cronista de epidemias y de amenazas de guerra. Manifiesta sentimientos de cercanía para con sus semejantes y busca, además, un camino de salida abriéndose al misterio de Dios. Invita a los sacerdotes a reunirse en la casa de Dios para aclamar al Señor. Es verdad que su narración apunta en algún momento a los tiempos últimos: «Llega el día del Señor, porque está cerca, es muy grande y terrible, ¿quién lo soportará?».

Pero la profecía de Joel anuncia también tiempos mesiánicos. Dios muestra su mano misericordiosa, acepta las lágrimas de arrepentimiento y tiene piedad de su pueblo; recibe los corazones desgarrados, no entrega su heredad al oprobio, en sus planes tiene abierto el camino de retorno hacia él, reverdecerán los pastizales del desierto, comerán en abundancia y alabarán el nombre del Señor: «¡Mi pueblo no será confundido jamás! […] Derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos profetizarán […] Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo» (2 y 3).

"El que no recoge conmigo desparrama"

Cristo es ejemplo de la unión más plena, tanto con la divinidad, como con la humanidad. Comenzando por la naturaleza humana, asumida de la santísima virgen María en la encarnación, su unión con Dios permaneció total, inalterable y de ella resulta una sola persona divina. Una persona que es Dios verdadero y hombre verdadero.

La encarnación del Hijo de Dios se realiza en forma de rescate para dar al hombre vuelos de eternidad. El lastre del pecado original impedía a las criaturas humanas despegar hacia las alturas de un horizonte infinito. Condicionado por las heridas del pecado, apenas encontraba fuerzas para conducir su vida con rectitud por los caminos terrenos y, en ellos, no se lograba saciar. Pero la omnipotencia divina salió al paso de los intentos vanos del hombre por ascender hacia donde se sentía impulsado, es decir, a la plenitud de unión con Dios. Esta era su meta: «Creó Dios al ser humano a imagen suya» (Gen 1, 27).

Pero el hombre no fue creado para vivir distanciado de Dios, sino unido a él: «Serás corona de adorno en la mano del Señor, y tiara real en la palma de tu Dios» (Is 62, 3). La redención se ha hecho por medio del abajamiento de Dios en la persona de la Palabra eterna: «Se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil 2, 8).

La unión perfecta de Jesús con Dios, buscando siempre la elevación del hombre, no la entendieron algunos de la multitud que asistieron a la expulsión de un demonio. Estos tales sentenciaron: «Por el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios echa los demonios». ¡Nada más lejos del discernimiento de Jesús! Otros, para ponerlo a prueba, le pedían, asimismo, un signo del cielo. No advertían que lo había ya realizado en aquel acto, indicador de la llegada del reino de Dios. La bondad de Dios es lo más opuesto a la maldad procedente el pecado de Belzebú y de sus secuaces que, con plena libertad, eligieron el mal del pecado.

Jesús no descansa en la llamada hacia el bien, a la unión con Dios y con el prójimo. Pone en guardia, sin embargo, frente a las fuerzas del mal, que saben unirse también para causar la ruina del hombre. Pero la victoria está conquistada por el Señor: «Tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneos firmes» (Ef 6, 13).

 

Fray Vito T. Gómez García O.P.

Fray Vito T. Gómez García O.P.
Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)

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