Orden Carmelitana
Domingo, 18 Noviembre, 2018
Discurso final
Marco 13,24-32
Marco 13,24-32
1. Oración inicial
Shadai, Dios de la montaña,
que haces de nuestra frágil vida
la roca de tu morada,
conduce nuestra mente
a golpear la roca del desierto,
para que brote el agua para nuestra sed.
La pobreza de nuestro sentir
nos cubra como un manto en la obscuridad de la noche
y abra el corazón para acoger el eco del Silencio
para que el alba
envolviéndonos en la nueva luz matutina
nos lleve
con las cenizas consumadas por el fuego de los pastores del Absoluto
que han vigilado por nosotros junto al Divino Maestro,
el sabor de la santa memoria.
Shadai, Dios de la montaña,
que haces de nuestra frágil vida
la roca de tu morada,
conduce nuestra mente
a golpear la roca del desierto,
para que brote el agua para nuestra sed.
La pobreza de nuestro sentir
nos cubra como un manto en la obscuridad de la noche
y abra el corazón para acoger el eco del Silencio
para que el alba
envolviéndonos en la nueva luz matutina
nos lleve
con las cenizas consumadas por el fuego de los pastores del Absoluto
que han vigilado por nosotros junto al Divino Maestro,
el sabor de la santa memoria.
2. Lectio
a) El texto:
24 «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, 25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. 26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; 27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
28 «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. 30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.
28 «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. 30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.
b) Momento de silencio:
Dejamos que la voz del Verbo resuene en nosotros.
3. Meditatio
a) Algunas preguntas:
- Después de aquella tribulación. La vida humana lleva las señales del trabajo, el sello de la muerte preñada de vida nueva: ¿Podemos contarnos entre los elegidos que serán reunidos desde los cuatro vientos?
- El Hijo del hombre viene sobre las nubes: ¿Seremos capaces de levantar la mirada desde nuestra miseria para verlo llegar sobre el horizonte de nuestra vida?
- Aprended de la higuera: El hombre tiene tanto que aprender y no debe buscar quién sabe en dónde. La naturaleza es el primer libro de Dios. ¿Tenemos voluntad para abrirlo, o quizás le rompemos las páginas creyendo que es nuestro?
- Todo pasa, sólo la Palabra de Dios permanece para siempre. Cuántas palabras vanas, cuántos sueños y placeres arrebatados por el tiempo que inexorablemente se lleva todo lo que tiene fin. La roca sobre la que habíamos construido a nosotros mismos ¿es la roca de la Palabra del Dios viviente?
- Aquel día y aquella hora ninguno la conoce: no está en nosotros el saberlo. El Padre lo sabe. ¿Estamos dispuestos a creerlo?
- El Hijo del hombre viene sobre las nubes: ¿Seremos capaces de levantar la mirada desde nuestra miseria para verlo llegar sobre el horizonte de nuestra vida?
- Aprended de la higuera: El hombre tiene tanto que aprender y no debe buscar quién sabe en dónde. La naturaleza es el primer libro de Dios. ¿Tenemos voluntad para abrirlo, o quizás le rompemos las páginas creyendo que es nuestro?
- Todo pasa, sólo la Palabra de Dios permanece para siempre. Cuántas palabras vanas, cuántos sueños y placeres arrebatados por el tiempo que inexorablemente se lleva todo lo que tiene fin. La roca sobre la que habíamos construido a nosotros mismos ¿es la roca de la Palabra del Dios viviente?
- Aquel día y aquella hora ninguno la conoce: no está en nosotros el saberlo. El Padre lo sabe. ¿Estamos dispuestos a creerlo?
b) Clave de lectura:
El profundo cambio del cosmo descrito por Marcos entre metáforas y realidades anuncia la inminencia del fin que nos introduce en una inmensa novedad. La aparición del Hijo sobre las nubes abre a la humanidad a la dimensión celeste. Él no es un juez inapelable, sino un Salvador potente, que aparece en el esplendor de su gloria divina, para reunir a los elegidos, para hacerlos partícipes de la vida eterna en el reino dichoso del cielo. No hay en Marcos escena de juicio, amenaza o condena...queriendo suscitar la esperanza y alimentar la espera, se anuncia la victoria final.
vv. 24-25. Después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá... a la gran tribulación se opone una nueva realidad. El evangelista considera vecina la parusía, aunque permanece oculta la hora. La desintegración del cosmo está descrito con expresiones típicas del leguaje apocalíptico, con una forma estilística cuidada: los cuatro elementos están dispuestos de dos en dos, recurriendo al paralelismo. Es evidente el reclamo a Is. 13,10 cuando se habla de oscurecerse tanto el sol como la luna, y a Is. 34, 4 cuando se habla de la convulsión de las potencias que están en los cielos.
