viernes, 3 de enero de 2025

Los Santos Inocentes ...

 

Vergüenza de Obispos! Silencio cómplice ante el aborto el día de los Santos Inocentes

Qué hipócritas os habéis vuelto los obispos! Soís solo cambistas que toman grandes cantidades de dinero en nombre de alimentar a los pobres e inmigrantes. Judas era bien conocido por hacer lo mismo. Necesito recordarte que tu fin será el mismo que el de él si no cambias de rumbo.

En el Día de los Santos Inocentes, marcado por la memoria de aquellos niños masacrados por orden del rey Herodes, solo una voz episcopal en España se ha alzado para denunciar la tragedia contemporánea del aborto.

¡Qué hipócritas os habéis vuelto los obispos actuales! Ustedes son solo cambistas que toman grandes cantidades de dinero en nombre de alimentar a los pobres. Judas era bien conocido por hacer lo mismo. Necesito recordarte que tu fin será el mismo que el de él si continúas por el mismo camino pérfido. ¡Tu silencio te condena!

El obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla ha sido el único en pronunciarse públicamente con un mensaje claro y directo, denunciando la «masacre de Herodes» que sigue vigente en nuestros días. A través de sus redes sociales, Munilla afirmó: «Hoy, día de los Santos Inocentes, algunos ‘rebeldes con causa’ se han manifestado ante un abortorio de Madrid, recordando que la masacre de Herodes sigue aconteciendo en nuestros días. Gracias Doctor Poveda por continuar gritando, año tras año: ‘Herodes mató menos niños. ¡Feliz Navidad!’”.

Sin embargo, el silencio del resto de los obispos españoles resuena ensordecedor. A pesar de que muchos de ellos se han mostrado activos en otras causas sociales a lo largo del año, ninguno ha abordado hoy el tema del aborto, una de las cuestiones más graves y urgentes relacionadas con la dignidad de la vida humana.

Por ejemplo, el cardenal José Cobo, conocido por su compromiso con los temas de inmigración, publicó el pasado junio un mensaje con motivo del Día Mundial del Refugiado, donde afirmó: «En el #DíaMundialdelRefugiado, reflexionamos sobre el sufrimiento y la esperanza de millones de personas desplazadas. Que nuestra fe nos inspire a abrir nuestros corazones y comunidades a quienes buscan una nueva oportunidad. Juntos, podemos construir un mundo más justo y humano.»

Cobo no tiene problema en posicionarse a favor de los refugiados, pero que contrasta con el mutismo mostrado frente a la tragedia del aborto, un drama que afecta a miles de vidas inocentes.

Cristianos de a pie, en pie de batalla

Mientras la jerarquía eclesial permanece en silencio, la sociedad civil cristiana comienza a dar pasos decididos en la defensa de la vida. Asociaciones dedicadas a apoyar a mujeres embarazadas, organizaciones enfocadas en la batalla cultural y medios de comunicación comprometidos están levantando la voz donde los obispos no lo hacen. Un ejemplo de esta ‘cruzada’ por la vida es el reciente documental estrenado por Hazte Oír y Terra Ignota, las campañas de 40 Días por la Vida o la labor de asistencia y resistencia que encabeza el doctor Poveda.

Además, en el ámbito político tanto en España como en Europa el partido VOX está logrando introducir partidas en los presupuestos de aquellos lugares donde gobierna en favor de estas asociaciones que trabajan con mujeres embarazas para ofrecer alternativas al aborto.

Estos cristianos de a pie, con valentía y convicción, están sosteniendo una lucha que exige valentía moral y un compromiso público. La imagen es clara: mientras algunos fieles se sacrifican, dedican su tiempo y recursos para defender la vida desde su trinchera, los pastores que deberían liderar esta causa parecen haberse relegado a un discreto segundo plano, cuando no desaparecen completamente del debate.

¿Dónde están los obispos?

La omisión de los obispos españoles en una fecha tan simbólica como el Día de los Santos Inocentes invita a una profunda reflexión. Si bien es cierto que el Evangelio tiene múltiples dimensiones, la defensa de los más vulnerables debería ser una prioridad indiscutible, especialmente cuando se trata de la vida de los no nacidos.

El ejemplo de Munilla resalta no solo por lo que dice, sino por lo que expone: un episcopado mayoritariamente ausente en una de las batallas culturales más decisivas de nuestro tiempo. Mientras los cristianos laicos empujan con fuerza, los obispos, salvo contadas excepciones, ni tiran del carro ni se suman a él.

Si la Iglesia no es capaz de ser luz en medio de la oscuridad, ¿quién lo será? El despertar de la sociedad civil es un signo esperanzador, pero es urgente que la jerarquía eclesial tome conciencia de su papel irrenunciable y, como buenos pastores, salgan al frente para guiar a sus fieles en la defensa de la vida y la verdad.

En el Juicio Final, todos seremos juzgados por lo que hicimos o no hicimos en esta guerra contra el aborto. Elijo defender la vida humana en la tierra y abrazar la vida eterna con Dios en el Cielo. Os exhorto a todos vosotros, obispos, a hacer lo mismo.

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