lunes, 7 de junio de 2021

El acto de amor es el más santificante y fecundo

 

El acto de amor es el más santificante y fecundo


1. ¿En qué consiste la primacía del acto de amor ("Jesús, María os amo, salvad almas)?

1-) El acto de amor participa de la soberana preeminencia de la virtud teologal de la caridad, reina de todas las virtudes en cuanto sostiene, vivifica y perfecciona todas las otras. Fe y esperanza son hermanas de la caridad, pero su realización llega a las puertas de la eternidad: porque a la fe la sustituye la visión, a la esperanza la posesión; sólo el amor entra y logra plenitud en el Cielo.

2-) El acto de amor es también el más santificante, porque más directa y más íntimamente nos une a Dios, santidad infinita.

3-) Por el mismo motivo, el acto de amor es también el más apostólicamente fecundo en orden a la salvación de las almas.

2.- ¿Cuál es el valor de un acto de amor perfecto?

1-) Un acto de perfecto amor de Dios reconcilia inmediatamente el alma con Dios, aún la más cargada de pecados graves, antes de la absolución sacramental, porque tiene la voluntad de confesarse.

2-) Con mayor razón, el acto de amor perfecto nos purifica de pecados leves.

3-) Después de un pecado grave, el acto de amor perfecto (acompañado de la voluntad de confesarse) puede devolver rápidamente junto con la gracia santificante, los méritos que habíamos perdido y permitirnos lograr de nuevo, las cosas que no podíamos hacer aún con nuestras buenas obras, mientras estábamos en pecado.

4-) El acto de amor perfecto, como todo otro acto sobrenatural, disminuye las penas del Purgatorio y puede aún más obtener la completa remisión, si se realiza con un fervor y una perfección, del cual sólo Dios conoce la medida.

5-) Cada acto de amor perfecto produce siempre más un estado de unión entre Dios y el alma y por tanto, la vida divina en el alma.

6-) Cada acto de amor perfecto, como toda otra acción sobrenatural, nos produce un aumento de gracia santificante. Esto a su vez, da siempre más valor a todas nuestras acciones y nos obtiene, además un aumento de gloria eterna en el Cielo.

3.- ¿Qué es el amor perfecto?

1-) El amor perfecto es el que ama a Dios por Sí mismo y goza de Él. Este grado de perfección en el amor es precedido por otros dos que son: el amor inicial y el amor progresivo. El amor inicial, ocupándose sobre todo de huir del pecado y de resistir a sus atracciones, experimenta además los motivos del santo temor de Dios; el amor progresivo se ejerce sobre todo en las virtudes y en su ejercicio, es sostenido por la esperanza del premio.

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2-) En el desarrollo normal del amor todos estos motivos se entrelazan armoniosamente en el alma, acogiendo los beneficios divinos, se abre finalmente el amor perfecto con el cual el donante es amado por Sí mismo.

3-) Este amor puro y perfecto es activo en la virtud y vigilante por la gloria de Dios.

4.- ¿Es posible realizar actos de amor perfecto?

1-) No sólo es posible, porque representan el desarrollo normal del amor de amistad con Dios sino que, cuando el alma ha llegado a este grado, les es fácil, hacer eso con un mayor descanso del corazón.

2-) El acto de amor perfecto, aún en los grados iniciales es progresivo, facilita el alejamiento del pecado y el ejercicio de las virtudes, porque llama continuamente y hace experimentar íntimamente, la causa suprema del amor, que es la infinita Bondad de Dios.

3-) Cuando digo: “Jesús te amo”, en la dificultad que encuentro o en la fatiga que experimento, expreso mi convicción de que Él es digno de ser amado, honrado y fielmente servido y realizo un acto de amor perfecto. La oración del Acto de Caridad expresa un acto de amor perfecto.

5.- ¿Podemos hacer sólo con nuestras fuerzas un acto de amor perfecto?

Como para todos los otros actos sobrenaturales, también para hacer un acto de amor perfecto es necesaria la ayuda de la gracia, que Dios no niega nunca a quien quiere amarlo, habiendo Él mismo hecho del amor un determinado mandamiento para todos.

6.- ¿Los “sentimientos” entran en la perfección del acto de amor?

Los “sentimientos” no son necesarios para la perfección del amor. Puedo amar a Dios con perfecto e intensísimo amor aún con la aridez en el corazón, o bien sintiendo disgusto y repugnancia. Para amar a Dios con amor perfecto basta querer amarlo así. En estos casos el acto de amor puede ser más puro, más generoso y por tanto más acepto a Dios y más meritorio.