v. 26. Entonces verán al Hijo del Hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria. Es el punto culminante del discurso escatológico de Marcos. El tiempo de la espera se cumple, llega el momento de la recapitulación de todo en Cristo. El fin del mundo no es otra cosa que premisa de la parusía gloriosa del Hijo del hombre prevista por Daniel 7,13. Las nubes indican la presencia de Dios que en las teofonías le sirven para descender sobre la tierra. Los atributos de la soberanía divina, el poder y la gloria, recordados por Jesús ante el sanedrín (14, 62), no son una amenaza para el hombre, sino la proclamación solemne de la dignidad mesiánica que trasciende la humanidad de Cristo.
v. 27. Entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.Con este primer acto del Hijo del hombre, aparece el verdadero significado de la parusía: la salvación escatológica del pueblo de Dios , disperso por el mundo. Los elegidos serán todos reunidos. Ninguno será olvidado. No se habla de castigo para los enemigos ni de catástrofes punitivas, sino de unificación. Y existirá un lugar extraño a esto, porque desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo, los ángeles reunirán a los hombres en torno a Cristo. Es un encuentro glorioso.
v. 28. De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. La parábola de la higuera nos viene a decir la certeza y la proximidad de los sucesos anunciados, y de modo particular la venida del Hijo del hombre, prefigurada en la cercana pasión, muerte y resurrección. El mandato dirigido a los oyentes: ¡Aprended! revela el sentido parentético de la semejanza: es una invitación a penetrar profundamente en el sentido de las palabras de Jesús para comprender el proyecto de Dios sobre el mundo. El árbol de la higuera que pierde sus hojas en el avanzado otoño y le renacen ya tarde con respecto a las otras plantas, pasada la primavera, anuncia la llegada del verano.
v. 29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. El hombre puede conocer el diseño de Dios por las cosas que acontecen. ¿Cuáles son las cosas que acontecen? Marcos ha hablado en el v. 14 de la abominación de la desolación. Esta es la señal, la señal del fin, o sea de la parusía, de la aparición del Hijo del hombre. Estas cosas que son el principio de los dolores, nos llevarán a un nuevo nacimiento, porque Él está cerca, a las puertas.
v.30. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. Se han hecho muchas hipótesis sobre el significado de esta generación. Más que de una afirmación cronológica se trata de una expresión cristológica. La Iglesia primitiva siempre ha afirmado, aun esperando una venida en breve término del Señor, lo incierto del momento preciso. Todo creyente que lee esto, en cualquier tiempo, puede creerse como haciendo parte de esta generación.
v.31. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. La certeza de que las palabras del Señor no pasarán jamás, infunde confianza a cualquiera que reflexione sobre la caducidad del mundo y de las cosas del mundo. Construirse sobre la Palabra de Dios permitirá que no subsista la abominación de la desolación y que el sol, la luna y las estrellas no pierdan su esplendor. El hoy de Dios se convierte para el hombre en la única vía para llegar a si mismo, porque si en su palabras no existe ni el ayer ni el mañana, no deberá temer ya la muerte.
v. 32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. El final es cierto, pero el conocimiento de cuando vendrá, está reservado al Padre. Jesús no ha dicho nunca nada de preciso sobre esto. Por tanto, si alguno pretende referirse a una presunta enseñanza de Jesús, miente. El final hace parte de los secretos insondables que configuran el misterio de Dios. La misión del Hijo es la actuación del Reino, no la revelación del cumplimiento de la historia humana. Jesús comparte así, hasta el fondo, su condición humana. Con su kénosis voluntaria está muy bien de acuerdo la posibilidad de ignorar el día y la hora del fin del mundo.
c) Reflexión:
La tribulación como pan cotidiano para la vida del hombre es señal de la venida del Hijo de Dios. Una vida preñada de un rostro nuevo tiene que conocer los dolores del parto. Dispersos hasta la extremidad de la tierra, lejos los unos de los otros, los hijos del Altísimo serán reunidos de los cuatro vientos, por el espíritu divino que recorre la tierra. El Hijo del hombre viene sobre las nubes, mientras nuestra mirada está fija en la tierra, en nuestras obras de fango, perdido entre las lágrimas de la disolución y del engaño. Cuando seamos capaces de levantar la mirada desde nuestra miseria para verlo llegar al horizonte de nuestra historia, la vida se llenará de luz, y aprenderemos a leer su escritura sobre la arena de nuestro pensar y querer, de nuestro caer y soñar, de nuestro caminar y aprender. Cuando tengamos el valor de deshojar las páginas de la vida de cada día y recoger las semillas de la Palabra eterna arrojadas sobre los surcos de nuestro ser, encontrará paz nuestro corazón. Y las vanas palabras, los placeres tragados por el tiempo, no será sino un recuerdo perdido porque la roca sobre la cual nos hemos construidos a nosotros mismos será la Palabra del Dios viviente. Si aquel día y aquella hora ninguno la sabe, no es para nosotros el indagar. El Padre la sabe y nosotros nos fiamos de Él.
4. Oratio
Sabiduría 9,1-6,9-11
Sabiduría 9,1-6,9-11
«Dios de mis antepasados, Señor de misericordia,
que hiciste todas las cosas con tu palabra,
y con tu sabiduría formaste al hombre
para que dominase sobre tus criaturas,
gobernase el mundo con santidad y justicia
y juzgase con rectitud de espíritu;
dame la Sabiduría entronizada junto a ti,
y no me excluyas de entre tus hijos.
