En La Montaña De Dios ; tiene morada propia La Santa Trinidad,,llí viven,Oran Trabajan Los Ermitaños Eucarísticos Del Padre Celestial,
comunidad Franciscana, esta en Pie de Cuesta Santander, Colombia ;Soy un Hijo espiritual del Apa Antonio Lootens Su Fundador q.e.p.d . La Comunidad no es responsable de lo que acá se expresa son mis opiniones Personales ,en respaldo de nuestra Sagrada Iglesia Católica Tradicional.
Hoy vamos a aprender a no ofender a Dios. En otras palabras, a ser felices. El camino ya nos lo enseñó Dios mismo. Repasémoslo: hoy veremos el Décimo Mándamiento y lo que implica.
Los 10 Mandamientos y el Pecado
DÉCIMO MANDAMIENTO
El décimo mandamiento es: No codiciar los bienes ajenos.
Prohíbe todo deseo injusto de los bienes ajenos.
El séptimo mandamiento prohíbe toda injusticia externa, y el décimo prohíbe toda injusticia interna
Dios es quien da todos los bienes de fortuna, naturaleza y gracia, y todo lo dispone con sabiduría y bondad infinitas, para bien de los que le aman. Nosotros sólo debemos procurar amar a Dios y hacer su divina voluntad. Si Dios nos quiere pobres, no hemos de querer ser ricos. Si Dios nos da riquezas, empleémoslas, no en satisfacer caprichos, sino en hacer el bien.
Jesucristo quiso ser pobre y nacer de madre pobre, y aun llamó espinas a las riquezas. Los pobres se salvan más fácilmente que los ricos. Dijo Jesucristo: Más fácil cosa es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar el rico en el reino de Dios. (S. Marcos, X, 25). Por tanto, los pobres, en vez de quejarse, deben dar gracias a Dios por haberlos librado de los peligros de condenación eterna que van anexos a las riquezas.
Los ricos deben evitar estos peligros haciendo limosna y todo el bien que puedan a los pobres, porque Jesucristo ha dicho: “Lo que hiciereis a uno de los pobres, a Mí lo hacéis”.
La vida presente es brevísima; pasará como una sombra fugaz. Las verdaderas riquezas son las obras buenas. Más vale el premio eterno que Dios nos dará por un solo Padre nuestro bien rezado, que todo el oro del mundo.
¡Oh hombres! Si conocierais el valor de las obras buenas, todo vuestro empeño sería enriqueceros de ellas.
Confiemos en Dios: pongamos en sus manos todo nuestro porvenir y recordemos a menudo lo que dijo N. S. Jesucristo: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas se os darán por añadidura”.
CONCLUSIÓN
Nosotros no podemos hacer que todos los hombres conozcan y cumplan la ley de Dios. Pero podemos contribuir a que la conozcan y practiquen algunas personas de nuestras relaciones, y sobre todo, podemos y debemos conocerla y practicarla nosotros mismos.
¡Cuán hermoso sería que todos los hombres conocieran y practicaran la ley de Dios! El mundo sería un cielo anticipado: no habría asesinos, ladrones, borrachos; los pobres serían socorridos abundantemente; no habría tantas enfermedades; podríamos vivir tranquilos sin temor de que nadie nos dañara injustamente.
Esto es lo que más nos interesa, pues así seremos miembros sanos de la sociedad, agradaremos a Dios y conseguiremos la eterna felicidad.
Hoy vamos a aprender a no ofender a Dios ni por supuesto al prójimo. Hoy veremos el Octavo Mándamiento y lo que implica.
OCTAVO MANDAMIENTO
El octavo mandamiento es: No levantar falso testimonio.
Prohíbe quitar injustamente la buena fama del prójimo, y la mentira. Nos ordena decir siempre la verdad, pensar y hablar bien del prójimo.
Se quita injustamente la buena fama del prójimo con la detracción, calumnia, sospecha y juicios temerarios.
Este mandamiento prohíbe especialmente atestiguar lo falso en juicio.
DETRACCIÓN O MURMURACIÓN
Detracción o murmuración es decir, sin justo motivo, las faltas ocultas del prójimo ausente.
