sábado, 27 de mayo de 2017

El poder de Jesús y el poder de las tinieblas

Explica el cardenal Carlo Caffarra: Cómo destruye Satanás la creación de Dios

, el 20.05.17 a las 4:58 PM

Les comparto mi traducción de una importante charla que dio el cardenal Carlo Caffarra el pasado Foro de Vida de Roma el día de ayer.

El poder de Jesús y el poder de las tinieblas

Cardenal Carlo Caffarra«Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Juan 12, 32). «El mundo entero yace en poder del Maligno» (1 Juan, 5, 19).
La lectura de textos tomados de la Palabra de Dios nos da una conciencia perfecta de lo que realmente está sucediendo en el mundo, a lo largo de la historia de la humanidad, considerada profundamente. La historia de la humanidad es una confrontación entre dos fuerzas: la fuerza de atracción, cuya fuente está en el Corazón herido del Crucificado-Resucitado, y el poder de Satanás, que no quiere ser expulsado de su reino.
El área en la que tiene lugar el enfrentamiento es el corazón humano, es la libertad humana. Y el enfrentamiento tiene dos dimensiones: una dimensión interior y una dimensión exterior. Consideraremos brevemente la una y la otra.
1. En el juicio ante Pilato, el gobernador pregunta a Jesús si es un rey, a lo que Jesús responde:
Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz» (Juan 18, 37)
«Jesús quiere que entendamos que su realeza no es la de los reyes de este mundo, sino que consiste en la obediencia de sus súbditos a su palabra, a su verdad. Aunque El reina sobre sus súbditos, no es por fuerza o poder, sino por la verdad de la cual es testigo, que «todos los que son de la verdad» reciben con fe» (I. De La Potterie).
Santo Tomás de Aquino pone las siguientes palabras en la boca del Salvador: «Como yo mismo manifiesto la verdad, así estoy preparando un reino para mí». Jesús en la Cruz atrae a todos a Sí Mismo, porque es sobre la Cruz que la Verdad de la cual él es testigo resplandece.
Sin embargo, esta fuerza de atracción sólo puede tener efecto en aquellos que «son de la verdad». Es decir, en aquellos que están profundamente a disposición de la Verdad, que aman la verdad, que viven en familiaridad con ella. Pascal escribe: «No me buscarías si no me hubieras encontrado».
El que sostiene el mundo entero bajo su influencia, en cambio, domina a través de mentiras. Jesús dice de Satanás: «Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Este era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira» (Juan 8, 44).
La redacción es dramática. La primera proposición - «Este era homicida desde el principio» - se explica por la segunda: «no se mantuvo en la verdad». El asesinato que el diablo realiza consiste en no estar en la verdad, no morar en la verdad.
Es asesinato, porque él está tratando de extinguir, de matar en el corazón del hombre la verdad, el deseo de la verdad. Al inducir al hombre a la incredulidad, quiere que el hombre se cierre a la luz de la Revelación Divina, que es la Palabra encarnada. Por lo tanto, estas palabras de Jesús sobre Satanás -como hoy la mayoría de los exegetas creen- no hablan de la caída de los ángeles. Hablan de algo mucho más profundo, algo espantoso: Satanás constantemente rechaza la verdad, y su acción dentro de la sociedad humana consiste en la oposición a la verdad. Satanás es este rechazo; Él es esta oposición.
El texto continúa: «porque no hay verdad en él».
Las palabras de Jesús van a la raíz más profunda de la obra de Satanás. Él es en sí mismo una mentira. De su persona la verdad está completamente ausente, y por lo tanto es por definición el que se opone a la verdad. Jesús añade inmediatamente después: «Cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira». Cuando el Señor dice «dice lo que le sale de dentro», nos introduce en la interioridad de Satanás, en su corazón. Un corazón que vive en tinieblas, en sombras: una casa sin puertas y sin ventanas.
En resumen, esto es lo que está ocurriendo en el corazón del hombre: Jesúsla Revelación del Padre, ejerce una fuerte atracción hacia sí mismoSatanás trabaja en contra de esto, para neutralizar la fuerza atractiva del Crucificado-Resucitado. La fuerza de la verdad que nos hace libres actúa sobre el corazón del hombre. Es la fuerza satánica de la mentira la que nos hace esclavos.
Sin embargo, no siendo espíritu puro, la persona humana no es únicamente interioridad. La interioridad humana se expresa y se manifiesta en la construcción de la sociedad en la que él o ella vive. La interioridad humana se expresa y se manifiesta en la cultura, como una dimensión esencial de la vida humana como tal. La cultura es el modo de vida que es específicamente humano.

Dos culturas: la cultura de la verdad y la cultura de la mentira

Dado que el hombre está situado entre dos fuerzas opuestas, la condición en que se encuentra debe necesariamente dar lugar a dos culturas: la cultura de la verdad y la cultura de la mentira.
Hay un libro en la Sagrada Escritura, el último, el Apocalipsis, que describe la confrontación final entre los dos reinos. En este libro, la atracción de Cristo toma la forma de triunfo sobre los poderes enemigos comandados por Satanás. Es un triunfo que viene después de un largo combate. Los primeros frutos de la victoria son los mártires. «Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados con él. Ellos lo vencieron gracias a la sangre del Cordero y a la palabra de testimonio que dieron, porque despreciaron su vida ante la muerte» (Ap 12, 9.11).

Desarrollos de la confrontación en la cultura occidental

En esta segunda sección quisiera responder a la siguiente pregunta: ¿en nuestra cultura occidental hay desarrollos que revelan con particular claridad la confrontación entre la atracción ejercida sobre el hombre por el Crucificado-Resucitado y la cultura del Mentira construida por Satanás? Mi respuesta es afirmativa, y hay dos avances en particular.

El aborto, crimen abominable considerado «derecho»

El primer desarrollo es la transformación de un crimen [llamado por el Concilio Vaticano II nefandum crimen], el aborto, en un derecho. Entiéndase bien: No estoy hablando de aborto como un acto perpetrado por una persona. Estoy hablando de la legitimación más amplia que puede ser perpetrada por un sistema judicial en un solo acto: incluirlo en la categoría del derecho subjetivo, que es una categoría ética. Esto significa llamar lo que es malo como bueno, lo que es sombra como luz. «cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira». Este es un intento de producir una «anti-Revelación».
¿Cuál es, de hecho, la lógica que preside el ennoblecimiento del aborto?
En primer lugar, es la más profunda negación de la verdad del hombre. Tan pronto como Noé salió de las aguas de las inundaciones, Dios dijo: « Quien vertiere sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo El al hombre» (Gn 9, 6).
La razón por la cual el hombre no debe derramar la sangre del hombre es que el hombre fue creado a imagen de Dios. A través del hombre, Dios mora en su creación. Esta creación es el templo del Señor, porque el hombre habita en él. Violar la intangibilidad de la persona humana es un acto sacrílego contra la santidad de Dios. Es el intento satánico de generar una «anti-creación».
Al ennoblecer la muerte de los humanos, Satanás ha sentado los cimientos de su «creación»: sacar de la creación la imagen de Dios, ocultar su presencia en ella.
San Ambrosio escribió: «La creación del mundo se completó con la formación de la obra maestra que es el hombre, que … es, de hecho, la culminación de la creación, la suprema belleza de todo ser creado» (Exam., Sixth day, Disc 9, 10.75; BA I, p. 417). En el momento en que se afirma el derecho del hombre a ordenar la vida y la muerte de otro hombre, Dios es expulsado de su creación, porque su presencia original es negada, y su lugar de residencia original dentro de la creación -la persona humana- es profanado.

El ennoblecimiento de la homosexualidad

El segundo desarrollo es el ennoblecimiento de la homosexualidad. Esto de hecho niega enteramente la verdad del matrimonio y el concepción de Dios el Creador con respecto al matrimonio.
La Divina Revelación nos ha dicho cómo piensa Dios acerca del matrimonio: la unión legítima de un hombre y una mujer, fuente de la vida. En la mente de Dios, el matrimonio tiene una estructura permanente, basada en la dualidad del modo humano de ser: feminidad y masculinidad. No dos polos opuestos, sino uno con y para el otro. Sólo así el hombre escapa de su soledad original.
Una de las leyes fundamentales a través de las cuales Dios gobierna el universo es que Él no actúa solo. Esta es la ley de la cooperación humana con el gobierno divino. La unión entre un hombre y una mujer, que se convierten en una sola carne, es cooperación humana en el acto creador de Dios: cada persona humana es creada por Dios y engendrada por sus padres. Dios celebra la liturgia de su acto creador en el santo templo del amor conyugal.
En resumen. Hay dos pilares de la creación: la persona humana en su irreductibilidad al universo material, y la unión conyugal entre un hombre y una mujer, el lugar en el que Dios crea nuevas personas humanas «a su imagen y semejanza». La elevación axiológica del aborto a un derecho subjetivo es la demolición del primer pilar. El ennoblecimiento de una relación homosexual, cuando se equipara al matrimonio, es la destrucción del segundo pilar.
En la raíz de esto está la obra de Satanás, que quiere construir una anti-creación real. Este es el último y terrible desafío que Satanás está lanzando contra Dios. «Te estoy demostrando que soy capaz de construir una alternativa a tu creaciónY el hombre dirá: es mejor en la creación alternativa que en tu creación».
Esta es la espantosa estrategia de la mentira, construida alrededor de un profundo desprecio por el hombre. El hombre no es capaz de elevarse al esplendor de la Verdad. No es capaz de vivir dentro de la paradoja de un deseo infinito de felicidad. No puede encontrarse en el don sincero de sí mismo. Y por lo tanto - continúa el discurso satánico - le decimos banalidades sobre el hombre. Le convencemos de que la Verdad no existe y que su búsqueda es, por tanto, una pasión triste y fútil. Le convencemos de acortar la medida de su deseo en línea con la medida del momento transitorio. Colocamos en su corazón la sospecha de que el amor no es más que una máscara de placer.
El Gran Inquisidor de Dostoievski habla así a Jesús: «Tú juzgas demasiado a los hombres, porque aunque sean rebeldes, nacen esclavos …. ¡Te juro que el hombre es más débil y más bajo de lo que jamás te has imaginado! El hombre es débil y cobarde».

El cristiano debe ser testigo de la verdad

¿Cómo debemos vivir en esta situación? En la tercera y última parte de mi reflexión, trataré de responder a esta pregunta.
La respuesta es simple: en el enfrentamiento entre creación y anti-creación, estamos llamados a TESTIFICAR. Este testimonio es nuestro modo de ser en el mundo.
El Nuevo Testamento tiene una abundante y rica doctrina sobre este asunto. Debo limitarme a una indicación de los tres significados fundamentales que constituyen testimonio.
Testimonio significa decir, hablar, anunciar abierta y públicamente. Alguien que no testifica de esta manera es como un soldado que huye en el momento decisivo de una batalla. Ya no somos testigos, sino desertores, si no hablamos abiertamente y públicamente. La Marcha por la Vida es por lo tanto un gran testimonio.
El testimonio significa decir, anunciar abierta y públicamente la Revelación divina, que implica la evidencia original, descubierta solamente por la razón, usada legítimamente. Y para hablar en particular del Evangelio de Vida y Matrimonio .
Testimonio significa decir, anunciar abierta y públicamente el Evangelio de la vida y el matrimonio como si estuviera en un juicio (Juan 16, 8-11).
Me explicaré: He hablado frecuentemente de una confrontación. Esta confrontación asume cada vez más la apariencia de un juicio, de un proceso legal, en el que el acusado es Jesús y su Evangelio. Como en todo procedimiento legal, también hay testigos a favor: a favor de Jesús y su Evangelio.
El anuncio del Evangelio del matrimonio y de la vida se lleva a cabo hoy en un contexto de hostilidad, de desafío, de incredulidad. La alternativa es una de dos opciones: o bien se calla el Evangelio, o se dice otra cosa. Obviamente, lo que he dicho no debe ser interpretado como significando que los cristianos deben hacerse antipáticos a todos.
Santo Tomás escribió: «Es lo mismo, a dos puntos contrarios, se acepta uno y se rechaza el otro. La medicina, por ejemplo, propone la curación excluyendo la enfermedad. Por lo tanto, pertenece al hombre sabio meditar en la verdad, en particular con respecto al Primer Principio … y refutar la mentira opuesta» (CG Book I, Chapter I, no. 6].

Exclusión del irenismo y concordismo

En el contexto del testimonio del Evangelio, el irenismo y el concordismo deben ser excluidos. Sobre esto Jesús ha sido explícito, de lo contrario sería un doctor terrible que adoptó una actitud irénica hacia la enfermedad.
San Agustín escribió: «Ama al pecador, pero rechaza al pecado». Tenga en cuenta esto bien. La palabra latina per-sequor es un verbo intensificador. El significado, por lo tanto, es: «Rechaza al pecado. Descúbre sus mentiras en los lugares ocultos, y saca a la luz su insustancialidad».
Concluyo con una cita de un gran confesor de la fe, el ruso Pavel A. Florenskij. «Cristo es testigo, en el sentido estricto de la palabra, es EL TESTIGO».
En su crucifixión, los judíos y los romanos creían que solo estaban siendo testigos de un acontecimiento histórico, pero el evento se reveló como la Verdad». [La filosofía de la religión, San Paolo ed., Milán 2017, página 512].
«Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Juan 12,32

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