Porque soy siervo tuyo, hijo de tu esclava,
un hombre débil y de vida efímera,
incapaz de comprender el derecho y las leyes.
Pues, aunque uno sea perfecto entre los hombres,
si le falta la sabiduría que viene de ti, será tenido en nada.
Contigo está la Sabiduría que conoce tus obras,
que estaba a tu lado cuando hacías el mundo,
que conoce lo que te agrada
y lo que es conforme a tus mandamientos.
Envíala desde el santo cielo,
mándala desde tu trono glorioso,
para que me acompañe en mis tareas
y pueda yo conocer lo que te agrada.
Ella, que todo lo sabe y comprende,
me guiará prudentemente en mis empresas
y me protegerá con su gloria.
que hiciste todas las cosas con tu palabra,
y con tu sabiduría formaste al hombre
para que dominase sobre tus criaturas,
gobernase el mundo con santidad y justicia
y juzgase con rectitud de espíritu;
dame la Sabiduría entronizada junto a ti,
y no me excluyas de entre tus hijos.
Porque soy siervo tuyo, hijo de tu esclava,
un hombre débil y de vida efímera,
incapaz de comprender el derecho y las leyes.
Pues, aunque uno sea perfecto entre los hombres,
si le falta la sabiduría que viene de ti, será tenido en nada.
Contigo está la Sabiduría que conoce tus obras,
que estaba a tu lado cuando hacías el mundo,
que conoce lo que te agrada
y lo que es conforme a tus mandamientos.
Envíala desde el santo cielo,
mándala desde tu trono glorioso,
para que me acompañe en mis tareas
y pueda yo conocer lo que te agrada.
Ella, que todo lo sabe y comprende,
me guiará prudentemente en mis empresas
y me protegerá con su gloria.
5. Contemplatio
Señor, miro la rama tierna de la higuera que es mi vida y espero. Mientras las sombras de la tarde se alargan sobre mis pasos, recapacito en tus palabras. Cuánta paz en el corazón mientras la mente deja vagar el pensamiento sobre ti. En tu tiempo mi espera de ti se cumple. En mi tiempo tu espera de mi se cumple. El tiempo, como un misterio de pasado y futuro, de eterno presente. Las olas del hoy se quiebran en las experiencias llameantes de tu Presencia y me recuerdan a los juegos sobre la arena que puntualmente el mar me destruye. Y sin embargo soy feliz. Feliz de mi nada, de mi arena que no queda en pie, porque una vez más tu Palabra escribe. Tratamos de pararnos en el tiempo, escribiendo y hablando, realizando obras excelsas que resistan la intemperie de los siglos. Y tú, sin embargo, te paras a escribir sobre la arena, para realizar obras de amor que tienen el perfume de una lepra acariciada y no temida, el sonido de voces roncas y sin forma como subfondo de cada día. El sabor de una venganza esfumada y de un abrazo dado de nuevo... obras que no quedan sino en el corazón de Dios y en la memoria de aquéllos que viven, atentos a las huella del vuelo de una paloma en el cielo de la propia existencia. Que yo pueda mirar cada día las nubes y consumarme en la nostalgia de tu regreso, tierno amor del alma mía. Amén
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Lectio Divina:
Sunday, November 18, 2018
Last Discourse
Mark 13:24-32
Mark 13:24-32
1. OPENING PRAYER
Shaddai, God of the mountain,
You who make of our fragile life
the rock of Your dwelling place,
lead our mind
to strike the rock of the desert,
so that water may gush to quench our thirst.
May the poverty of our feelings
cover us as with a mantle in the darkness of the night
and may it open our heart to hear the echo of silence
until the dawn,
wrapping us with the light of the new morning,
may bring us,
with the spent embers of the fire of the shepherds of the Absolute
who have kept vigil for us close to the divine Master,
the flavor of the holy memory.
You who make of our fragile life
the rock of Your dwelling place,
lead our mind
to strike the rock of the desert,
so that water may gush to quench our thirst.
May the poverty of our feelings
cover us as with a mantle in the darkness of the night
and may it open our heart to hear the echo of silence
until the dawn,
wrapping us with the light of the new morning,
may bring us,
with the spent embers of the fire of the shepherds of the Absolute
who have kept vigil for us close to the divine Master,
the flavor of the holy memory.
2. LECTIO
a) The text:
Jesus said to his disciples: "In those days after that tribulation the sun will be darkened, and the moon will not give its light, and the stars will be falling from the sky, and the powers in the heavens will be shaken." And then they will see 'the Son of Man coming in the clouds' with great power and glory, and then he will send out the angels and gather his elect from the four winds, from the end of the earth to the end of the sky. "Learn a lesson from the fig tree. When its branch becomes tender and sprouts leaves, you know that summer is near. In the same way, when you see these things happening, know that he is near, at the gates. Amen, I say to you, this generation will not pass away until all these things have taken place. Heaven and earth will pass away, but my words will not pass away. "But of that day or hour, no one knows, neither the angels in heaven, nor the Son, but only the Father."
b) A moment of silence:
Let the sound of the Word echo in us.
