lunes, 26 de febrero de 2018

10 duras realidades.......

No es fácil hablar sobre las realidades difíciles que enfrentamos en nuestra vida.

Que debemos cambiar para superar algunas, mientras que otras no tienen solución.

Pero si llegamos a aceptarlo, nos vendrá una extraña serenidad.

Porque nos enfocaremos en las cosas correctas en lugar de vivir persiguiendo sueños falsos.

A veces nos olvidamos que estamos en un exilio o en un mundo de pruebas.
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Y vivimos nuestra vida resentida porque no aceptamos que la vida en la Tierra no es perfecta.

La serenidad viene cuando nos damos un baño de realidad.
Y comprendemos que vivimos en un mundo tal como es y no como queremos que sea.
Este viaje difícil tendrá un final, y el dolor y la muerte serán removidos en la vida eterna.
Debemos ser realistas porque estás duras verdades nos harán libres.
Sin embargo hoy son resistidas activamente.
Muchos la quisieran pasarlas por alto, y las pasan.
Dentro de la Iglesia esto se ha constituido en una moda.

El concepto que “Dios te ama y todo está bien no importa lo que hagas” ha sido destructivo y ha vaciado los templos.

¿Quién va a ir a un hospital espiritual si lo que oye es que nada está mal y la salvación es segura?
¿Qué significa la salvación si no hay pecado del que hay que salvarse?

Debemos mirar la realidad tal cual es.
Aceptar la mala noticia del pecado en nuestras vidas y en el mundo, porque sólo así podremos aceptar que hay una buena noticia: la salvación para la vida eterna.
Porque si creemos que la buena noticia es lo que estamos viviendo hoy, realmente estamos liquidados
Aquí presentamos 10 verdades espirituales que nos aportarán una gran paz, si las aceptamos; pero son duras.

1 – LAS COSAS DE ESTE MUNDO SON VANAS Y ENGAÑOSAS

Esto quiere decir que son vacías, pasajeras y mentirosas.
Que podemos valorar la popularidad y los placeres mundanos, pero esas cosas se van en un momento.
¿Qué recuerdas en el fondo de las últimas vacaciones qué has tenido?
¿Qué es de los héroes y de los poderosos que aparecen en los medios hoy, y que mañana desaparecen? ¿Te acordarás de ellos en un año? Haz memoria.
Este mundo pasajero es engañoso.
El decir a cada momento yo soy lo que importa y soy lo que tengo que satisfacer, son engaños qué podemos ver tiempo después, cuando esas satisfacciones no han perdurado.
La forma en que este mundo está pasando para nosotros no puede satisfacer nuestros deseos infinitos.
Dios grabó en nuestros corazones dónde está la verdadera satisfacción, que es junto a Él.
Sin embargo preferimos perseguir ilusiones, alimentar nuestra vanidad y engañarnos con cosas que se van a evaporar a la vuelta de la esquina.

Debemos ser capaces de identificar cuáles son las cosas vanas y pasajeras.

Aprendiendo a darle importancia a lo que realmente necesitamos en este camino, para llegar a la vida definitiva.
Esto te liberará de una cantidad de mochilas qué estás llevando sobre tus hombros.

2 – TODO FALLA Y LLEGA A SU FIN

Este mundo está pasando para cada uno de nosotros, incluso para nuestras relaciones.

La muestra de eso los tenemos en los cementerios.
Alguien te puede decir “puedes obtener lo que quieres, puedes tenerlo todo” y al final te mueres.
Tienes una pareja de la que estás muy enamorado, pero surgen desavenencias, hay un divorcio, una enfermedad, la muerte.
Todo pasa y más rápido de lo que queremos suponer.
Esto no quiere decir que debemos rechazar las alegrías de este mundo.
Sino que debemos ponerlas en una perspectiva justa.
Preocupándonos específicamente por las cosas definitivas, las que no pasan.
Poner nuestros corazones en los bienes celestiales. Porque nuestro tiempo es incierto.
Puedes tener grandes planes para mañana, ojalá los tengas yo también los tengo.
Pero Dios no nos promete que mañana estaremos vivos, quizás no lo estemos.
Esta es una dura realidad que debemos aceptar.

