martes, 28 de octubre de 2008

Colombia Pais y lider Catolico

Fundamento del Juicio de las Naciones en la Sagrada Escritura

Acá en nuestra Colombia ,País consagrado a Los Corazones Divinos de Jesús Y Maria el pasado 12 de Octubre, tenemos según la prensa mundial los records en violencia ,maldad ,corrupción ….bueno con esos tres títulos tenemos, pero todos sabemos que también sobreabunda La Gracia; un país nominalmente de mayoría católica , pero que cada día se convence que Jesús y Maria están con nosotros y nos convertimos en Católicos convencidos y practicantes.
Innumerables manifestaciones de voluntad y decisión de la Iglesia y el gobierno actual y una respuesta gigantesca del Laicado Nacional; cuantos grupos o comunidades verdaderamente ejemplares para el resguardo de nuestra fe existen en el Pais..son incontables .
Palpable uno al que pertenezco; El Movimiento Juan XXIII nacido en Puerto Rico, crecido y edificado en los EEUU, y ahora engrandecido para La Gracia de Dios en Colombia; Laicos Comprometidos de un convencimiento en la obra de Dios que solo la puede dar El Santo Espíritu, Rector General de 3 días de retiro Espiritual con los cuales se ablanda y cede el mas duro y recalcitrante de los enemigos de Dios.
Solo en la Villavicencio vamos en el retiro 26 y a cada uno de ellos asiste un promedio de 200 personas de ambos sexos, con un reglamento, seriedad y compromiso de parte de los que dictan y manejan el retiro como de los que lo toman; Es una obra de dios.
Miremos algo reciente de impacto mundial ; Ingrid Betancourt liberada de la guerrila de la farc ( todo en minúscula, embajadores autorizados y reconocidos del maligno en muestro país) reconoce que el arma secreta y triunfadora de Ella para bloquear las intenciones de sus captores fue El Santo Rosario todos los días unido a los de su familia ; lo primero que hizo al estar ya en libertad fue arrodillarse y dar gracias a Jesús y a Maria.

Solo la Oración la Eucaristía , la restauración de la Familia y la plena confianza en Dios nos salvaran de esta nube negra que tenemos amenazante y esta carga que llevamos a cuestas (ver foto) . Pez de cuero ¨valenton¨ San Jose Del Guaviare .Colombia




El siguiente es un articulo de Luis Eduardo Lopez Padilla Nacido en México en 1960.
Desde 1986 se ha dedicado al estudio de las Apariciones Marianas, analizándolas a la luz de la Sagrada Escritura, particularmente el libro del Apocalipsis. durante 25 años conferencias en prácticamente todo Centro y Sudamérica y el sur de Estados Unidos.