3. MEDITATIO
a) A few questions:
- After that tribulation. Life bears the signs of labor, the seal of a death pregnant with new life. Can we count ourselves among the elect gathered from the four winds?
- The Son of man coming in the clouds: Will we be capable of raising our eyes from our miserable things so as to see Him coming on the horizon of our story?
- From the fig tree learn: We have so much to learn and we need not look far. Nature is the first book of God. Are we willing to go through its pages or do we tear its pages, thinking that we own it?
- All things pass away; only the Word of God remains forever. How many are the vain words, the dreams and pleasures inexorably swallowed by time that carries away everything that has an end! Is the rock on which we have built our lives the rock of the Word of the living God?
- Of that day or that hour no one knows: it is not for us to know. The Father knows. Are we open to putting our trust in Him?
- The Son of man coming in the clouds: Will we be capable of raising our eyes from our miserable things so as to see Him coming on the horizon of our story?
- From the fig tree learn: We have so much to learn and we need not look far. Nature is the first book of God. Are we willing to go through its pages or do we tear its pages, thinking that we own it?
- All things pass away; only the Word of God remains forever. How many are the vain words, the dreams and pleasures inexorably swallowed by time that carries away everything that has an end! Is the rock on which we have built our lives the rock of the Word of the living God?
- Of that day or that hour no one knows: it is not for us to know. The Father knows. Are we open to putting our trust in Him?
b) A key to the reading:
The great change of the cosmos described by Mark lies between metaphor and reality and proclaims the imminence of the end of time as an introduction to an immensely new world. The coming of the Son in the clouds opens up for humanity a heavenly dimension. He is not an intransigent judge, but a powerful Savior who appears in the splendor of divine glory to reunite the elect, to make them share in eternal life in the blessed reign of heaven. Mark does not mention a judgment, threat or sentence…so as to bring hope and increase the expectation, he proclaims the final victory.
v. 24-25. After that tribulation the sun will be darkened… a new reality is contrasted with the great tribulation. The Evangelist thinks that the parousia is near at hand, even though the hour of its coming is uncertain. The confusion of the cosmos is described in terms typical of apocalyptic language, in a stylized and accurate form: the four elements are ranged two by two in a parallel manner. The reference to Isa 13:10 is clear when he speaks of the sun and the moon being darkened and to Isa 34:4 when he speaks of the shaking of the powers in heaven.
v. 26. Then they will see the Son of man coming in clouds with great power and glory. This is the peak of Mark’s eschatological discourse. The time of expectation is over; this is the time for restoring everything in Christ. The end of the world is no more than the promise of the glorious parousia of the Son foreseen by Dan 7:13. The clouds point to the presence of God who in all His self-revelations uses clouds to come down to earth. The attributes of divine sovereignty, power and glory, mentioned by Jesus before the Sanhedrin (Mk 14:62) are not a threat to humankind, but the solemn proclamation of the messianic dignity that transcends the humanity of Christ.
v. 27. And then He will send out the angels, and gather His elect from the four winds, from the ends of heaven. By this first act of the Son of man, the meaning of the true parousia is made clear: the eschatological salvation of the people of God spread throughout the world. All the elect will be reunited. No one will be forgotten. There is no mention of punishment of enemies nor of punitive catastrophes, but only of unification. It will be the only place because from the ends of the earth to the ends of heaven the angels will gather people around Christ. This, indeed, is a glorious meeting.
v. 28. From the fig tree learn its lesson: as soon as its branch becomes tender and puts forth its leaves, you know that summer is near. The parable of the fig tree points to the certainty and nearness of the proclaimed events, especially the coming of the Son of Man, prefigured in the imminent passion, death and resurrection. The imperative addressed to the listeners, Learn!, reveals the implied meaning of the similitude: it is an invitation to penetrate deeply into the meaning of Jesus’ words in order to understand God’s plan for the world. When the fig tree loses its leaves in late autumn, later than other plants, even past springtime, it announces the coming of summer.
v. 29. So also, when you see these things taking place, you know that He is near, at the very gates. Human beings may know God’s plan from the events that take place. What are the things that have to take place? Mark spoke of the abomination of desolation in v. 14. That is the sign, the sign of the end that is the parousia, the coming of the Son of man. Those things that are the beginning of woes will bring humankind to a new birth, because He is near, at the very gates.
v. 30. Truly, I say to you, this generation will not pass away before these things take place. Many hypotheses have been put forward concerning the meaning of this generation. It is more a Christological expression than a chronological affirmation. The early Church kept affirming the uncertainty of the precise moment, even though it held on to the hope that the Lord would come soon. Every believer, in any age, who reads this passage, can think of him/herself as being part of this generation.
v. 31. Heaven and earth will pass away, but My words will not pass away. The certainty that the words of the Lord will never pass away adds confidence to whoever reflects on the decline of the world and the things of the world. To build on the Word of God means that the abomination of desolation will not last and that the sun, moon and stars will not lose their splendor. The present time of God becomes for human beings the only way to their own being because, if in their speech the present never becomes the past, then they need not fear death.