Para conocer la gravedad del pecado de la murmuración se debe atender más al mayor o menor daño que pueda ocasionar, que la falta de que se murmura. La malicia de la murmuración está en hacer perder la buena fama al que tiene derecho a ella.
Las causas por las cuales es lícito decir las faltas secretas del prójimo, aun cuando éste pierda la buena estimación, son:
1º Notable utilidad propia, para pedir consejo, favor u obtener consuelo.
2º Utilidad del mismo delincuente, para su instrucción y corrección.
3º Utilidad pública, para evitar los males que puedan sobrevenir a la sociedad.
4º Utilidad notable de los particulares para librarlos de ciertos peligros e inconvenientes.
Conviene conocer a los tramposos, ladrones, a los enemigos de pagar las deudas, y en general a todos aquellos individuos cuyo trato pueda ofrecer peligros morales o materiales. No es murmurar el enterarse con prudencia de la conducta de una persona o familia, antes de admitirla como amistad especial, o darle entrada en casa. No es murmurar el hablar de una falta que es pública o casi pública, especialmente cuando ha sido publicada por los diarios o ha mediado sentencia del juez.
No se puede revelar lo que en otro tiempo fue público, pero que al presente no lo es, porque el tiempo ya lo hizo olvidar, especialmente si la persona aludida se enmendó.
No se pueden descubrir las faltas secretas de los que han fallecido.
El que induce a murmurar, peca contra la justicia. El que oye con gusto la murmuración, sin haber sido causa de ella, peca contra la caridad.
El superior peca contra la caridad, si, pudiendo, no impide la murmuración. El que no es superior y puede impedir fácilmente la murmuración, peca levemente si no lo hace. Se excusa de pecado, si no la impide por temor de que la corrección no aprovechará.
CALUMNIA
Calumnia es decir de otro una falta, sabiendo que no la tiene.
Nunca es lícito calumniar.
JUICIOS TEMERARIOS
Juicio temerario es cuando con firme asentimiento de la mente se atribuye al prójimo una falta, sin justos motivos.
Sospecha es inclinarse a pensar mal, pero creyendo que tal vez el prójimo es inocente.
Duda es suspender el juicio sobre la bondad o maldad del prójimo.
El juicio temerario plenamente advertido sobre cosa grave es pecado mortal. No hay pecado, si al advertir que el juicio es temerario, se procura desecharlo.
La sospecha y duda temerarias son sólo pecados veniales por lo regular. Debemos pensar bien, en cuanto sea posible, de todo lo que hace nuestro prójimo. Juzguemos a los demás como nosotros deseamos ser juzgados.
EL SECRETO
Secreto es aquello que por su naturaleza o por especial contrato, debe conservarse oculto.
El secreto puede ser natural, prometido y confiado. En ciertos casos podrá ser lícito y aun obligatorio el revelar el secreto natural y prometido.
El secreto confiado a un médico, abogado, etc., por razón de su oficio, no puede ser revelado a nadie, ni aun al juez que lo pregunte.
El que abre o lee cartas de otro, sin licencia a lo menos tácita o presunta de aquél que las ha escrito o a quien van dirigidas, comete culpa grave.
No es culpa grave:
1º si se sabe o presume que contiene cosas de poca importancia;
2º si se hace con justa causa, para evitar un mal público o privado, con tal que abra o lea cartas el que tenga derecho a hacerlo, y no lea más que lo necesario para conseguir este fin;
3º si las cartas se abren por alguna ligereza o inadvertencia.
LA MENTIRA
Mentira es manifestar con palabras o hechos lo contrario de lo que se piensa, con intención de engañar.
La mentira puede ser dañosa, oficiosa y jocosa.
Dañosa es la que causa daño injusto.
Oficiosa es la que se dice en utilidad propia o ajena .
Jocosa es la que se dice por sola diversión.
La mentira dañosa es pecado grave o leve según sea el daño que causa.
La mentira oficiosa y jocosa son pecados veniales. No es mentira jocosa, y, por consiguiente, no es pecado, cuando los que oyen ya saben que aquello se dice sólo por diversión, sin ninguna intención de engañar.
