domingo, 11 de julio de 2021

Jaculatoria....

 

Una jaculatoria con 300 días de indulgencia



Lo que el SAGRADO CORAZÓN DE JESUS da al mundo por medio de Sor Consolata Betrone (1903-1946)

“JESUS, MARIA OS AMO, SALVAD ALMAS” el acto de amor dictado por Jesús tiene

300 días de indulgencia. Turín, 1 de octubre de 1949 + M. Card. Fossati Arz.


Hágase este acto de amor lo más frecuente posible para todas las necesidades

Dijo Nuestro Señor a Sor Consolata: “No pierdas tiempo. Recuerda que un Acto de Amor decide la salvación eterna de una alma y vale como reparación de mil blasfemias. Solo en el Cielo conocerás su valor y su fecundidad para salvar almas”.

Nuestro Señor se ha valido de Sor Consolata Betrone para darnos a conocer el camino que conduce a esta renovación, y que se conoce con el nombre de:

PEQUEÑISIMO CAMINO DE AMOR

¿En qué consiste? Como siempre en unirse a Jesús.

¿Cómo? Por el amor.

Es pequeñísimo, porque para andarlo sólo ay que dar un paso: AMAR.

 Atiende alguna de las palabras de Jesús a Sor Consolata. El mismo Señor le enseñó la fórmula del acto de amor que más le agradaba:

 “¡JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”! y pedía con insistencia la renovación frecuente e incesante de este acto de amor.

 “sígueme con el acto de amor día por día, hora por hora, minuto por minuto.” (21 de mayo de 1936).

 “Piensa en Mí y en las almas. En Mí, para amarme; en las almas para salvarlas”. (22 de agosto de 1934).

 “Por ningún motivo apartes tu mirada de Jesús, así bogarás más deprisa hacia la ribera eterna”. (8 de agosto de 1935.)

 “Consolata, di a las almas que prefiero un acto de amor a cualquier otro don que puedan ofrecerme…Tengo sed de amor”. (16 de diciembre de 1935).

 

¿MISERICORIDIA O JUSTICIA?

Jesús lo ha repetido muchas veces en estos últimos años. No quiere usar de su tremenda justicia, y de su mano justiciera, nos ofrece su amoroso Corazón. Nos pide amor. Escogió a Sor Consolata y le impuso la misión de narrar al mundo la Misericordia Infinita de su Divino Corazón.

“jamás olvides que soy y gusto de ser exclusivamente bueno y misericordioso con mis criaturas”. “…No los he creado para el infierno, sino para el Paraíso. No para ir a hacer compañía a los demonios, sino para gozar de mi amor eternamente”.  “…al infierno va el que quiere… Piensa cuán necio es vuestro temor de condenaros, después que para salvar vuestra alma he derramado mi sangre…”

 

PERO… ES NECESARIO SABER QUE:

 

Este amor que Jesús pide a todas las almas no es un amor de palabreas. El “Jesús, María, os amo, salvad almas”, tiene que ser efectivo, salido del corazón. Por esto, el Pequeñísimo Camino de Amor que conduce a la renovación espiritual del mundo se resume en estos tres puntos, que constituyen el fundamento de las enseñanzas de Jesús a Sor Consolata:

      *Un acto incesante de amor (hecho con el corazón)

   * *Un “si” a todos: con la sonrisa, viendo y tratando a Jesús en todos.

* * *Un “si” a todo (cuanto Dios nos pida) con el agradecimiento.

Se trata, pues, de un verdadero programa de vida espiritual.

Un  “JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”, pronunciado al levantarse, nos hará sonreír durante el día; nos ayudará a cumplir mejor nuestros deberes en el hogar, en la oficina, en el campo, en la cocina, en la calle, en el mercado, en la esuela, etc. Se recita con facilidad, si distraerse, con agrado.

Un “JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”, santifica nuestros esfuerzos suaviza las penas. Convierte la tristeza en alegría, Conforta en las luchas de la vida. Fortalece en las tentaciones. Hace agradable nuestro trabajo. Consuela en las enfermedades.

Y trae bendiciones a nuestras labores y a nuestras familias.

Dios merece ser amado por ser nuestro Sumo Bien.

Esta jaculatoria es un dulce cántico para Jesús y María

¡Qué grato es repetirlo frecuentemente!

¡Cuán agradable es avivar el fuego de amor a Dios!

Cuando tengas tiempo libre, ocúpalo enriqueciéndote espiritualmente: toma tu rosario en tus manos y cada cuenta repite;

“JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”…  ¡en cinco minutos habrás salvado 44 almas de pecadores; habrás reparado por 55.000 blasfemias!…

Y si lo repites varias veces al día podrás salvar centenares y miles de almas… y esto sin ser misionero entre paganos, ni predicador…

 ¡Cuánto  consuelo cuando tu alma expire en Dios y cuanta gloria tendrás en el Cielo!

“Quién salva un alma, asegura su propia salvación” (San Agustín). Y tú, hermano tienes a tu alcance, desde este momento, un medio tan fácil tan sencillo para salvar a un sinnúmero de almas,  realizando tu diaria actividad, o sin salir de casa.

¡Cómo te lo premiarán Jesús y María cuando dejes esta vida terrenal y tu morada eterna se con los escogidos de Dios!

Las almas que salvemos.  Con este Acto de Amor, serán nuestra corona de gloria en el Cielo.

Cuando uno está ocupado en su trabajo manual o intelectualmente, se puede repetir este Acto de Amor, con la mente, y tiene el mismo valor, como lo reveló un día Nuestro Señor Jesucristo a Sor Consolata.

   Pronunciemos frecuentemente este Acto de Amor y así acumularemos tesoros “preciosos para nuestra vida eterna:

 

“JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”,

Repitámoslo incesantemente al día:

Por la Iglesia y por el Papa;

Por las necesidades de la Patria;

Por el pleno acierto de sus Gobernares;

Por las santificación de los sacerdotes;

Por las almas del Purgatorio;

Por los agonizantes;

Por los que comulgan sacrílegamente;

Por los misioneros;

Por los enfermos (o alguno en particular);

Por la conversión  de los pecadores;

Por la mayor santificación de las almas fieles;

En las dudas, en las tentaciones;

En las dificultades de la vida;

Por alguna intención particular.

Hagamos que lo conozcan también nuestros amigos y parientes; que lo reciten; que lo propaguen. Gran alivio será para el moribundo si se lo insinúa.

Al levantarnos, fijemos en él nuestro pensamiento.

Al acostarnos, sea nuestra última oración:

“JESUS, MARIA OS AMO, SALVAD ALMAS”

Todas las demás oraciones que rezan durante el día, no tienen la seguridad de salvar una sola alma: el Acto de Amor sí la tiene, por haberlo revelado el mismo Jesús.


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