v. 32. But of that day or that hour no one knows, not even the angels in heaven, nor the Son, but only the Father. The end is certain, but the knowledge as to when it will come is reserved to the Father. Jesus never made any precise statement on this matter. Thus, anyone who pretends to have some presumed teaching of his own is lying. The end is one of the many unfathomable secrets that belong to the Father. The mission of the Son is to establish the kingdom, not the revelation of the fulfillment of human history. Thus Jesus shares deeply in our human condition. Through His voluntary kenosis, He even complies with the possibility of not knowing the day or the hour of the end of the world.
c) Reflections:
Tribulation is like daily bread in human life and it is the sign of the coming of the Son of God. A life pregnant with a new face cannot not know the pain of childbirth. The children of the Most High, dispersed to the ends of the earth, far from one another, will be gathered from the four winds by the divine breath that breathes over the earth. The Son of Man comes in the clouds, whereas our eyes are fixed on the ground, on our puny works, lost between the tears of delusion and those of failure. If we could raise our eyes from our miserable things to see Him coming on the horizon of our history, then our life will be filled with light and we shall learn to read His writing in the sand of our thoughts and will, of our falls and dreams, of our attitudes and learning. If we have the courage to leaf through the pages of daily life and there gather the seeds fallen into the furrows of our being, then our hearts will find peace. Then vain words, pleasures swallowed by time, will only be a lost memory because the rock on which we would have built will be the rock of the Word of the living God. If no one knows the day or the hour, then it is not for us to go guessing. The Father knows and we trust in Him.
4. ORATIO
Wisdom 9:1-6, 9-11
O God of my fathers and Lord of mercy,
who hast made all things by Thy Word,
and by Thy wisdom hast formed man,
to have dominion over the creatures Thou hast made,
and rule the world in holiness and righteousness,
and pronounce judgment in uprightness of soul,
give me the wisdom that sits by Thy throne,
and do not reject me from among Thy servants.
For I am Thy slave and the son of Thy maidservant,
a man who is weak and short-lived,
with little understanding of judgment and laws;
for even if one is perfect among the sons of men,
yet without the wisdom that comes from Thee
he will be regarded as nothing.
With Thee is wisdom,
who knows Thy works and was present when Thou didst make the world,
and who understand what is pleasing in Thy sight
and what is right according to Thy commandments.
Send her forth from the holy heavens,
and from the throne of Thy glory send her,
that she may be with me and toil,
and that I may learn what is pleasing to Thee.
For she knows and understands all things,
and she will guide me wisely in my actions
and guard me with her glory.
O God of my fathers and Lord of mercy,
who hast made all things by Thy Word,
and by Thy wisdom hast formed man,
to have dominion over the creatures Thou hast made,
and rule the world in holiness and righteousness,
and pronounce judgment in uprightness of soul,
give me the wisdom that sits by Thy throne,
and do not reject me from among Thy servants.
For I am Thy slave and the son of Thy maidservant,
a man who is weak and short-lived,
with little understanding of judgment and laws;
for even if one is perfect among the sons of men,
yet without the wisdom that comes from Thee
he will be regarded as nothing.
With Thee is wisdom,
who knows Thy works and was present when Thou didst make the world,
and who understand what is pleasing in Thy sight
and what is right according to Thy commandments.
Send her forth from the holy heavens,
and from the throne of Thy glory send her,
that she may be with me and toil,
and that I may learn what is pleasing to Thee.
For she knows and understands all things,
and she will guide me wisely in my actions
and guard me with her glory.
5. CONTEMPLATIO
Lord, I gaze upon the tender branch of the fig tree that is my life and I wait. As the shadows of evening lengthen along my path, I think back on Your words. What peace floods my heart when my thoughts dwell on You! In Your own good time, my waiting for You will be fulfilled. In my time Your expectations of me will be fulfilled. What a mystery is time, past, future and the eternal present! Today’s waves break on the burning experience of Your presence and remind me of games in the sand that are always washed away by the sea. And yet, I am happy - happy that I am nothing, happy with the sand that will not last, because once more Your Word goes on writing. We seek to pause in time, writing and talking, achieving excellent works that stand the ravages of centuries. You, however, pause to write on sand to achieve works of love that have the perfume of a caressed gazelle standing still, that have the sound of formless voices that are the basis of daily life, the taste of a doused vendetta of a returned embrace… works that do not last except in the heart of God and in the memory of the living who are sensitive to the flight of a dove in the heaven of their existence. Tender love of my soul, may I, each day, look up to the clouds and be consumed by the nostalgia of Your return. Amen
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Lectio:
Domenica, 18 Novembre, 2018
Discorso finale
Marco 13,24-32
Marco 13,24-32
1. Orazione iniziale
Shaddai, Dio della montagna,
che fai della nostra fragile vita
la rupe della tua dimora,
conduci la nostra mente
a percuotere la roccia del deserto,
perché scaturisca acqua alla nostra sete.
