Lecturas del XIV Domingo del Tiempo Ordinario

Domingo, 7 de julio 2025
Señor, purifica mi corazón para que Tu Palabra caiga en él y dé el ciento por uno.
Primera Lectura
Lectura de la profecía de Isaías (66,10-14c):
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis;
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
mamaréis a sus pechos
y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias
de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado,
se manifestará a sus siervos la mano del Señor».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 65
R/. Aclamad al Señor, tierra entera.
V/. Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R/.
V/. Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.
V/. Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él,
que con su poder gobierna eternamente. R/.
V/. Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica,
ni me retiró su favor. R/.
Segunda Lectura
Lectura de la carta de san Pablo a los Gálatas (6,14-18):

Hermanos:
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.
Pues lo que cuenta no es la circuncisión ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.
La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios.
En adelante, que nadie me moleste, pues yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Palabra de Dios
Aleluya Col 3, 15a. 16a
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
La paz de Cristo reine en vuestro corazón;
la Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza. R.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-12.17-20):
EN aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles:
“El reino de Dios ha llegado a vosotros”.
Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado”.
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad».
Los setenta y dos volvieron con alegría diciendo:
«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».
Él les dijo:
«Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
Palabra del Señor

COMENTARIO DE BENEDICTO XVI
Queridos hermanos y hermanas:
El evangelio de hoy (cf. Lc 10, 1-12. 17-20) presenta a Jesús que envía a setenta y dos discípulos
a las aldeas a donde está a punto de ir, para que preparen el ambiente. Esta es una particularidad
del evangelista san Lucas, el cual subraya que la misión no está reservada a los doce Apóstoles,
sino que se extiende también a otros discípulos.
En efecto, Jesús dice que «la mies es mucha, y los obreros pocos» (Lc 10, 2). En el campo de
Dios hay trabajo para todos. Pero Cristo no se limita a enviar: da también a los misioneros reglas
de comportamiento claras y precisas. Ante todo, los envía «de dos en dos» para que se ayuden
mutuamente y den testimonio de amor fraterno. Les advierte que serán «como corderos en medio
de lobos», es decir, deberán ser pacíficos a pesar de todo y llevar en todas las situaciones un
mensaje de paz; no llevarán consigo ni alforja ni dinero, para vivir de lo que la Providencia les
proporcione; curarán a los enfermos, como signo de la misericordia de Dios; se irán de donde
sean rechazados, limitándose a poner en guardia sobre la responsabilidad de rechazar el reino de
Dios.
San Lucas pone de relieve el entusiasmo de los discípulos por los frutos de la misión, y cita
estas hermosas palabras de Jesús: «No os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos,
más bien, de que vuestros nombres estén escritos en los cielos» (Lc 10, 20). Ojalá que este
evangelio despierte en todos los bautizados la conciencia de que son misioneros de Cristo,
llamados a prepararle el camino con sus palabras y con el testimonio de su vida.
Benedicto XVI
Plaza de San Pedro
Domingo 8 de julio de 2007
Ejército Remanente...