7.- ¿De cuántos modos podemos cumplir actos de amor perfecto?

1-) Haciendo todas nuestras acciones, aún las más humildes y las más indiferentes en sí como comer, beber, dormir, demostrando a Dios nuestro amor.

2-) Soportando por amor de Dios los pequeños o grandes sufrimientos de cada día y ofreciendo con amor los pequeños sacrificios del deber cotidiano.

3-) Repitiendo durante el día los actos de perfecto amor, ya sea a lo interno o a lo externo (por ej. jaculatorias), pero siempre vivificadas por el amor interno.

8.- ¿Es útil multiplicar los actos de amor perfecto?

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Para las almas es cosa santa y utilísima a fin de:

1-) Cumplir el primer mandamiento en toda su perfección.

2-) Ejercitar, desarrollar y perfeccionar en nosotros la virtud teologal de la caridad, para desarrollar y perfeccionar con ella todas las otras virtudes.

3-) Ayudarse para actuar la pureza de intención en todas las acciones propias.

4-) Aumentar el valor sobrenatural de nuestras acciones, acrecentando en nosotros la gracia santificante.

5-) Aumentar el fervor en nuestros ejercicios de piedad y aún sustituirlos, cuando ellos nos sean impedidos.

6-) Ayudarnos a valorar al máximo –por la gloria de Dios, nuestra santificación y la salvación de las almas- cada instante de esta breve vida terrena.

7-) Llegar a ser, más fácil, de nuestra muerte un holocausto de amor, habiendo hecho ya de nuestra vida un sacrificio de amor.

9.- ¿Es suficiente poner las intenciones al inicio de la jornada?

Lo es apenas para dar valor sobrenatural a las acciones de la jornada, pero no para alcanzar la plenitud de vida sobrenatural o divina que Jesús nos ha merecido y que quiere en nosotros. En otras palabras y para desarrollar mejor este concepto:

1-) Las intenciones puestas en la mañana pueden fácilmente ser comprometidas durante el día por otras intenciones menos perfectas. El repetir frecuentemente actos de amor perfecto, nos pone al seguro de este peligro.

2-) El amor actual es más perfecto del simplemente habitual y por lo tanto, valora más nuestra vida espiritual.

3-) Realizando con frecuencia actos de amor perfecto, alimentamos y perfeccionamos de mejor manera la vida interior –es decir, la verdadera vida del alma-, evitando las distracciones espirituales, que nos roban un tiempo preciosísimo para la eternidad.

4-) Amar a Dios con amor actual, en la medida que a cada uno es posible, es parte –como se ha dicho y como veremos en seguida-, de la perfección de amor con la cual Dios mismo quiere ser amado de nosotros y que os expresa en el primer mandamiento.

5-) Hacer frecuentemente actos de amor ayuda al alma a corresponder a otro precepto divino, que nos indica la “necesidad de orar siempre, sin cansarse” (Lc 18, 1), repetido por S. Pablo: Orad incesantemente (1 Ts 5, 17). El acto de amor no sólo es la más excelente de las oraciones, sino que por ser breve, fácil y aún sólo interior, facilita admirablemente el cumplimiento de este mandamiento, sin cansar excesivamente el espíritu con la multiplicidad o complejidad de fórmulas.

10. ¿Lo afirmado vale para todos los cristianos?

Sí, porque todos los cristianos deben tender a la perfección de la caridad querida por el primer mandamiento. Queremos decir, más bien, que la práctica del acto de amor es bajo ciertos aspectos, más adaptado a los laicos y a los religiosos de vida activa, más que a los claustrales. Estos, en efecto, son como ayudados por el ambiente y por su vida de oración a la unión incesante con Dios; mientras que los religiosos de vida activa y más aún los laicos, dada la multiplicidad y naturaleza de las ocupaciones cotidianas y las muchas preocupaciones de orden material, eso se les hace muy difícil; además no siempre es posible para ellos tener mucho tiempo para la oración.

Un acto de amor se hace rápidamente, no requiere esfuerzo, no interrumpe la actividad externa, más aún, la vivifica y la santifica para la eternidad; el alma en tanto, se va habituando (poco a poco), puede conseguir una más íntima unión con Dios, a fin de llegar con el tiempo a hacerlo moralmente incesante.

Eso explica porque la enseñanza sobre el incesante acto de amor, manifestada por Jesús a Sor Consolata Betrone y difundida a través del opúsculo “EL CORAZÓN DE JESÚS AL MUNDO”, ha encontrado entre los laicos un favor no menor que entre las personas consagradas a Dios.