La povertà del nostro sentire
ci copra come manto nel buio della notte
e apra il cuore ad attendere l’ eco del Silenzio
finché l’alba,
avvolgendoci della luce del nuovo mattino,
ci porti,
con le ceneri consumate del fuoco dei pastori dell’Assoluto
che hanno per noi vegliato accanto al divino Maestro,
il sapore della santa memoria.
Shaddai, Dio della montagna,
che fai della nostra fragile vita
la rupe della tua dimora,
conduci la nostra mente
a percuotere la roccia del deserto,
perché scaturisca acqua alla nostra sete.
La povertà del nostro sentire
ci copra come manto nel buio della notte
e apra il cuore ad attendere l’ eco del Silenzio
finché l’alba,
avvolgendoci della luce del nuovo mattino,
ci porti,
con le ceneri consumate del fuoco dei pastori dell’Assoluto
che hanno per noi vegliato accanto al divino Maestro,
il sapore della santa memoria.
2. Lectio
a) Il testo:
24 In quei giorni, dopo quella tribolazione, il sole si oscurerà e la luna non darà più il suo splendore 25 e gli astri si metteranno a cadere dal cielo e le potenze che sono nei cieli saranno sconvolte. 26 Allora vedranno il Figlio dell'uomo venire sulle nubi con grande potenza e gloria. 27 Ed egli manderà gli angeli e riunirà i suoi eletti dai quattro venti, dall’estremità della terra fino all'estremità del cielo.
28 Dal fico imparate questa parabola: quando già il suo ramo si fa tenero e mette le foglie, voi sapete che l'estate è vicina; 29 così anche voi, quando vedrete accadere queste cose, sappiate che egli è vicino, alle porte. 30 In verità vi dico: non passerà questa generazione prima che tutte queste cose siano avvenute. 31 Il cielo e la terra passeranno, ma le mie parole non passeranno. 32 Quanto poi a quel giorno o a quell’ora, nessuno li conosce, neanche gli angeli nel cielo, e neppure il Figlio, ma solo il Padre.
28 Dal fico imparate questa parabola: quando già il suo ramo si fa tenero e mette le foglie, voi sapete che l'estate è vicina; 29 così anche voi, quando vedrete accadere queste cose, sappiate che egli è vicino, alle porte. 30 In verità vi dico: non passerà questa generazione prima che tutte queste cose siano avvenute. 31 Il cielo e la terra passeranno, ma le mie parole non passeranno. 32 Quanto poi a quel giorno o a quell’ora, nessuno li conosce, neanche gli angeli nel cielo, e neppure il Figlio, ma solo il Padre.
b) Momento di silenzio:
Lasciamo che la voce del Verbo risuoni in noi.
3. Meditatio
3. Meditatio
a) Alcune domande:
- Dopo quella tribolazione. La vita umana porta i segni del travaglio, il sigillo di una morte gravida di vita nuova: possiamo pensarci tra gli eletti che saranno radunati dai quattro venti?
- Il Figlio dell’uomo viene sulle nubi: saremo capaci di alzare lo sguardo dalle nostre misere cose per vederlo arrivare all’orizzonte della nostra storia?
- Dal fico imparate. L’uomo ha tanto da imparare e non deve cercare chissà dove. La natura è il primo libro di Dio. Abbiamo la volontà di sfogliarlo, oppure ne strappiamo le pagine pensando di possederlo?
- Tutto passa, solo la Parola di Dio rimane in eterno. Quante parole vane, quanti sogni e piaceri inghiottiti dal tempo che inesorabilmente porta via ciò che ha fine! La roccia sulla quale abbiamo costruito noi stessi è la roccia della Parola del Dio vivente?
- Quel giorno e quell’ora nessuno lo conosce: non sta a noi sapere. Il Padre sa. Siamo disposti a fidarci?!
- Il Figlio dell’uomo viene sulle nubi: saremo capaci di alzare lo sguardo dalle nostre misere cose per vederlo arrivare all’orizzonte della nostra storia?
- Dal fico imparate. L’uomo ha tanto da imparare e non deve cercare chissà dove. La natura è il primo libro di Dio. Abbiamo la volontà di sfogliarlo, oppure ne strappiamo le pagine pensando di possederlo?
- Tutto passa, solo la Parola di Dio rimane in eterno. Quante parole vane, quanti sogni e piaceri inghiottiti dal tempo che inesorabilmente porta via ciò che ha fine! La roccia sulla quale abbiamo costruito noi stessi è la roccia della Parola del Dio vivente?