3 – TÚ TE VAS A MORIR

A todos en mayor o menor medida nos pone nerviosos hablar de nuestra muerte.
Porque en realidad no la aceptamos del todo.
Pero basta dar un paseo por un cementerio para darnos cuenta de que es una realidad inexcusable.
Ahí nos damos cuenta que esta vida no es para siempre y que tampoco nuestros problemas duran para siempre.
Cuando comprendemos esto, nos ayuda con la tarea más importante que tenemos, que es prepararnos para encontrarnos con Dios.
Y dejar de preocuparnos con los problemas de este mundo; debemos simplificar nuestra vida.
No debemos tomar en serio este mundo, sino simplemente pasarlo como una prueba o una etapa para llegar a la vida definitiva.
No debemos caer presa de las promesas vacías de comodidad perfecta en la Tierra y de vanidades.

Una vida sencilla y humilde nos trae una gran serenidad.

Nuestra época nos permite ilusionarnos con que la muerte puede ser pospuesta por los adelantos tecnológicos de la medicina.
Eso nos puede engañar de qué nuestra propia muerte se va a dilatar más y más.
La vida es corta no podemos elegir cuando moriremos.
Y en nuestra vejez tendremos una serie de impedimentos que no permitirán hacer ciertas cosas que incluso tenemos planeado hacer.
Cuando adquirimos conciencia de que la vida es corta y que nuestra salud se va a deteriorar al final de ella, no nos vamos a ocupar tanto de cosas pasajeras, sino que vamos a invertir en las cosas duraderas que nos promete Dios.
Esto nos lleva a la próxima verdad que es la ilusión de la autonomía.

4 – TÚ NO ESTÁS EN CONTROL DE NADA

El control es una ilusión y lo podemos ver en los diversos planes que hemos tenido en cada etapa de la vida y que de repente fueron cambiados abruptamente por cosas que emergieron.

Nuestra vida está más relacionada con las cosas que nos llegan que con las cosas que planificamos hacer.
Cuando nos aferramos a pensar que tenemos el control de las cosas alrededor de nuestra vida nos volvemos ansiosos para manipular la realidad.
Y cuando no podemos controlarla, nos llega la desazón y la ira.
Es precisamente nuestro deseo de controlar lo que nos hace ansiosos y tener dolores.
A cada paso descubrimos que muchas cosas y personas no las podemos controlar, y eso nos frustra.
Debemos aceptar que no tenemos el control y que sólo Dios tiene el control sobre nuestras cosas.
Paradojalmente esto nos libera de temores y ansiedades.
Sobre todo cuando adquirimos la conciencia que no sabemos exactamente lo que es mejor para nosotros.
Muchas veces hemos deseado y planificado con fuerza algo que luego no sucedió.
Pero tiempo después le damos gracias a Dios de que haya sido frustrado, porque hubiera sido un desastre.
Dios conoce mejor que nosotros lo que verdaderamente necesitamos y la única solución es confiar en Él.
Esto no significa qué saltaras de alegría con lo que Dios decida para tu vida, porque puede no coincidir con lo que deseas.
De modo que lo más realista es aceptar nuestra pobreza e incapacidad para controlar nuestra vida.
Nuestros planes de futuro deberían ser solamente indicativos y una vaga referencia a nuestros deseos, pero no una especie de imposición moral.
Y dejar en manos de Dios el control.

5 – LA VIDA ES DURA

Vivimos tiempos mucho más confortables y cómodos que los que vivieron nuestros antepasados.
La medicina ha eliminado una buena parte del dolor y la enfermedad en nuestras vidas.
Tenemos más bienes y confort a nuestro alrededor.
No trabajamos tanto tiempo ni tan arduamente como nuestros antepasados.
Esto nos ha dado la perspectiva de que vivimos una vida placentera y que podemos eliminar los dolores con la tecnología.