Toda mentira es pecado, porque es contraria a la verdad, y, por tanto, contraria a Dios que es la misma verdad. Como hijos de Dios hemos de amar la verdad. Jesús dijo que el demonio es el padre de la mentira. La mentira es siempre una vileza, una cobardía. Nunca, pues, es lícito mentir, ni aun para evitar la muerte o cualquier otro mal propio o ajeno. Algunas veces no se puede decir claramente todo lo que se sabe y se debe recurrir a lo que se llama:
RESTRICCIÓN MENTAL
La restricción mental consiste en un acto del entendimiento que da a las palabras un sentido distinto del obvio y natural.
Para que sea lícito es necesario:
1º no ser puramente mental, sino que el sentido de las palabras pueda colegirse por las circunstancias adjuntas;
2º que el que pregunta no tenga derecho a que se le diga la verdad con toda claridad;
3º que el decir la verdad produjera inconvenientes. En algún caso muy grave aun sería lícito jurar con esta restricción mental.
Hacer la restricción mental en las condiciones indicadas no es mentir, sino ocultar la verdad. La caridad, prudencia y deber inherente al oficio exigen muchas veces el ocultar la verdad.
Al que pide dinero prestado, se le puede contestar; «No tengo»; pensando: «No tengo para prestar». Al que pregunta por un asunto que nada le importa, y el darle cuenta produciría algún inconveniente, se le puede contestar: «No sé nada»; pensando: «No sé nada para contarlo».
HIPOCRESÍA
Hipocresía es aparentar virtud o piedad con el fin de engañar.
El que promete a otro alguna cosa, debe hacer todo lo posible para cumplir lo que ha prometido.
Finalmente, para terminar, es preciso afirmar que quien ha faltado al octavo mandamiento debe, si puede, reparar los daños causados. El que ha calumniado debe retractarse. El que ha descubierto sin necesidad las faltas del prójimo, debe excusarlo cuanto pueda y recomendar sus buenas cualidades.
En este momento nos hacemos una pregunta: ¿cómo tienen obligación de presentar la obra de la Cruz los enemigos de Dios, infiltrados dentro de la Iglesia Católica?
El triunfo eterno de Jesucristo en la Cruz es un hecho consumado. Así lo confirma la Sagrada Escritura cuando dice: «Ha triunfado el León de la tribu de Judá, el retoño de David» (Ap 5, 5)
La Victoria de Jesucristo en la Cruz es eterna, definitiva e incuestionable, aunque su aplicación está aún en curso.
Nos unimos a aquellas palabras de San Pablo en la Sagrada Escritura: «¡Gracias sean dadas a Dios, que nos lleva siempre en su triunfo, en Cristo, y por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento!» (2 Cor 2, 14-15)
En este momento, en el que hay una gran infiltración masónica en el seno de la Iglesia Católica, debemos aspirar a este discernimiento de espíritus y pedir al Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad, que nos capacite para descubrir todo tipo de mentira y engaño: «Pedid y se os dará»
Está en juego la salvación de muchas almas que corren el riesgo de ser arrastradas por el engaño y la mentira que predican los falsos apóstoles.
En este momento nos hacemos una pregunta:
¿cómo tienen obligación de presentar la obra de la Cruz los enemigos de Dios, infiltrados dentro de la Iglesia Católica?:
Lógicamente todos los afiliados a la masonería tienen la obligación de obedecer las órdenes que se les dicta desde la secta.
Los miembros de la masonería están obligados a obedecer por los juramentos que realizan, dentro de los rituales que practican en secreto, bajo penas muy severas, en caso de desobediencia, como se muestran en los documentos pontificios que condenan a la masonería.
Por tanto, un elemento clave de discernimiento será detectar la obediencia a las órdenes dadas por el plan para la destrucción de la Iglesia Católica. Ya que los juramentos obligan al miembro de la secta a obedecer bajo penas muy severas.
«…Desacreditad la predicación de la Cruz como una victoria, por el contrario, presentadla como
El 31 de marzo de 2020 en Santa Marta, Bergoglio dijo :
presentadla como un fracaso.»
El 31 de marzo de 2020 en Santa Marta, Bergoglio dijo lo siguiente:
En primer lugar:
Jesucristo no se hizo pecado. Tal afirmación procede del siguiente texto:
(2 Cor 5, 21): «A quien no conoció pecado, le hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.»