- Quel giorno e quell’ora nessuno lo conosce: non sta a noi sapere. Il Padre sa. Siamo disposti a fidarci?!
b) Chiave di lettura:
Il profondo mutamento del cosmo descritto da Marco tra metafore e realtà annuncia l’imminenza della fine che introduce ad una immensa novità. L’apparizione del Figlio sulle nubi apre l’umanità alla dimensione celeste. Egli non è un giudice inappellabile, ma un Salvatore potente, che compare nello splendore della gloria divina, per riunire gli eletti, per renderli partecipi della vita eterna nel regno beato del cielo. Non c’è in Marco scena di giudizio, minaccia o condanna… volendo suscitare la speranza e nutrire l’attesa, si annuncia la vittoria finale.
v. 24-25. Dopo quella tribolazione il sole si oscurerà… alla grande tribolazione si oppone una nuova realtà. L’evangelista considera vicina la parusia, anche se l’ora resta sconosciuta. Lo sconvolgimento del cosmo è descritto con espressioni tipiche del linguaggio apocalittico, in una forma stilistica accurata: i quattro elementi sono disposti due a due con il ricorso al parallelismo. È evidente il richiamo a Is 13,10 quando si parla di oscurarsi del sole e della luna, a Is 34,4 quando si parla di sconvolgimento delle potenze che sono nei cieli.
v. 26. Allora vedranno il Figlio dell’uomo venire sulle nubi del cielo con grande potenza e splendore. È il punto culminante del discorso escatologico di Marco. Il tempo dell’attesa si compie, arriva il momento della ricapitolazione di tutto in Cristo. La fine del mondo non è altro che la premessa della parusia gloriosa del Figlio dell’uomo prevista da Dn 7,13. Le nubi indicano la presenza di Dio che nelle teofanie se ne serve per scendere sulla terra. Gli attributi della sovranità divina, la potenza e la gloria, ricordati da Gesù davanti al sinedrio (14,62), non sono una minaccia per l’uomo, ma la proclamazione solenne della dignità messianica che trascende l’umanità di Cristo.
v. 27. Ed egli manderà gli angeli e riunirà i suoi eletti dai quattro venti, dall’estremità della terra fino all'estremità del cielo. Con questo primo atto del Figlio dell’uomo emerge il significato vero della parusia: la salvezza escatologica del popolo di Dio sparso nel mondo. Gli eletti tutti saranno riuniti. Nessuno sarà dimenticato. Non si parla di castigo dei nemici né di catastrofi punitive, ma di unificazione. E non ci sarà luogo estraneo a questo perché dall’estremità della terra fino all’estremità del cielo gli angeli raduneranno gli uomini attorno a Cristo. È un incontro glorioso.
v. 28. Dal fico imparate questa parabola: quando già il suo ramo si fa tenero e mette le foglie, voi sapete che l'estate è vicina. La parabola del fico sta a dire la certezza e la prossimità degli eventi annunciati, in modo particolare la venuta del Figlio dell’uomo, prefigurata nella vicina passione, morte e risurrezione. L’imperativo rivolto agli ascoltatori: Imparate! rivela il senso parentetico della similitudine: è un invito a penetrare a fondo il senso delle parole di Gesù per comprendere il progetto di Dio sul mondo. La pianta del fico che perde le foglie in autunno avanzato e le rimette tardi rispetto alle altre piante, a primavera inoltrata, annuncia l’arrivo dell’estate.
v. 29. Così anche voi, quando vedrete accadere queste cose, sappiate che egli è vicino, alle porte. L’uomo può conoscere il disegno di Dio, dagli eventi che accadono. Quali le cose che devono accadere? Marco aveva parlato al v. 14 dell’abominio della desolazione. Questo è il segno, il segno della fine, cioè della parusia, dell’apparizione del Figlio dell’uomo. Quelle cose che sono l’inizio delle doglie porteranno ad una nuova nascita, perché Egli è vicino, alle porte.
v. 30. In verità vi dico: non passerà questa generazione prima che tutte queste cose siano avvenute. Sono state fatte molte ipotesi sul significato di questa generazione. Più che un’affermazione cronologica si tratta di una espressione cristologica. La Chiesa primitiva ha sempre affermato, pur sperando in una venuta a breve termine del Signore, l’incertezza del momento preciso. Ogni credente che legge, in qualsiasi tempo, può pensarsi come facente parte di questa generazione.
v. 31. Il cielo e la terra passeranno, ma le mie parole non passeranno. La certezza che le parole del Signore non passeranno mai infonde fiducia a chiunque riflette sulla caducità del mondo e delle cose del mondo. Costruirsi sulla Parola di Dio permetterà che non sussista l’abominio della desolazione e che il sole, la luna e le stelle non perdano il loro splendore. L’oggi di Dio diventa per l’uomo l’unica via per accedere a se stesso perché, se nelle sue parole l’oggi non sarà mai ieri né domani, non dovrà più temere la morte.
v. 32. Quanto poi a quel giorno o a quell’ora, nessuno li conosce, neanche gli angeli nel cielo, e neppure il Figlio, ma solo il Padre. La fine è certa , ma la conoscenza di quando avverrà è riservata al Padre. Gesù non ha mai detto nulla di preciso a riguardo. Quindi, se qualcuno pretende di rifarsi a un suo presunto insegnamento, mente. La fine fa parte di quei segreti insondabili che fanno parte del mistero del Padre. La missione del Figlio è l’attuazione del regno, non la rivelazione del compimento della storia umana. Gesù condivide così fino in fondo la condizione umana. Con la sua kenosi volontaria ben si accorda la possibilità di ignorare il giorno e l’ora della fine del mondo.
c) Riflessione:
La tribolazione come pane quotidiano per la vita dell’uomo è il segno della venuta del Figlio di Dio. Una vita gravida di un volto nuovo non può non conoscere i dolori del parto. Dispersi all’estremità della terra, lontani gli uni dagli altri, i figli dell’Altissimo saranno radunati dai quattro venti, dal soffio divino che percorre la terra. Il Figlio dell’uomo viene sulle nubi mentre il nostro sguardo è fisso a terra, alle nostre opere di fango, perduto tra le lacrime della delusione e del fallimento. Quando saremo capaci di alzare lo sguardo dalle nostre misere cose per vederlo arrivare all’orizzonte della nostra storia, la vita si riempirà di luce e impareremo a leggere la sua scrittura sulla sabbia del nostro pensare e volere, del nostro cadere e sognare, del nostro andare e imparare. Quando avremo il coraggio di sfogliare le pagine della vita di ogni giorno e raccogliere i semi della Parola eterna gettati nei solchi del nostro essere, troverà pace il nostro cuore. E le parole vane, i piaceri inghiottiti dal tempo, non resteranno che un ricordo perduto perché la roccia sulla quale avremo costruito noi stessi sarà la roccia della Parola del Dio vivente. Se quel giorno e quell’ora nessuno lo conosce, non sta a noi indagare. Il Padre sa e noi ci fideremo di lui.
4. Oratio
Sapienza 9,1-6.9-11
Dio dei padri e Signore di misericordia,
che tutto hai creato con la tua parola,
che con la tua sapienza hai formato l’uomo,
perché domini sulle creature che tu hai fatto,
e governi il mondo con santità e giustizia,
e pronunzi giudizi con animo retto,
dammi la sapienza che siede accanto a te in trono
e non mi escludere dal numero dei tuoi figli,
perché io sono tuo servo e figlio della tua ancella,
uomo debole e di vita breve,
incapace di comprendere la giustizia e le leggi.
Se anche uno fosse il più perfetto tra gli uomini,
privo della tua sapienza, sarebbe stimato un nulla.
Con te è la sapienza che conosce le tue opere,
che era presente quando creavi il mondo;
essa conosce che cosa è gradito ai tuoi occhi
e ciò che è conforme ai tuoi decreti.
Mandala dai cieli santi, dal tuo trono glorioso,
perché mi assista e mi affianchi nella mia fatica,
e io sappia che cosa ti è gradito.
Essa tutto conosce e tutto comprende;
mi guiderà con prudenza nelle mie azioni
e mi proteggerà con la sua gloria.
che tutto hai creato con la tua parola,
che con la tua sapienza hai formato l’uomo,
perché domini sulle creature che tu hai fatto,
e governi il mondo con santità e giustizia,
e pronunzi giudizi con animo retto,
dammi la sapienza che siede accanto a te in trono
e non mi escludere dal numero dei tuoi figli,
perché io sono tuo servo e figlio della tua ancella,
uomo debole e di vita breve,
incapace di comprendere la giustizia e le leggi.
Se anche uno fosse il più perfetto tra gli uomini,
privo della tua sapienza, sarebbe stimato un nulla.
Con te è la sapienza che conosce le tue opere,
che era presente quando creavi il mondo;
essa conosce che cosa è gradito ai tuoi occhi
e ciò che è conforme ai tuoi decreti.
Mandala dai cieli santi, dal tuo trono glorioso,
perché mi assista e mi affianchi nella mia fatica,
e io sappia che cosa ti è gradito.
Essa tutto conosce e tutto comprende;
mi guiderà con prudenza nelle mie azioni
e mi proteggerà con la sua gloria.
5. Contemplatio
Signore, guardo il ramo tenero del fico che è la mia vita e aspetto. Mentre le ombre della sera si allungano sui miei passi, ripenso alla tua parola. Quanta pace in cuore mentre la mente si lascia andare al pensiero di te. Nel tuo tempo la mia attesa su di te si compie. Nel mio tempo la tua attesa su di me si compie. Il tempo, quale mistero di passato e futuro, di eterno presente. Le onde dell’oggi si infrangono nelle esperienze brucianti della tua Presenza e mi rimandano ai giochi sulla sabbia che puntualmente il mare mi distrugge. Eppure sono felice. Felice del mio niente, della mia sabbia che non resta in piedi, perché ancora una volta la tua Parola scrive. Noi cerchiamo di fermarci nel tempo, scrivendo e parlando, realizzando opere eccelse che resistano alle intemperie nei secoli. E tu invece ti fermi a scrivere sulla sabbia, a realizzare opere di amore che hanno il profumo di una lebbra accarezzata e non fuggita, il suono di voci straziate e senza forma come sottofondo giornaliero, il sapore di una vendetta sfumata e di un abbraccio ridonato… opere che non restano se non nel cuore di Dio e nella memoria di quei viventi, attenti alle tracce di un volo di colomba nel cielo della propria esistenza. Ogni giorno io possa guardare le nubi e consumarmi nella nostalgia del tuo ritorno, tenero amore dell’anima mia. Amen