Cuando nos llega el sufrimiento  – como no estamos acostumbrados como nuestros antepasados -, nos desesperamos, sentimos ira y buscamos culpables.

Pero el sufrimiento es parte de nuestra vida. Es lo que debemos esperar y no un mundo color rosa.
Eso no significa que te guste sufrir. Sino aceptar que la vida es difícil y que no se debe perder la paz ni la serenidad ante las dificultades.
Lo cual nos ayuda a agradecer por las alegrías y las gracias que se nos dan.

6 – TU VIDA NO SE TRATA DE TI

En este mundo hedonista nos gusta pensar que somos los capitanes de nuestro barco, que navega hacia nuestra autorrealización.
No tomamos conciencia de que no somos los que llevamos el curso de nuestra vida.
Nuestra ideología de hacer nuestra experiencia y buscar nuestro propio camino nos hace olvidar que la verdadera felicidad viene de lo que Dios quiere y no de lo que nosotros queremos.
Por lo tanto nos ahorraría una cantidad de esfuerzo y dolor seguir a Dios, en vez de seguir nuestros propios proyectos.
Nos aferramos a nuestros planes y deseos acerca de lo que tiene que ser nuestra vida, y a partir de ahí, hacemos castillos imaginarios sobre nuestro futuro.
Y cuando no nos va bien, clamamos a Dios que nos venga a rescatar.
Pero hay una cosa que se llama plan de Dios para cada persona.

Que implica que nosotros no existimos para satisfacer nuestros caprichos, sino que somos una parte en el plan general de Dios.

De modo que debemos aceptar humildemente que nuestra vida no se trata de nosotros, sino del plan que Dios tiene sobre ella.
Si logramos manejar esta idea y aceptarla, nuestro trabajo central será discernir qué es lo que Dios quiere para nosotros en cada situación y seguirlo.
Con esto tendremos una vida más serena y nos ahorraremos muchas dificultades.

7 – TÚ NO ERES TAN IMPORTANTE

Esta es una realidad que duele mucho porque tendemos a pensar que el mundo debe girar a nuestro alrededor.

Creemos que lo más importante somos nosotros y nuestros sentimientos.

Pero en el plan de Dios estamos nosotros tanto como el resto de las personas y todos son importantes.
Es más, debemos aceptar las circunstancias en que otras personas son más importantes que nosotros.
Y que las necesidades coyunturales de algunas personas son más importantes que las nuestras en ocasiones.
Esto hace que el mundo deje de girar en nuestro alrededor.
Nos libera de andar corriendo para satisfacer lo que queremos, generándonos abundante paz.
Y empezamos a comprender y disfrutar la preocupación por otras personas, a las que comprendemos que Dios también les da importancia.

8 – LA CONTABILIDAD ES ESTRICTA

Jesús nos ha dicho,
Pero yo les digo que todos tendrán que rendir cuentas en el día del juicio por cada palabra vacía que han hablado” (Mateo 12:36).
Y San Pablo también nos ha dicho,
Él traerá a la luz lo que está escondido en las tinieblas y expondrá los motivos del corazón” (1 Cor 4:5).
Y la segunda carta de Santiago aún es más dura,
“…porque el juicio será despiadado para el que no ha mostrado misericordia(Santiago 2:12-13).
Si Dios actuara con absoluta justicia, como un juez, no tendríamos ninguna oportunidad, porque somos pecadores contumaces.
Pero también Dios es misericordioso y perdona nuestros pecados cuando nos arrepentimos y enmendamos nuestras vidas.
Debemos considerar que la contabilidad será estricta y tendremos un juicio personal de Dios cuando muramos.
En el que nos presentará las cosas buenas y malas que hemos hecho en la vida.

Y ahí seremos nosotros mismos los que tendremos claro cuál es nuestro destino y no podremos oponernos al juicio de Dios.