Sin embargo, ES UNA MALA TRADUCCIÓN que la masonería aprovechó para hacer daño, afirmando que Jesucristo se hizo pecado.
La traducción correcta de (2 Cor 5,21) es: «A quien no conoció pecado, le hizo sacrificio-victima por el pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.»
La palabra original hebrea hatta’t puede tener 2 significados: ‘pecado’ o ‘sacrificio-victima por el pecado’. Y este último es el significado correcto en este texto. (Ver: Lv 4,1 al 5,13)
Como confirmación de lo que explicamos, 2 textos:
(Hb 10, 12): «Él, [Jesucristo] habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre.»
(1 Pe 2, 22…24): «El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló engaño [Jesucristo]… el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados.»
En segundo lugar: Después de ver que la primera premisa es falsa, llegar a decir que:
«En Jesucristo hecho pecado, (¡falso!, ya lo hemos explicado) vemos la derrota total de Cristo», es la mayor blasfemia y desprecio por la obra de la Cruz que se puede llegar a pronunciar:
Si, según dice Bergoglio: Jesucristo fue derrotado totalmente en la Cruz, su sacrificio, por tanto, no sirvió para nada, la redención no tuvo lugar, los Sacramentos no servirían para nada y la Misa tampoco tendría ningún valor, ni siquiera se reviviría en ella el sacrificio de la Cruz. En definitiva, si, como dice Bergoglio, Jesucristo fue derrotado totalmente en la Cruz, el sacerdocio, el ministerio de obispo, y hasta el mismo papado, no valdrían para nada y serían también un absoluto fracaso por entregar la vida al servicio de un dios vencido y derrotado totalmente en la Cruz. Y la misma Iglesia Católica sería una religión falsa y llena de derrotados… (y ojo que muchas veces parece que caminamos así muchos católicos, porque no sabemos vivir y caminar en victoria)
Ya le gustaría al Diablo y a sus demonios que fuese así… ¡Ja!
Así el Diablo y sus demonios no tendrían que trabajar en perseguir a las almas que aman verdaderamente a Dios, porque ellas solas caminarían hacia su destrucción por seguir a un dios derrotado.
El Diablo y sus demonios fueron derrotados en la Cruz y tratan de separar a los hombres de los beneficios que vienen de la obra de la Cruz… Y los servidores del Diablo, infiltrados en la Iglesia Católica, también hacen lo mismo, y para ello presentan la obra de la Cruz como un fracaso según les ordena la directriz n°17 del plan para la destrucción de la Iglesia Católica dirigido a… ¡obispos católicos afiliados a la masonería!
Ciertamente, presentar la cruz como un fracaso, es pisotear la Cruz de Jesucristo con las palabras, como están obligados a hacer física y realmente en alguno de sus rituales secretos.
Conozca el ritual del GRADO 29 dedicado al demonio. Alberto Bárcena
Alberto Bárcena es contundente al afirmar que «en la masonería se adora a Lucifer. Antes o después; de una manera más o menos consciente; como `símbolo´ o realidad personal; con mayor o menor implicación».
Y escribe como los papas han denunciado a lo largo de la Historia la esencia luciferina de la masonería y, en particular, Pío VIII se refiere a esta organización secreta como «secta satánica que tiene por única ley la mentira, por su dios al demonio, y por culto y religión lo que hay de más vergonzoso y depravado sobre la faz de la tierra«.
Fijémonos en esto:
El masón iniciado en el rito 29 debe «ahora escoger entre la cruz cristiana, símbolo de muerte y destrucción´ y la de ´la Luz y la Vida´, en forma de X, asociada a Baphomet, dios de la Luz».
«La elección se manifiesta pisando la cruz (cristiana) con el pie izquierdo y con el derecho en este orden´. (…) A continuación, el candidato recita la fórmula del juramento ´con los brazos en forma de X sobre el pecho, el derecho sobre el izquierdo´».
Con los brazos en forma de X… 🤔
¿¿Que cruz lleva Bergoglio colgada?? ¿Lleva a Jesucristo crucificado?
Veamos…
Así mismo se le han visto cruces con la cabeza de Baphomet incrustada en ellas.