J.A.G

Con el nombre del Juicio de las Naciones Dios nuestro Señor va a hacer caer a la humanidad un gran castigo como consecuencia de la apostasía y de los pecados de los hombres que han llegado al cielo y claman venganza. Este castigo o purificación al mundo encuentra perfecta correlación en muchos textos de la Sagrada Escritura, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Ante este magno y terrible acontecimiento, son muchos los hombres que se cuestionan sobre la legitimidad y la existencia de la misericordia de Dios, pues no entienden cómo es posible que pueda Él castigar a tan gran escala siendo, como en realidad lo es, un ser lleno de profundo Amor, y no solamente eso, sino el amor y la bondad misma. Sin embargo, la Justicia y la Misericordia de Dios son un mismo y sólo atributo. Dios es infinitamente justo por Su Misericordia y, a su vez, es infinitamente misericordioso por Su Justicia. No perdamos de vista que el pecado fue la consecuencia de todos los males que existen en este mundo; así, el dolor, el sufrimiento, las desgracias de este mundo, no son sino consecuencia de nuestros propios pecados. Y precisamente el principal efecto del pecado es la muerte y el sufrimiento. No es que Dios quiera castigarnos; sino que Dios es Justo y juzga a cada quien según sus obras.
En efecto, el pecado de Adán y Eva hizo que la infinita Misericordia de Dios Padre se manifestara a través de Su Justicia cuando determinó que su Hijo Unigénito, siendo inocente, asumiera el rigor de Su Justicia, no evitándole a que padeciera y muriera en la cruz por todos nosotros. Del mismo modo, movido por su infinita Misericordia y amor a los hombres, la Justicia de Dios se hará presente para que un mayor número de almas se pueda salvar con motivo de este Juicio que Dios desencadenará.
Queda pues clara la relación estrecha entre pecado y castigo y de un Dios que juzga y salva; pues el castigo no es otra cosa que una sanción medicinal que busca restablecer el camino recto. Para unos será un callejón sin salida y su condenación eterna; para otros, la invitación para volver a Dios. Y está claro que cuando Dios juzga y castiga no anda con medias tintas: Adán y Eva, expulsados del paraíso; Caín expulsado de la tierra fértil; el Diluvio Universal, la Torre de Babel y la confusión de lenguas; Sodoma y Gomorra. Y vemos también cómo el pueblo de Israel pasó duros castigos como la esclavitud en Egipto; las epidemias, guerras, invasiones; dos deportaciones a Siria, tres deportaciones Babilónicas, ocupación griega, ocupación romana, etc.
Juicio de Naciones
Para comprender mejor el término Juicio de las Naciones, diremos que así como hay dos maneras de juicio de muertos, que son el particular (que se realiza inmediatamente después de la muerte) y el universal (que se realizará en el fin del mundo con el juicio final), así hay también dos maneras de juicio de vivos que son el particular y el universal, según que el Señor haga el castigo contra una sola nación (día del Señor contra Egipto, etc.), o bien contra todas a la vez (día del Señor contra toda la gente o naciones).
Así entonces al juicio universal de vivos le denominamos juicio universal o Juicio de Naciones; al juicio universal de muertos, le denominamos Juicio Final. El primero tendrá lugar en el fin de los tiempos, el segundo en el fin del mundo.
En el transcurso de los siglos han existido grandes castigos, y vemos como Dios los ha descargado sobre algunas ciudades en particular, como Babilonia, Sodoma, Cafarnaún, Jerusalén, etc. y ¿no son acaso grandes castigos las guerras europeas sufridas y las que se han sucedido en la historia? Al fin de los tiempos, cuando la apostasía llegue a su máxima expresión, se repetirá este castigo de una manera social y colectiva, y este será el Juicio de las Naciones. Entendiendo bien que el castigo es llamado bíblicamente Juicio de Dios.
Sagradas Escrituras
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento refieren con claridad el Juicio de las Naciones que Dios va a desatar en contra del mundo, que es un día de tinieblas y de oscuridad. Veamos algunas citas:
Isaías:
“En la última parte de los días Él juzgará a las gentes y dictará sus leyes a numerosos pueblos” . “Pues el Señor está irritado contra todas las naciones, airado contra el ejército de ellas. Las destina al matadero, las entrega al exterminio y sus muertos quedarán abandonados… porque es el día de la venganza de Yahvé, el año de hacer justicia a Sión” .
“He aquí que el Señor devastará a la tierra y la dejará asolada, trastornará la superficie de ella y dispersará a sus habitantes… y quedará solamente un corto número” (XXIV, 1, 6).
Jeremías:
“El Señor entra en Juicio con las Naciones para juzgar a todas, para entregar a los impíos a la espada, palabra del Señor. Así dice el Señor a los ejércitos. He aquí que el mal pasará de una nación a otra y un gran huracán se desencadenará desde los extremos de la tierra. He aquí que se desata el torbellino de Yahvé, tempestad furiosa que se precipita y descarga sobre la cabeza de los impíos. No se calmará el ardor de la ira del Señor hasta realizar y cumplir sus designios. Vosotros los conoceréis al fin de los tiempos” (XXV, 30 y XXX, 23).
Miqueas:
“Al fin de los tiempos… juzgará a muchos pueblos y ejercerá la justicia sobre las naciones poderosas y hasta las más lejanas” (IV, 1-3).
Salmos CIX, 5-6; CXLIX, 7-9:
“Yavéh estará a tu diestra, quebrantando reyes el día de tu ira. Juzgará a las naciones, llenando la región de cadáveres; aplastará cabezas en vasto campo y tomará venganza de la gente y castigará a los pueblos…”.
Sofonías:
“Cerca está el día grande del Señor; próximo está y llega con suma velocidad… día de ira es aquel, día de angustia y aflicción día de devastación y tinieblas.” (I, 14-16).
Como hemos dicho, el día del Señor que el profeta anuncia será el Juicio de las Naciones que reciben su castigo.
Joel:
“Tiemblen todos los habitantes de la tierra que se acerca el día de Yahvé. Día de tinieblas y oscuridad” (II, 2).
Zacarías:
“Sucederá en toda la tierra, dice el Señor, que dos partes de ellas serán dispersadas y perecerán y la tercera quedará en ella. Esta tercera la haré pasar por el fuego, y la purificaré como se purifica la plata, y la acrisolaré como se acrisola el oro. Ellos invocarán mi nombre, y Yo los escucharé propicio. Yo diré: pueblo mío eres tu, y él dirá tú eres mi Dios y Señor” (XIII, 8-9).
Por su parte, San Pedro dice lo siguiente:
“Y ante todo debéis saber cómo en los postreros días vendrán, con sus burlas, escarnecedores que viven según sus propias concupiscencias y dicen: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que murieron los padres, todo permanece igual desde el principio de la creación.
“Es que voluntariamente quieren ignorar que en otro tiempo hubo cielo y hubo tierra, salida del agua y en el agua asentada por la palabra de Dios; por lo cual el mundo entonces pereció anegado en el agua, mientras los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego, en el día del juicio y el de la perdición de los impíos” (II, 2; 3-10).
San Pablo:
“… Sabéis bien que el día del Señor llegará como el ladrón en la noche. Cuando se dice: paz y seguridad, entonces, de improviso, le sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la preñada, no escaparán” (I Tes 1, 5, 1-3).
Profecía de Jesucristo
“Cuando oigáis que hay guerra y rumores de guerras y de sediciones no tengáis miedo: es preciso que todo esto suceda antes, pero todavía no es el fin. Pues se levantará pueblo contra pueblo y reino contra reino. Habrá grandes temblores de tierra y en diferentes sitios, habrá hambres y pestes. Habrá prodigios espantosos y grandes señales en el cielo. Todo esto no será más que el comienzo de los grandes dolores… entonces muchos desfallecerán y unos a otros se traicionarán y se odiarán mutuamente… y con el crecer de la maldad, se enfriará la caridad de la gran mayoría…” (Mc XIII 5-12; Lc 21, 8-17).
“Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas, y en la tierra habrá consternación de la gente, inquieta por el estruendo del mar y de las olas; enloquecerán los hombres de miedo y de inquietud por lo que viene sobre la tierra.” (Lc XXI, 25-26).
“Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna perderá su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas.” (Mt XXIV, 20).
Fijémonos cómo nuestro Señor Jesucristo habla de que “las fuerzas de los cielos serán sacudidas”. Para poder entender con claridad este término de Jesucristo veamos lo que dice el profeta Isaías al respecto:
“Porque las esclusas de lo alto han sido abiertas, y se estremecen los cimientos de la tierra. Estalla, estalla la tierra, se hace pedazos la tierra, sacudida se bambolea la tierra, vacila la tierra como un beodo, se balancea; pesa sobre ella su rebeldía, cae y no volverá a levantarse” (XXIV, 18-20).
En el mismo sentido, dice el profeta Jeremías lo siguiente:
“Y retiembla la tierra, y da vueltas, por haberse cumplido contra Babilonia los planes de Yahvé, de convertir la tierra de Babel en desolación sin habitantes” (LI, 29); y algunos Salmos coinciden en lo mismo:
“Fuego irá delante de ella y abrazará alrededor a sus enemigos. Alumbrarán sus relámpagos la redondez de la tierra y toda ella fue conmovida” (96).
Son también constantes los textos donde se habla de una oscuridad tanto física como espiritual que habrá de vivir la humanidad. Dice el Salmo LXXXII
“No saben ni comprenden; caminan en tinieblas, todos los cimientos de la tierra vacilan”. Aquí se habla tanto de oscuridad espiritual como de oscuridad física.
Algunos textos respecto a la oscuridad física son los siguientes:
Dice Jeremías:
“Miré a la tierra, y he aquí que era un caos; miré a los cielos, y faltaba su luz. Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros trepidaban. Porque así dice Yahvé : desolación se volverá toda la tierra, aunque no acabaré con ella. Por eso ha de enlutarse la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba; pues tengo resuelta mi decisión y no me pesará ni me volveré atrás de ella” ( IV, 23 y 27-28).
El profeta Joel dice al respecto:
“¡Tiemblen todos los habitantes del país, porque llega el día de Yahvé, porque está cerca! Día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y densa niebla. Ante Él tiembla la tierra, se estremecen los cielos, el sol y la luna se oscurecen, y las estrellas retraen su fulgor” (Joel II, 1-2; 2, 10).
El Apocalipsis también expresa lo siguiente:
“Y vi cuando abrió el sexto sello, y se produjo un gran terremoto, y el sol se puso negro como un saco de crin, y la luna entera se puso como sangre; y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como deja caer sus higos la higuera sacudida por un fuerte viento. Y el cielo fue cediendo como un rollo que se envuelve, y todas las montañas e islas fueron removidas de sus lugares. Y los reyes de la tierra y los magnates y los jefes militares y los ricos y los fuertes y todo siervo y todo libre se escondieron en las cuevas y entre los peñascos de las montañas. Y decían a las montañas y a los peñascos: “caed sobre nosotros y escondednos de la faz de Aquél que está sentado en el trono y de la ira del Cordero; porque ha llegado el gran día del furor de ellos y ¿quién puede estar en pie?” (VI, 12-17).
Y esta misma palabra de Dios dice que “el cielo y la tierra pasarán, pero que sus palabras no pasarán" (Mt XXIV, 35). Sin embargo, la realidad de las cosas actual es que los hombres les importa muy poco que la Sagrada Escritura hable de estos últimos tiempos y mencione el Juicio de las Naciones y el día del gran castigo del Señor, porque el mundo está alucinado con el dinero, el placer, la fama, la gloria, con los bienes engañosos de este mundo que distraen y le encaminan por el ancho sendero de la condenación eterna. Por eso que a nadie le extrañe que el hombre de hoy siga su vida como si nada pasara, comprando y vendiendo, fundando nuevas organizaciones, casándose y divorciándose, fundando familias, haciendo grandes planes para el futuro en el orden político, social, deportivo, económico, etc. pues así se cumplen ni más ni menos que la profecía de nuestro Señor Jesucristo:
“Como sucedió en los días de Noé, así serán los días del Hijo del Hombre. Comían y bebían, tomaban mujeres los hombres, y las mujeres marido, hasta el día en que Noé entró en el arca y vino el diluvio y los hizo perecer a todos”.
“Lo mismo en los días de Lot, comían y bebían, compraban y vendían, plantaban y edificaban: pero en cuanto Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre que los hizo perecer a todos. Así será el día en que el hijo del hombre se revele.”
“Mirad por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se emboten por la crápula, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y caiga de improviso sobre vosotros aquel día, como un lazo: porque esto acaecerá para todos los habitantes de la tierra.”
“Velad y orad, pues, en todo tiempo para que podáis escapar a todas estas cosas que habrán de venir, y comparecer seguros ante el hijo del hombre” (Mt XXIV, Lc XXI y Mc XIII).

Jesus Y Maria nos protejan

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