Muchos de los que han tenido experiencias cercanas a la muerte han presenciado su propio juicio.
Han contado cómo Jesús les ha presentado su vida cómo en una película.
Y que ellos se han horrorizado por las cosas malvadas que han hecho, y se han sentido agradecidos por las intervenciones que Dios y otras personas han tenido en sus vidas.
De modo que sabiendo que va a haber una contabilidad de estricta en nuestro juicio personal debemos prepararnos para eso.
Y no tomar conciencia de ello solamente al final de la vida, cuando nos queda mucho menos tiempo para arrepentirnos.

9 – EL CAMINO QUE CONDUCE A LA VIDA ETERNA ES ANGOSTO

La escritura nos da la información qué el camino hacia la vida eterna es difícil: la puerta estrecha y es aún difícil para los justos, de modo que para los pecadores es imposible.

No hay ninguna información en la Biblia que permita avalar la herejía de nuestro tiempo, que sostiene que la salvación es casi universal, que todos entran por la puerta estrecha y que no hay personas en el infierno.
La cita que hace Mateo 7:13-14 es por demás elocuente dice,
“… porque la puerta es estrecha y el camino que lleva la vida es duro y los que la encuentran son pocos”.
Está afirmación se produce en el contexto de una advertencia de Jesús sobre la realidad del infierno y la finalidad del juicio.
Nadie que lea la Biblia con atención puede decir que Jesús no ha advertido sobre lo difícil que es la salvación.
Quién opina lo contrario lo hace simplemente por ideología o porque está convencido que lo de Jesús fue solamente una amenaza pastoral para que la gente se convirtiera.
Dios sabe que nosotros preferimos la oscuridad a la luz y preferimos nuestros caminos en lugar de lo que nos enseña y ofrece Dios.
Y al final Dios respetará a nuestra elección.
De modo que no podemos presumir de nuestra salvación porque sería un pecado contra la esperanza.
Esto nos jerarquiza de otra manera las prioridades, dándole más importancia a lo eterno ante que a las cosas pasajeras de este mundo.
Ten en cuenta que en 1 Pedro 4:18 se dice que si es difícil para el justo ser salvo, que será del impío y del pecador.
Debemos tomar conciencia que la salvación es dura.
Pero no para asustarnos y paralizarnos sino para comprender que debemos orar, leer las escrituras, asistir a los sacramentos, enmendarnos de los pecados y realizar obras.
perseverar hasta el último día de nuestra vida.
Sin esto no tendremos posibilidades de salvarnos.
Sin un adecuado Santo Temor Divino caminamos derecho a la perdición.
Es profundamente liberador comprender la deuda que tenemos con Dios porque nos ha creado, nos ha puesto a su servicio y nos dio un camino para la vida eterna junto a Él.
Es profundamente liberador hacer oraciones de gratitud a Dios. Pocas veces las decimos.
“Gracias, Señor, por todas tus bendiciones obvias y ocultas. Gracias, Señor, por crearme, mantenerme y amarme hasta el final, y por invitarme a conocerte, amarte y servirte”.

10 – EL IMPENITENTE EXPERIMENTARÁ LA IRA DIVINA

La Santa Ira de Dios es una expresión que no significa que Dios esté personalmente enojado y nos castigue.
Dios no es malhumorado y no cambia. Él es Dios.

La ira de Dios es una forma en que nosotros lo vivimos a Él. Es nuestra incomodidad y rebelión ante su santidad.

El símil de pasar de una habitación oscura a una en la que entra la brillante luz del sol es el adecuado.
Nos duele la claridad de la luz pero la luz no es dolorosa en sí misma.
Nos duele la luz porque estamos en la oscuridad.
La verdad dura es que Dios es santo y que nadie puede entrar en su presencia si no es Santo como Él.
Si no toleramos Su luz no podremos tolerar estar junto a Él.
En Juan 3:19 dice Jesús
“La luz ha venido al mundo y el pueblo amo más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”.
Este dicho de Jesús lo vierte en el contexto en qué dice que
“Dios amó tanto al mundo que le ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que cree en Él tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Lo liberador es que estas palabras de Jesús nos instan a prepararnos y nos dan una guía de cómo encontrarnos con Él.
Implica el remedio de todas estas duras verdades, que es confiar en Dios y aprender a depender de Él.
Fuentes: